16 de diciembre de 2015

Leaving USA / Bienvenido a México: Historia de un bracero.

Diseño de imagen: Elsa Lara.
Estoy de nuevo en casa. Son las 8 de la noche, así que esperaremos a que sea hora de pasar a la sala en unos 30 minutos, supongo. El plural no es mayestático: Malky viene conmigo. Le he dicho que quiero ver Leaving USA / Bienvenido a México (Historia de un bracero), escrita a cuatro manos por Gilma Tuyub y Carlos Medina; tengo años queriendo hacerlo, acaso cinco años. Quizás exagero (probablemente la obra no tenga tanto). De cualquier modo, Malky se ha sentido animada a ver también la puesta en escena dirigida por Gilma y actuada por Carlos.

Entramos por la puerta de La Casa de Ágata, el bar-cantina-cafetería que algún día, eso esperamos, sostenga económicamente a Tapanco (hoy, por lo menos, quizás pague dos o tres salarios). El lugar no es precisamente un dechado de orden: Ágata no abre hoy y el espacio es todo un galimatías. El caos se crece cuando un par de jóvenes, o tal vez un trío, decide amontonar las mesas y las sillas de la otrora tetería de Tapanco en el paso que colinda entre la escalera que lleva a las oficinas, la barra y el pasillo a los baños.

Malky y yo llegamos hasta la taquilla, donde Carlos y Gilma platican con Lorenzana; el tema, por lo que alcanzo a oír, es la reservación de dos o tres o cuatro boletos para la función de hoy. Carlos me ve y con esa humildad y esa calidez que le caracteriza me saluda. ¿Cómo estás?, me pregunta. ¿Qué te trae por aquí? ¿Estás ensayando algo? Sí, le digo. Pero, ahora vengo a ver una obra que se presenta hoy a las 9. Se sonríe. Me sonrío. Nos sonreímos. Gilma y él se despiden: Espero les guste, nos dice a Malky y a mí. Seguro que sí, respondo, y agregó el ritual: ¡Mucha mierda!

Lorenzana nos pregunta si llegamos en bicicleta: si respondemos que sí, nos hará, dice, un descuento. Respondo que venimos a pie (miento: llegamos en auto), que tiene más mérito (llevo más de un mes buscando comprar una bicicleta que cumpla mis expectativas estéticas y prácticas y no lo consigo porque todas las que reúnen los requisitos cuestan más de cuatro mil pesos y yo tengo más de tres meses desempleado), pero eso no parece importarle: hay una especie de cuota hipster en esto de venir a ver teatro que uno tiene que cubrir para gozar de ciertos privilegios.

El par (o trío) de jóvenes que arrumbaron las mesas y las sillas de la otrora tetería de Tapanco; hoy, galería Bestiario; son la artista visual Gloria Teyer y, supongo, su novio y una amiga de ambos (supongo). Han llegado antes que Ceci y despejan el área del Bestiario para la inauguración de su exposición No Signal. Ceci es la encargada de organizar la exposición de Teyer, así que no demora en llegar; pero, pregunta por Bryant y Alejo, quienes aún no llegan. No es la única que pregunta por ellos: a pesar de que en la pared del acceso principal a La Casa de Ágata se puede leer que Ágata no atiende los jueves, no dejan de aparecer señores que quieren, ora una chela, ora un café, y preguntan por “los encargados”.

La curaduría de No Signal es, por decir lo menos, pobre y descuidada; sin embargo, los bocadillos que trajo el papá (supongo) de Teyer para la inauguración sirvieron para hacer más llevadera la experiencia de ver la obra expuesta (experiencia que para mí, neófito en estas cosas del arte visual, se agota en cinco minutos) y menos desesperante la espera del inicio de la función de teatro (espera que duró media hora porque, al parecer, no encendía la mezcladora de audio). Así, pues, el acceso a sala se convirtió por fuerza en la tercera llamada.

Leaving USA / Bienvenido a México es una obra que inscribiéndose en la tradición del teatro regional yucateco de humor blanco tiene mucho de stand up comedy o, para decirlo en castilla, comedia de pie o en vivo; pero, a diferencia del género popularizado por Fred Allen y Jack Benny en la primera mitad del Siglo XX, Carlos Medina no pasa por el autoescarnio sino que interpreta a un hombre humilde originario de Oxkutzcab: Anacleto Koyoc (o K’oyoc, o K’uyoc), un migrante que más pronto que tarde se volverá simpático, acaso entrañable, para el espectador.

No por nada el subtítulo de Leaving USA / Bienvenido a México, que con esta brevísima temporada rebasa las 50 representaciones, es Historia de un bracero: Anacleto Koyoc, un campesino pobre, indígena maya, casado, con mujer y cinco hijos como el Segundo López Sánchez de Ángela Figuera Aymerich, nos cuenta las razones de su ir y venir de México a Estados Unidos y de retache en esta especie de tríptico donde la risa se le termina a uno congelando en una mueca por demás vergonzosa y ridícula en un final que no les cuento para burlar el spoiler teatral. Al reírse Anacleto de sí mismo y hacernos sus cómplices, terminamos riéndonos de nosotros mismos y del dolor que produce un país cuyos niveles de pobreza no hacen sino expulsar a sus hijos a otras tierras o a la muerte.

Sí, un tríptico. O, en todo caso, un díptico con su epílogo que le dicen. En la primera parte, la que me atrevería a intitular como Bienvenido a México / Leaving USA, Anacleto nos convierte en sus compañeros de viaje al regresar al país que abandonó para construirse un mejor futuro: “Ante nuestros ojos –se lee en el blog de Aura Producciones–, las aventuras de Anacleto cobran vida, sus desaciertos, desilusiones, su lucha por sobrevivir en una frontera que no perdona. A punto de abandonar esta empresa, a punto de desfallecer, una ligera esperanza aun (sic) brilla en sus ojos. Logra conseguir empleo en una tierra ajena, a cambio de entregar años de duro trabajo, para darle una mejor vida a su familia, para darles un bienestar económico tan anhelado.”

Un díptico cuya diégesis ha sido urdida por Tuyub y Medina como si de un reflejo se tratara, pues, cuando Anacleto regresa a México es cuando conocemos la historia de cómo se fue y cuando se va la de cómo regresa. Así, en la segunda parte, la que yo llamo Leaving USA / Bienvenido a México, Anacleto vuelve a los Estados Unidos: “Los años (han pasado) y los hijos (crecieron) teniendo como única imagen a la madre, la imagen del padre poco a poco (se ha ido) transparentando con el paso de los días, los meses, los años.” Y, nosotros, los espectadores, somos de nueva cuenta los compañeros de viaje a quien no parece quedarnos otra que escuchar cómo el esposo de Basilia descubre que es ya “un extraño para todos, (sus) hijos han crecido y (…) no es más aquel hombre que un día se fue.”

En su libro Resistencia popular en Yucatán. 1980-2004, Mauricio Macossay Vallado (2010) escribe que “Yucatán ha venido creciendo demográficamente a un ritmo regular, aunque decreciente”: de un ritmo anual del 4.3 por ciento en los setenta, a un ritmo del 1.99 por ciento en los noventa. ¿Las razones? “Una reducción en la tasa de crecimiento natural de la población y (…) una pequeña pero significativa migración de personas de otras entidades hacia Mérida”; pero, sobre todo, “la migración hacia otras entidades, particularmente hacia Quintana Roo (…) y crecientemente hacia Estados Unidos, sobre todo en los últimos años.” ¿La sinrazón de las razones? “La agricultura y la pesca cayeron en términos reales desde 1993 (…) En el año 2000 la agricultura brindaba ocupación a sólo 106 mil personas, 17% de la población económicamente activa (PEA) yucateca total, cuando en 1983 brindaba ocupación a más de 150 mil personas, 37% de la PEA.” [1]

Una década más tarde a lo referido por Macossay, el Índice de Intensidad Migratoria México-Estados Unidos 2010 publicado por el Consejo Nacional de Población (Conapo) reportaba que Oxkutzcab, de donde es originario Anacleto, era uno de los municipios yucatecos que más personas expulsa a las tierras de Donald Trump. De hecho era el segundo, lo que le había ganado ocupar el lugar 228, de 2 mil 457 municipios, a nivel país; sólo por debajo de Mama, que hace cinco años ocupaba el lugar 121 en la estadística nacional. [2] En 2013, según nota de Iván Duarte para Sipse publicada en Milenio Novedades, Oxkutzcab se mantenía como uno de los municipios más expulsores junto con Cenotillo (que en 2010 ocupaba el lugar 3 a nivel estatal): “tan sólo de (Oxcutzcab) hay más de 15 mil yucatecos viviendo en los Estados Unidos” de los 41 mil yucatecos que llegó a reportar el INEGI un año después: el 36.5 por ciento. [3]

Tuyub y Medina, con la colaboración de Wendy Cruz en la iluminación, Ariel Cámara en la musicalización, Eduardo Mosqueda en los elementos escenográficos y Elsa Lara en el diseño de imagen, nos cuentan, pues, una historia que lacera al sur de Yucatán pero toca a todo el estado: en 2003, según cifras del Conapo, personas de sólo 15 municipios (de un total de 106) no habían migrado todavía (Macossay, 2010); en 2010, nada más tres municipios: San Felipe, Tekom y Uayma, contaban con un grado nulo de intensidad migratoria (Uribe Vargas, L.M., Ramírez García, T. y Labarthe Álvarez, R., 2012); en 2015 parece que únicamente San Felipe no ha expulsado a nadie. Aún así, la historia de Anacleto está contada con mucho humor y, por qué no decirlo, ternura. Un humor y una ternura que, lamentablemente, no contaron con la complicidad técnica para hacer de este inteligente texto una representación que fuera más allá de la anécdota.

