Las cuatro sesiones del taller teatral (del 17 al 20 de octubre) se caracterizaron por ser un proceso más sintético que exhaustivo, articulando el trabajo de dramaturgias actoral y de puesta en escena con la exploración de ejercicios que condujeran a las y los promotores juveniles a descubrir por sí mism@s y desenvolver las capacidades expresivas que poseen, tomando en cuenta la diversidad al interior del colectivo y yendo a la consecución de los objetivos trazados por Yaaxil.
Pedagógicamente hablando, se echó mano de algunas teorías llevadas a la praxis en el trabajo de grupos por Jacob Lévy Moreno, Kurt Lewin, Enrique Pichón-Rivière, Sylvia Schmelkes y Patricia Salazar Villava; en la recreación como cultura del bien-estar y respuesta al malestar de la cultura del que habla Freud, por parte de Pedro Fulleda Bandera, y en modelos educativos de intervención valoral, explorados por Greta Papadimitriou, Sinú Romo Reza, Bonifacio Barba, Paco Cascón, Silvia Conde y Paulo Freire, que se han empleado en la resolución noviolenta de conflictos y la educación para la paz y los derechos humanos en Iberoamérica durante las últimas décadas.
En el marco de lo que Ana María Aron, Neva Milicic, Josefina Martínez o Jorge Barudy llaman «la cultura del buentrato», se buscó construir un ambiente de cordialidad y camaradería que dio cabida a las diversas expresiones de cada una y cada uno de las y los adolescentes y jóvenes promotores; cuidando siempre la edificación, por decirlo de algún modo, de un encuadre de seguridad perfectamente definido que garantizó certidumbre y tranquilidad en cuanto a los límites del actuar colectivo e individual dentro de un espacio regulado.
Para la sistematización del proceso, se adoptaron los siguientes instrumentos y herramientas:
1) Plan de Trabajo.- Integrado por un conjunto de cartas descriptivas que sirvieron de guía para el desarrollo puntual del taller-acompañamiento sesión por sesión;
2) Bitácora Colectiva.- Acervo de bitácoras elaboradas individualmente por cada una y cada uno de l@s participantes del taller-acompañamiento, con sentido de colectividad y un objetivo doble: servir de referencia, de modo que pueda consultarse en cualquier momento que se desee a lo largo de la experiencia, y para integrar una sola memoria escrita del proceso mismo;
3) Diario de Trabajo.- Colección de apuntes personales del facilitador del taller-acompañamiento sistematizados en forma de diario o bitácora de lo realizado en las sesiones, con anotaciones inclusive subjetivas que expresen estados de ánimo, ya sean “positivos” o “negativos”, como estrategia de autocontención y amplitud del rango de tolerancia ante la frustración, y
4) Escala de Evaluación.- Instrumento basado en escalas de intervalos mixtas de Likert y Thurston, cuya aplicación en este caso tuvo un carácter relativamente subjetivo en tanto «los jueces» son cada un@ de l@s participantes partiendo de la percepción que tuvieron, por un lado, del propio desempeño y del de sus compañer@s; por otro, del trabajo del facilitador del taller-acompañamiento y de los contenidos de éste, y, por último, de la participación de la institucionalidad a lo largo del proceso mismo.
En términos estéticos, las cuatro sesiones de práctica escénica (26 de octubre; 9, 16 y 23 de noviembre) apuntaron a hacer del montaje un espectáculo que estructuralmente fuera muy similar a las representaciones del teatro didáctico latinoamericano con influencia brechtiana, expresado durante la segunda mitad del Siglo XX en la poética teatral de maestros como Augusto Boal, Osvaldo Dragún o Atahualpa del Cioppo, o de grupos como Teatro La Candelaria, Teatro Campesino o Mascarones; por mencionar solo algunas de sus múltiples variantes y guardando, claro, las distancias y las proporciones.
s. neolog. (Del muosieuale "tlatul": 'palabra' y "teketke": 'trabajador'.) Trabajador de la palabra. Palabra que se piensa y al tiempo que se va pensando se va volviendo acción en un espacio de ficción. Palabra encarnada, hecha cuerpo, en un permanente desaprender qués, quiénes, cómos, cuándos, dóndes, porqués y paraqués hegemónicos, para jugarlos, acaso reinventarlos, en la doble praxis de una actuación tanto escénica como política: una actu@cción.
31 de diciembre de 2013
La otra cara (U láak’ táanich) / III: Metodología.
30 de diciembre de 2013
La otra cara (U láak’ táanich) / II: Descripción.
«La Otra Cara», taller-acompañamiento de herramientas teatrales básicas para la promoción y el ejercicio de derechos humanos, sexuales y reproductivos con perspectiva de género para adolescentes y jóvenes mayas, tomó su nombre del guion para teatro La otra cara de mi vida, escrito por los jóvenes Luis Alberto Ceh Ramírez, Jorge Israel Chan Cetina, José Santiago Hau Cool y Jesús Edgar Ucán Collí en el marco del programa de educación de Yaaxil financiado por la Fundación Kelloggy apoyado por IEPA, A.C. y la UCI-Red, del cual son beneficiarios.
Luis, Jorge, José y Edgar son gestores comunitarios de la Plataforma Juvenil del Sur de Yucatán y, al parecer, de entre las y los adolescentes y jóvenes que participaron en los módulos de formación del proyecto de Yaaxil, son también los más familiarizados con procesos de creación escénica por su cercanía, en el caso de Edgar y José, con la danza folclórica; de Jorge, con la experiencia, entre otras, de la puesta escena de El Rabinal Achí, bajo la dirección escénica de la maestra Lupita López, con IEPA, A.C., y de Luis, con el grupo de teatro Chan Dzunu’un, dirigido por la maestra María Luisa Góngora Pacheco.
Por su carácter nominal, «La Otra Cara» quiso invitar a pensar en una multiplicidad de sentidos: la máscara del actor, de la actriz; el rostro del Otro, del diferente; la alternativa, la segunda opción; la dualidad, ora armónica integralidad, ora conflictiva lucha de contrarios: el rostro verdadero. Por su carácter espacial, quiso tener una doble significación: la de facilitar a las y los adolescentes y jóvenes formados en el proyecto de Yaaxil el uso de algunas herramientas propias de las artes escénicas para hacer del teatro una tribuna privilegiada en la promoción y el ejercicio de sus derechos y, en consecuencia, la de acompañar el proceso de laboratorio, práctica y montaje en torno de la puesta en escena de La otra cara de mi vida.
Constó, primero, de cuatro sesiones de un taller teatral (del 17 al 20 de octubre), diseñadas para operar las dramaturgias actoral y de puesta en escena del texto dramático, abordar algunos aspectos teóricos propios del hecho teatral y experimentar un conjunto de dinámicas, juegos y ejercicios escénicos de sensibilidad, confianza, desinhibición y trabajo en grupo; después, de cuatro sesiones de una práctica escénica (26 de octubre; 9, 16 y 23 de noviembre), donde se afinó la operación de las dramaturgias actoral y de puesta en escena rumbo al montaje, y, por último, de una breve temporada de representaciones (del 25 de noviembre al 10 de diciembre), en gira por las comunidades de las cuales son originari@s las y los jóvenes promotores, donde ell@s mism@s pudieron verificar la puesta en juego de los recursos y herramientas brindados en el taller teatral y articulados en torno a la práctica escénica.
Luis, Jorge, José y Edgar son gestores comunitarios de la Plataforma Juvenil del Sur de Yucatán y, al parecer, de entre las y los adolescentes y jóvenes que participaron en los módulos de formación del proyecto de Yaaxil, son también los más familiarizados con procesos de creación escénica por su cercanía, en el caso de Edgar y José, con la danza folclórica; de Jorge, con la experiencia, entre otras, de la puesta escena de El Rabinal Achí, bajo la dirección escénica de la maestra Lupita López, con IEPA, A.C., y de Luis, con el grupo de teatro Chan Dzunu’un, dirigido por la maestra María Luisa Góngora Pacheco.
Por su carácter nominal, «La Otra Cara» quiso invitar a pensar en una multiplicidad de sentidos: la máscara del actor, de la actriz; el rostro del Otro, del diferente; la alternativa, la segunda opción; la dualidad, ora armónica integralidad, ora conflictiva lucha de contrarios: el rostro verdadero. Por su carácter espacial, quiso tener una doble significación: la de facilitar a las y los adolescentes y jóvenes formados en el proyecto de Yaaxil el uso de algunas herramientas propias de las artes escénicas para hacer del teatro una tribuna privilegiada en la promoción y el ejercicio de sus derechos y, en consecuencia, la de acompañar el proceso de laboratorio, práctica y montaje en torno de la puesta en escena de La otra cara de mi vida.
