12 de febrero de 2011

CASO ARISTEGUI :: "Nos salimos con la nuestra".


Loa.

Creo, no lo tengo muy claro, que fue la semana pasada cuando los conductores del programa de televisión Top Gear que se transmite en la BBC de Londres, hablando de autos de lujo trazaban ciertas analogías imaginando cómo serían los coches si la idiosincrasia de los países en que se armaban tuviera, como decimos en México, vela en el entierro. Al parecer, la cosa se puso divertida cuando uno de ellos le dijo, palabras más, palabras menos, a otro: «¿Te imaginas conduciendo uno de estos autos? –se refería a uno Made in La Tierra del Nopal–; mira, si fuera alemán, no habría duda: estaría bien hecho, perfecto… pero siendo mexicano, seguro se estará deteniendo en cada esquina de tan flojo y no parará de echarse gases.»

En lo personal, a mí me pareció que los conductores perdieron la oportunidad de hacer un buen chiste, porque pudiéndose cagar en la corrupción de la clase política, la “guerra que no es guerra” contra el narcotráfico o lo mal que juega la selección nacional de futbol, se limitaron a reproducir la caricatura gringa del indito envuelto en su colcha durmiendo bajo un saguaro enano en medio del desierto y les salió una cuchufleta más bien sosa; pero, bueno, ¿qué puede uno esperar de unos hombrecitos cuyas vidas rondan entorno al pedigrí automotriz de tal o cual coche?... no todos pueden ser Ricky Gervais, Sacha Baron Cohen o Monty Python.

No obstante, cual heredero de Clavillazo, el embajador de México en tierras de Shakespeare y los Beatles (para seguir usando los lugares comunes que tanto parece gustarle a los ingleses), al grito de «¡Nunca me hagan eso!» encabezó la cruzada nacional por el desgarre de vestiduras patrioteras y, sin contradecir a los conductores de Top Gear, se las hizo de pedo. No obstante, el otrora secretario federal de Seguridad Pública aclaró que no lo hacía por querer competir en mamonería-ni-aguanta-nada-qué-pinchi-delicado-me-saliste-güey con los ingleses, quienes tienen fama de pintarse solos en el arte de ser almidonaditos, sino porque, dicen que dijo, esos comentarios eran sobre todo racistas y faltos de toda ética: «se trata de un asunto de principios», dicen también que también dijo.

«Un asunto de principios.» Como dicen en una de mis tierras adoptivas, ora sí que Medina Mora se la bañó. ¿Se imaginan a uno de los hombres más ineptos y represivos de los dos últimos regímenes pseudo presidenciales, cómplice de arrestos con lujo de violencia, cateos a domicilios sin órdenes de por medio, violaciones sexuales como método de tortura a mujeres y hombres disidentes políticos, expulsiones de extranjeros contra todo derecho internacional y una media docena de asesinatos, dictando cátedra sobre principios? ¿Alguien tiene una venda o algún trapo?, éste hombre debe estarse desangrando; se ha mordido la lengua de una manera que dios guarde la hora en que nos la sirvamos en un taco.

Primera Jornada.

Tal vez usted, improbable lector que tan amablemente continúa leyéndome, la conozca o haya oído hablar de ella. ¿Recuerda aquella vez en que policías judiciales de la Procuraduría de Justicia del Estado de Puebla en connivencia con sus pares del estado de Quintana Roo y por órdenes expresas del ex gobernador Mario Marín, secuestraron a la periodista y defensora de derechos humanos Lydia Cacho? Lydia había publicado su libro Los demonios del Edén, una radiografía sobre el espeluznante mundo de las redes de pornografía infantil, pederastia y trata de personas cuyo personaje protagónico era el así llamado “Rey de la mezclilla”, Kamel Nacif; amigo y socio de finísimas caras de la política mexicana entre las que figuran los señores Miguel Ángel Yunes, Emilio Gamboa Patrón y el ya mencionado góber precioso.

Gracias a la valiente intervención de Carmen Aristegui, el rapto de la señora Cacho, cometido en Cancún, pudo ser frenado a un par de horas, más menos, de haber sido ingresada ilegalmente a uno de los separos de la procuraduría poblana. Tiempo después, mucho tiempo después, los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, después de toda una serie de jaloneos legaloides que concluyeron en la renuncia de la facultad vinculatoria de sus resoluciones como máxima instancia del Poder Judicial de la Federación, determinaron que, en efecto, se habían cometido una serie de delitos graves en contra de la integridad física y moral de Lydia; pero, al mismo tiempo, decidieron que no estaban facultados para ordenar las sanciones o castigos correspondientes a los autores intelectuales y materiales de tales violaciones. La respuesta de Aristegui no se hizo esperar: los micrófonos y las cámaras de los programas de radio y televisión que conducía dieron cuenta del tamaño de la canallada.

Eran los días en que Vicente Fox se despedía de su changarro de presidente de la República, la clase política se preparaba para decidir quién lo sucedería en la gerencia del país, si el Hombre Totalmente Palacio… Nacional o el Hijo Desobediente de Castillo (Anticondón) Peraza, mientras la represión en Michoacán, San Salvador Atenco y Oaxaca ocupaba las primeras planas de los diarios… y las emisiones de los programas de Carmen Aristegui. Finalmente, el Osito Bimbo y la carita sonriente de Sabritas, lo mismo que los gemelos usureros Coppel y Electra, junto con muchos otros personajes de cómic de la plutocracia mexicana, le apostaron al Candidato de las Manos Limpias, los Autopréstamos en Banobras y los Jugosos Negocios en Energía. De poco le sirvió al Candidato del Amor Desaforado la coquetería que había venido sosteniendo con Carlos Slim, el señor que le regalaría un equipo de beisbol a cambio de recibir en bandeja de plata el centro histórico de la capital del país, y Norberto Rivera, el nuncio que bendecía sus segundos pisos con tal de que mantuviera en el congelador las leyes sobre sociedades de convivencia y de ampliación de causales del aborto… los dados estaban cargados.