Personalmente, creo que el foro de Tapanco es un peligro si no se lo conoce bien y no se ensaya en él a conciencia. Quizás exagero con la palabra “peligro”; más bien habría que decir que se vuelve un enemigo: al terminar la función, Carlos Medina agradeció la presencia del respetable y disculpó a su compañía por la tardanza para iniciar. Tuvimos que usar nuestro equipo, dijo, porque el equipo de aquí no servía. No sólo eso: al diseño de iluminación, por demás sencillo y efectivo, no le fue de mucha ayuda la combinación de unos atenuadores de luz que llegados a un punto se volvieron estroboscópicos y la filtración al escenario de las lámparas encendidas del camerino. Sobra decir que la coreografía del epílogo, pudiendo ser mucho más poderosa y sorpresiva visualmente hablando, terminó siendo patética al no poderse realizar los intercortes de luz que exigía la secuencia final de “flashazos” y “diapositivas”: era imposible no ver a Carlos entrar y salir del escenario cargando su maleta, cuando la intensión que se adivina es que debía aparecer y desaparecer a la vista del espectador.

Carlos Medina es un actor de una generosidad sin cortapisas en la escena y la mancuerna que hace con Gilma Tuyub da como resultado un producto complejo, rico en emociones, inteligente; pero, amén de lo difícil del espacio que les alojó, personalmente eché en falta el uso extracotidiano de energía que le conozco de otros montajes y, a lo mejor, un poco más de tiempo por parte de Gilma para diseñar cómo enfrentarse a ése foro lleno de trampas donde el entarimado de madera no cesaba de moverse a cada paso dado por Carlos y cuyas vestiduras no eran todo lo limpias que el montaje merecía. No se me malinterprete: al ver Leaving USA / Bienvenido a México podemos ver que la obra se sostiene en un rigor tal que de no hacerlo no podría llevarse a cabo la función. Ése rigor está en la investigación que sostiene la dramaturgia, en el entretejido narrativo del drama, en el trazo simple pero eficaz del uso de un espacio a la italiana, en las tablas y la enorme experiencia de un actor cuya humildad y generosidad, insisto, no tiene remedo. Quizás lo único que faltó es tener una encerrona de días en el foro que les permitiera descubrir sus obstáculos y sacarle provecho a sus posibilidades.

Termina la función. De los bocadillos de la exposición ya no queda ni el recuerdo. Yo no probé ninguno. También la artista y sus acompañantes han desaparecido. Me voy con la sensación de agradecimiento por la honestidad del trabajo que acabo de ver en escena y la vergüenza, no muy ajena, de que mi casa se caiga a pedazos o haya estado tan en pésimas condiciones para alojar a los colegas de Aura Producciones. Me doy cuenta de que es 10 de diciembre, Día de la Declaración Universal (en Occidente solemos ser algo hiperbólicos, por no decir mamones, al bautizar las pequeñeces que hacemos) de los Derechos Humanos. La función de hoy, la número 51, bien hubiera podido servir para hablar de los derechos de las y los migrantes; pero todos estábamos demasiado avergonzados como para darnos cuenta de la afortunada y desaprovechada coincidencia.

Sé que en Tapanco mis amigos, que son también mi familia, trabajan muy duro todos los días para mantener en pie ese foro, ese espacio: nuestra casa. Son unas chingonas y unos chingones y no nada más yo lo sé. Sólo que, a veces, en medio de tanto desmadre, no parece ser suficiente. Sé, también, que soy corresponsable de ése desbarajuste y me siento muy avergonzado para con Gilma y Carlos; ojalá decidan seguir trayendo su Leaving USA / Bienvenido a México a esta la que también puede ser su casa. Ojalá en Tapanco, este heroico y maravilloso proyecto, igualmente generoso y hasta valiente, hagamos lo necesario para que así sea.


Referencias:

[1] Macossay Vallado, M. (2010). Resistencia popular en Yucatán 1980-2004. Chapingo, Edo. de México: Universidad Autónoma de Chapingo / Plaza y Valdés.
[2] Uribe Vargas, L.M., Ramírez García, T. y Labarthe Álvarez, R. (2012) Índices de intensidad migratoria México-Estados Unidos 2010. México: Consejo Nacional de Población.
[3] Véase Duarte, I. (16 de diciembre de 2013). Cada seis yucatecos van tras el sueño americano. Milenio-Novedades. Extraído el 15 de diciembre de 2015 desde http://sipse.com/milenio/en-2013-emigraron-a-estados-unidos-2284-yucatecos-sueno-americano-66396.html

25 de noviembre de 2015

Una compañía, para que sea compañía, debe ser eso: compañía.

Fabián Romero Castro (Sebastián Liera)
y Sor Joaquina del Monte Carmelo (Alicia Lara), en
Camino rojo a Sabaiba, de Óscar Liera.
Dirección: Sergio Galindo.
Corría el año dos mil tres cuando Sergio Galindo Sánchez, hijo de don Melitón y doña Josefina, cruzó la puerta de vidrio de la entrada del Centro Universitario de Teatro ése que está en la UNAM; iba, cuentan las malas lenguas, dizque a dirigir lo que en veces se llama la puesta en escena de titulación de la Generación 2000-2004.

El más chico de los Galindo llevaba un sombrero vaquero, algo parecido al akubra australiano, que impedía que los rayos del sol le pegaran de lleno en el rostro y cubría la calva que le había ganado el mote de “El Pelón” entre sus amigos más cercanos. Estaba recién llegadito de su natal Hermosillo, Sonora, lugar donde unos años atrás, casi diez, había echado a andar la que bautizó como Compañía Teatral del Norte.

Para aquellos muchachos universitarios, tan crecidos en las ínfulas que creían que no les olían los pedos, Galindo era un ranchero al que había que aclararle que para titularse no querían algo menor a un Shakespeare o un Sartre. No faltó, sin embargo, el vato que viniendo del norte mencionó como no queriendo la cosa a un tal Óscar Liera; pero, “El Pelón” ni siquiera pareció oírlo. Los nombres de obras como El sueño de una noche de verano y Las moscas fueron danzando en el aire.

De pronto, Galindo hizo un silencio y preguntó al morro aquél:

–¿Qué de Óscar Liera?

–¿Camino rojo a Sabaiba?, dijo el escuincle con una timidez tal que aquello pareció más bien una pregunta, y Galindo regresó a la charla de hadas y duendes que se entremezclaban con los hijos de Clitemnestra y Agamemnon.

Y, de pronto, otro silencio:

–¿Por qué Camino rojo a Sabaiba?

Tras la respuesta quedaron atrás la Atenas donde retozaban Oberón y Titania y la Argos que recordaba a la París ocupada por los nazis, la clase se trasladó a este país que más tarde, aunque nadie entonces lo imaginara siquiera, se caería a pedazos.

“El Pelón”, sin dejar de ser un ranchero, fue para aquellos muchachos el maestro que les enseñó que el mejor teatro, el más universal, es el que habla de uno y de la tierra de uno; el maestro que, además, les mostró las entrañas de su propia compañía para, como quien dice, enseñarles que nadie, ni el más chingón de los indios serranos, puede hacer las cosas solito como vino al mundo: que el teatro, para que sea teatro, debe hacerse con los demás, en colectivo y en complicidad; que una compañía, para que sea compañía, debe ser eso: compañía, pues… pero, pos quien lo entendió lo entendió, y, quien no, pos ni modos.

*

Final después de los créditos que, obvio, puede no estar: El morro aquél que le sugirió montar Camino rojo a Sabaiba, trastocado por haber encarnado al teniente de infantería Fabián Romero Castro, empezó a llamar a “El Pelón” con el mote de Capitán. Todos pensaban que le decía así porque le reconocía como quien había llevado a buen puerto el barco aquél que fue la puesta en escena de la obra de ése tal Óscar Liera; la verdad es que con ello, según los mentideros, lo que hacía era decirle que siempre estaría a sus órdenes y que la Compañía Teatral del Norte sería para él Su Compañía aunque, como el hijo bastardo de la Carmen Castro, estuviera siempre lejos y perdido.

25 de octubre de 2015

Primeros apuntes de siempre indefinidas y nunca definitivas primeras definiciones / 4.

¿De cuadros, círculos y otras geometrías políticas?

He querido compartir diversas miradas de lo que para distintos pensadores e institutos políticos y sus respectivas praxis puede significar la noción de cuadro (pueden revisarse los textos compartidos aquí); el punto de partida es, desde luego, una provocación que sea a la vez una invitación y a la visconversa: el origen del concepto de cuadro político en sí mismo.

Creo que podemos estar de acuerdo en que lo fundamental a rescatar (si es que rescatar sea la palabra que venga al caso o cosa, como dijera el difunto Sup Marcos) es la importancia de construir(se) en lo individual mediante el estudio y el trabajo y construir(se) en lo colectivo desde una praxis que sea síntesis de una práctica y una teoría políticas.

Ahora bien, con construir(se) en lo individual no me refiero a construirnos en individualismos, sino a que el y la individuo e individua, la persona, de manera autodidacta y en complicidad con otras, otros y otres se vuelva el ser humano que desea ser. ¿En aras de ser mejor a las y los demás?; no, porque no se trata de repetir mecanismos de superioridad. ¿En aras de ser igual a las y los demás?; no, porque tampoco se trata de someter la riqueza de su diferencia. En aras de ser. Ser una, uno, une y ser con las, los y les demás.

Y, ¿qué práctica y qué teoría políticas? Estamos hablando de que los personajes centrales de nuestra poiesis escénica serían Juan Francisco Kuykendall Leal, mejor conocido como Kuy, y Teodulfo Torres Soriano, mejor conocido como El Tío; así, pues, la práctica y la teoría políticas serían de esas que se nacen y se crecen, dada la militancia de Kuy y el Tío, abajo y a la izquierda; la práctica y la teoría de la praxis neozapatista.

Pero, ¿es éste un proyecto teatral o político?; la respuesta es: ambos. Para Kuy y para el Tío hacer la escena y hacer lo político no era una disyuntiva: si bien lo político no siempre sería escénico, la escena sí sería siempre política. Un laboratorio de poiesis mimética, escénica, que sea al mismo tiempo una praxis política que, perdón que insista, se mirará en desde abajo y desde la izquierda... no "para"... no "hacia": desde.

Como un cuadro, pero no un cuadrado; un cuadro que tenga lo mismo ángulos y vértices que redondeces y, por ende, concavidades y convexidades. Un cuadro que no tenga miedo a equivocarse, sino placer por el error y lo que ese error con su placer provoca: intentarlo de nuevo, no rendirse. Un cuadro para el que la palabra disciplina sea sinónimo de amor, no de sumisión. Un cuadro que se cuide y que cuide poniendo el nosotres por delante, no por encima, del yo. Un cuadro que actúe; es decir, que juegue... actuar en inglés, en francés y creo que en alemán se dice igual que jugar; en español no, y, por eso, jugamos a decir que jugaremos entre el actuar social y político y el actuar escénico o teatral.