Constó, primero, de cuatro sesiones de un taller teatral (del 17 al 20 de octubre), diseñadas para operar las dramaturgias actoral y de puesta en escena del texto dramático, abordar algunos aspectos teóricos propios del hecho teatral y experimentar un conjunto de dinámicas, juegos y ejercicios escénicos de sensibilidad, confianza, desinhibición y trabajo en grupo; después, de cuatro sesiones de una práctica escénica (26 de octubre; 9, 16 y 23 de noviembre), donde se afinó la operación de las dramaturgias actoral y de puesta en escena rumbo al montaje, y, por último, de una breve temporada de representaciones (del 25 de noviembre al 10 de diciembre), en gira por las comunidades de las cuales son originari@s las y los jóvenes promotores, donde ell@s mism@s pudieron verificar la puesta en juego de los recursos y herramientas brindados en el taller teatral y articulados en torno a la práctica escénica.
29 de diciembre de 2013
La otra cara (U láak' táanich) / I: Antecedentes.
Como
parte de su compromiso con la promoción del desarrollo de las capacidades
humanas, así como el libre ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, Yaaxil Tu Ser, Desarrollo e Integridad,
A.C. (Yaaxil) llevó a cabo
un programa de educación con adolescentes y jóvenes mayas para la promoción y
el ejercicio de sus derechos humanos, sexuales y reproductivos, con
financiamiento de la W. K. Kellogg
Foundation (Fundación Kellogg) y
el apoyo tanto de Investigación y
Educación Popular Autogestiva, A.C. (IEPA,
A.C.) cuanto de la Universidad
Campesina e Indígena en Red (UCI-Red).
La Fundación Kellogg, según el Observatorio de la Cooperación
Internacional para el Desarrollo en México, fue creada en 1930 por W.K. Kellogg
para «ayudar a la gente a ayudarse a sí misma» por lo que desde su origen «se
ha centrado en capacitar individuos, comunidades e instituciones para que
resuelvan sus propios problemas» en el marco de «cuatro áreas de interés:
salud, sistemas de alimentación y desarrollo rural, juventud y educación, y
filantropía y voluntariado»; en su página web, la Fundación Kellogg refiere que su labor para América Latina y el
Caribe se ha enfocado, desde la década de los cuarenta, en cuatro prioridades:
Niños Sanos (Healthy Kids), Niños
Educados (Educated Kids), Familias
Seguras (Secure Families) y
Participación Cívica y Equidad (Civic
Engagement and Equity).
Si bien los proyectos apoyados por
la Fundación Kellogg no parecen
responder solo a una de estas prioridades y, asimismo, el programa de educación
de Yaaxil cuenta con elementos que
podrían ubicarlo en cualquiera de los cuatro rubros mencionados líneas arriba,
puede asegurarse que su mayor incidencia será en el ámbito de la participación
cívica y la equidad, pues, promueve la organización comunitaria de sectores
vulnerables tanto por su edad (jóvenes) como por su género (mujeres) en un
contexto identitario y de inclusión, coadyuva en el desarrollo del liderazgo
natural de las y los promotores juveniles y busca la articulación efectiva con las
organizaciones de la sociedad civil y las instituciones locales de gobierno.
En lo que a la articulación con
otras organizaciones de la sociedad civil en torno al programa de educación
para la promoción y el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos
de adolescentes y jóvenes toca, junto a Yaaxil
caminaron, por un lado, IEPA, A.C.,
organización que «trabaja con y para niñas, niños y adolescentes, dedicada a
generar espacios de participación para contribuir a la transformación y
construcción de nuevas relaciones sociales, orientadas a la promoción de la
libertad, la justicia, la paz, el respeto a los derechos humanos, sociales,
económicos, culturales y ambientales, a través de la educación popular, la
investigación participativa, el arte y la incidencia social y política» y la UCI-Red, organización que «impulsa el
tejido de una red de comunidades de aprendizaje que se proponen la producción,
gestión de conocimientos y la formación de personas y sujetos sociales para
fortalecer procesos de autonomía social y alimentar la lucha por un mundo justo
y humano», y, por otro lado, Teatro
Hacia el Margen, una asociación civil constituida para el estudio, la
creación y la difusión del arte escénico en los diversos aspectos que éste
abarca, con un especial énfasis hacia los grupos social o culturalmente
marginados, en la doble vía de llegar a ellos y traer su voz, y Tapanco Centro Cultural, un espacio
independiente enfocado al desarrollo de las artes escénicas, la recreación y el
esparcimiento, donde se gestan y/o acompañan lo mismo espectáculos diversos,
que intercambio de experiencias escénicas entre los grupos artísticos y la
comunidad donde estos crean, poniendo un fuerte énfasis en la construcción y
consolidación de nuevos públicos.
IEPA,
A.C. ha concentrado su accionar en cuatro líneas estratégicas: política
pública, educación, reducción de riesgos de desastres y desarrollo integral de
adolescentes y jóvenes; en esta última, contempla «el uso de propuestas
metodológicas y técnicas basadas en el arte y otras estrategias lúdicas y
creativas»; particularmente, las artes escénicas y el juego. La UCI-Red, por su parte, organiza su
trabajo en los siguientes cuatro programas: la asesoría solidaria a
organizaciones de la sociedad civil, la formación especializada y gestión del
conocimiento, la consultoría en educación y procesos de planificación y el acompañamiento
de procesos locales para la elaboración de futuros deseados y la lucha para una
vida digna.
En
Teatro Hacia el Margen, se parte de
la creencia de que «ya es hora de ir modestamente hacia todos los márgenes para
entregar la propia voz a quienes se ven obligados a habitarlos y hacer propias,
también, sus propias voces», pues, sin tratar de hacer altruismo a la manera de
las limosnas tradicionales ni de la bondad desinteresada, cree que «llegar a
los márgenes, analizarlos y conocerlos, hacerlos propios y lograr una expresión
conjunta significa participar en la salvación de un futuro que, para todos, se
ve cada día más oscuro». Entre los objetivos primordiales de Tapanco Centro Cultural quiero
resaltar, para el caso del proyecto de Yaaxil,
los siguientes: a) Proporcionar a los grupos independientes espacios adecuados
para desarrollar proyectos artísticos, desde la planeación hasta la representación de los mismos, asegurando así
que los proyectos obtengan las condiciones óptimas de desarrollo; b) Impulsar
proyectos artísticos independientes y de vinculación social relevantes para la
localidad; c) Ofrecer formación artística y cultural accesible a sectores
vulnerables de la sociedad, y d) Ofrecer programas de formación y actualización
de las artes y la cultura a artistas y sociedad civil en general.
El taller-acompañamiento «La Otra Cara» busca, aprovechando esta
confluencia, brindar a las y los jóvenes promotores formad@s
técnico-temáticamente en la promoción y el ejercicio de sus derechos sexuales y
reproductivos, tal y como se comprometió Yaaxil
con la Fundación Kellogg, un
conjunto de herramientas teatrales básicas que puedan ser empleadas en la promoción
y el ejercicio de sus derechos humanos mediante la experiencia concreta de
realizar una práctica escénica susceptible de ser representada en las
comunidades de las cuales provienen ellas y ellos mism@s, muy en la línea
estratégica de IEPA, A.C. con base
en el juego y la creatividad, en estrecha coincidencia con el objetivo del
programa de acompañamiento de procesos locales para la elaboración de futuros
deseados y la lucha para una vida digna de la UCI-Red., compartiendo la creencia de Teatro Hacia el Margen de entregar la propia voz a quienes habitan
en los márgenes y hacer propias, también, sus propias voces e impulsando
proyectos artísticos independientes y de vinculación social, como aspira Tapanco Centro Cultural.
24 de diciembre de 2013
70 centímetros de democracia.
Publicado en Milenio-Novedades de Yucatán, el 24 de diciembre de 2013.
El pasado 16 de diciembre se cumplieron 25
años de la desaparición forzada de José Ramón García Gómez; la primera que
cometiera ése régimen criminal mejor conocido como salinato, cuyas
administraciones se siguen sucediendo independientemente del color partidista
que desgobierne en la gerencia general y las gerencias departamentales que
algunos llaman presidencia de la república y gobiernos estatales de este país
subastado al mejor postor en nombre de la ley.
No, el salinato no terminó el 1 de
diciembre de 1994, cuando Ernesto Zedillo, también conocido como El Chacal de Acteal, recibió de Carlos
Salinas de Gortari la banda presidencial diciéndole: “gracias, señor
presidente”; más bien, allí inició la sucesión de administraciones ora
priístas, ora panistas, ora perredistas, ya federales, ya locales, del
salinato; y, allí también, continuó la cuota de sangre que el pueblo de por sí
venía pagando, pero que a lo largo de 25 años ha venido en aumento por razones
políticas y económicas sexenio tras sexenio.
