30 de agosto de 2013

Carta de Emma Callender, codirectora artística de Theatre Uncut.

Dearest Sebastian,

I hope this finds you well and happy. I am so sorry that it has taken me until now to get in touch personally to say how incredibly happy and overwhelmed I am to learn of all of the important things you managed to do with Theatre Uncut last year. We work so hard, for no money, so often our time is taken with the immediate demands of the project. I want to say how impressed I am with the work you created and how humbled I am that the material we helped to create made an impact so far away from our home. I know Yucatan from spending time there with friend from DF so the images I have of your performances made me smile so deeply.

I'd love to hear whether you've been able to use the plays further since November, I really hope so.

We also have a new collection of plays being released on the 1st September. The provocation we have set the writers this time is "Do we all get more right wing in hard times?" they have all been written by writers with English as a first language this year, we realised we needed some further support to be able to sustain the international scripts, so hopefully we'll be able to build on that next year.

I'd love to make more of a connection with you also, to hear more about your work, and whether there are ways we can work more directly together.

So I look forward to hearing from you and send you my deepest respect.

All the very best,

Emma.

23 de agosto de 2013

Teorías Teatrales / III: Aquí vamos de nuevo.

En mi apunte anterior, comienzo a dar cuenta de la asignatura Taller de Investigación: Siglo de Oro, Época isabelina y Clasicismo francés de la Licenciatura en Teatro de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, misma que imparto por tercera ocasión; en este otro apunte, quiero compartir que por segunda vez daré el curso de Teorías Teatrales, asignatura no seriada que en el mapa curricular de la ESAY-Teatro viene a ser algo así como el cuarto curso de una Línea Multidisciplinar conformada por una suerte de trenza cuyos hilos arrancan en Lectura y Redacción (Textos Teatrales) y Taller de Mirada y Visión para terminar en Taller de Producción, pasando por: Análisis de Texto Dramático, Teorías Dramáticas, Taller de Realización de Producción, Teorías Teatrales, Optativa I, Promoción y Difusión de Espectáculos, Gestión y Producción Ejecutiva, Pedagogía I, Optativa II, Pedagogía II, Didáctica del Teatro y Optativa III (donde las optativas suelen abarcar cuestiones de dramaturgia, dirección escénica y espacios y teatralidades liminales como la performance).

El objetivo general de la asignatura, mencionado anteriormente en el apunte «Teorías Teatrales / I: Entre la obra de arte total de Wagner y el legado de Los Meininger»reza así: «El alumno analizará las distintas teorías sobre la puesta en escena de Europa y América que se han desarrollado desde finales del siglo XIX hasta la época actual a fin de identificar sus correlaciones y discrepancias.» Y consta inicialmente de cuatro unidades: 1. El siglo XIX y los albores del siglo XX, del Gesamtkunstwerk al Wor-Ton-Drama2. El surgimiento del Director de Escena: De Los Meininger a los Teatros de Arte, 3. Ruptura y Vanguardia y 4. Teatro Épico, Vanguardia y Performance. Sin embargo, como menciono en «Teorías Teatrales / I», hago una especie de fusión entre las unidades 1 y 2, y, al tiempo en que abordaremos «las ideas que dieron origen a las formas teatrales del siglo XX a fin de sentar las bases para una genealogía de la puesta en escena contemporánea», analizaremos «el cambio que supuso la aparición del director de escena para determinar su verdadera influencia en el desarrollo del teatro», para enfatizar que la génesis de las teorías teatrales que estamos revisitando no sólo se debe a la tarea intelectual de un personaje iluminado, que es como generalmente vemos a nuestros maestros del teatro del siglo XX, sino a su experimentación práctica en un espacio y un tiempo que les permitió a los grandes directores-pedagogos del siglo pasado contar con la complicidad de otras individualidades que en el quehacer colectivo participaron del hecho escénico bajo su guía y/o su influencia.

Esta fusión nos permitirá centrarnos sobre el aspecto de identificar las correlaciones y discrepancias entre las teorías de las corrientes teatrales del período que nos ocupa, como se quiere en el objetivo general de la asignatura; sobre todo, a partir de sacar el estudio del Teatro Arte de Moscú (Moskovskij Chudozestvennyj Teatr –transliteración de: Московский Художественный Театр–) de la Unidad 2 para iniciar con él la Unidad 3, empatando la revisión del «Sistema Stanislavski» con el pase de revista de la herencia que representa la experiencia de Vsevolod Emilievic Meyerhold; punto crucial tanto de ruptura cuanto de vanguardia en las poéticas que marcaron el siglo XX, desde la «Patafísica» de Jarry y el «Teatro de la Crueldad» de Artaud hasta la liminalidad de la Performance, pasando por el «Teatro Didáctico» de Brecht, el «Teatro de Gesto» y el «Cuerpo Poético» de Lecoq, el «Teatro Pobre» de Grotowski, la inagotable experimentación escénica de Kantor, la diversidad poiética de Brook, «El Método» del Actor's Studio, la radicalidad ideológica del teatro de creación colectiva en América, el avant-garde en el Théâtre du Soleil y el «Tercer Teatro» de Barba.