Un cuadro que, si así lo prefiere, sea también un círculo o cualquier otra geometría política, cultural, artística, social, económica, etcétera que, según su modo, cada quien quiera ser. Como dijera el finado: "Yo soy como soy y tú eres como eres, construyamos un mundo donde yo pueda ser sin dejar de ser yo, donde tú puedas ser sin dejar de ser tú, y donde ni yo ni tú obliguemos al otro a ser como yo o como tú."

15 de octubre de 2015

Primeros apuntes de siempre indefinidas y nunca definitivas primeras definiciones / 3.

¿Teatral?

Si bien la Escuelita Zapatista me recuerda las estrategias propagandísticas de los gobiernos que luego fueron identificados como "socialismo real", donde los cuadros políticos de los partidos comunistas de otros países visitaban la URSS, China o Cuba para constatar con sus propios ojos (opacados por el control del comisario político en turno) las "bondades" de un sistema político que no terminó por desprenderse de las prácticas financieras de un modelo de producción como el capitalista ni, mucho menos, de la burocracia y la corrupción que le acompañan; me parece que representa un paso adelante de aquellas visitas que mucho tenían de "turismo revolucionario" para significarse como un encuentro legítimo entre compañeros y compañeras, compañeroas, de lucha abajo y a la izquierda, pues, sus alumnoas, más que los avances del proceso autonómico zapatista (que los hay, y muchos), palparon la dignidad, la rabia, la resistencia y la rebeldía que alimentan la praxis zapatista, en medio de una experiencia pedagógica que en la mejor tradición de la educación popular latinoamericana se inscribe en el doble espacio del trabajo manual y teórico: político.

Quisiera poder decir mucho más sobre la Escuelita Zapatista, pero nunca fui invitado a cursar a su primer grado a pesar de que no dejé de mandar correos solicitando mi invitación (o quizás por eso) y al segundo grado ya ni les digo: si no cursas el primero, menos el segundo; así que mi experiencia al respecto se limita al estudio autodidacta y sin votán de los cuadernos "La Libertad según l@s Zapatistas": Resistencia Autónoma, Gobierno Autónomo I y II y Participación de las Mujeres en el Gobierno Autónomo... quizás quienes sí hayan sido o estén siendo estudiantes de la Escuelita Zapatista puedan abundar un poco más acerca de ello. Sin embargo, me interesa insistir en que esta aventura nuestra de ahora tiene su caminar junto al del neozapatismo, aunque el Teatro, la Escena, sea su asignatura vertebral; ¿por qué?, porque quienes serán los personajes centrales de la historia o tejido de historias que contaremos: Juan Francisco Kuykendall Leal y Teodulfo Torres Soriano (un par de hombres a quienes, en el caso del primero, el teatro lo llevó al activismo político y, en el caso del segundo, el activismo lo llevó al teatro, y, en ese ir y venir coincidieron en tanto adherentes de La Sexta), seguramente, de no haber sido ejecutado extrajudicialmente, el uno, o desaparecido de manera forzada, el otro, coincidirían también en la Escuelita Zapatista o, en su defecto, estarían pensando en armarse una escuelita teatral de cuadros y otras geometrías políticas como ésta.

Sí, esta escuelita teatral de cuadros, círculos y otras geometrías políticas es algo así como un espejo; metáfora a la que, con ciertas influencias carrollianas, el difunto subcomandante Marcos (que no es muy del agrado de todes quienes aquí estamos por ahora virtualmente) recurría de vez en vez, tanto como lo hará, supongo, el recién nacido subcomandante Galeano. Un espejo, acaso que humea como Tezcatlipoca, quien para los antiguos nahuas representaba la memoria y la conciencia, necoc yaotl: nosotros mismos; un espejo para, por ejemplo, mirarnos a nosotres mismes y crecer en el autoconocimiento, en el "darse cuenta" de, por ejemplo, las sesiones de Movimiento Vital Expresivo del sistema Río Abierto; pero, también el espejo con el chingo de reflejos en un ethos que Bolívar Echeverría llamó, no por nada, barroco: "un comportamiento que no borra, como lo hace el (ethos) realista, la contradicción propia del mundo de la vida en la modernidad capitalista, y tampoco la niega, como lo hace el (ethos) romántico; que la reconoce y la tiene por inevitable, de igual manera que el (ethos) clásico, pero que, a diferencia de éste, se resiste a aceptar y asumir la elección que se impone junto con ese reconocimiento, obligando a tomar partido por el término 'valor' en contra del término 'valor de uso'. No mucho más absurda que las otras, la estrategia barroca para vivir la inmediatez capitalista implica un elegir el tercero que no puede ser: consiste en vivir la contradicción (entre el 'valor de uso' que resulta del proceso de trabajo y disfrute, por un lado, y la 'valorización del valor abstracto' propia del proceso de acumulación de capital, por el otro) bajo el modo de trascenderla y desrealizarla, llevándola a un segundo plano, imaginario, en el que pierde su sentido y se desvanece, y donde el valor de uso puede consolidar su vigencia pese a tenerla ya perdida. El calificativo 'barroco' puede justificarse en razón de la semejanza que hay entre su modo de tratar la naturalidad capitalista del mundo y la manera en que la estética barroca descubre el objeto artístico que puede haber en la cosa representada: la de una puesta en escena."

Ariane Mnouchkine, directora del Téâtre du Soleil, lo dice de esta manera:
"Un teatro no es ni una boutique, ni una oficina, ni una fábrica; es un taller para encontrarse y compartir. Un templo de reflexión, de conocimiento, de sensibilidad. Una casa donde debemos sentirnos bien, con agua fresca si tenemos sed y algo para comer si tenemos hambre. Meyerhold decía que un teatro tenía que ser un verdadero 'palacio de las maravillas'. […] Creo que el teatro es una especie de milagro. Creo que el teatro es, durante algunas horas, una utopía. 600 personas que respiran juntas, que no se matan, que no se pelean todo el tiempo, que se miran, que se hablan. El teatro es un reflejo de lo que el mundo podría ser."
Así, pues, cabe preguntarnos: ¿cuál será la columna vertebral de la historia o el tejido de historias de nuestra puesta en escena?; una inversión, un reflejo: En Esperando a Godot, Samuel Beckett hace que Vladimir y Estragon esperen en vano la llegada de algo o alguien de quien nadie sabremos: ¿Dios?, ¿el caudillo?, ¿el político que sí cumplirá?, ¿ganar la Lotería (o una beca del Fonca)?; pero, ¿qué pasaría si fuera Godot quien esperara a Vladimir y a Estragon? y que, más aún, ¿Vladimir (o Estragon) fuera un hombre a quien el teatro lo llevó de la mano al activismo político hasta recibir el impacto de un proyectil de gas lacrimógeno dejándolo postrado en medio de un coma al que no sobrevivirá y Estragón (o Vladimir) fuera un hombre a quien el activismo político lo llevó de la mano al teatro hasta ser desaparecido de manera forzada por ser el testigo clave de cómo Vladimir (o Estragon) ha sido ejecutado extrajudicialmente? ¿Podríamos pensar en una puesta en escena donde Vladimir y Estragon, en lugar de esperar a Godot, se esperaran a sí mismos? ¿Podríamos pensar en una puesta en escena donde Godot, en vez de ser esperado por Vladimir y Estragon, se esperara a sí mismo? ¿Podríamos pensar en una puesta en escena con tres actos, a modo de jornadas, donde Godot esperara a Vladimir y Estragon, estos se esperaran a sí mismos y aquél se esperara a sí mismo?

Termino este chorema que en medio de tanto neobarroquismo ya se ha ido extendiendo demasiado con otra pregunta que riza más el rizo: ¿se imaginan que Godot fuera, por decir un ejemplo, una compañía de teatro... la compañía que espera a que su director salga del coma y uno de sus actores finalmente, como los 43 de Ayotzinapa, aparezca? Yo, sí, y, por lo pronto, puedo decirles que ya sé qué obra estarían ensayando en tanto aguardan: Esperando al Zurdo, de Clifford Odets, obra que Kuy adaptó junto con el poeta Jaime Reyes para apoyar diversas huelgas de sindicatos mexicanos entre las que destaca la de trabajadores de refrescos Pascual; el momento político es perfecto, sobre todo ahora que el sindicalismo mexicano está en su mayoría cooptado o golpeado, teniendo como telón de fondo la ratificación (o no) del Convenio 98 de la OIT sobre el derecho de sindicalización y contratación colectiva en medio de la firma de un Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) que fue negociado a lo largo de 10 años en total secretismo y firmado a espaldas del pueblo.

Primeros apuntes de siempre indefinidas y nunca definitivas primeras definiciones / 2.

¿Escuelita?

Entre el 20 de enero y el 14 de marzo de 2013, los subcomandantes insurgentes Marcos (difunto) y Moisés escribieron 20 comunicados que reunidos bajo el título de Ellos y nosotros y organizados en, digamos, siete capítulos, pueden ser considerados una suerte de séptima declaración de la Selva Lacandona (aún sin ser emitida) donde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) marcó las pautas de la etapa más reciente de su praxis revolucionaria.

Un repaso rápido de los subtítulos de las entregas pueden servir, más o menos, de índice temático para que quienes no leyeron el Ellos y nosotros se den una somera idea (muy somera, la verdad; su lectura, estudio, discusión y reflexión resulta imprescindible para quienes somos adherentes de La Sexta... los demás no se espanten) de qué trata:

I.- Las (sin razones) de arriba.

II.- La Máquina en casi dos cuartillas.

III.- Los capataces.

IV.- Los dolores de abajo.

V.- La Sexta (con todo y su Postdata que, como su nombre lo indica, fue la quinta parte de Ellos y nosotros).

VI.- Las Miradas:
1.- Mirar para imponer o mirar para escuchar.
2.- Mirar y escuchar desde/hacia abajo.
3.- Algunas otras miradas.
4.- Mirar y comunicar.
5.- Mirar la noche en que somos (De la luna nueva al cuarto creciente).
6.- Él Somos.