Tengo conmigo, en un álbum de fotografías
tan íntimo como la memoria que lo custodia, junto a los rostros de Sor Juana, Sacco
y Vanzetti, Gandhi, Luther King, César Chávez, Meyerhold y Dení Prieto, la
imagen de José Ramón micrófono en mano, una pequeña bocina cerca de los pies y
arengando a quien pudiera y quisiera oírlo aquello de: “Nadie va a impedir que
pueda ejercer mi derecho a expresarme en los 70 centímetros de democracia que a
cada ciudadano le corresponden.”
¿Se imagina usted, improbable lector, lo
que una decisión así significa? El salinato lo imaginó, no hay duda, y sus
administraciones, incluyendo la más reciente, la de Enrique Peña Nieto, se han
dedicado muy prolijamente a detener, desaparecer y asesinar a toda aquella
persona que compartiera y fuera consecuente con el sueño de José Ramón.
Aún así, uno prefiere caminar y llevar consigo
los centímetros de democracia que a uno le toca y darse a la tarea de aprender
a juntarlos con los de las y los demás; aprender de quienes al mirar hacia los
lados hacia abajo miran porque abajo se están y, en ése su mirar, animan a que
otros, quienes de una u otra manera padecemos el avance de las cuatro ruedas
del capitalismo: la represión, la explotación, la burla y el despojo, nos
miremos.
Por cierto: Feliz Navidad.
25 de noviembre de 2013
25 de noviembre.
Entre los arbustos,
aun con el riesgo de ser descubiertos por algún fisgón, una pareja, hombre y
mujer, copulan o, como dicen otros, hacen el amor. Ella está con un hot pants debajo de las rodillas que
dejan ver el rosa de sus nalgas e inclina su torso hacia delante, de modo que
él puede, como de hecho así sucede, tomarla por la cintura, bajarse igualmente
su pantalón (aunque sólo lo suficiente para sacar el pene) y penetrarla por
detrás.
Otro hombre, de unos
treinta años o más, mira desde no muy lejos la escena, aprovechando también los
arbustos que todo lo llenan y las penumbras que ya comienzan a bañar el lugar a
esas horas de la tarde-noche. No dice nada, nada tampoco hace que no sea mirar.
Mira, por ejemplo, las figuras humanas que tan excitante espectáculo le brindan
y, claro, también sus movimientos; mira las piernas semi desnudas de la chica
(quien no pasa de los veinticinco abriles) e imagina que el falo del personaje
masculino es el suyo (al fin parece de su misma edad).
Mira también que la
chica lo mira, y recuerda las historias de la literatura chatarra que día con
día consume, donde mujeres que tienen coito se saben observadas y disfrutan del
acto del voyeur que las admira,
sabiéndose deseadas. La mirada de la chica, en cambio, no parece tener
excitación alguna; más bien, algo así como un miedo que él, el fisgón, no logra
entender se destila acuchillándole las pupilas.
¿Y cómo podría
entenderlo? Él no sabe la historia de esa chica. Ignora, por ejemplo, que a eso
de los siete u ocho años un tío suyo, aprovechando una fiesta de año nuevo y el
alcohol que a raudales corría por las gargantas enrojeciendo los ojos y
obnubilando las mentes, la tomó por la fuerza llevándola al cuarto de baño ante
la mirada compasiva de sus primas que ya sabían, por experiencia propia, lo que
le sucedería.
Como tampoco sabe que
tiempo después, a unos cuantos meses de que se le presentara en sociedad con
ese vestidito apastelado que siempre soñó y que ahora le avergüenza, su
“novio”, un hombre también mayor, quien por su parte estaba casado y tenía
hijos, la forzó a tener sexo a bordo de la micro que conducía por las noches en
las colonias más solitarias; luego la pasó a sus colegas de chamba y tropelías,
quienes “se la rolaron” cuidándose de que sus señoras esposas nunca se
enteraran.
El hombre que fisgonea
no sabe nada de esto, ni le importa. En cambio, entiende porque el personaje
masculino, además de penetrarla, se fuma un cigarrillo y acto seguido lo apaga
en las nalgas de la chica sin que ella pueda hacer nada… Nada, más que mirarlo
a él, que todo lo mira, con unos ojos como de quien dice: “por favor, haga
algo”.
Esas mismas palabras,
“por-favor-haga-algo”, resuenan desde hace años en la mente de la madre de la
muchacha, tiempos en que ésta le contó lo del baño y lo de su tío, su hermano,
y resuenan más cuando se recuerda a sí misma con el miembro de uno de sus
primos, mucho mayor también que ella, entre las piernas, contra su voluntad.
Nada hizo entonces.
Nada hará tampoco
ahora que su hija se suma al estadístico de mujeres violentadas sexualmente en
este país donde el feminicidio en Ciudad Juárez, Chiapas, Veracruz o el Estado de México es cosa de casi todos los días; en Aguascalientes, Colima, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas, Guanajuato, Jalisco o Morelos se va convirtiendo parte del paisaje urbano y en Baja California,
Quintana Roo o Yucatán aumenta soterradamente bajo el silencio cómplice de medios de comunicación y autoridades.
La muchacha se ha
soltado y corre, arañándose y acomodándose como puede las ropas. Se ha dejado
olvidado el bolso con dinero y ningún taxista, ahora que ha llegado a la
avenida, quiere subirla. El personaje masculino se ha echado a correr también,
pero en sentido contrario, no sin antes tomar el bolso. El otro, el fisgón, se
ha esfumado.
En casa, la madre interrumpe su atención puesta en los
comerciales que la bombardean con chicas que muestran sus cuerpos semidesnudos
para vender coches y bebidas, a razón de las noticias que hablan de una abogada
asesinada en su casa quién hace cuánto: llevaba los casos de mujeres acosadas
en sus trabajos. Piensa en su hija, quien trabaja en una Superama, filial de la
firma Wall-Mart (campeona mundial en denuncias por hostigamiento sexual).
Aprovecha para ir a la cocina, mira el block
de hojas del calendario y arranca la que está encima para tirarla, echa bolita,
al cesto de la basura. Da gracias a Dios por el término de un día más, un día
cualquiera; en el cesto el número 25 de la hojita del día apenas y se nota.
24 de octubre de 2013
¿Ha jugado el zapatismo algún papel en la revaloración de la cultura maya?*
En uno de sus cuentos más emblemáticos, Juan Rulfo hace decir al entrañable personaje de Macario: “estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas”.[1] Debo confesar (mal comienzo, diría mi abuela), que a mí me pasa más o menos igual: estoy sentado junto a ustedes aguardando a que salgan las palabras; que se acomoden unas al ladito de las otras y digan, todas juntas, un mi pensamiento sobre un tema del que muchas y muchos ya han hablado y escrito por montones.
No
se crean que es fácil estar aquí esta noche con ustedes. En primer lugar,
porque siendo este un evento enmarcado en un festival reivindicativo de la
cultura maya a contrapelo del que organizan los señores del poder y de dinero y
las damas que los acompañan, la primera pregunta que puede surgir es: “¿qué
hace un huach que ni siquiera puede
pronunciar correctamente el nombre de nuestra fiesta sentado en esta mesa sin
mesa?”. En segundo lugar, porque si bien soy heredero de esa tradición un tanto
cuanto juglaresca que en estas tierras se alimenta, por un lado, del balts’am maya y, por otro, del cómico de
la legua español, no tengo las credenciales académicas para venir aquí y
recetarles por las trompas de Eustaquio (Rockdrigo González dixit)[2] un
mi chorema sobre el tema que nos convoca: el neozapatismo y su papel en la revaloración de la cultura maya.
Provocativo
título el de esta mesa-panel, ¿no creen?; pues, parte de dos premisas: la una,
que la cultura maya ha sido revalorada; la otra, que en su revaloración eso que
Carlos A. Aguirre Rojas llama neozapatismo
ha jugado algún papel. Como mero ejercicio, podría invitarles a que, para
abordar esta provocación, diseccionemos la frase que nos convoca esta noche y,
como dice el chiste que dice lo que dice Jack «El Destripador», nos vayamos por
partes y nos preguntemos qué entendemos por neozapatismo,
qué por cultura maya, qué por revaloración y si el primero ha jugado un papel
en la revaloración de la segunda.
Dije:
“podría invitarles”; sin embargo, de solo imaginar las expresiones en sus
rostros ante lo que parece más una amenaza que una invitación, creo que por
ahora (quizás después podamos armar un seminario para charlar sobre todo esto)
lo mejor sería desistir de ello. No obstante, entre el titipuchal de ideas,
recuerdos de notas, artículos guardados en el ordenador y necesidades
personales, me vienen a la mente unos cuantos textos que hoy quiero aprovechar
para compartir con ustedes.
