3 de diciembre de 2006

Camino rojo a Barataria: de la Gladys a Sancho.

El último mes del año 2006 comienza a desgajarse. Hace apenas unos días que el Sol inició su carrera por la constelación de Ofiuco, la del treceavo signo del zodiaco. Entre tanto, allá afuera la guerra de ocupación contra Irak a manos del gobierno estadounidense continúa cobrándose cientos de vidas todos los días, siendo sus víctimas (como en todas las guerras) mayoritariamente civiles, en especial niñ@s, ancian@s y mujeres; Iñaki De Juana y Mumia Abu-Jamal continúan presos, el uno en Madrid, el otro en Pennsylvania, por expresar sus ideas sin cortapisas y México se convierte en el país más peligroso del continente para practicar el periodismo, mientras uno de sus oficiantes más dignos, Jesús Blancornelas, comienza su camino con rumbo al Mictlán.

También afuera, en lo que algunos leemos la enésima burla de la ley en manos de los poderosos de arriba porque bien que saben cuánto deseamos que sea cierto muchos de los abajo, Augusto Pinochet y Luis Echeverría son detenidos en sus domicilios en tanto los aparatos judiciales chileno y mexicano determinan si son o no culpables de los asesinatos de hombres y mujeres de izquierda en sus respectivos países. Un poco más lejos, pero no tanto como para que no duela, África se mantiene como el continente con países cuyos índices de mortandad a causa del VIH-Sida son los más elevados del orbe, directamente proporcional a los niveles de pobreza que padece su gente, y, un tanto más cerquita, el jefe del gobierno y el Estado brasileños, Luiz Inacio Lula Da Silva, ha dado luz verde a la conformación de un fuerza bélica continental tipo OTAN en la América del Sur.

En ese mismo terreno, el de las fuerzas armadas, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa ha tomado protesta formal como presidente de los Estados Unidos Mexicanos en medio de una serie de signos que revisten a su gobierno de un claro toque militarista con ribetes en verde olivo, negro, blanco y un mucho de gris; gracias a sus soldados, marinos y policías federales. Y digo suyos porque, aunque reconociera que la composición de dichas corporaciones tiene su punto de partida en el pueblo, en su carácter de Comandante Supremo ha mirado hacia éstas haciéndolas protagonistas del relevo presidencial como nunca antes lo habían sido, quizás porque a lo mejor sea la única institución en donde tal vez sí podría mandar.

Porque ni siquiera en su gabinete, donde aquellos que lo impusieron en la silla del águila han dispuesto de quienes y cómo deberá está organizado el grupo de colaboradores más cercano al jefe del poder ejecutivo federal (así, en minúsculas todas, hasta que no demuestre lo contrario). Allí están, por ejemplo, el pago de cuotas a lo más retrógrado de su propio partido (que ya es decir demasiado) en las secretarías de salud y agricultura, por no hablar de la de gobernación, donde colocó al exgobernador de Jalisco, famoso por la “mano dura” con que trata a altermundistas, bautizados por Zedillo como globalifóbicos; o el pago por “agradecimiento” a la maestra que condujo el fraude electoral y que lo hará despachar desde Los Pinos, en el ISSSTE.

Mano dura y un discurso que todo lo plaga de legalidad serán pues el signo distintivo de un sexenio que comenzó precisamente dando muestras de debilidad y violando la misma Carta Magna. Por lo pronto, en el sur y sureste mexicanos, a pesar de las amenazas que pesan sobre ellas y ellos dirigidas por el cacique priísta que aún hoy detenta el poder estatal en Oaxaca con la complicidad del nuevo mandatario nacional, los hombres y las mujeres oaxaqueñas de todas las edades que se han vestido de dignidad salen de nuevo a las calles.

Y al otro lado del país, pero también abajo y a la izquierda, llega a su fin el recorrido que comenzara el Subcomandante Marcos, Delegado Zero de la Comisión Sexta del EZLN para la Otra Campaña desde el amanecer de un 2006 que ha visto de todo, o casi, en estas tierras. Toca su turno a la definición de seis aspectos generales que darán paso a su vez a la realización de una consulta que se quiere sea universal entre adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, para aclarar el rostro, la palabra y el caminar de este esfuerzo que muchas y muchos desdeñan.