VII.- L@s más pequeñ@s (Introducción).
1.- Aprendiendo a gobernar y gobernarnos, es decir a respetar y respetarnos.
2.- ¿Cómo se hace?
3.- Las compañeras. El muy largo camino de las zapatistas.
4.- Las compañeras: tomar el cargo.
5.- La paga.
6.- La resistencia.
7.- Dudas, sombras y un resumen en una palabra.

En la entrega (¿capítulo?) V.- La Sexta, publicado con fecha del 26 de enero del 2013 en la bitácora electrónica de la Comisión Sexta del EZLN, mejor conocida como Enlace Zapatista, el difunto subcomandante insurgente Marcos adelanta que el EZLN convocará a un encuentro La Sexta-EZLN en tierras zapatistas cuyos detalles se precisarían más adelante y en la parte 6 del, por llamarle de algún modo, capítulo VI.- Las Miradas. 6.- Él Somos, con fecha del 14 de febrero de 2013, el subcomandante insurgente Moisés habla por primera vez de lo que mundialmente se conocerá como la Escuelita Zapatista.

No es mi intención aburrirles: por una parte, supongo que quienes son adherentes de La Sexta, son a su vez, o fueron, o quisieron ser alumnoas de la Escuelita Zapatista y, por lo mismo, están más que enteradoas de qué va esta significativa experiencia; por otra parte, supongo que quienes no se enteraron en su tiempo qué fue la Escuelita Zapatista siguen sin interesarse en qué es... pero, si me equivoco, pueden echarse el chapuzón a los 20 comunicados y pasar mutuo propio por su lectura: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/. Baste con saber lo que a estas alturas seguro ya habrán colegido: este espacio retoma el adjetivo en diminutivo de la experiencia pedagógica más reciente y quizás más sintética del zapatismo o, como dijera Carlos Aguirre Rojas, neozapatismo, y la honra.

14 de octubre de 2015

Primeros apuntes de siempre indefinidas y nunca definitivas primeras definiciones / 1.

Introducción a modo de aviso (o al verés).

Para algunes de ustedes muchas de las cosas aquí dichas les parecerán obvias; sin embargo, en este espacio virtual tienen cabida distintas personas cuya coincidencia más determinante para estar aquí es que, o dejaron un comentario explícito de su deseo a ser parte de este proyecto por ahora todavía personal, o cliquearon "me gusta" en alguna de las publicaciones feisbuqueras que hice de esta escuelita teatral de cuadros, círculos y otras geometrías políticas. Dicho de otra manera, usando la terminología suckerbergiana, entre los por ahora 48 miembros de este grupo hay lo que en el argot neozapatista nos llamamos adherentes de La Sexta (7 u 8), mujeres y hombres de la escena con un actuar escénico y social disidente al poder de arriba... o más o menos (13 o 14), banda a quien la convocatoria al proyecto les latió y dijo "esta boca es mía" pero no necesariamente tienen a la escena por oficio ni a lo político por motor de vida (3 o 4), compas indignades que quizás no sean adherentes de La Sexta ni se autoadscriban a ningún movimiento o lucha pero siempre están al pendiente de caminar hombro con hombro por un mundo nuevo y mejor (2 o 3), mujeres y hombres de la escena jóvenes... o más o menos... cuya curiosidad les ha traído hasta aquí porque a final de cuentas un primer resultado de este proyecto es una puesta en escena (11 o 12), coaches de desarrollo personal (1), filósofos (1), músicos (2 o 3), escritoras o escritores (3 o 4), ingenieros (1 o 2), bailarines (1 o 2), terapeutas psicocorporales (1), titiriteros (2 o 3), profesoras o profesores (4 o 5), escenógrafas (1), estudiantes de teatro (5 o 6) y defensoras de derechos humanos (1).

Como verán, el abanico de experiencias e historias personales y colectivas es muy rico por diverso; así, pues, quisiera hacer el ejercicio de decir qué quiero decir cuando digo las cosas que digo... o, por lo menos, las que he dicho hasta ahora aquí... para que tengamos un mínimo piso, digamos, conceptual; piso que, dicho sea de paso, me gustaría que fuera ampliado por sus comentarios para así saber entre todes qué entiende cada quien por aquello a lo que les he convocado.

¿Empezamos?

https://www.facebook.com/groups/109802176042359/

8 de octubre de 2015

Escuelita teatral de cuadros, círculos y otras geometrías políticas.

Hace unos días, el 1 de octubre, para ser más precisos, publiqué en la parcela virtual del feudo Zuckerberg que a falta de otro eufemismo llamo “mi página en Feisbuc” que he estado dándole vueltas a una idea entorno a un proyecto personal; proyecto personal que, dije, en un momento dado se vuelva colectivo: armar una escuelita teatral de cuadros, círculos y otras geometrías políticas. A reserva de aclarar de qué estoy hablando cuando digo: “escuelita”, “teatral”, “de cuadros, círculos y otras geometrías políticas”, agregué que sería algo así como un “semillario”, un “semillero-seminario”, que tendría conexiones “neozapatonas” y ligazones con diversos temas; temas que, por una parte, están contenidos en dos asignaturas que diseñé para la Licenciatura en Teatro de la Escuela Superior de Artes de Yucatán y una experiencia de educación no-formal que llevamos a cabo en Tapanco Centro Cultural, A.C. el año pasado, y, por otra parte, implican dos, digamos, consignas: un caminar teórico y práctico que necesariamente nos llevará a una praxis, en este caso estético-política, y un espacio de compartición de saberes y experiencias que tiene por invitación vertebral venir a desaprender.

Por otra parte, mencioné que este espacio tendría dos figuras centrales; es decir, dos personalidades que, de alguna manera, serían un botón de muestra de figura teatral geométrico-política que nos servirían, en cierto modo, de pauta o ejemplo a seguir, un tanto en homenaje a ellos, un mucho en exigencia de justicia para ellos: el activista y hombre de teatro (director, maestro, actor y dramaturgo) Juan Francisco Kuykendall Leal, fallecido el 25 de enero de 2014 en lo que muchos llamamos una ejecución extrajudicial que tiene como punto de inflexión el 1 de diciembre de 2013, día en que un elemento de la Policía Federal le dispara un proyectil de gas lacrimógeno que le produciría un traumatismo craneoencefálico que tras una larga agonía le terminará de arrebatar la vida, y el también activista y, junto con Kuy, integrante de la Agrupación Teatral “Mitote”, Teodulfo Torres Soriano, mejor conocido como “El Tío”, testigo clave de la ejecución de Kuykendall, desaparecido desde el 24 de marzo de 2014. Ambos, personajes nodales del montaje que resultaría de esta escuelita teatral de cuadros, círculos y otras geometrías políticas.

En el primer post o apunte del grupo en Feisbuc de la escuelita teatral de cuadros..., que no es otro que el de la bienvenida a quienes don potenciales participantes de ella, puntualizo que las palabras sobre las que quiero iniciar nuestro compartir son (mencioné algunas de ellas líneas arriba): “escuelita”, “teatral”, “de cuadros, círculos y otras geometrías políticas”, “semillario”, “conexiones neozapatonas”, “praxis estético-política”, “compartición de saberes y experiencias” y “desaprender”. Y, advierto que compartiré lo qué estoy entendiendo por ellas y el porqué las estoy usando. Sin embargo, quiero invitar mientras tanto a un espacio mucho más práctico que teórico que Alexia Márquez y Tenoch Molina, integrantes de La Pilla Teatro y compañeres de esta escuelita, están por echar a andar junto con un servidor; se trata de un taller intensivo de Teatro del Oprimido que tiene por objetivos: 1) Servir de espacio de exploración inicial y hasta introductoria a la poética con que Augusto Boal caracterizó su quehacer teatral, con claras influencias y deudas de y para con la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire, y 2) Reunir un poco de fondos para poder participar en el IV Encuentro Latinoamericano de Teatro del Oprimido que se celebrará en Nicaragua a principios del 2016 y al que fueron invitados por el trabajo que están realizando con el grupo de teatro Chan Dzun'un que dirige la maestra María Luisa Góngora, en Oxkutzcab.

19 de agosto de 2015

#NoAlCierreDelAlicia


La mañana del domingo 16 de agosto, la noticia de la clausura una noche antes del Multiforo Cultural Alicia había corrido como pólvora. Las llamadas redes sociales se iban convirtiendo poco a poco en el puntero de una indignación que para la noche del domingo ya se multiplicaba en las redacciones de no pocos medios de comunicación y los espacios, virtuales o no, donde pulula el pensar y el sentir de gente que ha coincidido en y con El Alicia.

Salgo al pasillo que queda entre la habitación, el baño y las escaleras; estoy en la planta alta de lo que los López llamamos simplemente La Privada, a menos de una cuadra de Tlatelolco. Nacho está también en el pasillo, así que el encuentro fortuito se convertirá en una charla exprés. ¿La fecha?: septiembre de 1994. Con 19 años encima, soy el integrante más joven de la Convención Nacional Democrática convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el EZLN, en su Segunda Declaración de la Selva Lacandona; represento, junto con un compa de Saltillo, a la banda de Coahuila. Nacho es más grande de edad que yo, pero más vital en el ánimo: su aspecto relajado contrasta con mi mamonería; sin embargo, compartimos cierta austeridad al hablar que poco a poco va venciéndose en la medida en que nos apasionamos de lo que estamos hablando: zapatismo.

La clausura del lugar sede del Laboratorio de Culturas Subterráneas y Movimientos Aleatorios que es El Alicia era inminente; tanto como lo es, no me cabe la menor duda, su reapertura. Los argumentos administrativos que las autoridades de la Delegación Cuauhtémoc han esgrimido como razón para colocar sus sellos en la fachada de uno de los espacios culturales más emblemáticos de la ciudad de México, cuna de muchos de los grupos musicales más famosos del país, no se sostienen al revisar las contradicciones y la discrecionalidad con que se otorgan o se niegan los permisos de funcionamiento en la demarcación con más giros negros, negocio predilecto de la clase política, de la capital.