Las estrategias de las cuales «los señores del poder y del dinero» (Marcos dixit) echaron mano para sentar a Felipe Calderón en la silla presidencial fueron desde los métodos de la vieja escuela mapachil priista (con despensas, alteración de actas, conteo erróneo de las boletas y otros etcéteras que aún tienen carta de naturalización, sobre todo en zonas rurales y colonias marginadas en las urbes) hasta la negociación con políticos en apariencia contrarios a Calderón por ser priistas que dispusieron de la maquinaría política de los estados que gobernaban para beneficiar al candidato de Elba Esther Gordillo, pasando, entre muchas otras cosas, por la manipulación del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) y el padrón electoral.

Sería la misma Carmen Aristegui quien los dejaría en evidencia al exponer la relación contractual entre Diego Zavala Gómez del Campo, cuñado de Felipe Calderón, y el Instituto Federal Electoral, a través de su empresa en sistemas Hildebrando. Dicha relación siempre fue negada por los funcionarios del IFE, sin embargo las pruebas de ello estaban en las páginas web tanto de Hildebrando, donde el logo del IFE aparecía en la sección «Clientes» junto a los de otros organismos, autónomos, desconcentrados o paraestatales, del gobierno mexicano, cuanto de empresas proveedoras de servicios de la misma Hildebrando, como MetaData (posteriormente llamada Identix Incorporated), respecto de la cual el IFE ya no desmintió sus vínculos.

A final de cuentas, «haiga sido como haiga sido», Calderón se ajustó (es un decir) la banda presidencial y comenzó su chamba de gerente al frente del desgobierno de 77 años de capitalismo (distribuidos en 17 de nacionalismo posrevolucionario, 36 de revolución institucionalizada y 24 de neoliberalismo) que heredó con tal beneplácito que lo primero que hizo fue actuar como si hubiera sido invitado a una fiesta de disfraces para jugar, entre otras cosas, a las guerritas… luego diría que, en realidad, ha jugado a las luchitas. No contaba (o quizás sí, no lo menospreciemos tan fácilmente) con que Carmen Aristegui, entre muchos otros, estarían pendiente de su desempeño como para echar luz sobre las consecuencias de sus afanes comerciales y guerreristas.

Para muestra, en lo que a Carmen toca, algunos botones:

Dio voz a los familiares de la señora Ernestina Ascencio, una de las primeras víctimas visibles de esta “guerra que no es guerra” que Felipe Calderón ha emprendido en contra de ciertas bandas del narcotráfico (a otras las deja intocadas o apenas rosaditas con sus juguetes que la Iniciativa Mérida le compró); doña Ernestina, mujer, pobre, indígena, anciana, había sido violada y asesinada por militares.

Puso en la mesa el insultante acto de entrega que los legisladores de todos los partidos políticos, incluyendo los lopezobradoristas (tanto los que siguen en el PRD como los que se mudaron al PT) que hoy se dicen paladines de la libertad de expresión, hicieron a los dueños de los medios de comunicación al aprobar, inclusive sin leer, como lo reconocería más tarde Pablo Gómez, la llamada Ley Televisa.

Abrió el espacio para darle seguimiento a las acusaciones que aún hoy pesan sobre el cardenal Norberto Rivera, principal jerarca de la Iglesia católica en nuestro país, señalándolo como protector de sacerdotes pederastas; obediente con la línea de silencio cómplice que se trazó desde el Vaticano para todos los rincones del planeta bajo la influencia de Roma.

Hizo públicas las grabaciones en las que a Luis Tellez se le soltó la lengua hablando del uso-abuso de las así llamadas partidas secretas por parte del “Innombrable” Carlos Salinas de Gortari, padrino de Peña Nieto y amigo de Ivonne Ortega; lo que, por cierto, le costó a Tellez el puesto de secretario de Comunicaciones y Transportes.

Entrevistó al ex presidente Miguel de la Madrid en aquella ocasión que el también ex director del Fondo de Cultura Económica señaló al mismo Salinas de Gortari y a su hermano Raúl como poco más o menos que unos mafiosos de la clase política de este país… lo que, dicho sea de paso, quedó demostrado en el modo como los hermanos Salinas arreglaron este capítulo de “política-ficción” (El Chupacabras dixit).

¿Podemos decir, entonces, que la voz de Carmen Aristegui es la de una periodista cuyo trabajo, entre todas las cosas que queramos y podamos decir de él, tiene por rasgos fundamentales la ética, la dignidad y el profesionalismo? Personalmente, opino que sí; por eso nos sumamos a la indignación que se generó en enero de 2008 cuando su voz, de tal suerte desagradable al poder político y demás poderes fácticos que saquean este país, intentó ser acallada por Televisa Radio y Grupo PRISA (cartera que, dicho sea de paso, se agenció el ex presidente Ernesto Zedillo como uno de sus asesores; quizás sea mera casualidad, pero su contratación coincidió con cientos de despidos en la empresa de Ignacio Polanco Moreno).

PRISA y Televisa decidieron entonces no ratificar el contrato que año tras año desde 2003 habían venido firmando con ella. ¿Las razones? Carmen no había aceptado las nuevas condiciones que le imponían, a saber: a) renunciar a la prerrogativa de escoger los temas que ella considerara importantes de ser abordados, b) prescindir de sus invitados en la mesa de análisis que una vez a la semana tenía para abundar en tal o cual asunto de interés público, y c) que fuera la empresa quien le redactara sus notas: soy periodista, dijo, no sólo lectora de noticias.

Primer entremés.

En su siguiente emisión, uno de los conductores de Top Gear salió con una máscara de esas tipo gladiador de lucha libre que al parecer se la había vendido un señor que tenía un carrito de fritangas a la salida de algún pub; se puso la máscara y dijo, más menos: «Ahora sí –dirigiéndose a su colega–, puedes disculparte conmigo por las cosas que dijiste de los autos pipirisnais que se hacen en Mecsicalpan de Las Tunas.» Según cuentan quienes se saben bien la historia, el otro camarada respondió algo así como que no podían ni podrían decir nada de México en los próximos dos mil años, un poco más; lo que, sin embargo, no impidió que dijera: «nos salimos con la nuestra.»