Miro hacia atrás. En mi pasado, remoto si lo mido respecto de mí mismo, reciente si lo hago en relación a mi suave matria, inmediato si desde la cuenta universal, el capítulo de mis primeras andanzas en este camino que pronto descubrí estaría teñido de rojo tanto por la sangre que le abona como por las ideas que le alimentan. Corre el mes de septiembre, ¿el año?: 1985. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional daba apenas, a penas, sus primeros pasos y la ciudad más grande del planeta (por lo menos ahora) sufría uno de sus muchos tropezones por estar asentada en zona sísmica, pero sin duda el más trágico.

Las imágenes vuelan frente a los ojos de adentro, los de la memoria, y uno tras otro, una tras otra, veo pasar a Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo y Rosario Ibarra, es ya 1988; luego, seis años de salinismo y un 1994 que estará como éste que ya termina lleno de acontecimientos de todo tipo: la insurrección zapatista, la entrada en vigor del NAFTA-TLCAN, los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu. Enseguida vendrá el sexenio zedillista y con él Acteal, El Bosque, Chavajeval, Unión Progreso, Aguas Blancas, El Charco; también la creación del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la de la tristemente célebre y militarizada Policía Federal Preventiva, que con la venia de intelectuales de izquierdas y del gobierno de la Ciudad de México (todavía recuerdo la alegría con que llegamos mis amigos de siempre y yo al zócalo para celebrar el triunfo del Ingeniero y la entrada del primer gobierno dizque democrático del DF) entró a Ciudad Universitaria.

Veo también caer a Carrillo Olea y triunfar al pueblo de Tepoztlán; y a mi mente vienen Genaro y las y los demás delegados zapatistas en Morelos. Recuerdo a la comandancia entrar al corazón político de México por donde cinco años después lo hiciera la Caravana de Oaxaca y la alegría inconmensurable en los rostros dignos de las y los atenquenses cuando se dio marcha atrás al proyecto del aeropuerto. Pero también recuerdo a Flora, Argisofía, Nacho y Pietro, y muchas y muchos otros, presos por lo del Casino de la Selva; a Ceci fuera del Consejo Electoral Local del IFE en Morelos porque hombres supuestamente de izquierda pactaron lo contrario, y luego Pasta de Conchos, y más luego Sicartsa… y Atenco.

Hace exactamente siete meses siete (mientras escribo estas líneas es 3 de diciembre) que el gobierno federal panista, el estatal mexiquense priísta y los municipales de Texcoco y San Salvador Atenco perredistas echaron acuerdo para reprimir, golpear, desalojar, violar, arrestar, secuestrar, asesinar y desterrar a mis amigas y amigos, compañeros todos de la Otra Campaña… Así que mañana, día primero de la consulta por los seis puntos que definirán el futuro del zapatismo y de las personas que en organizaciones, pueblos, grupos, colectivos o solitas caminamos más o menos a su lado, saldré a las calles y platicaré con uno que otro viejito por aquí o una que otra muchacha por allá, y le preguntaré por cuáles cree que deben ser las características de la identidad colectiva de la Otra Campaña, cómo cree que debemos relacionarnos entre quienes seamos parte de ella, a quién deberíamos apoyar y a quién no, cuál es el lugar especial de las diferencias o de todos y cada uno en tanto todos y cada uno somos especiales, quién si cree que pueda ser compañero y quién no y, por último, cuáles cree que podrían ser las tareas comunes a todos los que somos adherentes.

Saldré, pues, a construir un mundo nuevo, que tendrá que serlo con mis amigas y amigos (muchos de los cuales ni conozco) secuestrados más que presos en Oaxaca, Querétaro, Nayarit, Tamaulipas y tantos otros etcéteras que incluyen, por supuesto, los del 3 y 4 de mayo en Texcoco y Atenco. Ya se le hizo a la niña Gladys y el poder que de arriba viene le ha construido su camino hecho de barro rojo a costa de las muertes de los abajo; pero no falta mucho (aunque a veces pareciera que sí) para que a esta ínsula llegue a gobernar el Sancho Panza que somos todos.