Sobre los criterios de evaluación, partiré de lo marcado en el plan de estudios; pero me interesa, por decirlo de algún modo, imbricar algunos elementos como en el Taller de Investigación. Así, pues, para las dos evaluaciones parciales los porcentajes de los criterios de las mismas quedan como sigue: 1) Puntualidad y asistencia: 10%, 2) Participación: 10%, Ejercicios y trabajos escritos: 40% y Exposiciones: 40%. Es importante señalar que esta vez los ejercicios y trabajos escritos deberán estar registrados en una especie de bitácora personal de la materia, partiendo de la noción de que estamos revisando una serie de poéticas que de algún modo son, para decirlo con el maestro José Ramón Enríquez, la tradición teatral que tenemos por equipaje; dicho con otras palabras: el legado de experiencias de que se nutre la posible poética que en un futuro quizás podamos llamar nuestra. Se trata, pues, de hacer un recorrido que no solo sea teorético, sino también poiético; acorde con la lógica multidisciplinar de la trenza curricular en que se ubica dentro del plan de estudios de la Licenciatura, trenza que engarza las teorías teatrales del drama y de la escena con las prácticas pedagógicas y productivas del hecho escénico.

Como ya se sabe, cada evaluación parcial conforma un 20 por ciento de la calificación final; es decir, el 40 por ciento de la evaluación total, y el 60 por ciento restante de la evaluación total deviene de la evaluación ordinaria que, en el caso de esta asignatura, se integra como sigue: 1) 20%, de la participación expresada en la puntualidad y la asistencia en la recta final del curso; 2) 40%, del promedio resultante de las dos evaluaciones parciales, y 3) 40%, de la sistematización final de los apuntes vertidos en la bitácora personal... bitácora electrónica. Cabe puntualizar que desde esta bitácora estaré enlazando algunos de los apuntes de las y los estudiantes, siempre y cuando ellas y ellos me lo autoricen; por lo pronto, la mayoría de ell@s han decidido restringir la lectura de sus bitácoras al universo del mismo curso y solo dos o tres permitirán que haya lectorxs extern@s de sus apuntes.

Taller de Investigación / I: Arrancando que es gerundio.

Este semestre, me toca de nuevo impartir la asignatura Taller de Investigación: Siglo de Oro, Época isabelina y Clasicismo francés de la Licenciatura en Teatro de la Escuela Superior de Artes de Yucatán; asignatura que imparto por tercera ocasión, después de haber dado los cursos de Actuación: Teatro Clásico y Práctica Escénica: Siglo de Oro Español (Barroco).

Aunque en el mapa curricular se trata de una asignatura no seriada, puede decirse que es el quinto curso de la Línea de Investigación de la carrera, después de Iniciación a las Técnicas de Investigación I y II, Taller de Investigación: Teatro Contemporáneo y Taller de Investigación: Teatros Romántico y Moderno, y antes de Taller de Investigación: Teatros Griego, Latino, Medieval y Renacentista y Seminario de Investigación y Tesis I y II.

El objetivo general de la asignatura reza así: «El alumno analizará el teatro producido en los siglos XVI y XVII para problematizar el objeto de estudio y ofrecer soluciones a las cuestiones planteadas analizándolos en relación con el contexto social y artístico de la época, mediante el uso de una metodología científica.» Y consta de tres unidades: 1. Siglo de Oro español, 2. Teatro renacentista inglés y 3. Clasicismo francés.

Los objetos de estudio problematizados por cada unidad, son: 1.1. El teatro español prelopista: 1.1.1. Géneros y temas, 1.1.2. Espacios de representación teatral y 1.1.3. Dramas y dramaturgos; 1.2. De Lope a Calderón: 1.2.1. Problemas textuales y de representación escénica; 1.3. El teatro novohispano: 1.3.1. El teatro religioso en la Nueva España, y 1.3.2. Estudio crítico de sor Juana Inés de la Cruz.

2.1. Contexto cultural y teatral: 2.1.1. Períodos históricos, 2.1.2. Espacios y actores, 2.1.3. Formas dramáticas, 2.1.4. El arte del dramaturgo y 2.1.5. La presencia de España en el drama inglés del renacimiento, y 2.2. El teatro de Shakespeare: 2.2.1. La edición del texto de Shakespeare, 2.2.2. El lenguaje, 2.2.3. El problema de los géneros, 2.2.4. Género y sexualidad en Shakespeare y 2.2.5. Shakespeare y el legado clásico.

3.1. Aristóteles en Francia: 3.1.1. Interpretaciones de la Poética en Francia, 3.1.2. La querella de los antiguos y los modernos y 3.1.3. La Poética de Boileau, y 3.2. Tragedia, comedia y espectáculo en Francia: 3.2.1. Corneille, Racine, Molière: Crítica e interpretación y 3.2.2. La tragedia lírica y la comedia-ballet: Quinault-Lully-Molière.

A partir de la evaluación de las dos experiencias anteriores con esta asignatura y con la del Taller de Investigación: Teatros Griego, Latino, Medieval y Renacentista, que también he dado, vamos a enfocarnos un poco menos en el carácter historicista del curso y más en los elementos propios del proceso de investigación. De este modo, si bien continuaremos con la dinámica general de exposiciones de la vida y la obra de las y los poetas dramáticos de la época que nos convoca, empleada en cursos anteriores, buscaremos, por una parte, conducir el taller de investigación hacia los objetos de estudio problematizados a priori en el plan curricular y, por otra parte, retomar la metodología que las y los estudiantes recibieron en los cursos de Iniciación a las Técnicas de Investigación I y II.