Originalmente, la palabra cultura significaba
“cultivo de la tierra”; pero, luego, por extensión, se usó como “cultivo de las
especies humanas”. Posteriormente, alternada con la palabra civilización,
también derivada del latín, se empleó como oposición a salvajismo, barbarie o
rusticidad, de suerte que alguien “civilizado” era también alguien “culto”. No
es sino hasta con el romanticismo que se hace una diferencia entre civilización
y cultura, reservando para el primer término el desarrollo económico y
tecnológico, “lo material”, y, para el segundo, lo “espiritual”: el cultivo de las
facultades intelectuales, dando cabida a lo que tuviera que ver con la
filosofía, la ciencia, el arte, la religión, etcétera.
Sin
embargo, aún se entendía la cualidad de “culto” no tanto como un rasgo social,
sino como individual. Las corrientes teóricas de la sociología redefinieron el
término, entendiéndolo con un sentido más amplio, refiriéndose a los diversos
aspectos de la vida social. En general, hoy se piensa a la cultura como el
conjunto total de los actos humanos en una comunidad
dada, ya sean éstos prácticas económicas, artísticas, científicas o
cualesquiera otras, determinando que toda práctica humana que supere la naturaleza
biológica es una práctica cultural.
La
palabra cultura se emplea frecuentemente en el lenguaje común para designar a
un conjunto más o menos limitado de conocimientos, habilidades y formas de
sensibilidad que les permiten a ciertos individuos apreciar, entender y/o
producir una clase particular de bienes, que se agrupan principalmente en las
llamadas bellas artes y en algunas
otras actividades intelectuales. Pero, según esta manera de entenderla, la
cultura se convierte en patrimonio de unos pocos; el común de los mortales debe
“elevarse” a los niveles donde está la cultura y, en correspondencia, se hacen
esfuerzos para “llevar la cultura al pueblo”. Frente a esa concepción elitista
de la cultura, existe otra noción, elaborada principalmente por la
antropología, según la cual la cultura es el conjunto de símbolos, valores,
actitudes, habilidades, conocimientos, significados, formas de comunicación y
de organización sociales, y bienes materiales, que hacen posible la vida de una
sociedad determinada y le permiten transformarse y reproducirse como tal, de
una generación a las siguientes. A partir de esta concepción de cultura, deja
de tener sentido hablar de pueblos o individuos “cultos” e “incultos”; todos
tenemos cultura, nuestra propia y particular cultura.[3]
Creo
que es importante remarcar el sentido reflexivo autorreferencial que tiene la
definición de la cultura produciendo lenguaje, roles, símbolos, ritos, mitos e
instituciones que producen la cultura; o sea, la cultura definida en términos de
la red social que es definida en términos de la cultura. Como la sociedad que
es “producida” a su vez por el individuo que es “producido” por la sociedad.[4]
Por lo tanto, no existe “La Kultura”[5]
(única, universal), sino las culturas (múltiples, diversas). Sin embargo,
existen transversalmente dos grandes sistemas culturales antagónicos: la
cultura institucional, oficial, dominante o hegemónica, que tiene un claro
botón de muestra en el Festival Internacional de la Cultura Maya que organizan
los tres niveles del poder Ejecutivo en Yucatán, y la cultura, popular y
alternativa, que sobrevive y resiste, y que, entiendo, quiere expresarse en la Cha’anil Kaaj, la fiesta del pueblo, que
esta noche nos convoca. A esta cultura se le denomina a menudo como cultura marginal (que está afuera de los
márgenes o límites del espacio cultural o, de plano, en las alcantarillas o el
subsuelo), subalterna (que no llega a
cultura, es inferior, sub, y va
después de la “verdadera cultura”), contracultura
(que se opone o rechaza a la “verdadera cultura”, pues, se caracteriza por la
protesta y la reacción, no por la propuesta y la acción) [6] o popular (que, o bien se ubica sólo en
las capas bajas de la población, en
la tradición y en el folclor, o bien se caracteriza por sus procesos y formas
de producción circunscritas a lo artesanal y lo inacabado).[7]
Rudolf
Rocker sostiene que la cultura no se crea por decreto; se crea a sí misma y
surge (…) de las necesidades de los seres humanos y de su cooperación social.
Los valores culturales no brotan por indicaciones de instancias superiores, no
se dejan imponer por decretos ni vivificar por decisiones de asambleas
legislativas o por potentados de las instituciones políticas de dominio; éstos
sólo recibieron una cultura ya existente y desarrollada para ponerla al
servicio de sus aspiraciones particulares de gobierno. Pero con ello, continúa
Rocker, pusieron el hacha en las raíces de todo desenvolvimiento cultural
ulterior, pues en el mismo grado que se afianzó el poder político y sometió
todos los dominios de la vida social a su influencia, se operó la petrificación
interna de las viejas formas culturales, hasta que, en el área de su anterior
círculo de influencia, no pudo volver a brotar una sola chispa de verdadera
vida.[8]
Por
su parte, Ignacio Betancourt coincide en que la cultura es una dinámica
naturalmente horizontal [que] no se puede otorgar o sustraer [porque] no es un
objeto (…) ningún gobierno, por más paternalista o autoritario que sea, podrá
determinarla en su totalidad (…) Se puede impedir su desarrollo, dificultar su
evolución, eso sí, y las muestras de ello están a la orden del día: vaya, las y
los artistas escénicos que a mediados de junio de 2013 entregaron sendas cartas
al secretario de las Culturas y las Artes de Yucatán y a su jefe, el señor
gobernador del estado, aún siguen esperando una respuesta formal y por escrito
como lo demanda la Carta Magna que nos rige y que no sea la simulación de un
diálogo que nada más buscará tenerlos tranquilos y sin hacer olas. Por ello,
más que “llevarla a los ignorantes”, una sana labor gubernamental consistiría
simplemente en propiciar condiciones para que la implícita heterogeneidad de
toda sociedad pueda desarrollarse; se trata de no estorbar, no de imponer.[9]
Para
Guillermo Bonfil Batalla, el problema es un asunto de control cultural,
entendiéndolo como la capacidad de decisión sobre los elementos culturales.
Como la cultura es un fenómeno social, la capacidad de decisión que define al
control cultural es también una capacidad social, lo que implica que, aunque
las decisiones las tomen individuos, el conjunto social dispone, a su vez, de
formas de control sobre ellas.[10] Todo
proyecto cultural, sostiene Bonfil Batalla, requiere la puesta en acción de
elementos culturales. No sólo para realizarlo: también para formularlo, para
imaginarlo. Los elementos culturales hacen posible al proyecto; también fijan
sus límites, lo acotan, lo condicionan históricamente. En términos
etnográficos, descriptivos, la cultura es una sola, abigarrada, contradictoria,
híbrida si se quiere. Al analizarla en términos de control cultural, es decir,
al introducir una dimensión política (decisión, control: poder) se definen
diferentes niveles de relaciones entre sociedad y cultura trascendiendo la mera
descripción; aparece entonces su composición en cuatro sectores:
a)
Cultura autónoma: el grupo social
posee el poder de decisión sobre sus propios elementos culturales, siendo capaz
de producirlos, usarlos y reproducirlos;
b)
Cultura impuesta: ni las decisiones
ni los elementos culturales puestos en juego son del grupo social, los
resultados, sin embargo, entran a formar parte de la cultura total del propio
grupo;
c)
Cultura apropiada: los elementos
culturales son ajenos, en el sentido de que su producción y/o reproducción no
está bajo el control cultural del grupo, pero éste los usa y decide sobre
ellos, y
d)
Cultura enajenada: aunque los
elementos culturales siguen siendo propios, la decisión sobre ellos es
expropiada.[11]
Ahora
bien, estos sectores o, como dijera Juan Machín Ramírez, estos grandes sistemas
culturales no conforman una realidad maniquea: blanco o negro, sino todo un
espectro de tonalidades, incluso de diferentes colores. La regla, más que la
excepción, es la interacción no lineal (violenta o no) entre ellos y, en su
interior coexisten una pluralidad de subsistemas heterogéneos, se da una
dispersión de los centros, multipolaridad de iniciativas, la reorganización
cultural del poder multideterminada. En este sentido, las culturas han
producido algunas formas/procesos estereotipados para producir seguridad. Se
trata de contextos que, en manera estable y evidente, permiten el control de la
alteridad. Uno de esos procesos es la representación social. La representación
social está constituida por una imagen y un significado, y tiene como finalidad
asegurar el control sobre la precisión de los fenómenos sociales (incluyendo su
organización). Por lo tanto, todo lo que tiende a modificar una representación
social produce incertidumbre e inseguridad. Dado que su tarea es la de resistir
al cambio, no promoverlo, por consecuencia ella recupera la seguridad
homologando la alteridad o expulsándola. Solamente de esta manera recupera el
control: ignorando/negando la alteridad/diversidad-del-otro o ignorando la
similitud que reside en toda alteridad.[12]
Creo
que para reflexionar si el neozapatismo
ha jugado o no un papel en lo que decimos es la revaloración de la cultura
maya, podríamos empezar por preguntarnos si la presencia del neozapatismo (ojo: su presencia, no su
irrupción pública; el llamado neozapatismo
se fue construyendo a sí mismo en su interrelación con el mundo indígena que lo
acunó cual caldo de cultivo desde principios de la década de los ochenta del siglo
pasado y sin esa experiencia es imposible acercarse siquiera a entenderlo);
preguntarnos si la presencia del neozapatismo,
retomo, modificó lo que, por representación social, entendemos por cultura maya.