24 de octubre de 2006

ATENCO :: siete varos *


¡Bienvenido a México! ¡Tierra de oportunidades!: Si es usted alguno del puñado de inversionistas extranjeros que tras el eufemismo del término ha venido a este lado del Río Bravo para probar suerte y hacer fortuna. ¡Feliz viaje y un “vuelve pronto paisano”!: Si, en cambio, usted es de quienes hartos de tanta abundancia han decidido dar rienda suelta a su espíritu aventurero, practicando deportes nacionales de alto riesgo como son nado en aguas heladas, conato de asfixia a bordo de un camión pipa o carrera con obstáculos a la border patrol; por mencionar algunos de los más populares. Pero si por el contrario, usted no viene ni va, sino que aquí desquita el bendito y sacrosanto regalo de la vida; también México le ofrece un sin fin de emociones de lo más extraordinarias.

En esta ocasión, para regocijo de chicos y grandes (delincuentes de cuello blanco disfrazados de funcionarios gubernamentales), le presentamos nuestro Paquete amuines, con un pago único de ¡7 pesos! ¡Sí, escuchó (digo), leyó usted bien! ¡7 pesos!

Imagine que tiene una tiendita y que de ella comen usted y su familia. Un día, se levanta y se entera de que el gobierno ha decidido expropiar el terreno donde su tienda está construida, evitándole el engorroso trámite de preguntarle si estaba usted de acuerdo o no. ¿A cuánto? 7 pesos el metro cuadrado, y si su terreno mide unos 10 m2 ya estamos hablando de unos 70 pesotes; más o menos lo que usted gana en una jornada regular al frente de su modesto changarrito. Sin embargo, ahí no termina la cosa, pues el gobierno, el del cambio, le echó el ojo también a los 30 m2 sobre los que existe su casa. En total, usted tendría la grandiosa cantidad de 280 pesos me-xi-ca-nos; y sin una sola llamada telefónica. ¡Una verdadera ganga!

Seguramente usted ha leído ya acerca de un titipuchal de ofertas como ésta. El más reciente grito de la moda se hizo escuchar a unos cuantos kilómetros de la ciudad capital de nuestro hermoso país, un folclórico poblado llamado San Salvador Atenco, entre cuyos atractivos principales se encuentra la mundialmente famosa danza de los machetes.

Lamentablemente, usted que es todo un conocedor lo sabe bien, hay gente en esta nuestra suave patria que, lejos de entender lo chic de vivir en un mundo seudoglobalizado, rechazan el progreso de perder sus tierras, su casa, sus servicios de salud, su derecho a una educación digna y otros etcéteras igualmente insignificantes. En su ignorancia, no alcanzan a comprender la importancia de construir un enorme aeropuerto, signo inequívoco de la modernidad (aunque los aviones se hayan inventado desde principios del siglo pasado), en las mismas tierras por las que sus abuelos y sus padres perdieron la vida y donde, para acabarla de amolar, están enterrados; y, bueno, ni que decir de la contaminación ambiental y la destrucción de parte de la reserva ecológica, pecata minuta frente a la ventaja de las vacaciones a largo plazo por dejarles sin trabajo.

Fue por eso, señora, señor, que nuestro queridísimo y nunca bien ponderado presidente de la República, contrariamente a la norma común de fingir un diálogo mientras se prepara bajo la mesa el golpe que por lo menos diluya al oponente, decidió darle su merecido sin más ni más a esa punta de comunistas de ideas ridículas, como esa de que la tierra es de quien la trabaja o aquella otra de que hay que mandar obedeciendo, esperándose un poquitín a que las fuerzas del orden estatales repartieran los respectivos cocolazos de introducción.

No quisiéramos repetir los choros que en la mar de artículos, notas, crónicas y reportajes inundaron los medios de comunicación impresos y electrónicos por aquellos días, pero sí nos interesa enfatizar algunos aspectos.