En el sentido de lo antes dicho, estas dos primeras semanas hemos conformado los equipos de investigación por vida y obra de las y los poetas dramáticos de los tres períodos de estudio, articulado un calendario de exposiciones, revisado una lista tentativa de referencias bibliográficas por cada exposición (que nos llevó a un ejercicio con el sistema de citas de la Asociación Estadounidense de Psicología APA, por sus siglas en ingles) y comenzado a abordar los objetos de estudio problematizados (en particular, géneros y temas del teatro español prelopista y una primera parte de los espacios de representación teatral).

Sobre los criterios de evaluación, cabe decir que partiremos de lo marcado en el plan de estudios; pero que me interesa, por decirlo de algún modo, imbricar algunos elementos. Así, pues, para las dos evaluaciones parciales los porcentajes de los criterios de las mismas quedan como sigue: 1) Puntualidad y asistencia: 10%, 2) Participación: 10%, Ejercicios y trabajos escritos: 40% y Proyecto de Investigación: 40%. Es importante señalar que cada evaluación parcial conforma un 20 por ciento de la calificación final; es decir, el 40 por ciento de la evaluación total.

El 60 por ciento restante de la evaluación total deviene de la evaluación ordinaria que, en el caso de esta asignatura, se integra como sigue: 1) 25%, de la participación expresada en la puntualidad y la asistencia en la recta final del taller; 2) 25%, del promedio resultante de las dos evaluaciones parciales; 3) 25%, de la entrega final de las ponencias donde se da cuenta de los proyectos de investigación, y 4) 25%, de la participación en el coloquio anual de la ESAY-Teatro y el Centro de Investigaciones Escénicas de Yucatán (CINEY), a celebrarse los días 2 y 3 de diciembre de 2013, exponiendo los propios proyectos de investigación.

17 de agosto de 2013

Soy egresado del CUT-UNAM, la escuela esa donde hasta las paredes rezuman mamonería.*

Si no me equivoco (algo que suele suceder muchas más veces de lo que lo desearía), Nicolás Núñez en su libro El teatro antropocósmico dice, palabras más, palabras menos, que a las escuelas de teatro hay que ir como quien va a los bancos: llegar, tomar lo que a uno le sirva y salir huyendo. Y, más o menos, así hice yo al encontrarme con el Centro Universitario de Teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México; un Centro que, como dijera el maestro José Ramón Enríquez, es de Teatro porque antes es Universitario. Decir esto no es poca cosa. Significa que su existencia sólo pudo ser haber sido posible bajo el abrigo de un proyecto como lo es, con sus pros y sus contras, la máxima casa de estudios de este país: una Universidad a cuya vocación humanista no le resultaba en absoluto que extraño que el maestro Héctor Azar (conocido entre su detractores como "El Zar del Teatro" porque controlaba los destinos de la producción teatral que se hacía con dineros públicos tanto en la UNAM cuanto en el INBA) impulsara una serie de cursos y talleres abiertos al público que pasara por los teatros de Ciudad Universitaria.

Puede decirse, no obstante, que de alguna manera, como escribiera el maestro Luis de Tavira en 1982 siendo director del CUT, la escuela de la que yo vengo es heredera de las dos vertientes que fundaron el movimiento teatral de la Universidad: Poesía en Voz Alta y Teatro en Coapa. Empero, tendrían que pasar unos 11 años desde la fecha de su fundación el 18 de junio de 1962 para que en 1973 (dos años antes de que yo naciera) el maestro Héctor Mendoza, desde la otrora jefatura del Departamento de Teatro de la Dirección General de Difusión Cultural de la UNAM, emprendiera la reestructuración del CUT para convertirlo en un espacio de formación eminentemente práctica para actores y actrices y directoras y directores, cuya función extensiva de la docencia y la investigación (el CUT no es una escuela, propiamente dicho, de la UNAM; sino un centro de extensión universitaria que, al menos cuando yo estudiaba en él sin ser reconocido como estudiante universitario, sino apenas como un usuario más de los servicios que ofrecía la UNAM, no aparecía ni en el Reglamento General de la misma Universidad); cuya función extensiva, decía, somete a las actrices y los actores a un entrenamiento y una producción experimentales.

La categoría de experimento, sigue el maestro De Tavira, se incorporó al teatro a finales del Siglo 19, cuando las y los artistas teatrales sintieron la necesidad de recuperar la función social de su oficio. Para una sociedad que progresaba científicamente de modo ininterrumpido, el teatro debió tomar el método científico, experimental, para producir un arte experimental, científico, lo que implicó un método estricto cuyo punto de partida era una hipótesis teatral sometida a experimento científico mediante una práctica tentativa una y otra vez, siempre referido a la reflexión permanente de una tesis comprobada que exige la puesta en juego de los elementos del lenguaje teatral antiguos y nuevos.

