20 de mayo de 2006

Carta abierta a quienes votarán por AMLO y el PRD.


En agosto del año pasado suscribí la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, del EZLN; soy, como quien dice, adherente, y participo de la construcción permanente de La Otra Campaña, sobre todo en la Ciudad de México.

En 1994, siendo miembro de la presidencia colectiva de la CND emanada del primer Aguascalientes zapatista, acudí a las urnas para votar por Cuauhtémoc Cárdenas (aún tenía en la memoria cuando en compañía de mi padre gritaba aquello de “¡20 millones; ja, ja, ja!”), y cuando el ingeniero ganó la jefatura de gobierno del DF mi corazón fue uno de los miles que, estando a la izquierda, palpitaba con esperanza en la Plaza de la Constitución.

Tenía tres años de haber llegado a tierras morelenses, que para mí es como decir zapatistas; Pablo Ramírez Lobato, también miembro de la CND, recién había sido asesinado por órdenes de Carrillo Olea en el centro de Yautepec; así que cuando surgió la digna lucha del pueblo de Tepoztlán contra el Club de Golf y la posterior caída del otrora director del Cisen, amigo de armas de aquel Absalón Castellanos de tan triste memoria, no pude menos que ser parte de aquella fiesta cívica.

Luego de misiones civiles de observación electoral o contra la militarización en Morelos y Guerrero, de asistir a la fundación del Congreso Nacional Indígena y cuidar de la comandanta Ramona o de ser una gota más en la mar zapatista que organizara la consulta sobre derechos y cultura indígena de 1999, la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, abanderada con el sueño democrático que compartiera José Ramón García Gómez hacia aquellos días de 1988 en el que el salinismo lo convirtiera en el primero de los cientos de desaparecidos durante su sexenio, promovió que yo fuera consejero electoral del IFE para el distrito que comprende Huitzilac y Cuernavaca.

Lejos, muy lejos de la estatura de José Ramón, como consejero lo más que hice, amén de sumarme a la insistencia del IFE de que ninguna casilla electoral quedara instalada dentro de territorio militar, fue garantizar que el voto de las y los morelenses del Distrito 01 fuera respetado.

Jamás confié en partido político alguno, por lo que rechacé la invitación que en su momento Graco Ramírez nos hiciera a José Montes y a mí de sumarnos al PRD. Del PRI, la desaparición del mismo José Ramón, el asesinato de Pablo y toda su historia de complicidades e intereses creados que han hecho de ese partido el cártel de cárteles dentro del crimen organizado, lo dice todo. Respecto al PAN, su sello autoritario, fascista, que pronto se daría a conocer en los casos de represión contra las trabajadoras y trabajadores de Confitalia, el Hospital del Niño y el Frente Cívico pro Casino de la Selva (FCPCS); entre muchos otros, no dejan lugar a dudas.

Cuando desde el poder legislativo que terminó por burlarse de la palabra empeñada en los Acuerdos de San Andrés salió la nueva burla que significó la composición del actual Consejo General del IFE, comencé a barruntar la posibilidad de no solicitar ser consejero electoral una vez más; la Sexta Declaración de la Selva Lacandona vendría a convertirse en la razón definitiva para no hacerlo.

Después me enteraría que el sello antidemocrático con que había nacido el nuevo Consejo General se repetiría por lo menos en el Consejo Local del instituto que será árbitro del proceso electoral federal en Morelos, y que por enjuagues de personajes que en otros escenarios se visten de antineoliberales en luchas contra acuerdos de libre comercio, Cecilia González Arenas, una de las mejores y más honestas personas que tuviera el IFE en el estado como consejeras, había quedado fuera de la jugada.

Y si esto pasaba con el “árbitro”, los contendientes no se quedaban atrás. No abundaré sobre todo eso que ustedes conocen inclusive mejor que yo y que hace del PRD todo menos un partido político de izquierda. Sin embargo, lo que sí quiero reconocer es que todavía su base social cuenta con innumerables ejemplos de gente buena y cabal que, confiando en el rayito de esperanza, están dando lo mejor de sí para hacer realidad el sueño de un país nuevo y mejor.