El primero, la red de apoyos que desde Atenco se tejió en todo el país.

Testigos de una política de destrucción del campo por medio de la privatización de tierras ejidales y comunales, desde tiempos del virrey don Carlos de Salinas y de Gortari y de su reforma al artículo 27 constitucional, donde casos como el de Tenextepango y Cocoyoc, en Morelos; Tepeaca y San Andrés Cholula, en Puebla, y La Marquesa, en el Estado de México son sólo algunos botones de muestra, los habitantes de San Salvador Atenco llegaron a la extraña conclusión, en estos días del “sálvese quien pueda y rásquese con sus propias uñas” como doctrina máxima, de que sólo unidos los campesinos de todo el país podrían detener este proyecto económico llamado neoliberalismo, que ha convertido a nuestros gobernantes en administradores y gerentes de una Nación entera para ponerla a disposición y en bandeja de plata a transnacionales extranjeros. Como una cosa lleva a la otra, la gente de Atenco coincidió también en que no bastaba con un conglomerado exclusivo de trabajadores del campo para detenerlo, así que siempre estuvieron apoyando otras luchas similares a la suya; no era de extrañarse que en correspondencia otros movimientos estuvieran presentes en San Salvador Atenco durante los días de resistencia, mediando a riesgo de sus propias vidas entre la violencia de uno y otro lado.

Un segundo punto es el de la unión del propio movimiento hacia su interior.

Desgastados durante los nueve meses que duró la lucha en contra del aeropuerto, los grupos que en todo Texcoco se oponían a su construcción a costa de la venta de sus tierras, se encontraban divididos. Trece eran los ejidos afectados por el decreto expropiatorio. El gobierno manejó que de ellos, 10 habían estado a favor de vender y sólo 3 estuvieron en contra. Sin embargo, eso era una verdad a medias. No tardamos en enterarnos que sólo las autoridades agrarias de los 10 ejidos “a favor” eran las que estaban de acuerdo con vender, no la comunidad en su conjunto. Además, ya ve usted como hay gente quisquillosa, del total de predios afectados por la expropiación, 85 por ciento pertenecía a los 3 ejidos que no querían vender, distribuyéndose el resto entre los otros 10.

Lo demás usted ya lo sabe. A partir de lo del 11 de julio vinieron los enfrentamientos y las negociaciones para liberar funcionarios y autoridades policiacas, por un lado, y amigos y familiares, por el otro. Lo que tal vez no sepa (o quizás sí), entretenido por los preparativos de la quinta visita del señor Karol Wojtyla, alias Juan Pablo II, a tierras mexicas, y por toda la faramalla que se generó en torno a la canonización del que dicen es el primer santo indígena; es que, en medio del estira y afloja que concluyó con el revocamiento del decreto expropiatorio, José Enrique Espinosa Juárez, uno de los ejidatarios detenidos durante la marcha de aquel jueves, el segundo del séptimo mes, perdía la vida a manos de policías judiciales que luego de golpearlo brutalmente lo llevaron al hospital de Lomas Verdes diciendo que lo encontraron tirado en la calle después de haber sido atropellado.

Ya lo dijo su ilustrísima excelencia don Onésimo Cepeda, obispo de San Cristóbal Ecatepec: mas valía un pájaro en mano de 300 muertes a tiempo que miles luego protestando; y esta vez a los revoltosos les salió barato, pues nada más hubo un muertito (que Dios y San Juan Dieguito lo tengan en su santa gloria).