¿Qué?, me dije yo a mí mismo para mis propios adentros: ¿Cómo que se salieron con la suya?, ¿de qué habla este tipo? ¿De qué me perdí?... Y en ésas estaba, intentando desencriptar la frase del aprendiz de Borat cuando unos perredistas disfrazados de petistas, es decir: de históricos paleros de priistas, en lugar de su coyotito de rigor en la Cámara de Diputados, se pararon frente al estrado, desplegaron una manta de esas plastificadas que también se les conoce con el nombre de plotters y armaron un sanquintín de esos que tanto les gusta.

“¿Tú dejarías que un borrachín a lo José José condujera tu auto? No, ¿verdad? Entonces, ¿por qué permites que conduzca tu país?”; dicen que se podía leer, palabras más, palabras menos, en la dipumanta, y que debajo de dicha leyenda se podía ver una fotografía del señor Felipe de Jesús Calderón Hinojosa en dizque idilio báquico. Ignoro a qué auto se referían los señores legisladores que confundieron la Cámara de Diputados con el Teatro Blanquita, supongo que se referían al coche pedorro ése que anunciaban en Top Gear; pero, lo que sí sé es que con un poco más de inteligencia y su correspondiente buena y sana dosis de burlarse de sí mismo, el actual residente de Los Pinos hubiera podido sacar partido de una escaramuza tan burda, al grado de que por sí sola dejaba en evidencia la falta de oficio tanto parlamentario como carpero… ¡qué tiempos aquellos en los que Marco Rascón aparecía con su máscara de marrano!… de los lopezobradoristas, a quienes su propio líder prefirió no secundar en el sainete.

Segunda Jornada.

En tanto mujer y como periodista que no ha dejado de tomarse tan en serio como lo merece las cosas que ocurren en este país, Carmen Aristegui decidió que, siendo el presidente de la República y el jefe de unas fuerzas armadas en “guerra” contra el narcotráfico, conflicto que ha costado más de 30 mil vidas, de las cuales 66 han sido de periodistas (colocando a México en el país más peligroso para ejercer el oficio en todo el mundo, por encima incluso de Irak) y más de mil (mil 123, según datos del Monitoreo de Medios del programa Infancia en Movimiento, de Ririki Intervención Social) de niñas y niños, la salud de Felipe Calderón exigía una atención muy distinta al tratamiento que estaba teniendo, por ejemplo, en las redes sociales y las charlas informales de café, donde los promantistas no dejaban de desternillarse por la risa que les producía el chiste más reciente del principal (no el único) payachito de la Cámara Baja… cada vez más baja… del Parlamento mexicano y los contramantistas se decían ofendidos porque aunque se digan muy democráticos ellos también quieren ver qué se siente tener un presidente que sea intocable, olvidando lo que eso significaba en los tiempos de los regímenes dinosauricos del priclásico tardío.

Así que, después de abordar el tema sin dar cabida a las burlas y la satanización también hipócrita, por intolerante, con que muchas y muchos se expresaron del mismo, Carmen apuntó:
«No es la primera vez que se habla de este tema […] Si usted es usuario de las redes sociales [le será] frecuente ver expresiones que aluden a esa circunstancia que no podemos corroborar
y se acercó al final de la nota para cerrar:
«No hay nada de ofensivo -me parece- cuando alguien, si es que fuera el caso, atravesara por un problema de esta naturaleza [...] ¿Tiene o no Felipe Calderón problemas de alcoholismo? Esto merece, insisto, una respuesta seria, formal y oficial de la propia Presidencia de la República.»
El resaltado en negritas es mío; he querido poner énfasis en que Carmen, siempre y en cada momento de su comentario editorial, cuidó una de las reglas básicas del periodismo (independientemente de que estuviera o no en un “código ético” que MVS no ha hecho público pero que sabemos existe porque la misma Aristegui, como nos lo recordó Miguel Ángel Granados Chapa en su Plaza Pública del 10 de febrero, impulsó su creación cuando llegó a la empresa de la familia Vargas después de ser despedida por PRISA y Televisa en enero de 2008): el rigor para no dar por válido un rumor y acercarse lo más posible a esa entelequia de la objetividad en el oficio.

La respuesta, sin embargo, fue despedirla.

La noticia de la rescisión de su contrato por la empresa que con valentía, inteligencia y dignidad la había abrigado después del despreciable acto de censura que la dupla Azcárraga Jean-Polanco Moreno cometió contra Carmen Aristegui, cayó como balde de agua fría sobre muchos de nosotros, que no podíamos o no queríamos creerlo, que sólo atinábamos a recordar el spot publicitario que habíamos visto hasta en el cine y cuya leyenda, a la luz de los actuales hechos, duele por irónica: «Más libre que nunca».

La radio y la televisión permanecieron prácticamente mudos ante lo que pasaba, Álvaro Cueva diría en una nota para el suplemento de espectáculos de Milenio que «el tema de la salida de Carmen Aristegui es incómodo hasta para un medio tan libre (sic) como CNN en Español»; pero no ocurría lo mismo en Twitter, donde Kirén Miret, colaboradora de Aristegui y productora del noticiero matutino Primera Edición de MVS Radio, se había encargado de anunciar “su separación” recomendando esperar a que la misma Carmen explicara lo ocurrido cuando ella lo creyera conveniente; Julio Hernández López fue de los primeros en tocar el tema, adelantando que MVS hablaba de violación a un supuesto “código ético” de la empresa; lo mismo apuntaba Jenaro Villamil, quien además llamaba la atención sobre la cercanía con la concesión de 2.5 GHz en banda ancha que MVS podría recibir o no; minutos más tarde, Lydia Cacho trascendía que a Carmen le habían pedido leer una carta en la que debía pedir disculpas, lo que obviamente se había negado a aceptar; eso mismo reportaba su otrora compañero Javier Solórzano desde su cuenta en YouTube, solidarizándose con Carmen; lo mismo que el periodista Rubén Luengas, quien desde Facebook saludaba la dignidad y el profesionalismo de Carmen colgando en su muro la frase «el pensamiento es fiel a sí mismo sólo cuando se mueve contra la pendiente», con la cual cerró su primera colaboración para Latinocalifornia.com, y sería Sergio Aguayo quien, luego de respaldar a Aristegui, retomaría un asunto que prácticamente ha pasado desapercibido y que cito de memoria: necesitamos una tercera voz, la de un defensor del lector, un ombusman de medios que nos oriente en términos deontológicos del oficio y sirva de mediador entre casos como éste.

