28 de diciembre de 2016

Esto no se acaba hasta que se acaba.

Estoy convencida de que el porcentaje de individuos de verdad malvados que hay en el mundo es pequeño, quizá muy pequeño, incluso ínfimo. Los auténticos culpables de que la vida pueda ser tan cruel y de que la Tierra se convierta en un valle de lágrimas son los tibios de corazón, porque esos sí que son legión, esos son muchísimos; esos quizá sean, por desgracia, la mayoría de los seres humanos (…)
Alfredo Llopico, un amigo con quien hablé de esto, me mandó dos citas maravillosas. Una es del Apocalipsis, en donde Jesús dice: “Conozco tus obras, sé que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca”. Y la otra es de la Divina Comedia, de Dante, en donde, en el ‘Canto III del Infierno’, encontramos que las almas más despreciables son aquellas “que vivieron sin merecer alabanzas ni vituperio (…) que no fueron rebeldes ni fieles a Dios, sino que sólo vivieron para sí”. Siempre hemos sabido que los culpables del horror del mundo son los tibios de corazón. Malditos sean.

–Rosa Montero.


Dos mil dieciséis. Víspera del Día de los Santos Inocentes. Un mensaje vía WhatsApp del maestro Juan Ramón Góngora Alfaro, director de escena de La hija del rey, de José Peón Contreras, y titular del proyecto del mismo nombre producido por el Programa Nacional de Teatro Escolar (PNTE) en Yucatán, sirve de portador de la buena noticia: «Estimados compañeros: ya depositaron, desde ayer en la tarde. Metri me habló para informarme. Probablemente hasta en la tarde se refleje en la cuenta (…) por los tiempos de transferencia de banco a banco. Ya tenemos el pago de actores.» La felicidad, creo, se refleja en mi rostro. –¡Ganamos!, me digo. Siete minutos más tarde, José Ernesto Jiménez, productor ejecutivo del mismo proyecto, nos comparte la nota crítica que escribiera sobre nuestra puesta en escena el maestro Fernando Muñoz Castillo en el diario Por Esto!: nos hace pedazos.

La noticia del pago comienza a correr como pólvora en las redes sociales. Yo, recibo un correo electrónico de César Tapia, subcoordinador de Enlace con los Estados de la Coordinación Nacional de Teatro (CNT) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA), copia de la respuesta que le da a Luis Velázquez. Asunto: PAGO REALIZADO / FUNCIONES DE TEATRO ESCOLAR YUCATAN.

Luis Velázquez, jefe del Departamento de Teatro de la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta), escribe:
«Estimado Cesar: Te informo que el pago por las 80 funciones de la obra “La hija del rey”, la cual forma parte del Programa Nacional de Teatro Escolar en el Ciclo 2016 en Yucatán, ya ha sido depositado (…) el día de hoy 27 de diciembre del presente año. Agradeciendo como siempre todas tus atenciones me despido enviándote un cordial y afectuoso saludo, deseando que tengas un feliz y próspero año 2017.»
–¿No que el depósito se había hecho desde ayer? –me digo–. Estos cuates mienten como si respiraran hasta por las cosas más pequeñas.

Leo la respuesta de César Tapia, de la cual manda copia también al antropólogo José Alejandro Pérez López, director de Desarrollo Cultural y Artístico; Gerardo Hansen Mena, director de Administración y Finanzas, y, aunque no se le menciona, a Jorge Escobedo, coordinador del PNTE en Yucatán, los tres de Sedeculta; además de al mismo maestro Juan Ramón y otro correo de enlace de la CNT-INBA que supongo es el de Alma Rosa Castillo, responsable del PNTE en la CNT-INBA:
«Estimado Luis Velázquez, buena noticia, agradezco el aviso y las gestiones y a todos su paciencia. Seguimos en contacto para la programación de las diez funciones restantes. Reciban todos un fuerte abrazo y en espera que 2017 nos colme de retos y proyectos en beneficio del teatro en Yucatán. Felices fiestas.»
Estoy cansado. No ha sido, para nada, una batalla ardua ni larga; pero, la presión ha estado a tope desde el momento en que decidí hacer la denuncia pública porque no se nos había pagado. –¡Ganamos!, me repito. No obstante, no consigo quitarme este mal sabor de boca. –¿Por qué?, me pregunto, mientras pienso en el (breve) camino recorrido.