Pero, como decíamos párrafos arriba, no es la primera vez que usted disfruta de aventuras semejantes en México. A principios de la década de los noventa, en San Andrés Cholula, Puebla, el gobierno priista de un tal Manuel Barttlet Díaz, célebre por su participación en la caída del sistema de cómputo en las elecciones federales de 1988 y por la promoción y aprobación de la finísima y oficialista ley de contracultura y desechos de indígenas, expropió terrenos ejidales a un promedio de 3 pesos y 50 centavos el metro cuadrado. Por supuesto que a quien no quiso vender por las buenas se le desalojó con todos los lujos (de la violencia), so pretexto de convertir aquella zona en reserva ecológica. Hoy, hoy, hoy, aquellas tierras son el ejemplo mismo del progreso, después de haber sido vendidas a empresas como Costco (léase Auchán y Comercial Mexicana, entre otros changarros similares) o a escuelas privadas como las universidades Iberoamericana y De las Américas, a precios que oscilaron entre los 600 a los 2 mil dólares por metro cuadrado, limitando la reserva ecológica a las jardineras que sobreviven entre el cemento de los estacionamientos.

No se achicopale usted. ¡Arriba corazones! ¿Ya se olvidó de cuando acudió a las urnas y masivamente votó por el gobierno del cambio? Es cierto que algunas cosas no han cambiado, pero usted no sea tan fijado. Mire, por ejemplo, antes, Salinas dio su venia para la realización del Tratado de Libre Comercio; y, ahora, Fox prepara la plataforma que sostendrá al Área de Libre Comercio de las Américas en tierras mexicanas. Antes, Zedillo negociaba la firma de los Acuerdos de San Andrés con el ejército patrullando la sede del diálogo y los paramilitares estrechando el cerco sobre las comunidades zapatistas; ahora, Fox negocia la expropiación de tierras ejidales obsequiando órdenes de aprensión y sitiando a los pueblos querellantes con soldados vestidos de agentes de la Policía Federal Preventiva (por no hablar de los hechos recientes en Montes Azules, Chiapas). Antes, el hombre del no cash se hizo de la vista gorda frente a la intentona de crear un club de golf en Tepoztlán; ahora el Bush friend es uno de los cómplices en la construcción del aeropuerto en Texcoco. Antes, 1992, Salinas saludaba la beatificación de Juan Diego mientras armaba la estrategia para maquillar la crisis económica nacional; ahora, 2002, Fox besa el anillo del Papa (sin albur) saludando la canonización del misterioso indio de Cuauhtitlán en tanto piensa cómo nos dirá que mientras los bancos obtienen cuantiosas ganancias como resultado de los rescates financieros a la gente de a pie cada vez le alcanza menos para comer. Antes, San Andrés Cholula; ahora, San Salvador Atenco. Antes, Costco en la Puebla de los Ángeles; ahora, en pleno corazón de la otrora ciudad de la eterna primavera. Antes, fue Marcos Olmedo en Morelos; ahora, fue José Enrique Espinosa en el Estado de México.

¿Ve usted? Venga y acérquese al progreso que ofrecen los señores paladines del neoliberalismo. 70 años de tradición y 18 de excelencia lo respaldan. Ahora en su nueva presentación ultra light; la del gobierno, que dicen, es el del cambio.

*Artículo publicado en la RED@ctuar hace cinco años.

8 de junio de 2006

De crímenes de estado, futbol y bigotonas.


A Alexis















Palabras del Prof. Alfredo Velarde [audio].


El pasado miércoles 7 de junio, don Felipe Sánchez Carmona, papá del guardameta titular de la selección mexicana de futbol, pasaba, como luego se dice, a mejor vida. Don Felipe tenía, además de unos 54 años, una buena cantidad de kilitos que bien pudieron haber sido la causa del infarto fulminante que le arrebató la vida. Como cualquier muerte que se aprecie, las condolencias para uno de los mejores porteros que ha tenido el único club de futbol en México que no contrata extranjeros llovieron por todos lados, incluyendo un minuto de silencio en la ceremonia inaugural de la última copa del balompié mundial y la dedicatoria de una canción por parte del señor Amaury Pérez.

Si se hiciera una encuesta (ahora que están de moda) acerca de quién se enteró de que don Felipe había fallecido y quién no, seguramente un 99 por ciento de mexicanos habría contestado afirmativamente al primero de los ítems; porcentaje más alto, creo yo, de quienes se enteraron que el cantante italiano Tiziano Ferro, intérprete de éxitos no menos melodramáticos, había llamado bigotonas y feas a las mujeres nacidas entre los ríos Bravo y Suchiate.

