Hoy, cuando los relojes de este país donde la sangre
corre parejas con la impunidad y el dolor que la acompañan marquen las 12 del
mediodía, desde distintos puntos del país tus compañeras y compañeros de lucha
de la Sexta, pero no sólo, estaremos,
cada quien su modo, exigiendo que los culpables intelectuales y materiales de
que hoy estés postrado en esa cama de hospital en que ahora te encuentras, sean
castigados.
Han pasado 78 días desde que la lata de gas lacrimógeno
que fue lanzada en tu contra golpeara tu cabeza como lo hiciera otra hace siete
años contra la de Alexis Benhumea en San Salvador Atenco, así que ya te has de
imaginar cómo está-están-estamos Eva, tu hija y tu hijo, tus compas de la
entonces Otra Campaña y algunos de
tus colegas del oficio: adivinando de qué tamaño será tu dolor para tomarlo por
pedacitos y repartírnoslo entre todas, entre todos.
Seguro que quienes han estado cerca de ti, ora en tus
guardias, ora en tus cuidados y aseos, ora cantándote, ora velando tu sueño, ya
te han ido platicando poco a poco cómo han ido caminando las cosas durante los
días y sus noches que has estado peleando por tu propia vida. Te habrán dicho,
por ejemplo, que la Otra Campaña y la
Zezta Internacional ya no así se
llaman ni van cada una por su lado; sino que, cual siamesas, ya se llaman sólo La Sexta y que el Teniente Coronel Moisés ahora es Subcomandante, como Marcos.
Te dirán, si es que no te las han leído ya, que Marcos mismo, y ahora también Moisés, han escrito algunas cartas
tituladas Ellos y Nosotros, y que,
cuando te pongas de pie, seguro van a ser muchas tus ganas de echar mano de
nuevo a la compu para armar una nueva obra con esos textos que a veces son
fuego, a veces tierra, a veces aire, a veces agua y, a veces, también, mucha
mamada de esa que, cuando se hace el chistocito, escribe el Sup pa’ darle un toque de «integrada»
irreverencia a sus choremas y restarle ese aire «apocalíptico» (Eco dixit) que much@s, en su indigenismo de
reminiscencias priistas, quisieran.
Debo confesarte que yo no he podido ir a hacer ninguna de
las guardias en la Cruz Roja de Polanco o en Magdalena de las Salinas o en el
Hospital Siglo XXI; desde hace algún tiempo vivo una suerte de autoexilio en
tierras meridanas y me resulta bastante complicado hacer el viaje a Ciudad Monstruo para acompañarte. Sin
embargo, la distancia no nos ha tenido de brazos cruzados y, desde enero, hemos
echado a andar unas modestas jornadas teatrales en tu honor tomándonos de la
mano de mujeres de teatro de otras latitudes por cuya palabra hablan nuestras
esperanzas y nuestros dolores.
En enero, por ejemplo, presentamos un monólogo escrito
por la española Blanca Doménech titulado Punto
muerto; trata de un empleado cuya condición laboral cada vez lo deteriora
más y más, hasta el punto en que se descubre a sí mismo en el límite entre
seguir soportando tanto desprecio o mandar todo al carajo. Es un texto simple
y, por eso mismo, con un amplio margen para hacer que las y los espectadores
dejen de ser sólo mudos testigos y se conviertan en participantes de una
experiencia escénica que, a much@s, literalmente l@s toca, en medio de un
pasillo de a lo mucho dos metros de ancho y cinco o seis de largo con dos
puertas contiguas en escuadra que son la entrada a sendos baños.
En febrero, estamos presentando Ayer, un texto para dos personajes escrito por la catalana Helena
Tornero, donde el conflicto tiene como raíz la represión por parte de las mal
llamadas fuerzas del orden a una manifestación pacífica; sí, exactamente igual
que lo que pasó el 1 de diciembre de 2012, cuando la presencia de provocadores
pagados por la policía sirvió de pretexto para radicalizar las posiciones de
algun@s manifestantes y, sobre todo, para justificar lo injustificable: el uso
y abuso de la fuerza pública para callar las voces y los pensamientos de
quienes piensan, sienten, hablan y hacen diferente.
Entre las dos mini temporadas, pues sólo duran alrededor
de diez u once representaciones y caben un promedio de doce espectadorxs por
función, hemos podido reunir un poco de dinero que vamos a mandártelo por medio
de alguien de nuestra entera confianza que ha estado cerca de ti y de Eva estos
días para ayudar con algunos de los gastos de tu recuperación y/o defensa
legal. No es mucho, pero te lo mandamos íntegro. Así lo hemos prometido a
quienes se han cooperado tras cada función; así lo hemos acordado los proyectos
teatrales que hemos emprendido estas jornadas: Colectivo Escénico El Sótano y
Teatro Hacia el Margen, y así nos lo han solicitado también las propias autoras
de los textos que hemos montado y que por esta vía te mandan saludos combativos
y solidarios para que te repongas pronto.
Me despido, mientras escribo estas líneas es justo la
hora de irme a Tapanco, el centro cultural donde estamos llevando a cabo las
funciones; además, quizás esté a tiempo también de que este mi modesto y
apurado choro entre a la redacción de La
Jornada Morelos y salga publicado para poder saludarte desde dicha tribuna.
Luego te sigo escribiendo, están en el tintero algunos planes, como una
propuesta para abordar Esperando al Zurdo,
de Odetts, en memoria de tu montaje y la convocatoria de que el 10 de marzo,
día 99 de tu lucha, hagamos una nueva jornada nacional más numerosa y amplia
que ésta de ahora para exigir la justicia, la libertad y la democracia dignas
que tú mismo exigías aquél 1Dmx.