«En mi pecho la cólera no cabe»


21 de diciembre. 13h09. En la parcela (algunos le llaman cuenta) personal que tengo en el feudo Zuckerberg (el Feisbuc, que le llaman) escribo, palabras más, palabras menos, que nuestro pago por las 80 representaciones de La hija del rey no ha sucedido y menciono a Roger Metri, titular de la Sedeculta, Alejandro Pérez López y Luis Velázquez como responsables directos de la demora. Al apunte (post, le llaman algunos) reaccionan (para decirlo en argot feisbuquero) más de 50 de mis contactos, cuatro de ellos dejan su rastro en el cajón de comentarios, 25 lo comparten; uno de ellos, Genaro Payró, actor protagónico de la puesta en escena de Juan Ramón Góngora, compañero de aulas y de tablas, quien hace lo propio agregando su propia voz y la de su personaje:
«Que alguien me responda que otro montaje ha cumplido con la meta de dar 80 representaciones en tiempo y forma, dando funciones en Mérida y varios municipios de Yucatán, mañana, tarde y noche, sin comer, ni dormir bien, trabajando más de 8 horas diarias, y claro, con escasa posibilidad de un ingreso de verdad. Hoy, 21 de Diciembre, es prácticamente oficial que nueve familias de actores no tendrán una grandiosa navidad por culpa de algun@s dis-funcionari@s públicos. Nueve pagos que saldrán, básicamente, hasta el año que viene. ¿porqué no antes, compañeros, les daba miedo que les fuéramos a ROBAR todo el dinero y no diéramos las funciones? En mi pecho la cólera no cabe.»
22h13. Comparto el apunte de Payró, “reaccionan” poco más de 40 de mis contactos, otros cuatro de ellos dejan muestra de su paso en los comentarios, la mayoría en la madrugada del 21 al 22 de diciembre, y lo comparten 20. Enrique Olmos comenta: «Hay que movilizarnos; estas actitudes de los funcionarios que no funcionan dañan un programa de alcance nacional.» Respondo: «Hagámoslo.», sabiendo muy bien que ése tendrá que ser el siguiente paso a dar luego de la jugada mediática que, estoy seguro, no arderá por mucho. Urge pensar en la estrategia que haga correr nuestra voz fuera de las redes sociales.

22 de diciembre. 0h44. Desde Baja California, Michelle Guerra Adame, directora de La nave, de José Luis Pineda Servín, con el Colectivo de Teatro en Espiral, proyecto hermano también ganador del PNTE 2016, me pregunta si ya comenté lo del pago con Karina de la Cruz o César Tapia:
«A nosotros, en Baja California no nos apoyaron con la vinculación con las escuelas y nos están pagando apenas hace tres semanas (creativos) y al elenco apenas el viernes (día de la última función) se depositó la mitad, con la promesa de que se nos pagará la otra mitad el día 30. Fue muy difícil llegar a la meta, principalmente porque el estado no sabe operar el programa. Karina y César me ayudaron mucho con los funcionarios de mi estado, y cuando le comenté mis problemas a César, el me dijo que debemos estar en contacto con ellos para que ellos puedan regular como maneja el programa el estado.»
Veo el mensaje de Michelle en la mañana, hora y media más tarde me comparte números telefónicos y correos electrónicos y no puedo evitar pensar en que esta comunicación debería tenerla Juan Ramón en tanto titular del proyecto y director de la puesta en escena, y no yo.

–Los estados tienen el dinero desde hace meses –me dice–, no tienen porque no pagarte. Yo he batallado mucho con los encargados en mi estado, también terminé las funciones.

–Sí, lo sabemos; pagaron ya todo a todos... menos a las actrices y los actores (…) Muchas felicidades. A nosotros ni un solo centavo.

–Hay que decirlo, la coordinación puede hacerles la observación si tiene por escrito lo que sucede. Yo también espero que el 30 nos paguen el resto.

–Pues a esperar; pero, no de brazos cruzados. Muchas gracias.

–Claro. Que todo salga bien. Un fuerte abrazo. Cualquier cosa que necesiten, los apoyamos desde acá. Abrazos.

–Muchas gracias; igual ustedes, nos dicen y cerramos filas.

–Gracias. Seguimos en contacto.