Pronto, con el rumor bajo el brazo y la indignación por única certeza, centenares de ciudadan@s nos dimos a la tarea de retuitear lo que decían y escribían aquell@s a quienes nosotr@s considerábamos l@s más calificad@s para hablar del tema; no sin dejar de aderezar con comentarios personales lo que estábamos replicando, y, poco a poco, comenzaron a llegar a la red las declaraciones de algunas organizaciones de la sociedad civil:
«Desde H.I.J.O.S. lamentamos y repudiamos profundamente este acto de censura. Carmen Aristegui es una de las pocas comunicadoras comprometidas con su deber social, una de las pocas personas que en lo particular ha dado seguimiento y voz al reclamo por los desaparecidos políticos en México y en América Latina, entre otras cosas, es decir, que dice las cosas como están pasando.
[…]
«Resulta particularmente grave vivir en un Estado que entiende los cuestionamientos sanos como amenaza, porque ese es un indicador de debilidad. Los Estados débiles con autoritarismo, militarismo y limitaciones a la libertad de expresión y prensa, reflejan un preocupante parecido con un fenómeno que recordamos y no queremos ver otra vez: el fascismo.»
Por su parte, la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI), a través de Raúl Trejo Delarbre, presidente de su Consejo Directivo, manifestaba que la salida de Carmen de MVS Radio «es una pésima noticia para la sociedad mexicana [porque] la voz crítica que Carmen Aristegui ha construido a lo largo de una sólida carrera profesional se ha convertido en una de las más relevantes en la vida pública mexicana», y abundaba:
«La decisión que cancela ese espacio radiofónico es desafortunada para todos. Pierde la empresa MVS, cuya independencia editorial queda en cuestión debido a la supresión de ese espacio crítico. Pierden la periodista y su amplia audiencia. Pierde la Presidencia de la República, de donde surgieron las exigencias para que Carmen Aristegui se disculpara por un comentario que hizo el viernes 4 de febrero.
[…]
«La Presidencia de la República tenía derecho a difundir una aclaración. Pero ni el gobierno, ni la empresa, lo tenían para obligar a la periodista a ofrecer una disculpa. Al preferir la vía de las presiones privadas, en vez de las aclaraciones públicas, el gobierno reedita los peores tiempos de las relaciones autoritarias entre el poder político y los medios de radiodifusión.
[…]
«En tanto los costos de esa medida son muy altos para la empresa, la periodista y la sociedad mexicana, quienes se beneficien de ella serán los intereses que suelen ser exhibidos por Carmen Aristegui. Dicho saldo, nos permite hacer un llamado público a MVS para que reconsidere la cancelación del programa de Carmen Aristegui y a la periodista y a su equipo de trabajo para que estén dispuestos a una solución que, sin demérito de sus convicciones profesionales, propicien la permanencia del espacio que han ocupado con tanto provecho para sus radioescuchas.»
Al día siguiente, el Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS) ponía énfasis en que «la libertad de expresión es un derecho humano tanto individual como colectivo, necesario para una democracia»; pero, que en México «las agresiones directas a la libertad de expresión como los ataques a medios, la desaparición, las amenazas y los asesinatos a periodistas» están a la orden del día.

Justo un día antes, Pascual Serrano escribía en sus Perlas informativas del mes de enero de 2011 (Rebelión, 07/02/2011) que «no dejamos de escuchar en los medios de la derecha que los gobiernos progresistas latinoamericanos están atentando constantemente contra la libertad de expresión y los periodistas» y, en coincidencia con el comunicado de CENCOS, recordaría que el 28 de diciembre pasado, «la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe (FEPALC), difundió un balance sobre la peligrosidad del ejercicio del periodismo en América Latina en 2010, año en el que treinta y cinco periodistas fueron asesinados en [la] región. Según señalaron, ‹México (14), Honduras (9) y Colombia (7), son los países con mayor tasa de crímenes y más altos grados de impunidad›. Por cierto, ni bolivarianos, ni comunistas, ni socialistas. Todos ellos con gobiernos de derecha.»