Quienes estamos en La Otra Campaña no creemos que su candidato cumpla con las expectativas que ha generado. De los otros dos, por hablar de quienes tienen más posibilidades de llegar a Los Pinos, no es necesario ni siquiera gastar más tinta: si Marcos es un payaso con aires de protagonismo, los otros dos son apenas las copias baratas de personajes esperpénticos que en su querer convertirse en un Hitler tricolor, el uno, y un Franco blanquiazul, el otro, ya están adelantando las muestras, Atenco entre ellas, de lo que harán llegando al poder con la suave matria nuestra.

Pero, retomando, si bien no creemos en su candidato ni mucho menos en su partido, sí creemos en ustedes. Creemos porque les hemos visto llenar el Zócalo de Cuernavaca exigiendo la renuncia de Jorge Carrillo Olea, porque fuimos testigos de su solidaridad con Tepoztlán y con la causa zapatista, porque marchamos hombro con hombro cuando la represión al FCPCS y porque les vemos día tras día construir con imaginación y alegría la esperanza.

Y por eso, aunque caminemos caminos distintos, es que les escribo. Morelos, ustedes lo saben bien, es una bomba de tiempo a la que sólo le falta que la testerén para que explote. Sabemos que la decisión de que así sea no vendrá de ustedes, y espero que crean que tampoco vendrá de nosotros.

Los Sauces, Tlalnepantla, Cuautla, Santa Catarina, Tetelcingo, Amacuzac, Yautepec son algunos focos que han comenzado a prenderse ya de los muchos que luego lo harán. El gobierno del estado, lo mismo que el federal, tiene ya facturas pendientes que cobrar en estos casos, y si ustedes, agarrados de su enojo que tienen por lo que decimos de las “finísimas personas” con que se hace rodear su candidato o de la propia memoria de lucha y resistencia que, decimos, ha traicionado su partido; si ustedes continúan de brazos cruzados como hasta ahora lo han hecho para con nuestras presas y presos, nuestros desaparecidos y desparecidas, sólo por ser adherentes de La Sexta e integrarse en La Otra, la violencia alcanzará de nuevo estas tierras y será tanta que no sólo salpicará nuestros televisores y periódicos.

Ellas y ellos, los que están arriba, quieren dejarnos inmóviles por el terror; quieren que ustedes no salgan a las calles el próximo 2 de julio y continúen la historia que dejaron a medias hace seis años cuando decidieron sacar al PRI de Los Pinos votando por el PAN, ahora votando por el PRD, y quieren que nosotras y nosotros guardemos silencio para siempre, que no digamos que un México nuevo y mejor pasa necesariamente por su construcción desde abajo y a la izquierda.

Muy probablemente, muchas de nosotras y nosotros de quienes estamos en La Otra Campaña no votaremos por su candidato, no lo haremos por ninguno (aunque no faltará quien sí lo haga: el voto es secreto); pero eso no determinará su triunfo o su derrota. Eso lo decidirán los números, no las ideas, y nosotros somos apenas unos cuantos ¿no es cierto? Aún así, cuando quienes arriba nos pisotean pretendieron sacar a su candidato de la jugada electoral con el asunto ese del desafuero, salimos a las calles junto con ustedes.

Si ahora ustedes cierran los ojos a la represión y con su silencio se hacen cómplices de allanamientos sin órdenes de cateo, aprehensiones sin órdenes de detención, violaciones y abusos sexuales a detenidas de todas las edades, tortura sin importar si se es hombre o mujer o niño o anciano; eso sí haría la diferencia… pues la indiferencia también es violencia; y terminarán dándonos la razón de no caminar el mismo camino que ustedes, ése donde los Ebrard, los Anchondo, los Camacho Solís, las Díaz, los Monreal, los Morales, los Martínez Cue o los Salgado Brito se multiplican.