Con el fin de la década de los 70´s, llegaba a su fin también la época decididamente mendocina y el CUT fue cambiando cada tanto de identidad, pues, ésta obedecía al sello personalísimo, valga el superlativo, de quien fuera su director en turno. Sin mencionarlos a todos, creo que puede asegurarse que los directores más determinantes en la identidad del CUT han sido: el maestro Mendoza, por supuesto; el maestro Luis de Tavira, el maestro Ludwig Margules, el maestro Raúl Zermeño y el maestro José Ramón Enríquez. Cinco respiraciones que se han entretejido produciendo una urdimbre genealógica harto compleja y fascinantemente rica; independientemente, claro, de que a quienes el CUT nos ha pasado (porque algunos, pasan por el CUT; pero, a otros, el CUT nos pasa), aun diciéndonos herederos de todas estas poéticas, cardando fino nos reconozcamos más en deuda con una tradición que con otras.

A mí, por ejemplo, me mordió la ironía socrática que desvela que de aquello que yo creía saber no tengo ni la mitad de la menor idea y la mayéutica a lo Juan de Mairena que me hace descubrir en lo que creo ignorar lo que verdaderamente sé. Sócrates y Mairena, el que dijo aquello de: "Sólo sé que no sé nada; y esto me distingue de los demás filósofos, que creen saberlo todo" y el que dijo aquello otro de: "Ayudadme a comprender lo que os digo, y os lo explicaré más despacio", me mordieron como el duende del que habla García Lorca envueltos en la palabra de un mi maestro cuyas clase él mismo nombra "Clases de Nada": el maestro José Ramón Enríquez.

Porque sí, es verdad: soy egresado del Centro Universitario de Teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México, la escuela esa con torrecita de Rapunzel integrada, donde hasta las paredes rezuman mamonería (José Ramón Enríquez dixit); pero mi escuela no fue la del maestro que decía: "después de mí no entra nadie al salón de clases" y, dicho lo cual, dejaba afuera del aula a quienes habiendo llegado antes que él le esperaban en el umbral de una puerta que por cortesía le cedían atravesar primero... o, bueno, sí, un poco; mi escuela no fue la del maestro que para darte instrucciones te decía al mismo tiempo cosas como "putito" o "marrano"... o, bueno, sí, un poco; mi escuela no fue la del maestro que en los ejercicios te hacía vomitar sobre tus pies sangrando porque las ampollas se te habían reventado, otra vez... o, bueno, sí, un poco.

Mi escuela fue la del encuentro gozoso, festivo, con la palabra; la de la respiración jugando, cantando, en guardia, desde el dantian, con mortal al frente tragando fuego, corriendo alrededor del Espacio Escultórico, tendido sobre el asfalto caliente del estacionamiento creyéndome Segismundo, leyendo a los clásicos, escuchando música de todos los tiempos, trepando y bajando de bombero por la escalera extendible en el foro, viendo Adiós a mi concubina o El séptimo sello, registrándolo todo en mis bitácoras o recostado en la cama mirando el techo rascándome lo que más me apeteciera según el momento.

Ahora bien, el CUT no ha sido mi única escuela de teatro. También tuve de escuela teatral los campos semidesérticos de una Comarca Lagunera, hoy lacerada por el narcotráfico; los patios de las cárceles de un Morelos al que la clase política, se vista del color con que se vista, no deja de expoliar; las alcantarillas de las calles de la colonia Guerrero de una ciudad de México dignamente ganada y vergonzosamente devuelta al priismo rampante de ayer, hoy y siempre; la cancha de basquetbol del caracol zapatista de Oventik, en un Chiapas sitiado por las hordas de paramilitares que obedecen la voz de sus caciques, o, inclusive, los salones con azulejos de 1955 sobre los que no puedes correr ni brincar de una otrora escuela primaria en Mérida, la de Yucatán, la del homenaje público en hoteles, avenidas y estatuas de chocolate a los asesinos y esclavistas de indígenas.

Pero, bueno, ya he abusado demasiado de su tiempo y a mí sólo se me ha invitado para hablarles de lo que me significa ser egresado del Centro Universitario de Teatro de la UNAM; algo que quizás haga en otro momento.

Muchas gracias.

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* Palabras de bienvenida para el ciclo escolar 2013-2014, en la ESAY-Teatro.

9 de agosto de 2013

Abajo, la «escuelita zapatista»; arriba…


Hace 19 años, cuando yo tenía 19 años, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional había hecho pública su Segunda Declaración de la Selva Lacandona convocando a la celebración de lo que llamó la Convención Nacional Democrática. La CND, reconociéndose heredera de la Convención Revolucionaria de Aguascalientes de 1914 que consiguió reunir a las fuerzas más progresistas y radicales de la así llamada revolución mexicana, llamaba a la multimentada «sociedad civil» a sumarse al neozapatismo (Carlos Aguirre Rojas dixit) en la lucha por un gobierno de transición y un nuevo constituyente que garantizaran un tránsito pacífico a la democracia.

Yo provenía de un comité civil integrado por diez jóvenes que, cada quien su modo, nos habíamos acercado desde diversos espacios de Torreón, Gómez Palacio y Ciudad Lerdo, corazón de la Comarca Lagunera, a eso que a veces llamamos las artes y la cultura. Por un solo voto de diferencia, la decisión de quién representaría al Comité Civil «Don Durito de la Lacandona» recayó en mí dando paso a un encuentro personal con lo que sería una de las experiencias más determinantes de mi vida, parte sustancial de un episodio generoso en enseñanzas que en su mayoría aún ahora no termino por asimilar.