CENCOS hablaba, sin embargo, de las agresiones indirectas que coartan tanto la libertad de expresión como el derecho ciudadano a la información:
«Ejemplo de ello es la censura indirecta que se genera por la distribución desigual de publicidad oficial, la concentración de medios y la utilización de la ley para criminalizar medios de comunicación comunitaria, u otro tipo de acciones. Estas prácticas suelen ser más difíciles de documentar y comprobar, pero sus resultados en el ejercicio de la libertad de expresión son contundentes. Este tipo de prácticas generalmente tienen un marco legal que las sustenta y/o son prácticas socialmente aceptadas; los responsables de estas van desde funcionarios públicos, empresarios, así como el crimen organizado. Así posiblemente se ubica el caso de Carmen Aristegui.
[…]
«Los hechos son claros: se dio una noticia y se emitió una pregunta al espacio público, la cual se enfocó al presidente de la república. Si bien, la relación de MVS y Aristegui pertenecen a un ámbito de competencia entre particulares y la decisión se da mediante la argumentación de un código ético y sobre el marco laboral; la determinación se toma en medio de un ambiente de poca confianza ya que involucra en sus contenidos, información sobre la vida privada del presidente de la república -no confirmada-, que repercute en temas públicos.
[…]
«Desde un enfoque de derechos humanos es necesario recordar el principio 11 de la Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión que dice: ‘Los funcionarios públicos están sujetos a un mayor escrutinio por parte de la sociedad…’; y en el supuesto que el despido fue a causa de la presión de las autoridades al dueño del medio […] es considerado una forma de censura indirecta ya que afecta el ejercicio de la libertad de expresión tanto de la periodista como de su audiencia.»
Pero, el elemento sustancial del comunicado de CENCOS, amén del énfasis en la censura indirecta que la organización fundada por don Pepe Álvarez Icaza, recientemente fallecido, pone en la mesa, es su afirmación de que «el caso de Aristegui ha abierto [o debería abrir] el debate sobre la relación de los medios y el poder político, la ética de los medios y la transparencia de los mismos, así como la relación laboral entre dueños y periodistas en México»; pongo, para ejemplo, otro botón: cuando la vocera de la Presidencia de la República, Alejandra Sota, en consonancia con el Comunicado CGCS-039 publicado dos días después en el Sistema Internet de la Presidencia, dijo que «no intervenimos en lo absoluto para que MVS tomara la decisión que tomó», no tuvo empacho en agregar que durante el fin de semana ejecutivos de Multivisión les confirmaron su decisión de terminar el contrato laboral con Carmen, supuestamente «por haber incumplido el código de ética que había firmado con la empresa»:
«Es una decisión que tomó la empresa y nos la comunicaron una vez que fue tomada.»
¿Por qué si la rescisión del contrato a Carmen Aristegui tiene un carácter privado, entre particulares, que «tomó la empresa», se lo comunicaron a la Presidencia? ¿Acaso es moneda corriente que los empresarios de este país, cuando despiden a uno de sus trabajadores, se lo informen al jefe del Poder Ejecutivo? ¿Cuál es la relación entre MVS Noticias y Los Pinos que algo a todas luces tan extraño sea visto con tanta naturalidad? H.I.J.O.S. México se preguntaba si quienes quisieran hacerle a Calderón la misma pregunta que le planteó Aristegui sobre su estado de salud tenían que prepararse a ser despedidos de los trabajos que a duras penas tienen… cuando los tienen; CENCOS parece añadir que no sólo eso, sino que, además, deben suponer que su despido será informado a la Presidencia de la República.

Segundo entremés.

¿Cómo podemos interpretar aquél acto de la manta por parte de los señores legisladores? ¿Se trata, acaso de un coqueteo a la BBC para que, cuando ya no puedan seguir firmando leyes que ni siquiera leen o que ya tampoco puedan continuar traicionando la palabra empeñada a sus representad@s al dejar de legislar otras, la cadena londinense les dé chamba de payasos-anuncia-coches? Quizás ya tengan el chiste listo para la ocasión: «¿Te imaginas conduciendo un calderonmóvil? –preguntaría uno de ellos-, se te iría de un lado a otro y avanzarías como en medio de baches de tanto hipo etílico. –O peor –diría el otro-, andaría atropellando gente impunemente en nombre de una no-guerra contra los cárteles de franeleros y limpiaparabrisas. –Pero eso sí –terciaría el señor del carrito de fritangas–, llegarías a tu destino haiga sido como haiga sido.»

¿Qué querían los señores que dicen representarnos en el Parlamento? ¿Estaban aburridos y les pareció una muy buena puntada? Si para esas vamos, al rato Laura Bozzo va a querer solicitar, en terna con Niurka y Paty Chapoy, presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación… con chance, gracias a sus relaciones con represores tipo Vladimiro Montesinos, ella sí podría llevar a juicio a Molinar Horcasitas y Eduardo Bours por el crimen en la Guardería ABC de Hermosillo, a Mario Marín por la violación a garantías individuales contra Lydia Cacho, a Ulises Ruiz por la cauda de delitos a lo largo de su desgobierno en Oaxaca, a Peña Nieto por la aberrante represión… bueno, toda represión lo es… en San Salvador Atenco (o, si quieren, porque: a) no sabe ni de qué murió su ex esposa, b) mintió en el Caso Paulette, c) no deja de tirar el erario público al difundir su imagen copetuda o d) todas las anteriores) o a Salinas de Gortari y su camarilla (incluyendo Fernández de Cevallos) por orquestar el saqueo más grande que este país ha padecido en su historia moderna… ¿La imaginan con su toga gritando: «¡Qué pase el desgraciado!»?

Y, por el bando contrario, ¿Que Felipe Calderón no tiene nadie que le eche siquiera una manita? ¿Por qué no llama a Brozo para que dirija su lobby de asesores?, es muy bueno balconeando las tranzas que los perredistas hacen y amenazando a los televidentes; podría haberle dicho a Gerardo Fernández Noroña: “te metiste con uno de nosotros, no te la vas a acabar.” Caray, tan fácil que hubiera sido como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas ordenarles a los soldaditos que cada tarde izan en la Plaza de la Constitución una banderota que sólo representa un país hecho mierda (o, como dice la banda finolis de Replicante: en ruinas), que en su lugar, y después de tomarse su foto de rigor con los jugadores del club de futbol Monterrey… o el campeón en turno del comercio del balompié mexicano… colgaran una mantota que rezara: «¿Tú dejarías que Cepillín y Lagrimita estuvieran en tu casa jodiendo con sus chistes y canciones cada que quisieras hablar seriamente con tus hijos?, ¿por qué permites que lleguen a la Cámara de Diputados?»