Y cuando digo, “entendemos”, me refiero tanto a quienes se autonombran mayas
cuanto a quienes nos autonombramos no-mayas: los otros; los que, como dijera la
Mayor Ana María, «Somos iguales porque somos diferentes».[13]
Preguntarnos, pues, si el neozapatismo
ha incidido en los sistemas culturales simbólicos, rituales y míticos que las
mismas culturas, en este caso las mayas y las no-mayas, producen para controlar
la alteridad.
En
forma muy simplificada y con toda intención paradójica, podemos decir que los
mitos son sistemas narrativos que explican lo inexplicable, los ritos son
sistemas de prácticas para controlar lo incontrolable y los símbolos son
sistemas de signos para representar lo irrepresentable. Los símbolos, ritos y
mitos sirven para enfrentar, resolviendo en el plano simbólico, las contradicciones
sociales que no es posible resolver de otro modo, implican valores ocultos o
implícitos importantes. Permiten a la comunidad, por un lado, la elaboración de
la amenaza representada por el cambio y, por el otro, la posibilidad de
reforzar la estabilidad organizativa del sistema al controlar el cambio.
Trabajan como procesos de “regulación”: crean una representación (símbolo) y un
mecanismo de control (rito), enmarcados en un gran relato (mito) que le
confiere sentido.[14]
Hace
casi 20 años, la noche del 31 de diciembre de 1993, el maquillaje con el que
los paladines del neoliberalismo habían intentado ocultar la miseria, el
despojo, la muerte, la burla y el abandono que servían de materia prima a la
puesta en escena de un país que anunciaba con bombo y platillo su entrada al
primer mundo, se descorrió. Había quedado al desnudo el aprendiz de virrey que
muy pronto mostraría su talante gangsteril
manchándose con la sangre de sus propios correligionarios; pero no solo el neotlatoani que despachaba en Los Pinos
estaba siendo evidenciado, la podredumbre toda de una nación construida sobre
el saqueo y el desprecio interminables de sus pueblos originarios también, de
pronto, se descubrió sin el antifaz que velaba el gesto racista.
Pasamontañas,
paliacates, fusiles de madera y un torrente de tinta esbozando lo mismo postmodernos
escarabajos quijotescos fumando en pipa que viejos indígenas respondiendo con milenario
silencio a todo lo que se les preguntaba ocuparon los espacios donde la
palabra, el sentir, el quehacer y el pensamiento de aquellos pueblos primeros
siempre habían sido expulsados. No obstante, la respuesta, aunque disfrazada
por los medios capitalistas de comunicación, siguió siendo la misma y a las
balas, la quema de las cosechas, el envenenamiento de las aguas, el robo del
ganado, la persecución hasta el corazón de la montaña, le acompañaron la
descalificación de los periodistas e historiadores a sueldo que encontraban el
hilo negro de la supuesta impostura, las negociaciones que pondrían la mesa a
las órdenes de aprehensión, los acuerdos que se firmarían para no cumplirse
nunca, los silencios cómplices del nacionalismo con todo y moñito tricolor.
La
miseria, el despojo, la muerte, la burla y el abandono, agazapados en medio de
los discursos políticamente correctos, asomaron la cabeza de nuevo: “yo también
soy zapatista –dijo el virrey– mi hijo
se llama Emiliano” y sentó las bases para que su sucesor militarizara el país y
nos envolviera en una guerra de baja intensidad donde la contrainsurgencia y el
combate al narcotráfico van juntitos de la mano. Sin embargo, por más miseria,
despojo, muerte, burla y abandono que receten, los señores del poder y del
dinero y las damas que los acompañan, precisan de montar, ellos sí, sus
megalómanas imposturas, pues, con todo y las luces y el sonido con que saturan
el paisaje, no consiguen acallar el silencio de quienes hoy y siempre les han
puesto frente al espejo de su inocultable racismo.
En
La larga travesía del dolor a la
esperanza, un señor que a lo largo de estos 20 años ha convocado los
enamoramientos y posteriores odios de quienes en su racismo lo adoptaron como rockstar para no mirar lo que la palabra
indígena zapatista gritaba a los cuatro vientos, escribió algo que hoy, en
vísperas del festival de Peña Nieto, Rolando Zapata y Esma Bazán, quiero
compartirles.
INSTRUCCIONES PARA SER NOMBRADO “HOMBRE
DEL AÑO”
1.
Acomode, con cuidado, un funcionario tecnócrata, un opositor arrepentido, un
empresario prestanombres, un charro sindical, un casateniente, un finquero, un
alquimista computacional, un “brillante” intelectual, una televisión, una
radio, y un partido oficial. Ponga en un frasco aparte y rotule: “Modernidad”.
2.
Tome un obrero agrícola, un campesino sin tierra, un desempleado, un obrero
industrial, un maestro sin plaza, un ama de casa inconforme, un solicitante de
vivienda y servicios, lo poco de prensa honesta, un estudiante, un homosexual,
un opositor al régimen. Divida tanto como le sea posible. Ponga en un frasco
aparte y rotule: “Anti-México”.
3.
Tome un indígena. Separe las artesanías y tómele una foto al indígena. Ponga
las artesanías y la foto en un frasco aparte y rotule: “Tradición”.
4.
Al indígena póngalo en otro frasco aparte y rotule: “Prescindible”.
5.
Bien, ahora abra una tienda con un gran letrero que diga:
“México. Gran liquidación”
6.
Sonría en la foto. Que el maquillaje cubra las ojeras que le producen tantas
pesadillas.
Nota:
tenga siempre a la mano un policía, un soldado y un boleto al extranjero. Se
pueden necesitar en cualquier momento.[15]
Yo,
señoras y señores, caramelos y bolitas, soy solo un cómico; en el Siglo XVII a
los de mi calaña les pegaban en las puertas de sus casas letreros donde se
hacía saber que nuestro oficio lo repudian clérigos y soldados, enoja a
políticos y usureros y abjuran de él escribanos e hidalgos, porque nuestra
bolsa es endeble, nuestro verbo maligno, nos acompañamos de poetas y otros
menesterosos y, por si fuera poco, queremos vivir de nuestras artes malsanas.
Además, ya ustedes se han dado cuenta, soy un huach sin remedio. ¿Cómo podría decirles cuál ha sido el papel que
ha jugado el neozapatismo en la
revaloración de la cultura maya? Yo no puedo hacer eso. Si acaso podría
contarles del chingo de obras de teatro, canciones, poemas, películas
documentales y de ficción, exposiciones, coreografías, instalaciones,
performances, esculturas, pinturas, fotos y choros que motivados por el neozapatismo se han montado, cantado,
respirado, filmado, presentado, bailado, articulado, operado, pintado,
esculpido, tomado y escrito en un titipuchal de lenguas e idiomas para hablar,
más que de la cultura maya, de las y los seres humanos, sus sueños, sus miedos,
sus luchas, sus fiestas… de su dignidad.
Por
otra parte, más que revaloración de la cultura maya, ésa que pueden poner en el
frasquito que dice “Tradición”, les confieso que me interesa mucho más la
revaloración de aquella o aquél a quien nombramos maya y se nombra maya, yoreme,
tenek, tlahuica, tehua, tojolabal, totonaco, triqui, tzeltal, tzotzil, wixárika,
yaqui, binizaa, zoque, kumiai, mayo, mazahua, mazateco, mixe, amuzgo, cora,
cuicateco, chinanteco, chocholteco, chol, pericuri, guaycuri, cochimi, chontal,
guarijío, coca, paipai, kiliwa, huasteco, huave, kikapu, cucapá, tepehuano,
chichimeca, mame, matlatzinca, ñuu savi, nahua, ñahñu, tohono o’odham,
pame, popoluca, p’uréhpecha, concaá, rarámuri, achumi, ahniyvwiya, lakota,
ndee, kuma, naabeehó dine’é, aqwesasne, mohawk, salish, anisnawbe, cayuga,
onondaga, ojibwa, hopi, secwepme, tuscarora, ktnuxa, creek, gitxaan, guaraní, kekchí,
mapuche, tarapacá, maipú, aymar, kichwa, mam, lenca, miskito, inka…
Ustedes
perdonen si no he podido a lo largo de este mi chorema responder a una sola de
las preguntas que hice al principio y que así, con este cinismo, sin
responderlas, me despida; no sin antes decir, copiándole a Javier Sicilia, que
exijo justicia para Juan Francisco Kuykendall, la aparición con vida de
Teodulfo Torres Soriano, la liberación de todas las presas y todos los presos
políticos, por conciencia o injustamente, como el profe Alberto Patishtán Gómez, el castigo a todos los culpables por
acción u omisión de feminicidio (empezando por el Estado mexicano) y que se
respeten los Acuerdos de San Andrés…
Aunque, bien mirado, sí puedo responder a una de ellas: “¿qué hace un huach que ni siquiera puede pronunciar
correctamente el nombre de nuestra fiesta sentado en esta mesa sin mesa?” Nada,
no hace nada; es solo un intruso que se coló porque se veía que la fiesta estaba
buena y se antojaba y que, aprovechando que le invitaron, no le queda sino
decir en la lengua de sus abuelas guachichilas: tlasokamati/muchas gracias.