Traigo a colación este momento de lo que a simple vista no parece ser sino el anodino capítulo de una microhistoria personal como cualquier otra para con el zapatismo del siglo XXI porque, creo, la invitación a la «Escuelita Zapatista», la iniciativa más reciente del EZLN para articularse con quienes aún caminamos o recién nos sumamos, según sea el caso, a su andar de casi 20 años de decidida presencia en el escenario político nacional, tendrá como parte medular un ejercicio a medio caballo entre la ironía socrática y la mayéutica: entre el creer que se sabe lo que en verdad se ignora y el descubrir que yace en nosotr@s mism@s el saber de lo que creemos ignorar.

Me explico.

La «Escuelita Zapatista», como adelanta el subcomandante insurgente Moisés en la carta «Él Somos», parte 6 de la serie «Ellos y nosotros. VI. Las Miradas», es «la escuela humilde de mis compañer@s que quieren compartir lo poco que hemos aprendido, para ver si les va a servir allá en sus lugares de trabajo donde viven […] donde explicamos de cómo es la libertad para l@s zapatistas, y así ver nuestro avance y nuestras fallas que no las escondemos, pero directo con los mejores maestros que hay, que sea los pueblos zapatistas», para quienes «ya es libertad […] hacer lo que quieren y como la piensan de una vida mejor.»

Así, pues, el primer curso de la «Escuelita Zapatista» se llama «La Libertad según l@s Zapatistas» y, como apunta el subcomandante insurgente Marcos en la primera entrega de la serie «Ellos y nosotros. VII. L@s más pequeñ@s», será impartida directamente «por compañeros y compañeras bases de apoyo del ezetaelene que han desempeñado los distintos cargos de gobierno, vigilancia y cargos de diversa responsabilidad en la construcción de la autonomía zapatista.»

A simple vista, puede creerse que con la «Escuelita Zapatista» el EZLN responde a buena parte de las interrogantes que la muy sobada «sociedad civil», mientras mira los calendarios y las geografías (Marcos dixit) del arriba que le condiciona, se hace un tanto cuanto sorda y no menos hipócrita sobre los supuestos “silencios” del zapatismo ante otras luchas de carácter nacional e internacional; algo así como un: «disculpen que no estemos en su carnaval electorero, pero estábamos ocupad@s construyendo un mundo mejor».

Sin embargo, la «Escuelita Zapatista», más que responder, pregunta algo y para hacerlo recurre a un dispositivo que propicie el diálogo, la mirada, el encuentro, mediante un discurso que, como es costumbre en las y los zapatistas, parece burlarse de todo, incluyendo de sí mism@s (la ironía socrática) y un juego de espejos (la mayéutica). La pregunta, expuesta con todas sus letras por Marcos en la carta «Votán II. L@s guardian@s», es: ¿Qué es la libertad según tú-ustedes?

No obstante, para responderla, el así llamado neozapatismo no se conforma con el carácter socrático de su iniciativa y nos confronta, puesto que capacidad de burlarse de un@ mism@ y espejos, desde postulados marxistas; específicamente, los discutidos en aquél que para el Engels de 1888 era «el primer documento en que se contiene el germen inicial de la nueva concepción del mundo»: las Tesis sobre Feuerbach, que se encuentran en el «Cuaderno de notas» del Marx de los años 1844-1847.

Para muestra, unos botones; cortesía del subcomandante Moisés:
«Cada vez la están mejorando, porque además la ven la necesidad y que además la práctica que hacen es la que demuestra de cómo mejorar, o sea la práctica es la mejor forma de trabajar para mejorar. La teoría nos da idea, pero la que da forma, es la práctica, el cómo gobernar autónomamente.»
«Es como por ahí hemos escuchado que dice: ‹Cuando el pobre crea en el pobre, ya podremos cantar libertad›. Solo que eso, no sólo lo hemos escuchado, sino que la estamos haciendo en la práctica. Ese es el fruto, que quieren compartir nuestr@s compañer@s.» 
«Es mucho lo que les puedo decir, pero no es lo mismo, que l@s escuchen, que l@s vean o que l@s miren y que si tienen pregunta en viva voz les contesten mis compañeros y compañeras bases de apoyo. Aunque con dificultad les contesten por la castilla, pero la mejor contestación es su práctica de l@s compañer@s, que están a la vista y que la están viviendo.» 
«Organización se necesita, decisión se necesita, acuerdo se necesita, luchar se necesita, resistencia se necesita, defenderse se necesita y trabajar se necesita, práctica se necesita. Si falta algo más, hay agreguen ustedes compañeros y compañeras.»
Obviamente, estos paralelismos burdamente presentados, pues mi formación no es la de un politólogo, un historiador o un sociólogo: yo soy sólo un cómico, no agotan, ni mucho menos, las reflexiones y, ni qué decir, las experiencias en torno a la «Escuelita Zapatista», ya que cada quien su modo y su propia microhistoria.