Pero no, en lugar de eso, el hombre que despacha en Los Pinos… cada vez más conocido como Los Vinos… prefirió mostrar su talante autoritario y, bajita la tenaza, echó mano de sus amiwis en el Congreso para que defendieran su ya de por sí indefendible reputación, y la “Máxima Tribuna de la Nación ©” (ésa misma que en 2001 buena parte de las señoras y los señores legisladores, celosos de la pureza de aquél ínclito recinto, quisieron guardar con su intento de impedir que la Comandanta Esther del EZLN le hablara al país y al futuro) se volvió escenario de gags en una sucesión de lazzis que aún hoy no terminan.

No obstante, en medio de tanta usurpación de funciones… porque, señoras y señores legisladores, en tanto cómico (aunque sin representar a nadie más que a mí mismo) me siento obligado a decirles que no les pagamos para hacer payasadas: ése es nuestro trabajo… en medio de tanta alharaca, decía, que hace de la política un tokchou, alguien sí se tomó en serio lo que estaba sucediendo.

Tercera jornada.

Que el tema, en una sociedad conservadora y por lo tanto hipócrita como la nuestra que no ha sabido cómo encarar sus problemas de salud pública al grado de convertirlos en asuntos de seguridad nacional, haya prendido como lo ha hecho (en entrevista con Rubén Luengas, Fernández Noroña reconocía que estaba sorprendido de las dimensiones que había tomado su “majadería para reventar la sesión en el Congreso” –Leonardo Curzio dixit) es, de alguna manera, resultado también de la propia práctica de ignorante intolerancia que acusa la estrategia guerrerista de Calderón (con el beneplácito del gobierno de Estados Unidos): se han empeñado tanto en estigmatizar a quienes padecen alguna adicción, cualquiera que ésta sea, a niveles incluso de criminalización, que quien despacha la Presidencia de la República está recibiendo una cucharada de su propio jarabe.

Que es una grosería preguntarle al señor presidente cómo está su salud, porque lo que está en el fondo es una dinámica de provocación orquestada por el lopezobradorismo, como sostienen Carlos Marín y sus colegas en Tercer Grado. Que es un derecho ciudadano saber si quien conduce los destinos del país está en pleno uso de sus facultades o no porque, como dice Luengas, es como el piloto de un avión que se llama México. No lo sé, como afirma Denise Dresser en su Carta abierta a Joaquín Vargas (que, si es inteligente, el dueño de MVS no echará en saco roto… hasta el momento: tarde-noche del 11/02 del 2011, no le ha devuelto su espacio noticioso a Aristegui… mejor ya cayó Muburak), nunca habrá un consenso al respecto; pero, amén de su trascendencia, debemos partir, como escribe la señora Dresser, de que «no se despide a un periodista por hacer preguntas incómodas, airear temas controvertidos, o hacer comentarios editoriales que generen escozor.»

Seré latoso, pero me atrevo a preguntar: ¿por qué sí se despide, entonces, a un periodista?

Personalmente, soy de la opinión que saber si el gerente de Los Pinos es o no alcohólico no tiene nada que ver con las verdaderas razones que están detrás de las decisiones que Felipe de Jesús Calderón Hinojosa ha tomado como presidente de facto de México, incluyendo la presión de su oficina a Multivisión para despedir a Carmen Aristegui. No, Calderón no ha ondeado la bandera del “monopolio de la fuerza del Estado”, por ser alcohólico; no ha militarizado el país en nombre de una guerra o una lucha, como él quiera llamarle, contra el narcotráfico, por ser alcohólico; no ha buscado por todas las vías que le son posibles entregar el petróleo y demás recursos naturales a capital nacional y extranjero, por ser alcohólico; no se ha empeñado en hacer polvo todas las conquistas laborales que cientos de luchas históricas han producido, por ser alcohólico; en fin, no encabeza la política económica, social y cultural contrarrevolucionaria que le caracteriza, por ser alcohólico.

No, no es por eso.

Claro, si yo fuera alcohólico, si lo fuera usted mi improbable pero muy paciente lector, quizás nos correrían de nuestros respectivos trabajos… sería un buen pretexto… ¿por qué al presidente de la República, no?

Pero, le propongo, no nos dejemos llevar por éstas y otras distracciones.

Si Felipe Calderón ordena que se haga y deshaga lo que él ordena, como el acuerdo que el Gobierno federal tiene con Juan Sabines Guerrero (el priista amigo y socio de ganaderos al que Andrés Manuel López Obrador levantó la mano triunfante por haber ganado la elección estatal como gobernador en Chiapas) para construir un muro en la frontera México-Guatemala, tan ominoso como el que el Estado israelí erigió en la Franja de Gaza, el que el hoy multidefenestrado Hosni Mubarak ordenó edificar en el Canal de Suez y el que el país socio de ambos, Estados Unidos, levantó en la frontera entre México y Estados Unidos, no es porque sea alcohólico y se ponga borracho.

Es porque defiende un proyecto de país que baila al son que le dicta un modelo de producción de ideas y mercancías criminal; es por ser capitalista.

Y por eso, sí que se puede despedir a una periodista como Carmen Aristegui; más aún, se le puede secuestrar o levantar, arrestar, torturar, asesinar y desaparecer… aunque no se deba hacer.

Yo estoy entre quienes opinan que la pregunta que hizo Carmen Aristegui es pertinente: ¿tiene o no, Felipe Calderón problemas con el alcohol?, porque se trata de un personaje cuyo trabajo es el de conducir al país; independientemente, incluso, de si ocupa dicho cargo como producto de un fraude electoral (que es lo que creo) o si se lo ganó con todas las de la ley. Pero, más que saber qué se bebe o qué no, porque con lo que sí no estoy de acuerdo es con la satanización hipócrita de las sociedades y sus líderes de opinión que padecemos (es la fecha en que la mariguana y otras “drogas” no han sido legalizadas, razón por la cual el narcotráfico –que a pesar de ser un fenómeno del modelo de producción capitalista y de tener que ser regulado por sus mismas leyes de mercado, como tanto sostienen quienes como Felipe Calderón, defienden al capitalismo-, sigue costándonos lo que política, social, cultural y económicamente nos está costando), deseo saber a qué intereses ulteriores responde su administración. A quién o a qué obedece. Y preguntarle sobre qué bebe y si tiene problemas con ello, no me dará la respuesta.