No recuerdo si estaba en el CUT, el Centro Universitario de Teatro de la UNAM, o dónde cuando platicando con Hech caímos en la cuenta de que nuestras vidas habían corrido paralelas con intersecciones en varios episodios. Los dos más significativos: la chamba en torno a la CND zapatista (rescatando a la banda del CLETA, cuyo autobús se había ido a un barranco; reuniéndonos en Cencos con las comisiones de cultura, él, y de prensa, yo) y la fundación del Laboratorio de Culturas Subterráneas y Movimientos Aleatorios, mejor conocido como Multiforo Cultural Alicia: él, según sus propias narraciones, había sido uno de los cinco Alicios fundadores que más tarde, un poco por no poderse poner de acuerdo, un mucho porque la chinga era un chingo, salieron por cuerdas dejando al Nacho en calidad de director de El Alicia; yo, era uno de los entonces dos únicos primos políticos del Nacho (el otro era mi carnal) que caminábamos junto con el zapatismo mirando hacia El Alicia con la doble complicidad que nos daba ser familia y compas de lucha.

Por otra parte, con el cierre momentáneo del local ubicado en el 91-A de la avenida Cuauhtémoc, el partido político gobernante en turno no hace más que enseñar el cobre de su chatez política y administrativa otra vez; no sólo porque ha escogido para cumplir su enésima amenaza contra El Alicia el año de su vigésimo aniversario y, por si fuera poco, la noche en que uno de los músicos consentidos de los Alicios, Armando Palomas, presentaría su producción más reciente: Alas & víboras, para celebrar sus 25 años de trayectoria artística; sino porque insiste en tratar al emblemático espacio de la Rockma como si fuera un antro de mala muerte y no el centro cultural que es, con una multa de 117 mil 997 pesos donde lo único regular son sus irregularidades.

Mil novecientos noventa y siete. 31 de diciembre. Hace un frío del carajo, pero no hay bronca: estamos en El Alicia. Es la primera vez que entro aquí y, aunque no es el mejor modo de encontrarse por primera vez con estos graffitis, estoy emocionado. Quizás ésta sea una de las últimas Lopezadas a las que asista, no lo sé: estas reuniones, que de niño esperaba con la mayor de las emociones a lo largo de todo el año, han terminado por perder su brillo de antaño... no obstante, no me importa: estoy en El Alicia. Más tarde, siendo ya papá de Adis, regresaré a este lugar y lo que menos sentiré será el frío: bañado en mi propio sudor y salpicado por el de las y los otros, olvidaré quién soy y cómo me llamo al ritmo de Lost Acapulco, Panteón Rococó, Amparanoia o Los de Abajo. ¿Alcohol?: ni una gota; en El Alicia sólo se venden chelas y, si bien están bien muertas que hasta sudan de tan heladas, a mí la cerveza siempre me ha sabido como a miados... fríos, pero miados.

Cortedad de miras que uno esperaría más de un partido de derechas que de uno de izquierdas, como se supone lo es el de la así llamada Revolución Democrática, pero que a los Alicios ya no les extraña (si es que alguna vez les extrañó): habiendo nacido en diciembre de 1995, en plena administración del salinista Óscar Espinosa Villarreal, famoso por haber desviado fondos del erario público por más de 420 millones de pesos y jubilarse de Nafinsa con apenas seis años de antigüedad, El Alicia sería clausurado por primera vez en 2001 siendo jefa delegacional la muy perredista Dolores Padierna; la esposa de “El Señor de Las Ligas” buscaba reanimar la vida nocturna con “espectáculos sanos, familiares y de alto nivel (…) con música bonita (…) para que la gente pueda divertirse”; casos y cosas de esta izquierda mojigata y uruchurtista.

Dos mil seis. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el EZLN, ha echado a andar su enésima apuesta política: la Otra Campaña. Cruzo la entrada del 91-A de avenida Cuauhtémoc y casi en automático busco al Nacho; no está o, al menos, parece no estar. Acompañado de Jessica, quien no sabe bien a bien a qué ha venido, avanzo por el pasillo de la planta baja que lleva al fondo; subimos las escaleras y llegamos a la planta alta, donde encontramos a algunos compas que como nosotros han respondido a la convocatoria publicada en La Jornada de construir la Coordinadora Regional Zentro-DF de la Otra Campaña. Como siempre, comenzaremos tarde. No conozco a nadie, pero de muchos he oído hablar en una o dos ocasiones. La memoria me juega bromas y los nombres, los rostros y las reuniones de la CRZ-DF se me confunden en los recuerdos: allí está Kuy, de quien Lalo y Berta Alicia me habían contado con mucho aprecio y cariño; allá está Salinas, libándose los bigotes cada que mira a Jessica y sin imaginar siquiera la madriza que le van a acomodar en Atenco tres meses después; más acá, la bandita de Lak'j'k Hormiga, solidaria y chambeadora como siempre, tanto que junto con El Tío serán de los pocos que se mantendrán en el plantón que de Santiaguito se moverá a Molino de las Flores, se pone de acuerdo sobre qué decir y cómo; más allá, como quien baja su perfil, están los morros que eran parte del Frente, el FZLN, y de los cuales el Sup o Elorriaga o Rodríguez Lazcano seguirán echando mano pa' lo que se ofrezca en nombre de la disciplina revolucionaria.

Muchas son las pequeñas historias que se entretejen en torno a la historia un poquito más grande que a lo largo de estos 20 años se ha escrito en el Laboratorio de Culturas Subterráneas y Movimientos Aleatorios (allí nació, por ejemplo, La Otra Chilanga; hoy, La Sexta Nius, y Jessica, una de sus colaboradoras fundadoras, conoció a Juan, quien hoy es el padre de su hijo). Todas, todos, sabemos que El Alicia no puede ser eterno; pero, su punto final no van ponerlo, ni un Neoliberalismo que monopoliza cada vez más el quehacer artístico y cultural, ni un Estado cuyas instituciones se ponen de rodillas al cumplir su tarea de clase en tanto aparato de represión; lo pondrá la banda que en estas dos décadas lo ha defendido con su trabajo, con su presencia, con su resistencia, con su rabia, con su dignidad. Así, pues, mientras eso no suceda, no nos cansaremos de decir que “la cultura no es un lujo, la cultura es un derecho”: #NoAlCierreDelAlicia.

14 de julio de 2015

A partir del próximo 15 de julio...

A partir del próximo 15 de julio estaré más o menos desempleado; digo más o menos porque la verdad es que no lo estaré del todo: continuaré siendo "artista residente" en Tapanco Centro Cultural, A.C., seguiré acompañando el proceso de teatro comunitario en Muchucuxcah para El Hombre Sobre la Tierra, A.C. con adolescentes y jóvenes mayas, impartiré un par de talleres sobre herramientas teatrales a mujeres nahuas y hñänhñu que serán piedra de toque para una experiencia de teatro social en el centro del país de la mano de Yaaxil Tu Ser, Desarrollo e Integridad, A.C., estaré hombro con hombro junto a Malky Castro Zavala levantando el maravilloso proyecto que es Kaaxankilil y, si todo sale bien, regresaré a las tablas como actor después de más de un año de estarlo solo como director... o algo así... con un proyecto del que aún es prematuro adelantar nada.

Lo que ya no tendré... más o menos... es un trabajo con una remuneración estable; sin embargo, no dejo de pensar en que las "botellas de náufrago" que he venido lanzando a la mar de mis amigas y amigos desde que supe de mi más reciente condición laboral pronto significarán buenas nuevas. No obstante, una lucecilla se ha encendido en medio de este camino que, de oscuro, más pronto que tarde se fue poblando de la luz-palabra-apapacho de quienes me hicieron saber que cuento con ellas y ellos... y elles... y, a manera de invocación, he querido ensayar lo que pudiera ser mi presentación en la página web de mi posible nueva casa de trabajo. Que les sea leve.

Sebastián nació cuando su papá, originario de San Luis Potosí, y su mamá, originaria de Chiapas, vivían en la ciudad de México. Aunque en la que hasta hace poco había sido su compañía de teatro (posesivo que resultaba de que él se autoadscribía a ella, no de que ella le perteneciera a él) se decía que sus integrantes no venían ni eran de los márgenes, sino que hacía ellos y de ellos hablaban, él sí lo era: su madre y su padre nacieron y crecieron en familias pobres y, de algún modo, terminaron expulsándolos a ambos a la capital del país, donde sus hijas e hijos nacieron y crecieron en barrios y colonias populares: la colonia Obrera, el barrio de La Candelaria, la colonia Guerrero... los sismos de 1985 los llevarían a pasar un mes en Ermita Iztapalapa antes de abandonar la otrora región más transparente del aire. Sin embargo, Sebastián suele decir a quien le pregunta que es lagunero; en particular, de Torreón, donde vivió los rituales de paso que lo llevaron a ser quien hoy cree que es.
Migrante en su propio país, ha sido casi seleccionado estatal de baloncesto, en San Luis Potosí; casi seleccionado estatal de natación, en Querétaro; chalán de electricista e impresor, aprendiz de periodista y actor de teatro amateur, en Coahuila; promotor sociocultural y de derechos humanos, consejero electoral, artista callejero y periodista independiente, en Morelos; actor profesional de teatro, acompañador de niñas, niños, adolescentes y jóvenes que sobreviven en las calles y desaprendiz de neozapatismo, en el D.F., y creador, investigador y docente de artes escénicas y letras y papá soltero (entre otras cosas igualmente gozosas), en Yucatán.
Pasiones: lo político y la paternidad... y el sexo y el teatro. Odios: la política y el machismo que lleva en los tuétanos... y el sexo y el teatro.

15 de mayo de 2015

Maestro.

No traiciones la causa proletaria;
haz conciencia de clase, vive libre...
deja ya esa actitud, esa plegaria
de cobardes, que ruegan humillados
a las plantas de necios potentados.

Levántate y que vibre
tu palabra sonora.
Maestro: es la hora
de que todos los hombres explotados
sientan la rebeldía dentro del pecho.

No hay derecho
para que los menos
vivan ya de los más, de los de abajo;
ya el fruto del trabajo
solamente es de aquél que lo practica.

Maestro: levántate y predica
la misa roja que le enseñe al mundo
a derrocar a todos los tiranos,
y que en lugar de amos y de esclavos
todos nos veamos como hermanos.

Nicolás López Loera.

15 de mayo de 1939.

Clases de Nada.*

Nadie sabe qué cuentos cuenta,
ni a quién le cuenta cuentos,
ni para qué se los está contando,
ni cuáles cuentos que cuente
se le van a pegar a quién en la memoria.