* La presente ponencia se presentó en la mesa-panel «El neozapatismo y su papel en la revaloración
de la cultura maya», llevada a cabo el 15 de octubre de 2013 en el marco del
Festival Independiente de la Cultura Maya «Cha’anil Kaaj».
[1] Rulfo, Juan. «Macario», en Pedro
Páramo. El llano en llamas. Planeta-De Agostini, 1985.
[2] González, Rodrigo. El profeta del nopal. Pentagrama, 1986.
[3] Bonfil Batalla, Guillermo. «Nuestro patrimonio cultural», en Pensar nuestra cultura. Alianza
Editoral, 1992.
[4] Machín Ramírez, Juan. Calacas,
chamucos y chinelos, fiestas tradicionales y promoción juvenil.
Cedoj-Cultura Joven, A.C., 1999.
[5] Para Bonfil Batalla, ésta
concepción sobre la cultura implica la jerarquización de las manifestaciones
culturales dentro de un orden universal, o que se plantea como tal; de suerte
que la cultura propiamente dicha se considera como un conjunto breve de temas y
prácticas que pueden no formar parte del horizonte de preocupaciones de un
individuo o una colectividad. («La querella por la cultura», en Pensar nuestra cultura).
[6] Machín Ramírez, Juan. Op. Cit.
[7] Varas, Alejandro; Betancourt, Fernando; Betancourt, Ignacio; Huerta,
María Raquel. Una experiencia cultural de
la sociedad civil. Unión de Vecinos y Damnificados «19 de Septiembre»,
1995.
[8] Rocker, Rudolf. Nacionalismo y cultura. Alebrije, 1949.
[9] Varas, Alejandro. Et. Al. Op.
Cit.
[10] Bonfil Batalla, Guillermo. «Lo propio y lo ajeno: una aproximación al
problema del control cultural», en Pensar
nuestra cultura. Alianza Editoral, 1992.
[11] Ibíd.
[12] Machín Ramírez, Juan. Op. Cit.
[13] Ana María, Mayor
Insurgente. «Discurso inaugural del Primer Encuentro Intercontinental por la
Humanidad y contra el Neoliberalismo», en Chiapas,
3. Era, 1996.
[14] Machín Ramírez, Juan. Op. Cit.
[15] Marcos, Subcomandante
Insurgente. «La larga travesía del dolor a la esperanza», en EZLN. Documentos y comunicados, 2. Era,
1995.
2 de octubre de 2013
Negligencia, modus operandi criminal.
Hace muchos años, como parte de un ejercicio de actuación en "Compañeros", el maestro Benjamín Gómez Jiménez, director del grupo en que iniciara mi andar por este oficio, nos preguntó por una palabra que representara lo que más odiábamos; yo respondí: negligencia. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra tiene dos acepciones: 1. Descuido, falta de cuidado, y 2. Falta de aplicación; y, bueno, a estas alturas es casi una perogrullada decir que la tragedia real tras los meteoros Manuel e Ingrid, protagonizada por la gente que vive en dos terceras partes del territorio nacional, es el padecimiento de la práctica de este vocablo proveniente del latín.
Práctica, sí; porque el grado de desastre alcanzado por Ingrid y Manuel no es resultado de ningún accidente natural, sino de un modus operandi cuyo coctel criminal tiene por ingredientes la corrupción, la violación de norma urbana, el hacinamiento irregular, la destrucción del ecosistema, el abandono, el desprecio, la explotación, el despojo y la burla por parte de todos los niveles de gobierno y sus cómplices en la iniciativa privada y las no pocas organizaciones del tercer sector que les sirven de cobertura dizque filantrópica. En medio de este caldo de inmundicia anti natura lo natural es, desde luego, el desastre.
La negligencia es pan nuestro de todos los días. Hoy, los reflectores están sobre las deficientes autoridades de las entidades con más daños y de las que se prestan a farsas televisivas que sacan raja de la tragedia; pero, de seguir vivos, los clásicos ya la habrían representado caminando soberbia a manera de alegoría. Un caso de esos sin reflectores es, por ejemplo, el de la irresponsable pasividad de las autoridades del estado de Yucatán ante el despojo que mediante el uso ilegítimo y arbitrario de la fuerza el Lic. Wilberth Mendoza, representante legal del Sr. David Peña, llevó a cabo en contra de Oasis de San Juan de Dios, A.C., albergue que desde hace más de 20 años se dedica a la atención y defensa de los derechos humanos de personas que viven con VIH/Sida.
La invasión, en connivencia con elementos de la Secretaría de Seguridad Pública, recuerda aquella incursión al Cerro del Chiquihuite con la que TV Azteca despojara a CNI de su Canal 40 en tiempos de Vicente Fox; solo que hoy, al demandar la atención del gobernador de Yucatán, los afectados no han tenido siquiera por respuesta el insultante “¿y yo por qué?” del hijo predilecto de Guanajuato. ¡Qué mal!
18 de septiembre de 2013
El Grito de don Porfirio.
(Publicado en Milenio-Novedades de Yucatán, el 17 de septiembre de 2013).
Mientras escribo estas notas, escucho a lo lejos el sonido de los juegos pirotécnicos; probablemente son, pienso, los que enmarcan los vítores que a su vez secundan la representación del “Grito de Independencia” en la plaza principal. Como ahora estoy en la Blanca Mérida, la de los hoteles, avenidas y estatuas que en su mayoría glorifican a quienes sometieron a los pobladores originarios de estas tierras a fuego y hierro, quien lleva la voz cantante es el gobernador del estado de Yucatán, el señor Rolando Zapata; pero no puedo evitar imaginarme en otras plazas, en otras representaciones, en otros “gritos”.
Pienso, por ejemplo, en la representación primigenia de “El Grito”, la que protagonizara Porfirio Díaz siendo presidente de México en el primer centenario del “inicio de nuestra Independencia” un día antes de la fecha marcada como la histórica por la sencilla razón de que era su cumpleaños. Y, pienso, nos pienso a todas, a todos, en un “todos” donde obviamente no estamos todas ni todos, repitiendo a lo largo de un poco más de cien años la representación del cumpleaños de don Porfirio.
Pienso, también, en algunos de esos “gritos” no oficiales.
Uno, cercano en el tiempo, de maestras y maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE, abrazados por una informe sociedad civil donde uno puede encontrar de todo: estudiantes de la UNAM, el IPN, la UACM o la UAM; trabajadores del SME o de la Cooperativa Pascual; militantes con registro y adherencia, según sea el caso, a Morena o a La Sexta, y un largo etcétera de “güevones”, “nacos”, “groseros” y “revoltosos” que “solo buscan desestabilizar el país” (tan estable que está, ¿qué no?) por la defensa, no de sus derechos y conquistas laborales, sino de “mezquinos privilegios” (inconcebibles en una nación libre y soberana donde los privilegios de nadie tienen cabida, ¿verdad?).
Otro, tan lejano en el tiempo como lo pueden estar 45 años de distancia, dado por Heberto Castillo dos días después de una histórica Marcha del Silencio que congregó a más 250 mil personas en la capital de este país y unos días antes de que el ejército federal (cuyos cien años de constitucionalismo celebramos hoy con bombos y platillos olvidando el asesinato de Jaramillo, las represiones de 1968, los “vuelos de la muerte” durante la mal llamada Guerra Sucia durante los 70 y 80 y otro también largo etcétera) entrara a punta de bayoneta a Ciudad Universitaria, primero, y al Casco de Santo Tomás, después.
Cada vez son más las voces que están de acuerdo en que hace 203 años no hubo ni “Grito” ni, mucho menos “Independencia”; sin embargo, a pesar de que son muchos los otros gritos que en esta suave patria se gritan, ningún otro grito convoca el fervor y la defensa por sus representaciones como el del cumpleaños de don Porfirio. ¿Acaso a alguno de esos hombres que para cuando salga mi nota habrán desfilado por el país lo han disfrazado de policía federal para la salvaguarda de algún otro grito, como el de las niñas y los niños de la Guardería ABC, como el de las centenares de mujeres asesinadas en todo el territorio nacional, como el de las y los presos injustamente o por conciencia, como el de las decenas de miles de personas desaparecidas?; creo que no.