Y de todos modos, puedo imaginarme lo que Calderón diría si le preguntáramos a quién obedece como presidente de México (eso si no nos manda callar): «¿no dicen ustedes en la Otra Campaña, refriteándose hasta el choteo a su Nuncabienamado Sup Marcos, que uno debería mandar obedeciendo?; pues, eso hago: mando, obedeciendo a quienes votaron por mí; a quienes me eligieron su presidente; a quienes me hicieron su presidente. Claro, esos no fueron ustedes, las y los y les y lxs y l@s de la Otra Campaña (ustedes ni votaron); ni los lopezobradoristas (aunque ayudó su soberbia de creerse «el único movimiento de izquierda del país» Rodríguez Araujo, Avilés, Almeyra, et. al. dixit), ni todos los trabajadores en las ciudades (aunque sí algunos), ni todos los campesinos que alguna vez trabajaron las tierras cada vez más depauperadas –órales con la palabrita- de este país (aunque sí algunos).»

Cuentan que cuando George WC Bush (para usar la nominación de Astillero) visitó Mérida en ¿2007?, la represión que cayó sobre las y los manifestantes que lo declararon persona non grata tuvo un factor que la disparó de manera especial. En su mayoría, si no es que todos, los detenidos fueron jóvenes que militando o simpatizando con distintos movimientos sociales (incluyendo el lopezobradorismo y la Otra Campaña, of course) habían coincidido en organizarse para exigir un servicio de transporte público universal y de calidad.

Resulta que un profesional de la política que acostumbra coquetear con el teatro de revista, “se montó” en la organización que ya existía para conducirla hacia las vallas metálicas que tenían en franco estado de sitio la capital del estado de Yucatán; su protagonismo y su relativo “don de gentes” venció a quienes alertaron sobre el peligro de seguirle el juego a la provocación y sucedió lo que todos vimos: decenas de muchachas y muchachos fueron golpeados y arrestados… sí: fue una clara, abierta y descarada violación a la libertad de expresión.

Si no me equivoco y eso ocurrió en 2007, ya era presidente de México Felipe Calderón; pero si sí, fue a finales de 2006, y era por lo menos presidente electo y con ello adelantaba a quiénes obedece cuando manda.

Según un boletín de prensa reproducido, entre otros medios, por Aporrea.org, «Megacable decidió suspender la señal de la BBC debido a los comentarios racistas que se hicieron acerca del país [México] y su gente en el programa de automóviles ‘Top Gear’», a pesar de que la cadena británica ya había emitido un comunicado pidiendo disculpas por las gracejadas de sus conductores (¿ve, señor Vargas?; usted podría haber hecho lo mismo, en lugar de despedir a Aristegui y, como dice Denisse, punto final).

Megacable, cuya decisión lastima los intereses de sus usuarios que disfrutaban de los contenidos de una de las mejores empresas de televisión del mundo, argumenta que ha terminado por actuar así porque a través de Twitter uno de los conductores de Top Gear “dijo”: «No puedo creer todos estos tuits mexicanos. Aparte de Speedy González no han dado nada al mundo, aparte de su comida de mierda y su olor corporal».

En Dignidad, cartón de Helguera publicado en el diario La Jornada el pasado 10 de febrero, un hombrecito ondea una banderita mexicana en gesto harto patriotero mientras dice: «¡Malditos payasos ingleses! ¿Con qué derecho se burlan de nosotros?»; encima de él, haciéndolo pomada para asfalto, un tanque militar recuerda una escena del filme Le Peau, basado en la novela La pelle, de Curzio Malaparte: un tanque estadunidense pasa por encima de un señor que saludaba el avance de las tropas aliadas que los “liberaban” del fascismo; el señor llevaba en los hombros a su hijo, los dos quedaron hechos una calcomanía de masa sanguinolenta en el pavimento.

Líneas arriba… muchas líneas arriba… preguntaba acerca de lo que querían los señores que dicen representarnos en el Parlamento con su dipumanta; sigo sin saberlo a ciencia cierta, pero en su afán de hacer de la política un circo a muchas pistas, y tras el despido de Aristegui, puede colegirse que a estas alturas pueden decir lo mismo que los conductores de Top Gear: «nos salimos con la nuestra»… el problema es que ésa “nuestra” que se llevan los legisladores no es la “suya”, sino la nuestra, y que los conductores de la BBC no dicen ser nuestros representantes ni cobran por ello los cientos de miles de pesos al mes que los señores diputados se toman del erario público.

Por cierto, el político que condujo a los manifestantes contra Bush a la represión en Yucatán, se llama Gerardo Fernández Noroña.

Mojiganga.

En su conferencia de prensa, Carmen Aristegui comenzó diciendo:
«Sobre lo que quiero pronunciarme es sobre el alcance mayor de este evento, que impacta de maneras diversas a la sociedad mexicana. Una sociedad que en estos días y horas ha dado muestras de determinación y capacidad de respuesta frente a un hecho que agravia y que lesiona sus derechos fundamentales. La vigorosa, fuerte y decidida voz de miles de personas en las redes sociales -TwitterFacebook-, otras modalidades y las manifestaciones en las calles son, en sí mismas, un gran acontecimiento. La gran noticia de que estamos vivos. De que los mexicanos a pesar de la espiral de violencia, muerte y horror que nos acompaña todos los días estamos aquí para reconocernos en el espejo y luchar por un México mejor».
y añadió:
«Agradezco todas estas expresiones y celebro aquí, entusiasmada, su existencia y el signo vital que las acompaña. Abrazo a quienes en todos los tonos y con diferentes lenguajes se han manifestado en contra de lo que es a todas luces un hecho autoritario, desmedido e inaceptable. Un hecho así, sólo es imaginable en las dictaduras que nadie desea para México. Castigar por opinar o por cuestionar a los gobernantes.»
Ése mismo miércoles 9 de febrero, en punto de las 8 de la noche, hora de México (10/feb 02:00 GMT), @ContraLaCensura y un número indeterminado de usuarios de Twitter realizaron una protesta virtual bloqueando, que no hackeando, el sitio www.noticiasmvs.com bajo el nombre de Operación TequilaAnonymous Latinoamérica decidió apoyar dicha acción «con el fin de demostrar que no estamos dispuestos a seguir tolerando los abusos de los gobiernos contra las voces que prefieren la verdad a la censura.»