José Ramón Enríquez.


1

Sentado a contraluz respecto a la ventana por aquello de los ataques de migraña, boina, anteojos oscuros y barba vueltos rostro, José Ramón Enríquez Alcázar, hijo de doña Berta Alcázar y de don Isidoro Enríquez Calleja, y por esa vía hijo también del exilio español y republicano para más señas, solía leernos, platicarnos o citarnos de memoria a Sor Juana, Gómez de la Serna, López Velarde, García Lorca, Valle-Inclán o Cervantes, y después preguntarnos ya no qué habíamos entendido, sino qué pensábamos. Era como llevarnos de la mano, ora Virgilio, ora Beatriz, por los círculos infernales o gloriosos, o ambos, de la creación; pero, antes del parto poiético, era condición indispensable hacer un alto y pensar acerca de qué pensábamos o, más todavía, pensar si estábamos pensando.

Aquellas clases que ni siquiera figuraban en los planes de estudio del Centro aquél que, para decirlo con el mismo José Ramón, es de Teatro porque antes es Universitario, venían a configurarse como el espacio en donde lo visto en todas las demás asignaturas encontraba sentido. Sin embargo, para soltarnos el micrófono, el maestro tenía que haber encendido un cigarrillo y consumirlo poco a poco hasta haber conformado a su alrededor un ambiente tan enrarecido cuan mágico, coronado por un anuncio que pegado en la pared prohibía fumar.

Si hubiera de entresacar de los recuerdos alguna imagen para ubicar en su justa medida aquellas clases que tenían lugar en los umbrales del siglo 21, creo que ésta de José Ramón Enríquez fumando bajo aquél letrero conjug[l]aría con justicia la actitud aparentemente ácrata de este discípulo confeso de Juan de Mairena por línea paterna y la amorosa disciplina de su quehacer pedagógico. “Cada año ‒nos decía‒ veo llegar ante las puertas de esta Torrecita de Rapunzel en que estamos a decenas de jóvenes cuyos ojos brillan de tantas ilusiones que traen dentro; pero basta que entren para que la mamonería que rezuma incluso en las paredes borren el brillo, las ilusiones... todo.”

Allí estaban, pues, letrero y maestro. El letrero, como expresión prohibicionista de la supuesta sana pretensión de alguien tan afecto a las reglas que esperaba que aquél circulito rojo cancelando la imagen de un cigarrillo encendido y debajo de él la palabra NO fuera suficiente para inhibir los “malos hábitos” propios y ajenos. El maestro, protagonizando, más que una manifestación de rebeldía, el vivo ejemplo de lo que Morin llama pensamiento complejo; haciendo visible lo invisible, provocando con su sola actitud una oleada de interrogantes que nos conducían a pensar y pensarnos radicalmente; característica ontológica de este arte y este oficio que son porque, parafraseando a Luis de Tavira, lo son en el presente de la presencia y la presencia del presente.

2

La primera vez que hablé cara a cara con José Ramón Enríquez y no ya sólo con su palabra en negro sobre blanco vuelta poesía, obra de teatro o choro político de indudable apuesta por los márgenes fue una mañana de tantas que tuvo el mes de agosto de 1997, mes en el que José Ramón cumple años de vida y yo de teatro, que es como decir lo mismo. Yo había llegado con el corazón latiéndome a toda marcha para ver la lista de las y los aceptados a cursar el diplomado de actuación en ese mismo CUT de paredes rezumantes de mamonería. La segunda ocasión él estaba entre el público que vio una de las funciones que dimos de Y la historia comenzó... en el Tercer Encuentro de Teatro Comunitario de la Región de los Volcanes. Al final de la representación me llamó. Aún recuerdo que mientras caminaba hacia su encuentro el corazón me latía igual que un año atrás.

Ese latido se repetiría muchas otras veces: en sus clases, cuando por su voz se colaban don Guillermo Orea para hacernos muecas con la mitad del rostro oculta al público, doña Ofelia Guilmáin aguardando el instante para irrumpir en la escena y romper plaza dándose sus mañas para ver los toros, Fernando Balzareti y Octavio Galindo, gallardos y espléndidos, animales de la escena, o el viejo y sabio maestro Retes que gritaba aquello de “abusados, maestros; abusados... no pasa nada”; en escena, cuando los trabajadores técnicos del CUT aún no dejaban que sus mezquindades propias de su falsa conciencia de clase fueran más grandes que su tierna complicidad para con el oficio teatral y habíamos podido llegar al estreno de los fragmentos del Moctezuma II de Magaña que José Ramón mismo había pergeñado con sumo cuidado (valga la redundancia) para examinar a la Generación 2000-2004, la última que cursó la asignatura de Genealogía del Actor que también él diseñara para llenarnos las alforjas dionisíacas de pánico equipaje.

Esa vez segunda, me preguntaba a mí mismo qué querría el maestro; ¿me compartiría un par de consejos para la próxima vez que me atreviera a escribir y a dirigir algo?... y el latido agarraba fuerza nomás de puros nervios… como cuando sonó la tercera llamada del día que estrenamos Guerrero en mi estudio en la blanca Mérida, siendo yo su asistente de dirección… o cuando acabó la primera función de Orestes o dios no es máquina, de Miguel Ángel Canto, para la que escribió el texto del programa de mano… o cuando terminé de leer su Tarantela y me descubrí llorando, conmovido todavía por los textos de José María Galán: “un beso en el ombligo de vez en cuando, y algo de lluvia de oro los fines de semana, valen por su mirada de ternura”…

3

―A ver, mi vida, recuérdame –dijo, poniendo fin a mis pensamientos–: ¿acaso tú no eres el pendejo que no llegó a su entrevista y por eso no entró al CUT?

―Sí, maestro; yo...

―Bien ‒me interrumpió‒, ya vete; sólo quería saber qué tan avanzado estaba mi Alzheimer.

* Publicada en PasoDeGato. Revista Mexicana de Teatro. No. 40.

Kaaxankilil, la experiencia terapéutica del Sistema Río Abierto en la Mérida de Yucatán.

A Malky Castro Zavala le gustaba bailar desde que era una niña, eso la llevó a estudiar danza contemporánea en el Centro Estatal de Bellas Artes de Yucatán; allí, fue descubriendo que «cuando me conectaba con mi cuerpo y mi movimiento, pasaban cosas dentro de mí; me sentía más lúcida, más creativa, más vibrante.» Así fue naciendo su interés por conocer y explorar qué era lo que le pasaba dentro suyo y, en ese buscar, conoce la Fundación Río Abierto, creada en 1966 por la terapeuta María Adela Palcos en Buenos Aires, Argentina.

Luego de tres años de una formación profesional directa con la misma María Adela y sus colaboradoras y colaboradores más cercanos, Malky regresa a México y, en especial, a su propia tierra, donde se da a la tarea de ir creando y participando en diversos proyectos para ir involucrando a otras personas a pasar por la experiencia del trabajo terapéutico que ella misma descubrió por la vía del cuerpo.

El Sistema Río Abierto, nos dice Malky, se basa en técnicas psicocorporales cuya finalidad es contribuir al desarrollo integral del ser humano; así que «después de un recorrido por el estudio del Sistema, decido continuar mi búsqueda; en ella, voy descubriendo muchas maneras de trabajar, de respirar, de estar presente conmigo y con otras personas. Esta búsqueda me permite desarrollarme aún más en mis totalidades: aprendo a darle paso a mi intuición y, a través de ella, a dejarme fluir.»

Así nace Kaaxankilil, un lugar y un tiempo donde las personas puedan expresarse con toda su grandeza, a partir del cuerpo en su totalidad; un espacio de búsqueda constante para alcanzar un estado de equilibrio físico, psíquico y espiritual que permita el desarrollo como seres humanos a quienes se acerquen a conocer su propuesta de trabajo. «Invitamos a la gente a expresarse a través del cuerpo y su movimiento, pasando por la experiencia del encuentro consigo mismo y con el otro, desde el juego, el baile.»

Desde su fundación hace casi 50 años, el Sistema Río Abierto se ha expandido a más de una decena de países como España, Italia, Uruguay, Brasil, Israel, Estados Unidos, Rusia, Alemania, Austria, Suiza y, por supuesto, México. En nuestro país, sólo existen tres experiencias de este tipo: Río Abierto México, en la ciudad de México, Distrito Federal; Río Abierto Laguna, en Torreón, Coahuila, y Kaaxankilil, que bajo la coordinación general de Malky tiene su sede en Mérida, Yucatán.

La presentación formal de Kaaxankilil ocurrió la mañana del pasado 17 de enero en el marco de lo que fue su primera Clase Masiva de Movimiento Vital Expresivo del año: «una a una, uno a uno, fueron llegando las y los invitados de honor al nacimiento de un proyecto que ya ha dejado de serlo para volverse realidad y que aún lo sigue siendo para proyectarse hacia un mañana de crecimiento, reflexión, descubrimiento, placer, confrontación y autoconocimiento armónicos.» Ahora, este sábado 16 de mayo, va por la segunda edición del 2015.

Las clases masivas de Movimiento Vital Expresivo son sesiones únicas en las cuales se genera «un clima de armonía, confianza y placer de estar juntos; de energía grupal que favorece y torna agradable lo que se hace: el descubrimiento que hacemos de nosotras y nosotros mismos como parte del encuentro y el contacto con las y los demás en un presente que se recrea con el movimiento del cuerpo, de las emociones.» Esa vez, nos cuenta Malky, 56 almas vibraron al ritmo de la música del siempre solidario y generoso Gerardo Avilés.

«La invitación es a movernos con la música, con las emociones, con los impulsos vitales; a, como dice Vicenzo Rossi, poner el cuerpo en un viaje hacia la propia identidad, hacia el centro de nosotras y nosotros mismos en medio de profundas y sutiles alianzas que no se expresan con palabras, pues, el movimiento es un puente entre las más altas frecuencias del pensamiento, del sentimiento, de lo bello, de lo verdadero, de lo sublime, y las más bajas frecuencias de la materia, de lo concreto, lo sólido, lo visible.»