Voy a mi llamado en el rodaje de El vuelo del topo, cortometraje cuya realización está encabezada por Marco Martín Monforte, Amaury Alonzo y Daniel Canto en el marco del Festival Internacional del Globo Yucatán 2017; la cabeza me da vueltas con cómo me comunicaré con la CNT-INBA.

13h26. El maestro Juan Ramón Góngora me manda un mensaje vía WhatsApp casi telegráfico: «Muy molesto con la situación de los pagos. Me preocupa la situación económica de algunos de nosotros.» No recuerdo si lo leí apenas llegando o después: estoy concentrado escribiendo la carta para la CNT-INBA.

13h50. He escrito la carta. Quiero, no obstante, que sea también una carta abierta denunciando públicamente no nada más la demora en nuestros pagos; es, pues, un recuento de los avatares para estrenar, dar funciones (una de ellas en el teatro que lleva el nombre de nuestro mismo autor: José Peón Contreras) y cumplir las metas comprometidas ante el PNTE como consecuencia del retraso no sólo de nuestros pagos, sino sobre todo del recurso para la realización de la escenografía y el vestuario. Terminada la carta, leo o releo (no lo recuerdo) el mensaje del maestro Juan Ramón: –¡¿«nosotros»?! –me pregunto indignado–, a ti ya te pagaron, mi querido Juan Ramón –le digo con sorna a un Juan Ramón con el que hablo en mi imaginación. Sin responderle al Juan Ramón verdadero envío la carta por correo electrónico a la cuenta que me compartió Michelle Guerra y que tengo entendido revisará César Tapia. Le contesto el mensaje a Juan Ramón: «Acabo de enviar una carta a César Tapia, de la Coordinación Nacional, y estoy por enviarla a medios nacionales.»

Juan Ramón me habla por teléfono, me repite que está muy molesto por el hecho de que no nos hayan pagado y que está de acuerdo con lo que estoy haciendo: –Yo se los advertí –dice–, les dije que esto iba a pasar si no nos pagaban; que se atuvieran a las consecuencias… No sé si dice algo más, en mi cabeza brincan algunas preguntas que no hago: ¿Se los advertiste? ¿Qué les advertiste, Juan Ramón? ¿A quién? El maestro Góngora me saca de mis pensamientos cuando dice, de nuevo, que está preocupado por la situación económica de algunos; ya no dice «nosotros»; ofrece prestarme 3 mil pesos, luego confiesa que se trata de un ofrecimiento de Alicia García, mi compañera de escena que encarna al personaje de Guiomar; rechazo, agradeciéndolo, el ofrecimiento: quiero mi pago por mi trabajo. Al despedirse, Juan Ramón me pregunta si puede leer lo que dice la carta; contesto que sí, cuando se haga pública. Doy click al botón de enviar, la carta va a la revista digital Soma. Arte y Cultura, cuyo director, Ricardo E. Tatto me ha recordado que en Soma tengo las puertas abiertas para hacer pública mi palabra.

Se cumplen 19 años de la masacre en Acteal, acontecimiento que personalmente me es muy significativo por diversas razones. Me siento ridículo denunciando la tardanza de nuestro pago en tanto pienso en las imágenes y recuerdos que tengo en torno a Acteal y las 45 personas, hombres, mujeres, ancianos y niños asesinados por un grupo paramilitar priista. La sensación de ridículo se va desvaneciendo: –Es nuestro derecho, me digo. Y, de pronto, una analogía me salta a la memoria: Hace 19 años yo hacía teatro con recursos propios contra viento y marea con el Grupo Cultural Zero; las funciones me las pagaban a 500 pesos cada una. Tres años más tarde ingresé al Centro Universitario de Teatro de la UNAM y cuatro años después egresé de mi alma mater para ser considerado un actor profesional por un academicismo más mamón que teatral que desprecia mi trabajo de por lo menos diez años atrás, y hoy, 12 años después, estoy peleando por un pago similar. ¡Dos décadas y el Estado mexicano, priista por más señas, vístase del color con que se vista, me paga la misma cantidad por función que yo obtenía por mi trabajo independiente con uno de los otrora grupos más importantes del teatro popular en México, y, todavía, para acabarla de amolar, no sé quién en la Sedeculta me está regateando mi pago!