3 de septiembre de 2013
La fiesta brava de una contrarreforma educativa aprobada de panzazo.
(Publicada en La Sexta Chilanga, la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI), Rebelión.org, La Jornada Morelos, El Periodiblog (Rep. Dominicana/Venezuela), 3i-Tercera Información (España) y, en su versión corta, Milenio-Novedades de Yucatán).
Hacia finales del siglo pasado, en mitad de una charla con las y los otrora integrantes del grupo de teatro Ser Undocumented de la Universidad de California (UCLA), que habían visitado el estado de Morelos para tener una residencia artística con quienes entonces éramos parte del Grupo Cultural Zero dirigido por Eduardo López Martínez, salió a colación que ambos colectivos habíamos llevado a cabo sendas prácticas escénicas con un detalle en común: el uso de la corrida de toros como metáfora de la relación de explotación entre las clases dominantes y dominadas. En la performance de Ser Undocumented, el torero era la Estatua de la Libertad y el toro un migrante; en nuestro sketch de carpa callejera, el torero era un patrón y el toro un trabajador.
Quince años después, en medio del linchamiento mediático de que han sido diana las y los
maestros que se manifiestan en contra de las llamadas “reformas estructurales”,
especialmente las que significan una contrarreforma en términos educativos y
laborales, y, sobre todo, después de la represión orquestada entre los
desgobiernos federal y de la ciudad de México el pasado 1 de septiembre (el
#1Smx), no puedo evitar pensar en la misma metáfora. Sin embargo, lejos de suponer que el toro son las y los profes que una vez más salen a la calle
para, como ellas y ellos dicen (y dicen bien), dar lección de dignidad, el toro es la así
llamada sociedad civil o, en su defecto, la ciudadanía.
Quienes me conocen saben que en cuanto a la así nombrada fiesta brava, soy oriundo de
Villamelón; no obstante, creo entender que cuando el torero cita al toro para que éste lo embista se
dice que echa mano del engaño; el engaño, según entiendo, suele ser el
capote o, posteriormente, la muleta y con éste se consigue que el astado entre
a la jurisdicción del diestro las más de las veces humillado. A principios de 2012, Mexicanos Primero, cofundada y
presidida por uno de los también cofundadores de Fundación Televisa, Claudio X.
González Guajardo, citó a la sociedad
civil para que ésta entrara en su jurisdicción y como engaño empleó un largometraje documental dirigido por Juan Carlos
Rulfo y Carlos Loret de Mola: ¡De
panzazo!
La película, con guión del mismo Loret de Mola, se erigía
paladín a favor de una educación de excelencia y, por ende, lanzaba luz sobre
una verdad incuestionable: la deficiencia de nuestro modelo educativo; solo que
enfocaba sus baterías aparentemente críticas y supuestamente objetivas en
contra de las y los maestros y se cuidaba de no decir absolutamente nada del
papel de alienación y sujeción que Televisa, empresa de la que González
Guajardo fue vicepresidente corporativo,
ha jugado a favor de ésa misma deficiencia desde que “El Tigre” Azcárraga Milmo
reconoció ser “un soldado del PRI”.
Para que ¡De
panzazo! calara hondo en el ánimo ciudadano González Guajardo aprovechó el caldo de cultivo
que prevalecía por la justa indignación tras la proyección, tres años antes, de
Presunto culpable, segundo documental
del abogado Roberto Hernández con producción suya y de su esposa, la también
abogada Layda Negrete; Presunto culpable había desvelado, para quienes no suelen ver las uñas sucias de
la miseria (Benedetti dixit), la
podredumbre del aparato de justicia en México. Así, el secretario de educación de facto peñanietista, mientras el titular de jure debe estar echándose unos chincholes como cuando la firma de los Acuerdos de San Andrés, no tuvo más que llevar agua a su molino e iniciar con ¡De panzazo! un linchamiento que el #1Smx rindió sus frutos.
Estamos viendo lo que, para decirlo con Gramsci, se llama hegemonía cultural
de la clase dominante: cuando “los propios intereses corporativos (…) superan
los límites de la corporación de un grupo puramente económico y [se convierten]
en los intereses de otros grupos subordinados”, se alcanza la fase más
estrictamente política de la hegemonía; hegemonía que “no puede dejar de ser
también económica [pues] no puede no tener su fundamento en la función decisiva
que el grupo dirigente ejerce en el núcleo decisivo de la actividad económica”.
¡De panzazo! fue
para Mexicanos Primero el capote con el cual la clase dominante de este país metió
a la informe sociedad civil, vuelta toro, al engaño de los intereses corporativos de la clase dominante, los mismos
que desde los medios de “información” capitalista se aliaron con lo peor de la
clase política para ocupar la Presidencia de la República, hasta hacer que su hipócrita
discurso por una calidad educativa, bajo las directrices neoliberales de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), sirviera de
ariete en la descalificación a ultranza de las y los trabajadores de la
educación articulados en la CNTE y se volviera hegemónico.
La faena continúa y las y los cómplices de González
Guajardo en el poder Legislativo hacen lo propio cual obediente y leal
cuadrilla, aprobando las “reformas estructurales” en materia laboral y de
educación que, abrigado por las Fuerzas Armadas, su cómplice (acaso su títere)
en el Ejecutivo defendió de nuevo el pasado 1 de septiembre; claro que, como se
dice desde unas escuelitas muy otras, zapatistas para mayor muina de algunos González
y no pocos Guajardo, falta lo que falta.
30 de agosto de 2013
Carta de Emma Callender, codirectora artística de Theatre Uncut.
Dearest Sebastian,
I hope this finds you well and happy. I am so sorry that it has taken me until now to get in touch personally to say how incredibly happy and overwhelmed I am to learn of all of the important things you managed to do with Theatre Uncut last year. We work so hard, for no money, so often our time is taken with the immediate demands of the project. I want to say how impressed I am with the work you created and how humbled I am that the material we helped to create made an impact so far away from our home. I know Yucatan from spending time there with friend from DF so the images I have of your performances made me smile so deeply.
I'd love to hear whether you've been able to use the plays further since November, I really hope so.
We also have a new collection of plays being released on the 1st September. The provocation we have set the writers this time is "Do we all get more right wing in hard times?" they have all been written by writers with English as a first language this year, we realised we needed some further support to be able to sustain the international scripts, so hopefully we'll be able to build on that next year.
I'd love to make more of a connection with you also, to hear more about your work, and whether there are ways we can work more directly together.
So I look forward to hearing from you and send you my deepest respect.
All the very best,
Emma.
23 de agosto de 2013
Teorías Teatrales / III: Aquí vamos de nuevo.
En mi apunte anterior, comienzo a dar cuenta de la asignatura Taller de Investigación: Siglo de Oro, Época isabelina y Clasicismo francés de la Licenciatura en Teatro de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, misma que imparto por tercera ocasión; en este otro apunte, quiero compartir que por segunda vez daré el curso de Teorías Teatrales, asignatura no seriada que en el mapa curricular de la ESAY-Teatro viene a ser algo así como el cuarto curso de una Línea Multidisciplinar conformada por una suerte de trenza cuyos hilos arrancan en Lectura y Redacción (Textos Teatrales) y Taller de Mirada y Visión para terminar en Taller de Producción, pasando por: Análisis de Texto Dramático, Teorías Dramáticas, Taller de Realización de Producción, Teorías Teatrales, Optativa I, Promoción y Difusión de Espectáculos, Gestión y Producción Ejecutiva, Pedagogía I, Optativa II, Pedagogía II, Didáctica del Teatro y Optativa III (donde las optativas suelen abarcar cuestiones de dramaturgia, dirección escénica y espacios y teatralidades liminales como la performance).
El objetivo general de la asignatura, mencionado anteriormente en el apunte «Teorías Teatrales / I: Entre la ‹obra de arte total› de Wagner y el legado de Los Meininger», reza así: «El alumno analizará las distintas teorías sobre la puesta en escena de Europa y América que se han desarrollado desde finales del siglo XIX hasta la época actual a fin de identificar sus correlaciones y discrepancias.» Y consta inicialmente de cuatro unidades: 1. El siglo XIX y los albores del siglo XX, del Gesamtkunstwerk al Wor-Ton-Drama, 2. El surgimiento del Director de Escena: De Los Meininger a los Teatros de Arte, 3. Ruptura y Vanguardia y 4. Teatro Épico, Vanguardia y Performance. Sin embargo, como menciono en «Teorías Teatrales / I», hago una especie de fusión entre las unidades 1 y 2, y, al tiempo en que abordaremos «las ideas que dieron origen a las formas teatrales del siglo XX a fin de sentar las bases para una genealogía de la puesta en escena contemporánea», analizaremos «el cambio que supuso la aparición del director de escena para determinar su verdadera influencia en el desarrollo del teatro», para enfatizar que la génesis de las teorías teatrales que estamos revisitando no sólo se debe a la tarea intelectual de un personaje iluminado, que es como generalmente vemos a nuestros maestros del teatro del siglo XX, sino a su experimentación práctica en un espacio y un tiempo que les permitió a los grandes directores-pedagogos del siglo pasado contar con la complicidad de otras individualidades que en el quehacer colectivo participaron del hecho escénico bajo su guía y/o su influencia.