Con un poco menos de enjundia que las condolencias a la familia Sánchez, la indignación de las bigotonas que se pusieron el saco y uno que otro lampiño que solidariamente les acompañaba se hizo escuchar (y leer) en medios electrónicos e impresos de casi todo tipo. Entre ellos, el berrinche del mediocre vástago de Jacobo Zabludovsky en su programa “De la A a la Z ” y el llamado fascista de la nada fea y algo bigotona Susana Zavaleta a quemar los discos de este intérprete, que más que cantar parece recitar (y muy mal) lo que algunos dicen son canciones.

Por las mismas fechas que el señor Ferro hacía sus capilares declaraciones, del Estado de México llegaban noticias de las violaciones y demás abusos sexuales que decenas de mujeres han padecido en manos de las policías estatal y federal en San Salvador Atenco y el penal de Santiaguito; que venían a sumarse a la nada enorgullecedora cifra de ser la entidad con más feminicidios en el país.

En Morelos, como en toda la república mexicana, las autoridades se enredaban en declaraciones que sólo les hacen ver como cómplices de la larga lista de crímenes de violencia contra mujeres en tierras zapatistas, que van desde el desprecio y el insulto hasta el asesinato y la desaparición. Pero eso a nadie le importó, incluidas la indignadas bigotonas.

Así también, el mismo día que el papá de Oswaldo Sánchez comenzaba a entregar cuentas al Creador, Ollin Alexis Benhumea Hernández, de 20 años de edad, llegaba a su cita con la muerte que desde el 4 de mayo el “gobierno del cambio” le agendó. Más de un mes en estado de coma se mantuvo este joven adherente de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y constructor de La Otra Campaña , luego de ser impactado por un proyectil tipo Spede-Heat Cn, fabricado por Defense Technology/Federal Laboratories como parte de las importaciones de armamento y equipo bélico que el gobierno mexicano hiciera el año pasado con 265 millones de dólares de los más de 6 mil millones que anualmente destina para presupuesto militar.

Alexis cursaba el cuarto semestre de economía y había iniciado sus estudios en matemáticas, mascaba más o menos el idioma ruso y llevaba poco más de diez años bailando danza clásica. Estaba en la Plaza de las Tres Culturas junto con su padre, Ángel Benhumea, cuando se enteró que la policía había emprendido una escalada militar en San Salvador Atenco que había costado ya la vida a un chico de 14 años y decidió, como muchas y muchos otros, trasladarse allá para llegar alrededor de la media noche.
Como hombre de danza y como universitario; es decir, artista, inteligente y sensible; Alexis optó por no quedarse de brazos cruzados y sumarse a la gente que nunca imaginó que el terrorismo de estado eufemísticamente llamado estado de derecho le cobraría la osadía de anteponer su dignidad a su comodidad. El impacto de la lata de gas lacrimógeno le provocaría doble fractura craneal y exposición de masa encefálica a lo largo de las más de diez horas que permaneció sin atención médica porque los “guardianes del orden” no permitieron que entrara ambulancia alguna y detuvieron al único médico que tuvo la valentía de arriesgarse a salir por ayuda.

Aún así, Alexis aguantó a ser trasladado a un hospital de la Ciudad de México, donde se le diagnosticó muerte cerebral. Pero, como los feminicidios en Morelos, el Estado de México o el resto del país, la muerte de Alexis pasó desapercibida por los medios de comunicación que dedicaron cientos de minutos y recursos humanos para cubrir el deceso del papá del arquero más caro de México y las insulsas afirmaciones del intérprete de la infumable “Tardes negras”.

Así están las cosas en este país, donde es más importante el melodrama que la justicia, la razón abre paso al chisme banquetero y la rebeldía se viste con minifaldas escocesas para goce de “gobernadores preciosos” y bichos de similar ralea.
Ollin Alexis Benhumea Hernández no ha muerto, lo mató el gobierno pero aún no ha muerto, y aún así, en medio de algoritmos, vocablos rusos, escritos de Marx y gran jetés nos mira con la esperanza de ver cumplido su sueño de un país nuevo y mejor. De nosotros depende que así sea.