«De vez en vez algún artista»


23 de diciembre. 12h35. Ricardo E. Tatto me avisa que de un momento a otro se publicará mi carta en Soma. Espero conocer la URL para compartir el enlace en “mis” redes sociales. También: espero, de espera, la burla y el silencio; espero, de esperanza, la solidaridad de propios y extraños. Tengo la URL, la comparto en el feudo Zuckerberg: parcela personal, fanpeich, grupos de colegas en la escena local, nacional y continental y las parcelas (cuentas) de Alma Rosa Castillo y Antonio Crestani, director general de Vinculación Cultural de la Secretaría de Cultura federal: Toño fue mi maestro en el CUT-UNAM, su firma da validez oficial al diploma que se me extendió cuando terminé mis estudios superiores en actuación; espero, igual, su apoyo. Quien responde a mi compartición es Alma Rosa:
«Estimado Sebastián créeme que lamentamos la situación pero efectivamente tiene tiempo que el recurso se encuentra en el Estado obvio que hemos intervenido para agilizar su salida sin embargo cada uno de los estados de la Federación tiene su propia miscelanea fiscal que nos rebasa, sobre todo cuando son Secretarias de Cultura, cómo es el caso, se vuelven entidades centralizada de un gobierno, es decir, tiene que pasar por una Secretaría de Finanzas etc etc. No nos lavamos las manos, ni tengas la idea de qué tenemos actitud de "yo ya cumplí", "a mi mis vacaciones" "yo ya cobré". Hemos insistido y no quitaremos el dedo del renglón hasta que esto haya sido solucionado. Los recursos que se reetiquetaron son los correspondientes al pago de asesoría y derechos de autor. Un abrazo solidario, lejos pero no distantes.»
13h43. Mensaje nuevo de Juan Ramón: «Hola buenos días. Ayer como a las 5 pm me contactó César Tapia por teléfono para preguntar qué estaba pasando y largamente expuse la situación.»

13h56. Yo: «Y, ¿harán algo?»

17h19. Juan Ramón: «Que ya había hablado a Mérida para recomendar el pago inmediato.»

23h39. Mensaje de Ricardo E. Tatto; me comparte que la carta lleva 1 mil 223 vistas hasta ése momento (mientras escribo estas líneas habrá alcanzado las 3 mil 156 vistas, luego de haber sido compartida casi 100 veces): es la publicación de Soma más leída de esta semana en el portal. –Ojalá llegué a los ojos indicados –me dice–. Y, ojalá se resuelva.

24 de diciembre. 7h35. Comienza el fuego amigo. El director y productor Óscar López, publica en parcela del feudo Zuckerberg:
«De vez en vez algún artista es vejado por la institución cultural que debería apoyarle, de vez en vez ese artista protesta y levanta la voz en su muro, pero muchos de esos artistas nunca los vi protestando por otras causas, ahora se quejan por que les afecta, pero allí los veré participado en el Wilberto Cantón por unas funciones mal pagadas y cuando la institución quiera. Les recuerdo que el funcionario que fue grosero ya había sido cesado de su cargo y el actual secretario lo reinstaló, el actual secretario en su último período en cultura del ayuntamiento no tuvo un desempeño muy satisfactorio que digamos, los teatros son salones de fiestas cerrados para la comunidad, sin proyectos de producción, sin programas de actualización, bueno... tantas cosas por las que podríamos levantar la voz… pero bueno hagámoslo ahora por los compañeros de Teatro escolar que no han cobrado, que, cuando cobren regresarán al silencio cómplice.»
Mi primera reacción es de molestia y de no terminar de entender la posición de López: ¿qué le encabrona?, ¿por qué juega a volverse un juez moral de nuestra denuncia pública y en su golpeteo, disfrazado de autocrítica, le hace el juego a la Sedeculta? La molestia no cesa, pero doy paso a otro pensamiento: no me queda el saco de sus acusaciones. «(A) muchos de esos artistas nunca los vi protestando por otras causas, ahora se quejan por que (sic) les afecta», no es mi caso; en cambio a él no lo recuerdo saliendo a las calles prácticamente por nada. «Allí los veré participando en el Wilberto Cantón por unas funciones mal pagadas y cuando la institución quiera», no es mi caso; tengo más de tres años que no participo como actor ni como director en festivales municipales ni estatales donde él sí se presentó. «Cuando cobren regresarán al silencio cómplice», nunca, ni antes ni ahora ni después, es mi caso.