La mía con el zapatismo, por ejemplo, arrancó de la mano de una organización que faltando a la ética más elemental, en principio, suplantó al mismo EZLN reclutándonos a algunos, solicitando apoyo económico y en especie a otros e intentando sacar acuerdo con otros más a su nombre; después, dinamitó y propició la división al interior de aquella CND  de 1994 con prácticas por demás sectarias y pretendidamente radicales o ultras, y, finalmente, con la creación del Frente Amplio para la Construcción del Movimiento de Liberación Nacional, obstaculizó la construcción de un espacio de por sí difícil de articular, como el Frente Zapatista de Liberación Nacional, gestado en la Consulta Nacional por la Paz y la Democracia de 1995 y emanado de la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona: la Coordinadora Nacional de Acción Cívica para la Liberación Nacional.

En nombre del EZLN, la gente de la Conac-LN me llevó con los ojos vendados a “casas de seguridad” donde leía a Marx, a Lenin y al subcomandante Marcos por los días y dizque entrenábamos defensa personal por las noches. En nombre del EZLN, la gente de la Conac-LN me tomó juramento “zapatista” y me dio por tarea visitar a quienes podrían colaborar económicamente con la lucha y estudiar los comunicados zapatistas con obreros y amas de casa durante horas cual Testigo de Jehová. En nombre del EZLN, la gente de la Conac-LN grilló en la CND para convertirme en el integrante más joven de la presidencia colectiva de la primera sesión, en Aguascalientes, y, por ende, de su Consejo Nacional de Representantes, acercándome a don Pepe Álvarez Icaza y Violeta Vázquez Osorno (allí tuve mis cinco minutos de fama al encargarme redactar y leer el boletín de prensa donde la CND declaraba públicamente su postura sobre las elecciones de 1994).

En su libro Mi paso por el zapatismo, el maestro Octavio Rodríguez Araujo, además de quejarse de ser tratado por Marcos como zapatista de quinta categoría, señala a don Pepe y a Violeta como integrantes del ala ultra/sectaria; supongo, entonces, que yo pertenecí, en nombre de un EZLN suplantado por la Conac-LN, a ése mismo grupo hasta que en octubre de 1994 fui relevado de mi cargo de representante por Coahuila en el Consejo Nacional de Representantes de la CND y me mudé a Morelos, donde tuve más coincidencias con el ala que en el libro de Rodríguez Araujo aparece como moderada.

La experiencia en la CND, según yo antecedente primero de lo que hoy será la «Escuelita Zapatista», donde el EZLN se ha cuidado de no ser suplantado por quienes después serán usurer@s de la solidaridad, «personas que convierten la solidaridad con una causa, en botín y usan esos apoyos para construirse su escalera propia al Poder» (Marcos. La solidaridad como hermandad o como usura: 2007), como la misma Conac-LN; la experiencia en la CND, decía, me regaló varias lecciones y me es muy difícil no tenerlas de referencia cuando observo emocionado lo que puede ser la experiencia de la «Escuelita Zapatista».

Pienso, por supuesto, en la convivencia con las madres y abuelas de pres@s y desaparecid@s polític@s de Chihuahua, «Las Doñas», y, sobre todo, el entrañable encuentro con la palabra y el abrazo de Martha de los Ríos, giganta entre gigantas. Pienso, también, en las soberbias y los protagonismos de quienes pronto intentaron llevar agua a su molino olvidando que habíamos contraído un compromiso para con el EZLN de luchar por que este país tuviera un lugar digno para los pueblos originarios de estas tierras.

Pienso en febrero de 1995 y en las tropas de un ejército federal que diciéndose mexicano arrasaban Guadalupe Tepeyac (y con ella el Aguascalientes zapatista en que se celebrara la CND) destruyendo las casas, los corrales y los plantíos de sus hermanos de color y de sangre. Pienso en Violeta Vázquez y un Carlos Berumen que se agandalló la representación de Durango en la CND, visitando un mes más tarde a Julio César Ruiz Ferro, gobernador interino impuesto por Eduardo Robledo Rincón y con vínculos con grupos paramilitares como «Paz y Justicia».

Pienso, en los ultra/sectarios de los que habla Rodríguez Araujo, much@s de l@s cuales mostraron más tarde su talante tanto usurero cuanto usurpador, y en quienes no menos ultras y no menos sectarios, pero honestos y jugándose el pellejo, apostaron sin reservas por las iniciativas zapatistas en el FZLN, primero, y la Otra Campaña, después. Pienso en Juan Francisco Kuykendall, postrado en su cama y siendo trasladado de uno a otro hospital desde el 1 de diciembre de 2012, o en Teodulfo Torres Soriano, desaparecido desde el 23 de marzo de 2013, y en su solidaridad y capacidad de lucha sin cortapisas.

Pienso, finalmente, en la gran lección que viene junto con pegado de la construcción de la autonomía zapatista y en cómo ocho años después de su destrucción aquél primer Aguascalientes se multiplicó en los Caracoles donde residen hoy las Juntas de Buen Gobierno de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, cuyas bases de apoyo nos han invitado a una su «Escuelita Zapatista» y, a decir del subcomandante Moisés, «van a dar clase de cómo ha sido su pensamiento y su acción en la libertad según el zapatismo, sus aciertos, sus errores, sus problemas, su soluciones, lo que han avanzado, lo que está atorado y lo que falta, porque siempre falta lo que falta.»

Mientras tanto, arriba, la impunidad, la burla, la corrupción, la mentira, la negligencia, la represión y la desmemoria seguirán en gran banquete, pues, parafraseando a Rosario Castellano, prosigue el banquete.