20 de mayo de 2006

Carta abierta a quienes votarán por AMLO y el PRD.


En agosto del año pasado suscribí la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, del EZLN; soy, como quien dice, adherente, y participo de la construcción permanente de La Otra Campaña, sobre todo en la Ciudad de México.

En 1994, siendo miembro de la presidencia colectiva de la CND emanada del primer Aguascalientes zapatista, acudí a las urnas para votar por Cuauhtémoc Cárdenas (aún tenía en la memoria cuando en compañía de mi padre gritaba aquello de “¡20 millones; ja, ja, ja!”), y cuando el ingeniero ganó la jefatura de gobierno del DF mi corazón fue uno de los miles que, estando a la izquierda, palpitaba con esperanza en la Plaza de la Constitución.

Tenía tres años de haber llegado a tierras morelenses, que para mí es como decir zapatistas; Pablo Ramírez Lobato, también miembro de la CND, recién había sido asesinado por órdenes de Carrillo Olea en el centro de Yautepec; así que cuando surgió la digna lucha del pueblo de Tepoztlán contra el Club de Golf y la posterior caída del otrora director del Cisen, amigo de armas de aquel Absalón Castellanos de tan triste memoria, no pude menos que ser parte de aquella fiesta cívica.

Luego de misiones civiles de observación electoral o contra la militarización en Morelos y Guerrero, de asistir a la fundación del Congreso Nacional Indígena y cuidar de la comandanta Ramona o de ser una gota más en la mar zapatista que organizara la consulta sobre derechos y cultura indígena de 1999, la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, abanderada con el sueño democrático que compartiera José Ramón García Gómez hacia aquellos días de 1988 en el que el salinismo lo convirtiera en el primero de los cientos de desaparecidos durante su sexenio, promovió que yo fuera consejero electoral del IFE para el distrito que comprende Huitzilac y Cuernavaca.

Lejos, muy lejos de la estatura de José Ramón, como consejero lo más que hice, amén de sumarme a la insistencia del IFE de que ninguna casilla electoral quedara instalada dentro de territorio militar, fue garantizar que el voto de las y los morelenses del Distrito 01 fuera respetado.

Jamás confié en partido político alguno, por lo que rechacé la invitación que en su momento Graco Ramírez nos hiciera a José Montes y a mí de sumarnos al PRD. Del PRI, la desaparición del mismo José Ramón, el asesinato de Pablo y toda su historia de complicidades e intereses creados que han hecho de ese partido el cártel de cárteles dentro del crimen organizado, lo dice todo. Respecto al PAN, su sello autoritario, fascista, que pronto se daría a conocer en los casos de represión contra las trabajadoras y trabajadores de Confitalia, el Hospital del Niño y el Frente Cívico pro Casino de la Selva (FCPCS); entre muchos otros, no dejan lugar a dudas.

Cuando desde el poder legislativo que terminó por burlarse de la palabra empeñada en los Acuerdos de San Andrés salió la nueva burla que significó la composición del actual Consejo General del IFE, comencé a barruntar la posibilidad de no solicitar ser consejero electoral una vez más; la Sexta Declaración de la Selva Lacandona vendría a convertirse en la razón definitiva para no hacerlo.

Después me enteraría que el sello antidemocrático con que había nacido el nuevo Consejo General se repetiría por lo menos en el Consejo Local del instituto que será árbitro del proceso electoral federal en Morelos, y que por enjuagues de personajes que en otros escenarios se visten de antineoliberales en luchas contra acuerdos de libre comercio, Cecilia González Arenas, una de las mejores y más honestas personas que tuviera el IFE en el estado como consejeras, había quedado fuera de la jugada.