Esta protesta, como afirma Anonymous, no tiene precedente en México y, aunque «nos es imposible calcular el número exacto de participantes […] dado que el sitio web ‹http://www.noticiasmvs.com› quedó fuera de línea en los primeros minutos de iniciada la protesta y que el hashtag #OpTequila se convirtió en el Trending Topic numero uno en Twitter, calculamos que fueron decenas de miles de participantes»:
«Los latinos ya no estamos dispuestos a seguir tolerando los abusos de la pequeña mafia que controla a los países de nuestro continente, compuesta por políticos y empresarios corruptos, que pactan en lo oculto mientras tuercen las leyes a su favor en detrimento de millones de ciudadanos. Ahora más que nunca necesitamos tener acceso a información imparcial y objetiva; así como elegir lo que deseamos ver y escuchar en los medios de comunicación si pretendemos construir una sociedad verdaderamente democrática. Millones de latinos son desinformados diariamente por la televisión, radio y prensa escrita, las cuales son controladas por estos poderes. Sólo unos cuantos leen periódicos, revistas de análisis político, portales de información alternativa en Internet y escuchan noticieros radiofónicos. De estos medios, sólo una pequeña fracción no están alineados (sic) con los intereses creados de los grupos que detentan el poder. Uno de ellos era el noticiario conducido por Carmen Aristegui.»
El segundo ataque de @ContraLaCensura y Anonymus se llevó a cabo el viernes 11 de febrero a las 5 de la tarde, hora de México (11/feb 23:00 GMT) contra la página de MVS Comunicaciones (y después de eso, WordPress.com los bloqueó a ellos definitivamente por «violación a nuestros términos»); la consigna fue sólo una: que MVS restituyera su espacio a Carmen Aristegui en los términos en que ella lo había expresado:
«Estoy dispuesta a regresar al aire este próximo lunes, siempre y cuando se cumpla una condición básica y única: Que MVS anuncie que retira de forma oficial el comunicado emitido junto con mi salida en el cual afirma falsamente que ‘transgredí nuestro código de ética y que promoví la difusión de rumores como noticias’.
«Como consecuencia de ello, pido que se publique otro comunicado oficial de la empresa en donde la valoración sobre mi integridad ética que pretendieron dejar en entredicho quede resarcida.
«Si MVS acepta hacerlo, se reconocerá tácitamente la naturaleza real de lo sucedido. Eso sería suficiente.»
Las cartas están puestas sobre la mesa.

Según la tradición aurea, una mojiganga es algo así como el final de fiesta del espectáculo teatral; pido disculpas porque el final de esta crónica es todo menos eso. Pero si los dueños de MVS atienden el llamado de Carmen, sus colegas y su auditorio, éste texto podría sumarse a ésa que será, sin duda, una gran fiesta.

El siguiente paso deberá ser, no obstante, girar la mirada al Congreso donde, como apunta Aristegui en lo que creo fue la parte medular de su conferencia de prensa, «se condena la censura [pero] se coexiste con leyes que podrían y deberían ser modificadas en beneficios de toda la población y no de unos cuantos»:
«Se trata del debilitamiento del Estado y de sus instituciones por virtud de una supeditación política que parte desde el presidente de la República, atraviesa las Cámaras, amplias franjas del Poder Judicial, órganos reguladores a manos de nuevos poderes informales o fácticos que han logrado imponer su lógica de chantaje e intimidación, que los ha llevado a niveles de audacia y en un cálculo de poder, para sustituir -por lo menos parcialmente- a poderes de la República.
[…]
Como nunca en la historia del Estado mexicano se han dejado crecer (sic) a estos poderes en México, que han llegado al punto, a la osadía, diría yo, de querer también apropiarse de la propia presidencia de la República.»
En 2008, cuando a raíz del anterior ataque a Carmen renunciamos a seguir administrando el blog que teníamos en la página electrónica de El País, escribimos que la clase política en México estaba preparando, como apunta Naomi Klein en su libro The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism, acciones que le permita imponer algunas decisiones políticas, sociales y económicas en detrimento de los intereses de la mayoría; callar voces como la de Carmen Aristegui responde a la perfección con dicho plan. Estar informadas, informados, decíamos entonces e insistimos ahora, será, siguiendo a Klein, el arma más eficaz contra el shock que nos receta el poder.

Defendamos entonces los espacios con que ya contamos y construyamos otros nuevos, por ejemplo, en el seno de los medios alternativos de comunicación. Tejamos redes de información tan amplias y complejas que el poder que de arriba viene no pueda desbaratarlas. Exijamos a los medios que ya han abierto sus puertas a no cerrarlas, vigilando de cerca su actuar y señalando sin cortapisas cuando intencional o accidentalmente acallen una voz disidente. Demandemos que institutos gubernamentales u oficiales de radio, televisión y/o prensa escrita se conviertan en organismos autónomos bajo conducción y vigilancia de la sociedad civil. Presionemos a las empresas de medios a brindar información completa, veraz y oportuna en tanto ciudadanos pero, también, como consumidoras y consumidores: castiguémoslas apagando los televisores y aparatos de radio, o cambiando de canal y dial, o dejando de comprar sus publicaciones.

Han vuelto de la información, que es un derecho, una mercancía; peguémosles, pues, en lo que más les duele boicoteando sus mercados.

O, ¿qué, vamos a dejarlos salirse con la suya?