2 de agosto de 2013

Camino rojo a Barataria / III.

Una mañana, no recuerdo cuál, se corrió la noticia de que el maestro que daba la clase de Dibujo Técnico Industrial en la Prefema había fallecido. Su viuda, en compañía de una o dos de sus hijas, visitaría salón por salón apelando a nuestra solidaridad para poder completar los gastos funerarios. A mí, el solo hecho de que la señora tuviera que pasar a nuestros salones me parecía un viacrucis que ella no tenía porqué experimentar. ¿Cómo era posible que un maestro perdiera la vida y sus deudos tuvieran que solicitar la ayuda de la comunidad escolar para cubrir el costo de algo que por derecho debía quedar abrigado por alguna prestación laboral como un seguro de vida? Ese día por la tarde aguardé a que mi padre regresara del trabajo y, confiado de sus conocimientos en derecho laboral derivados de su lucha sindicalista, le pregunté por la posible prestación que cubriría ése y otros gastos. Mi padre me habló de una pensión por muerte, pero que dicha prestación dependía en buena medida de si el trabajador cotizaba o no en alguno de los institutos públicos de seguridad social; al tratarse de un maestro, lo más probable es que cotizara en el ISSSTE, pero habría que ver, porque el hecho de que la Prefema fuera una escuela por cooperación desplazaba la figura del patrón del Estado a la asociación de padres de familia y quizás la cotización fuera en el IMSS. En último caso, de no cotizar en uno o en otro, según entendí, quedaba como opción el pago de un seguro de vida a una aseguradora privada.

Como quien no quiere la cosa, le pregunté a uno de mis maestros más cercanos y en cuya opinión más confiaba por ser quien dirige el grupo de teatro de la escuela: el maestro Benjamín, si ellos, las y los maestros de la Prefema, cotizaban en el ISSSTE, el IMSS o estaban asegurados por una asegurada privada, y me respondió que en el IMSS. Por ése tiempo comenzaba a ponerse de moda un programa de televisión donde el conductor esgrimía contundente: «¿Sabe qué?, no se deje.», mientras golpeaba con su puño cerrado sobre el escritorio desde el que supuestamente despachaba un sinfín de cartas con quejas y denuncias de todo tipo que, con el poder de su empresa de comunicación, redirigía a quien correspondiera darle solución. No lo pensé dos veces y le escribí al conductor denunciando la situación de la familia del maestro de Dibujo Técnico Industrial; al cabo de un par de semanas, quizás un poco más, recibí una carta enviada de alguna dirección administrativa del IMSS diciendo que el maestro nunca había cotizado en el Instituto y, como eso no tenía sentido, porque el profe Benjamín me había dicho lo contrario, me fui con todo y carta a preguntarle al maestro Pedro, quien según yo era dirigente del sindicato mayoritario, qué podía estar pasando. El profe Pedro, buenísimo para las matemáticas, no sabía qué responderme: lo que tenía delante de sus ojos no tenía nada que ver con ciencias exactas, y me pidió que le mostrara la carta al maestro Serrano, un profe que mientras apuntaba en el pizarrón sus ecuaciones te pedía que no escribieras nada en tu libreta para que pusieras atención y si lo hacías, si escribías mientras él te explicaba la ecuación que iba desarrollando en el pizarrón, te lanzaba cual Fernando Valenzuela el pedazo de tiza con el que iba escribiendo.

Creo que, de algún modo, aquella carta aceleró varias cosas: las y los maestros de la Prefema...

¿Por qué insistes en llamarle «Prefema» y no «Calmecac», que es como en verdad se llama tu escuela?

Pues, porque la mayoría de la gente la conoce como Prefema, acrónimo de Preparatoria Federal Matutina; cuando escuchen o lean «Calmecac» no sabrán a qué escuela me estoy refiriendo.

Y, ¿de cuándo a acá te importa lo que la mayoría piense al respecto?, antes te valía un carajo; te parecía, incluso, discriminatorio que teniendo la «Calmecac» más turnos que sólo el matutino: el vespertino, el mixto y el nocturno, «la mayoría de la gente» se refiriera a tu escuela como Prefema.

Pero la mayoría...

«La mayoría», «la mayoría»; ¿qué mierda es «la mayoría»? Antes, si lo que opinabas no correspondía a la opinión de la mayoría, no te importaba; ¿por qué ahora sí?

Ahora tampoco me importa; si me importara sería lopezobradorista o priísta o panista, según a dónde soplara el viento; vería el televisor y todo mi mundo estaría cifrado en las estupideces que allí pasan; repetiría lo que los demás dicen sólo por ser aceptado... ¿qué sé yo qué más haría?; sólo estoy pensando en darme a entender, pues, aunque crea que nadie me leerá, espero que alguien lo haga y ése alguien puede no saber de qué estoy hablando si digo «Calmecac» en lugar de Prefema.

Habrá muchos a quienes «Prefema» tampoco les diga nada; porque tus posibles lectores, no hablemos de los probables, no serán laguneros: cada que mudas de ciudad, cambias de historia y quemas las naves de dónde vienes. ¿Qué te hace pensar que a alguien de La Laguna le interesará lo que tengas que decir de unas tierras que hace mucho abandonaste y a las que sólo miras por equivocación?

Yo no sólo las miro por equiv...