Y si esto pasaba con el “árbitro”, los contendientes no se quedaban atrás. No abundaré sobre todo eso que ustedes conocen inclusive mejor que yo y que hace del PRD todo menos un partido político de izquierda. Sin embargo, lo que sí quiero reconocer es que todavía su base social cuenta con innumerables ejemplos de gente buena y cabal que, confiando en el rayito de esperanza, están dando lo mejor de sí para hacer realidad el sueño de un país nuevo y mejor.

Quienes estamos en La Otra Campaña no creemos que su candidato cumpla con las expectativas que ha generado. De los otros dos, por hablar de quienes tienen más posibilidades de llegar a Los Pinos, no es necesario ni siquiera gastar más tinta: si Marcos es un payaso con aires de protagonismo, los otros dos son apenas las copias baratas de personajes esperpénticos que en su querer convertirse en un Hitler tricolor, el uno, y un Franco blanquiazul, el otro, ya están adelantando las muestras, Atenco entre ellas, de lo que harán llegando al poder con la suave matria nuestra.

Pero, retomando, si bien no creemos en su candidato ni mucho menos en su partido, sí creemos en ustedes. Creemos porque les hemos visto llenar el Zócalo de Cuernavaca exigiendo la renuncia de Jorge Carrillo Olea, porque fuimos testigos de su solidaridad con Tepoztlán y con la causa zapatista, porque marchamos hombro con hombro cuando la represión al FCPCS y porque les vemos día tras día construir con imaginación y alegría la esperanza.

Y por eso, aunque caminemos caminos distintos, es que les escribo. Morelos, ustedes lo saben bien, es una bomba de tiempo a la que sólo le falta que la testerén para que explote. Sabemos que la decisión de que así sea no vendrá de ustedes, y espero que crean que tampoco vendrá de nosotros.

Los Sauces, Tlalnepantla, Cuautla, Santa Catarina, Tetelcingo, Amacuzac, Yautepec son algunos focos que han comenzado a prenderse ya de los muchos que luego lo harán. El gobierno del estado, lo mismo que el federal, tiene ya facturas pendientes que cobrar en estos casos, y si ustedes, agarrados de su enojo que tienen por lo que decimos de las “finísimas personas” con que se hace rodear su candidato o de la propia memoria de lucha y resistencia que, decimos, ha traicionado su partido; si ustedes continúan de brazos cruzados como hasta ahora lo han hecho para con nuestras presas y presos, nuestros desaparecidos y desparecidas, sólo por ser adherentes de La Sexta e integrarse en La Otra, la violencia alcanzará de nuevo estas tierras y será tanta que no sólo salpicará nuestros televisores y periódicos.

Ellas y ellos, los que están arriba, quieren dejarnos inmóviles por el terror; quieren que ustedes no salgan a las calles el próximo 2 de julio y continúen la historia que dejaron a medias hace seis años cuando decidieron sacar al PRI de Los Pinos votando por el PAN, ahora votando por el PRD, y quieren que nosotras y nosotros guardemos silencio para siempre, que no digamos que un México nuevo y mejor pasa necesariamente por su construcción desde abajo y a la izquierda.

Muy probablemente, muchas de nosotras y nosotros de quienes estamos en La Otra Campaña no votaremos por su candidato, no lo haremos por ninguno (aunque no faltará quien sí lo haga: el voto es secreto); pero eso no determinará su triunfo o su derrota. Eso lo decidirán los números, no las ideas, y nosotros somos apenas unos cuantos ¿no es cierto? Aún así, cuando quienes arriba nos pisotean pretendieron sacar a su candidato de la jugada electoral con el asunto ese del desafuero, salimos a las calles junto con ustedes.

Si ahora ustedes cierran los ojos a la represión y con su silencio se hacen cómplices de allanamientos sin órdenes de cateo, aprehensiones sin órdenes de detención, violaciones y abusos sexuales a detenidas de todas las edades, tortura sin importar si se es hombre o mujer o niño o anciano; eso sí haría la diferencia… pues la indiferencia también es violencia; y terminarán dándonos la razón de no caminar el mismo camino que ustedes, ése donde los Ebrard, los Anchondo, los Camacho Solís, las Díaz, los Monreal, los Morales, los Martínez Cue o los Salgado Brito se multiplican.