Esta fusión nos permitirá centrarnos sobre el aspecto de identificar las correlaciones y discrepancias entre las teorías de las corrientes teatrales del período que nos ocupa, como se quiere en el objetivo general de la asignatura; sobre todo, a partir de sacar el estudio del Teatro Arte de Moscú (Moskovskij Chudozestvennyj Teatr –transliteración de: Московский Художественный Театр–) de la Unidad 2 para iniciar con él la Unidad 3, empatando la revisión del «Sistema Stanislavski» con el pase de revista de la herencia que representa la experiencia de Vsevolod Emilievic Meyerhold; punto crucial tanto de ruptura cuanto de vanguardia en las poéticas que marcaron el siglo XX, desde la «Patafísica» de Jarry y el «Teatro de la Crueldad» de Artaud hasta la liminalidad de la Performance, pasando por el «Teatro Didáctico» de Brecht, el «Teatro de Gesto» y el «Cuerpo Poético» de Lecoq, el «Teatro Pobre» de Grotowski, la inagotable experimentación escénica de Kantor, la diversidad poiética de Brook, «El Método» del Actor's Studio, la radicalidad ideológica del teatro de creación colectiva en América, el avant-garde en el Théâtre du Soleil y el «Tercer Teatro» de Barba.
Sobre los criterios de evaluación, partiré de lo marcado en el plan de estudios; pero me interesa, por decirlo de algún modo, imbricar algunos elementos como en el Taller de Investigación. Así, pues, para las dos evaluaciones parciales los porcentajes de los criterios de las mismas quedan como sigue: 1) Puntualidad y asistencia: 10%, 2) Participación: 10%, Ejercicios y trabajos escritos: 40% y Exposiciones: 40%. Es importante señalar que esta vez los ejercicios y trabajos escritos deberán estar registrados en una especie de bitácora personal de la materia, partiendo de la noción de que estamos revisando una serie de poéticas que de algún modo son, para decirlo con el maestro José Ramón Enríquez, la tradición teatral que tenemos por equipaje; dicho con otras palabras: el legado de experiencias de que se nutre la posible poética que en un futuro quizás podamos llamar nuestra. Se trata, pues, de hacer un recorrido que no solo sea teorético, sino también poiético; acorde con la lógica multidisciplinar de la trenza curricular en que se ubica dentro del plan de estudios de la Licenciatura, trenza que engarza las teorías teatrales del drama y de la escena con las prácticas pedagógicas y productivas del hecho escénico.
Como ya se sabe, cada evaluación parcial conforma un 20 por ciento de la calificación final; es decir, el 40 por ciento de la evaluación total, y el 60 por ciento restante de la evaluación total deviene de la evaluación ordinaria que, en el caso de esta asignatura, se integra como sigue: 1) 20%, de la participación expresada en la puntualidad y la asistencia en la recta final del curso; 2) 40%, del promedio resultante de las dos evaluaciones parciales, y 3) 40%, de la sistematización final de los apuntes vertidos en la bitácora personal... bitácora electrónica. Cabe puntualizar que desde esta bitácora estaré enlazando algunos de los apuntes de las y los estudiantes, siempre y cuando ellas y ellos me lo autoricen; por lo pronto, la mayoría de ell@s han decidido restringir la lectura de sus bitácoras al universo del mismo curso y solo dos o tres permitirán que haya lectorxs extern@s de sus apuntes.
El objetivo general de la asignatura, mencionado anteriormente en el apunte «Teorías Teatrales / I: Entre la ‹obra de arte total› de Wagner y el legado de Los Meininger», reza así: «El alumno analizará las distintas teorías sobre la puesta en escena de Europa y América que se han desarrollado desde finales del siglo XIX hasta la época actual a fin de identificar sus correlaciones y discrepancias.» Y consta inicialmente de cuatro unidades: 1. El siglo XIX y los albores del siglo XX, del Gesamtkunstwerk al Wor-Ton-Drama, 2. El surgimiento del Director de Escena: De Los Meininger a los Teatros de Arte, 3. Ruptura y Vanguardia y 4. Teatro Épico, Vanguardia y Performance. Sin embargo, como menciono en «Teorías Teatrales / I», hago una especie de fusión entre las unidades 1 y 2, y, al tiempo en que abordaremos «las ideas que dieron origen a las formas teatrales del siglo XX a fin de sentar las bases para una genealogía de la puesta en escena contemporánea», analizaremos «el cambio que supuso la aparición del director de escena para determinar su verdadera influencia en el desarrollo del teatro», para enfatizar que la génesis de las teorías teatrales que estamos revisitando no sólo se debe a la tarea intelectual de un personaje iluminado, que es como generalmente vemos a nuestros maestros del teatro del siglo XX, sino a su experimentación práctica en un espacio y un tiempo que les permitió a los grandes directores-pedagogos del siglo pasado contar con la complicidad de otras individualidades que en el quehacer colectivo participaron del hecho escénico bajo su guía y/o su influencia.
Esta fusión nos permitirá centrarnos sobre el aspecto de identificar las correlaciones y discrepancias entre las teorías de las corrientes teatrales del período que nos ocupa, como se quiere en el objetivo general de la asignatura; sobre todo, a partir de sacar el estudio del Teatro Arte de Moscú (Moskovskij Chudozestvennyj Teatr –transliteración de: Московский Художественный Театр–) de la Unidad 2 para iniciar con él la Unidad 3, empatando la revisión del «Sistema Stanislavski» con el pase de revista de la herencia que representa la experiencia de Vsevolod Emilievic Meyerhold; punto crucial tanto de ruptura cuanto de vanguardia en las poéticas que marcaron el siglo XX, desde la «Patafísica» de Jarry y el «Teatro de la Crueldad» de Artaud hasta la liminalidad de la Performance, pasando por el «Teatro Didáctico» de Brecht, el «Teatro de Gesto» y el «Cuerpo Poético» de Lecoq, el «Teatro Pobre» de Grotowski, la inagotable experimentación escénica de Kantor, la diversidad poiética de Brook, «El Método» del Actor's Studio, la radicalidad ideológica del teatro de creación colectiva en América, el avant-garde en el Théâtre du Soleil y el «Tercer Teatro» de Barba.
Sobre los criterios de evaluación, partiré de lo marcado en el plan de estudios; pero me interesa, por decirlo de algún modo, imbricar algunos elementos como en el Taller de Investigación. Así, pues, para las dos evaluaciones parciales los porcentajes de los criterios de las mismas quedan como sigue: 1) Puntualidad y asistencia: 10%, 2) Participación: 10%, Ejercicios y trabajos escritos: 40% y Exposiciones: 40%. Es importante señalar que esta vez los ejercicios y trabajos escritos deberán estar registrados en una especie de bitácora personal de la materia, partiendo de la noción de que estamos revisando una serie de poéticas que de algún modo son, para decirlo con el maestro José Ramón Enríquez, la tradición teatral que tenemos por equipaje; dicho con otras palabras: el legado de experiencias de que se nutre la posible poética que en un futuro quizás podamos llamar nuestra. Se trata, pues, de hacer un recorrido que no solo sea teorético, sino también poiético; acorde con la lógica multidisciplinar de la trenza curricular en que se ubica dentro del plan de estudios de la Licenciatura, trenza que engarza las teorías teatrales del drama y de la escena con las prácticas pedagógicas y productivas del hecho escénico.
Como ya se sabe, cada evaluación parcial conforma un 20 por ciento de la calificación final; es decir, el 40 por ciento de la evaluación total, y el 60 por ciento restante de la evaluación total deviene de la evaluación ordinaria que, en el caso de esta asignatura, se integra como sigue: 1) 20%, de la participación expresada en la puntualidad y la asistencia en la recta final del curso; 2) 40%, del promedio resultante de las dos evaluaciones parciales, y 3) 40%, de la sistematización final de los apuntes vertidos en la bitácora personal... bitácora electrónica. Cabe puntualizar que desde esta bitácora estaré enlazando algunos de los apuntes de las y los estudiantes, siempre y cuando ellas y ellos me lo autoricen; por lo pronto, la mayoría de ell@s han decidido restringir la lectura de sus bitácoras al universo del mismo curso y solo dos o tres permitirán que haya lectorxs extern@s de sus apuntes.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)