Cada clase masiva antecede a la puesta en marcha de un proceso terapéutico que va más allá de la experiencia inicial de estas mismas clases, el llamado Grupo Abierto de Movimiento Vital Expresivo: un grupo mixto cuyas sesiones están organizadas en períodos de diez encuentros-sesiones cada uno «donde el descubrimiento y el trabajo sobre sí echa mano de la técnica psicocorporal de Movimiento Vital Expresivo como puente para que cada quien, de manera individual, llegue a sus propios darme cuenta, cómo estoy, qué necesidades tengo

El primer grupo abierto, llamado así para diferenciarlo de los grupos cerrados donde el trabajo terapéutico es mucho más profundo y personalizado y quienes participan en ellos se comprometen a mantenerse constantes y “presentes desde la presencia” de principio a fin de los procesos, se llevó a cabo del 31 de enero al 25 de abril, logrando convocar a hombres y mujeres de diversas edades, profesiones y condiciones socioeconómicas, provenientes incluso de entidades federativas, como Nuevo León, Puebla, Quintana Roo y el Distrito Federal; además, por supuesto, de Yucatán. El siguiente grupo abierto tendrá lugar del 30 de mayo al 8 de agosto y ya ha comenzado a registrarse la gente que quiere ser parte de él.

Kaaxankilil «es un viaje hacia tu interior, donde te vas descubriendo una y otra vez dándote la oportunidad de reconciliarte y amarte con todo tu ser. Kaaxankilil es una apuesta por la salud consciente que nos lleve hacia la armonía y nos permita seguir en la búsqueda de la expresión de nuestro ser potencial», pues, explica Malky, Kaaxankilil significa en maya búsqueda; pero, no una búsqueda cualquiera, sino una búsqueda constante, permanente: «en la maya, para decir encontrar se dice buscar porque la idea de hallazgo está en la misma búsqueda: uno encuentra porque busca y al encontrar sigue buscando.»

Ahora bien, lejos de esas experiencias hoy tan de moda que en nombre de una felicidad individualista desconectada de todo levantan bunkers para que sus mundos internos no se “contaminen” con la supuesta infelicidad de los que día a día se viven y sobreviven en el mundo de afuera, Kaaxankilil ofrece su experiencia a instituciones públicas, empresas del sector privado y organizaciones de la sociedad civil interesadas en el logro de sus metas y objetivos de la mano de una mejor calidad de vida de sus integrantes; así fue como la Sesión del B del Módulo Cero con la cual inauguramos el Seminario de Actu@cción: herramientas escénicas para la actuación social, de Sacbé, Circuito regional de artes escénicas, consistió justo en una de sus clases masivas.

María Herrera Páramo, directora del Instituto Municipal de la Mujer de Mérida (2012-2015), con el cual Malky viene colaborando desde hace dos años, recomienda en el vídeo institucional de Kaaxankilil conocer y estar en la experiencia de las técnicas psicocorporales: «Para mí es un modelo de atención que deberíamos estar haciendo todas las instituciones públicas como parte de una prestación hacia una calidad de vida para las y los trabajadores de cualquier lugar.»

Como completo ideal al trabajo de búsqueda personal que se hace mediante el Movimiento Vital Expresivo, Malky misma emplea la técnica psicocorporal del Masaje Terapéutico que, al concebirse desde el Sistema Río Abierto como una relación de ayuda «que permite a la persona conectar con las propias necesidades emergentes en medio de la autoobservación», puede ser:

a) Masaje Circulatorio: Reequilibra la energía redistribuyéndola en todo el cuerpo a través de canales energéticos, dirigiéndola de las zonas más cargadas a las menos cargadas redistribuyéndola en todo el cuerpo, y

b) Masaje Correctivo: Destraba zonas a las que la persona no llega por sí misma, removiendo obstáculos o bloqueos y reacomodando la postura; con la posibilidad de poder ver cómo ésta puede influir en la postura de la persona ante la vida.

Queda, entonces, abierta la invitación para ser parte de esta experiencia terapéutica que al parecer es única en su tipo en Mérida, Yucatán; lo que explica que el cupo de 50 personas para el sábado esté a punto de completarse. Así que si usted busca relajarse un rato, energizarse otro o simplemente estar y sentirse bien, no estaría nada mal que se acercara a conocer la propuesta de Kaaxankilil, un proyecto que muy pronto se irá consolidando como un referente ético, profesional e innovador para quienes mediante el desarrollo de su potencial deseen alcanzar una condición de salud integral consciente en una búsqueda constante hacia la autorrealización; quien quita y se da cuenta que ya también usted se va encontrando porque se busca y, al encontrarse, se sigue buscando.

Aprendiz de balts’am.

Mi hijo y yo llegamos a tierras del Mayab en octubre de 2008. Somos migrantes dentro de nuestro propio país y, aunque muchos y muy entrañables sean nuestros lazos con los otros lugares de los cuales venimos, poco a poco nos hemos ido enamorando de Yucatán al grado de poder decir junto con Serrat que somos del lugar donde comemos.

Cuando mi terapeuta me invita a responder la pregunta: ¿quién soy?, no busco cómo hacerlo porque la verdad es que no sé quién soy y lo mejor que puedo hacer es decir cómo me llamo, cuántos años tengo, quiénes son mi gente, cuáles son mis herencias y a qué me dedico. Sin embargo, para mis amigas y amigos, y para quienes no lo son, en Yucatán soy un huach o, como alguna vez dijera una alumna mía, un extranjero nacional.

Suelo decir sin ambages, por una historia personal que sólo gente cercana a mí conoce, que mi hijo me salvó; no lo hizo solo, a mi lado estuvieron siempre mi padre, mi madre, mi hermano, mis hermanas, la mujer que era mi compañera y algunas y algunos buenos amigos, incluidos dos o tres de mis maestros; ahora puedo decir, sin cultivo, que Yucatán también me salvó.

Sin que ello, insisto, pueda definirme, soy un cómico; por “cómico” no quiero decir que me la paso contando chistes misóginos y racistas en el escenario, sino que me considero heredero de un oficio que dadas las extranjerías (mías y de quienes como ellas y ellos soy) ha adoptado a la escena como patria y matria. Y, en tanto cómico, llegué a estas tierras a compartir los dudosos saberes y pensares que traigo conmigo.

Sí, llegué, según yo, a enseñar; no obstante, a lo que llegué fue a aprender y hoy tengo la certeza de que más que maestro he sido alumno de mis alumnos. Esas cosas pasan por acá.

El maestro José Castro, papá de mi pareja actual, explica que en Yucatán se dice buscar (el verbo es kaaxan) en lugar de encontrar porque para la maya la idea de hallazgo está en la misma búsqueda: uno encuentra porque busca y al encontrar sigue buscando; uno busca para buscar, no para encontrar.

Así, porque como dijera Kavafis, lo importante del viaje a Ítaca es el viaje mismo más que llegar a Ítaca, yo en Yucatán me estoy buscando y he buscado que apenas soy un aprendiz de balts’am que sigue buscando, testigo privilegiado de las propias búsquedas de mis alumnas y alumnos.

23 de abril de 2015

Luz propia.

Había una vez un hombre enamorado de una mujer a cuya apariencia y embeleso (del hombre, se entiende) le escribieron una canción: "Era un toro enamorado de la luna". Era lógico, en la calle, en lo público, el hombre aquel parecía fuerte, decidido... todo lo que está sociedad y sus modos de producción dictan, en fin, que un hombre sea. Sin embargo, la verdad era que aquel hombre no era exactamente un toro; era, apenas, un hombre que se hacía el fuerte porque no quería que nadie descubriera lo débil y pequeño que se sentía. Y, bueno, a decir verdad, ella tampoco era la luna; a diferencia de la pobrecita luna, aquella mujer sí tenía luz propia.

14 de abril de 2015

Teatro Hacia el Margen, A.C.


El pasado 13 de abril, distraído con hacer de este rincón virtual Feisbuc un extraño obituario para despedir dos voces fundamentales (Eduardo Galeano y Günter Grass) y recordar a una tercera también fundamental (José Revueltas), olvidé celebrar los 10 años de existencia (por lo menos jurídica) de Teatro Hacia el Margen, A.C., capitaneada por el maestro José Ramón Enríquez y el actor y director (y papá en ciernes) Pablo Herrero.

Jamás terminaré de agradecerles la invitación a un proyecto que vi nacer desde que estaba en otras tierras y la reiterada complicidad en cada uno de sus frutos escénicos en que pude participar: Guerrero en mi estudio, dramaturgia y dirección de José Ramón Enríquez; Tartufo, adaptación de José Ramón Enríquez al original de Molière y dirección de Miguel Ángel Canto; Ah Kin Chi: profeta maya, de Hernán Lara Zavala y dirección de José Ramón Enríquez; La colección, de Harold Pinter y dirección de Christian Rivero; Arrojados al mundo sin cobertor de lana, de Mario Cantú Toscano y dirección de Pablo Herrero, y Formión, de Publio Terencio Afro y dirección de Miguel Ángel Canto.

Hoy, Teatro Hacia el Margen prácticamente se ha diluido por razones administrativas, tres de sus cuatro integrantes más significativos (el maestro José Ramón, Pablo y Miguel Ángel) están afortunadamente abrigados ahora por otra compañía productora (Grupo Arpa) y el cuarto (Christian Rivero) está creciendo en el extranjero; mientras, sus invitadas e invitados andamos otros proyectos soñando sueños parecidos a los que nos llevaron a caminar y soñar a su lado. Gracias, muchas gracias; y, como dijera Jarry: Merdre!

3 de marzo de 2015

Tapanco Centro Cultural, A.C.


El 3 de marzo de 2012, con las artes escénicas como trinchera, seis jóvenes creadores daban inicio a una aventura heroica: abrir un espacio de encuentro que, a través de una cartera de servicios culturales, propiciara la reflexión, el análisis, la experimentación y el intercambio de experiencias escénicas entre distintos grupos artísticos y sus potenciales públicos.

Las notas periodísticas sobre la inauguración de aquel barco que al zarpar fue bautizado con el nombre de Tapanco dan cuenta de dos acontecimientos que aún hoy siguen marcando el faro del proyecto: el estreno del espectáculo Tribu Hair, original de James Rado y Gerome Ragni, bajo la dirección de Francisco Solís, y la presentación, la noche de la víspera, de un ensayo general de su puesta en escena a la comunidad de vecinos del propio centro cultural.