¿Cuándo te has preocupado en verdad por una sola de las vidas que dejaste atrás? ¿Cuántas veces en casi 20 años has llamado por teléfono a Alfonso, al maestro Benjamín, a Laura? No sabes ni siquiera qué ha sido de Romualdo. No recuerdas los nombres de quienes estaban en el consejo estudiantil que presidiste, como tampoco de quienes estaban contigo en el Comité «Durito» de la CND... vaya, ni siquiera estás tan seguro que así se llamara tu comité. La gente que te importaba te ha valido madres; ¿qué carajos puede importarte «la mayoría»?

...

...

¿Crees que mi carta haya acelerado algo de cómo estaban las cosas en la escuela?

No, no lo creo.

La verdad, siendo sincero, yo tampoco.

─¿Leíste El manifiesto del partido comunista?

─¿Eh?... Ssí.

─¿Sí o no?

─Sí, sí lo leí.

─Ahora vas a leer ¿Qué hacer?, de Lenin?

─...

─¿No dices nada?

─Nno.

─Hemos hecho algunas investigaciones y...

Ahora era A quien titubeaba.

─¿Y...?

─¿Tu papá estuvo en la Liga?

─¿Qué Liga?

─¿Cómo que qué Liga? La 23 de Septiembre.

─¡Mi papá!; no, no creo. La lucha de mi papá ha sido siempre en el terreno del sindicalismo, sobre todo el periodismo sindical.

─Pues tenemos información de que estuvo en La Liga.

─Pues, me temo, sus informantes se han equivocado; porque, que yo sepa, no.

─Que tú sepas; quiere decir que entonces sí pudo haber sido parte de La Liga.

─Bueno, ¿quiénes son ustedes: policías?

─No, no somos policías; pronto vas a saber quiénes somos. Pero, mientras eso pasa, léete el ¿Qué hacer?; nos veremos hasta la próxima semana... Otra cosa: ve pensando en un nombre de batalla.

─¿Un nombre de batalla?

─Sí, ¿a poco tú te crees que mi verdadero nombre, mi nombre legal, es A?

─...

─Adiós.

¿Y la carta?

¿Eh? ¿Cuál carta?

La carta donde te respondían del IMSS que el maestro de Dibujo no había cotizado en el Seguro Social; ¿qué pasó?

Nada.

¿Nada?

Nada. A los maestros les debían salarios de tres o cuatro meses y, por la carta, se dieron cuenta que quien debía haber pagado al IMSS las cuotas que se les descontaban durante años no lo había hecho, y, sin embargo, no pasó nada.

Y, ¿entonces?

Entonces, nada... Bueno, sí: tomamos la Dirección. No recuerdo qué fue primero, si la marcha a las oficinas de la SEP en Torreón o la toma de la Dirección; supongo que la marcha. Exigíamos la intervención de las autoridades en el deslinde de responsabilidades: ¿Qué había pasado con las cuotas que se les descontaban a los maestros, pero que nunca llegaron al IMSS? ¿Por qué los maestros llevaban ya tres o cuatro meses sin recibir su sueldo? Creo que lo dije antes: al tratarse de una escuela por cooperación, la figura del patrón está depositada no en el Estado, sino en la asociación de padres de familia; su mesa directiva era, pues, responsable del retraso en los pagos a los maestros. Muchas preguntas y ninguna respuesta. Así que tomamos la Dirección. La presidencia del consejo estudiantil convocó a las y los consejeros de todos los grados y por su conducto se consultó al resto de la comunidad la posibilidad de tomar la Dirección. No se trataba de que fuera la acción de unos cuantos: la toma de la Dirección debía estar respaldada por la comunidad estudiantil en pleno. Dos consejeros de cada grupo escucharon la exposición de motivos ésa mañana. Exigíamos investigación a fondo sobre las cuotas del IMSS y otros recursos, pago inmediato de salarios retenidos, deslinde de responsabilidades y castigo a los responsables; pero no sólo eso. Pedíamos también la destitución de la mesa directiva de la asociación de padres de familia, en tanto su figura patronal, y, por sospechas de connivencia entre el dirigente del sindicato minoritario (que era quien recogía las cuotas que debían pagarse al IMSS) y la dirección y subdirección académicas, ocupadas por integrantes del mismo sindicato, la sustitución de estos. Los consejeros regresaron a sus grupos y replicaron la exposición de motivos, al cabo de un par de horas la consulta se había efectuado y la determinación del consejo estaba en la mesa. A la mañana siguiente, a primera hora, cerramos con cadenas las puertas de la Dirección. Una parte de la asamblea de padres de familia estaba de nuestra parte, de hecho, junto con las y los maestros del sindicato mayoritario, habían marchado con nosotros a las oficinas de la SEP en Torreón... si es que la marcha fue antes... creo que sí... así que nombraron una mesa directiva alternativa de la asociación de padres de familia. Por parte de las y los maestros, en especial los del sindicato mayoritario, hicieron lo propio y, en común acuerdo con el consejo estudiantil, se nombró una dirección y una subdirección académicas en rebeldía: nos iríamos a paro, pero sin detener las labores: tomábamos el control de la escuela, pero decidíamos continuar con las clases, clases que por el carácter del movimiento fueron resignificadas adquiriendo un nuevo y polisémico valor. Estábamos en pie de lucha.