Plumas como las del maestro José Ramón Enríquez dieron cuenta de la significación que ambos hechos entrañaban y saludaron el nacimiento de Tapanco, coincidiendo en que los dos grandes retos a enfrentar, tanto por los socios cuanto por sus públicos y compañeros de oficio, serían «la afluencia de un público que acompañe [su] energía creadora y los apoyos tanto públicos como privados» que les permitan mantenerse a flote de cara a una realidad económica que no ha dejado de amenazarlos (Reforma, 9/03/2012).

Un año Tres años después, aun cuando los números de compañías, funciones y espectadores convocados son sorprendentes, la urgencia de superar los retos arriba mencionados es mucho mayor; no sólo por las simulaciones de un ogro filantrópico largamente alimentado por la relación de sumisión y autocensura de la comunidad artística, sino porque cada día que pasa el país se nos sigue cayendo a pedazos a causa de un capitalismo gore donde, como dice Sayak Valencia (Melusina: 2010), «la vida ya no es importante en sí misma sino por su valor en el mercado como objeto de intercambio monetario».

Proyectos como Tapanco son, pues, bajo este escenario de necroempoderamiento, oasis de resistencia biopolítica desde la escena. Lo mínimo que podemos hacer es seguir acompañándolos el tiempo haga falta.

Por lo pronto, enhorabuena por este primer... segundo... tercer aniversario.

25 de febrero de 2015

Adiós políticamente incorrecto a don Félix Serdán.

Doña Emilia y Don Félix.
Foto: Hernán Osorio.
En septiembre de 1994, no recuerdo exactamente el día, las y los integrantes de la así llamada presidencia colectiva de la Convención Nacional Democrática convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, reunidos en asamblea permanente en la ciudad de México, hacíamos el análisis de lo que desde la perspectiva de los movimientos y luchas que representábamos (porque algunos sí representábamos algún movimiento o alguna lucha) había sido la jornada electoral de la que resultaba vencedor legal, que no legítimo, el globalifílico chacal de Acteal Ernesto Zedillo Ponce de León.

Aquella presidencia convencionista, que el EZLN terminaría señalando a través de la voz del Comandante Insurgente Tacho como llena de puros generales, emprendía el ejercicio, cada vez más difícil, de escuchar lo que cada una y cada uno de sus integrantes, en especial quienes llevábamos la voz de las convenciones regionales o estatales, compartía con respecto al diagnóstico que desde abajo y a la izquierda, valga el anacronismo reivindicativo, se hacía de la primera elección federal en tiempos del llamado neozapatismo (Carlos A. Aguirre Rojas dixit).

Por un momento, según mis recuerdos, la balanza parecía inclinarse hacia la aceptación de que las elecciones de 1994 habían sido limpias; sin embargo, Manuel Laborde Cansino y yo, que teníamos por encomienda llevar a esa presidencia la mirada coahuilense de Saltillo y La Laguna, respectivamente, no opinábamos igual y así lo hicimos saber a un pleno donde algunos, sobre todo los intelectuales, nos descalificaron por hacerlo y otros, en particular las y los compañeros de otras luchas, nos saludaron por lo mismo.

Entre los segundos estaba don Félix, cuya sonrisa picarona le habitaba la mirada enmarcada en sus cejas tipo estilo loco-valdez cuando bromeábamos acerca de que no podríamos presumirle a nuestros nietos haber estado en aquella CND, pues, quien sea que haya escrito en los documentos fundacionales de ése esfuerzo los nombres de quienes participábamos en él, había puesto mal tanto el suyo como el mío, al grado de que él era Félix Jordán Nájera y yo Carlos García López.

La CND (insisto: la convocada por el EZLN; el artículo en Wikipedia que habla de las CND zapatista y lopezobradorista lo hace con tal desaseo que se confunden una con otra), concluyó que la jornada y el proceso electorales de 1994 habían estado marcados por el fraude desde el hecho mismo de que la campaña del Estado y su partido estaba caracterizada por la ya vieja práctica de asustar a la ciudadanía con el petate del muerto de que votar en contra del PRI (como llamábamos a hacerlo el EZLN y la CND) sería votar por el caos y la violencia; a mí me tocó trabajar en la redacción del boletín de prensa que lo comunicó a la sociedad en su conjunto y yo mismo, junto con doña Rosario Ibarra y don Pepe Álvarez Icaza, lo leí ante los medios comerciales de información en Cencos. Mucha agua ha corrido desde entonces en el río, Heráclito.

A don Félix lo volví a ver muchas otras veces, ya que cuando vino el relevo en la representación de la Convención Regional Democrática de La Laguna ante la CND zapatista y yo con mi inexperiencia de 19 años encima dejé de ser integrante de su presidencia colectiva, me mudé a Morelos para hacer teatro con el Grupo Cultural Zero; así, conocí a doña Emilia y su casa en Tehuixtla (más de una vez llevé a mi mesa el fruto de su trabajo en su huerto sin pesticidas ni abono tóxico); así, nos encontramos de nuevo en la fundación del Congreso Nacional Indígena, donde él recibiría de manos de la Comandanta Insurgente Ramona la bandera que el EZLN había dado antes a doña Rosario Ibarra al frente de la CND y yo, de ser observador por parte de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, terminé siendo parte del cinturón de seguridad de Ramona en torno al CUC en Copilco.

En 1998, unos meses antes de que naciera mi hijo y de cara a los trabajos de la Consulta Nacional por el Reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indios y por el Fin de la Guerra de Exterminio convocada por el EZLN, conocí a Mónico Rodríguez (no le gustaba que lo llamara don Mónico, porque, decía, él no era ningún don), compadre de Rubén Jaramillo y, junto con él, fundador del Partido Agrario Obrero Morelense (PAOM) que, entre sus muchas acciones, organizó la lucha de carácter obrero dentro del jaramillismo.

Al llegar a su casa y recibirnos con una generosidad que me hizo sentirme en confianza, suponiendo que al ser también un veterano jaramillista le daría gusto platicar sobre don Félix, le conté de cómo lo conocí y de lo vanaglorioso que me sentía de que alguna vez me hubiera dicho que yo era de esos jóvenes a los que podía pasar la estafeta. Mónico, a quien unos minutos antes le brillaban los ojos luego de haberle dicho que yo había llegado a Morelos de su natal Torreón con una nostalgia similar a la que él tenía por Tampico, endureció el rostro y sentenció: espero que no sea la estafeta de esconderse cuando más se le necesita.

Yo no sabía, sino hasta esa tarde, que don Félix, a quien el EZLN en uno de sus muchos gestos simbólicos nombró mayor honorario, había sido, lejos de lo que piensan y escriben muchos de los actuales articulistas que como yo lamentan su muerte, algo así como el ala más conservadora del jaramillismo. Mónico, me lo contaría Pepe Martínez, había sido, por decirlo de algún modo, el ala roja, la mano izquierda de Rubén Jaramillo; por lo que el mismo Mónico confió aquella tarde, entendí que don Félix había sido, como se dice ahora, aunque con otro sentido, su mano derecha.

A Mónico no lo volví a ver: en diciembre de aquel 1998, el día 4, para ser más exactos, se nos adelantó camino al Mictlán; con él se llevó sus memorias al frente de la lucha obrera en el ingenio azucarero de Zacatepec y aquel cañón antiaéreo que fabricó con chatarra obtenida de quien sabe dónde, sus pláticas sobre El Machete (editado por un PCM que terminaría expulsándolo) y sus lecturas de Bujarin, su anticlericalismo y su crítica acérrima a todo lo que oliera a mojigatería. A don Félix, en cambio, me lo volví a topar en la vida muchas otras veces; siempre con la bandera mexicana que le diera Ramona, siempre con doña Emilia.

No puedo dejar de sentir dolor por la muerte de don Félix. Lamenté mucho la muerte de Mónico, porque estaba consciente de la doble pérdida que su ejemplo de lucha y su claridad política representaba; sin embargo, la partida de don Félix, quizás porque fue con quien de los dos más conviví, me cala hondo: yo no conocí al Félix del que hablaba Mónico, conocí al Félix que incansablemente se solidarizaba con cuanta lucha le salía al paso; al Félix en el que vi no a don Félix mismo, sino al jaramillismo que yo idealizaba; al Félix del que, al conocer a Mónico y reconocerme más en sintonía y de acuerdo con él y con el jaramillismo que en él descubrí, me distancié.

Dos años después de la muerte de Mónico dejé Morelos. No lo hice definitivamente: mi hijo, lo digo con todo orgullo, nació en aquellas tierras que yo, a pesar de las derechas y las pseudo-izquierdas que las mal gobiernan, sigo llamando zapatistas y, para mi fortuna, regreso siempre que puedo a su encuentro y al de mis amigas y amigos que más que eso son una de mis familias adoptivas. De todos modos, mis pasos me llevan cada vez más lejos; tanto que, en esta especie de autoexilio donde también he ido encontrando gente que quiero y admiro, me voy enterando como queriendo no hacerlo de la muerte de don Félix sin poder despedirme de él.

5 de febrero de 2015

#‎YaSéQueNoAplauden‬

Primer acto: En 2012, por iniciativa del PRI, el Congreso aprueba la desaparición de la Secretaría de la Función Pública (SFP).

Segundo acto: Tras señalamientos de corrupción (conflictos de intereses, reza el eufemismo), el jefe del Ejecutivo medio articula una autodefensa donde, como el infiel del chiste, dice que lo que todos hemos visto no es lo que parece.

Tercer acto: Ese mismo jefe del Ejecutivo, ya que la oposición está muy ocupada en el Súper Bowl o en brincar del PRD a Morena (como antes brincaron del PRI al PRD), nombra a alguien para encabezar la secretaría que el Congreso aprobó desaparecer por instancias de su propio partido para que investigue si él mismo ha incurrido o no en algún posible conflicto de interés (sic).

¿Cómo se llamó la obra?: ‪#‎YaSéQueNoAplauden‬.

Mientras tanto, otro joven luchador social, defensor de derechos colectivos (Gustavo Salgado Delgado), ha sido asesinado luego de permanecer desaparecido, en un modus operandi similar al echado andar en Guerrero contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa.

Detalle de la instalación "Sigue a los líderes/Follow the leaders", del escultor Isaac Cordal; detalle de la clase política.