8h36. Mi respuesta:
«Al que le quede el saco que se lo ponga. Hay quienes siempre hemos levantado la voz y hemos intentado organizarnos con otros para que esa voz suene más fuerte, por ésta y otras injusticias, arriba y abajo de las tablas; las pruebas están en los medios en que hemos escrito y no sólo en la parcela que llenamos de memes en el feudo Zuckerberg. Hay, por otra parte, quienes lo hicieron y su voz fue silenciada con las migajas que la institución daba, ora en apoyos, ora en becas, ora en producción para la obra de teatro que se presentó a una convocatoria en nombre de la compañía estatal de teatro y le dieron el recurso de otra, y su virulencia de antes se edulcoraba mientras iban por las tablas con su etiqueta de multibecarios calladitos hasta que les quitaran de nuevo el apoyo y, entonces sí, les volviera la dignidad a la voz y a la palabra. Y, sin embargo, con historial o no de protesta; con historial de hacer ruido cuando no le dan su migaja y de guardar silencio cuando sí, ¿pierde su derecho a levantar la voz?; más aún, ¿es menos injusta la injusticia con que le tratan? La institución y sus funcionarios nos tratan como se les antoja porque a estas respuestas hay quien responde: sí, y al silencio cómplice de otros suma un cinismo hipócrita que se muerde la lengua con cada palabra. Si hemos sido unos u otros, es tiempo de dejar de serlo; ¿o no? Por lo pronto, ya podemos adivinar la sonrisa burlona en el funcionario que observa cómo nos peleamos entre nosotros.»
9h42. La coreógrafa y bailarina Lourdes Luna se sube al ring de la publicación de Óscar López y apunta sus baterías hacia la Red Alterna.

11h24. Correo electrónico de César Tapia con copia a Juan Ramón, Luis Velázquez, José Alejandro Pérez, Gerardo Hansen y alguien del PNTE de la CNT-INBA, quizás Alma Rosa. Me disculpo de antemano por citarla en extenso, pero creo que es importante darla a conocer por entero dado que se trata de la posición oficial de la CNT-INBA (pero, igual, quien no desee leerla puede saltársela):
«Estimado Carlos Sebastián López Cruz,
«Agradecemos su comunicación, le comento que el día jueves 22 de diciembre sostuve una conversación telefónica con su director el Mtro. Juan Ramón Góngora, a quien la compañía estableció como enlace hacia las instituciones y con el cual intercambié comentarios referentes al tema, esto posterior a una comunicación que sostuve con SEDECULTA. De lo conversado con el Mtro. Góngora se encuentra la fecha para la realización del pago de las 80 funciones programada para el 29 de diciembre, fecha otorgada por la Secretaría de Finanzas del Estado al SEDECULTA, asimismo comentamos sobre la cancelación de 5 funciones que menciona en su correo (mismas que serán cubiertas) Quedando pendientes las 10 funciones adicionales que se lograron con el recurso asignado al Programa y que no se utilizó para el rubro de derechos de autor y gastos del asesor por lo tanto se reprogramó para incrementar el número de funciones esto a propuesta de Luis Velázquez de SEDECULTA.
«Estamos al tanto de las diversas situaciones que se han presentado en el desarrollo del Programa Nacional de Teatro Escolar 2016 en el estado de Yucatán. Antes que nada y de manera sincera les agradecemos siempre a todas las compañías de todo el país, la entrega y compromiso para llevar a cabo este Programa en cada uno de sus Estados, esto sin duda es un trabajo en conjunto, tanto compañías, instituciones estatales (Cultura y Educación) así como la Federación, nosotros desde la federación trabajamos en planeación, seguimiento y ejecución durante todo el año, desde el diseño de convocatoria, conformación del Comité de Selección integrado por profesionales y especialistas en teatro para niños y jóvenes, apertura y cierre de las 32 convocatorias lanzadas en cada Estado así como las reuniones de deliberación, en la cual el Comité seleccionó la obra “La hija del Rey” ya que el proyecto contaba con el sustento suficiente para formar parte del Programa y SEDECULTA tomó esto con gran entusiasmo por el significado de ser autoría de José Peón Contreras, con esto último no pretendo defender a la institución sino hacer del conocimiento de ustedes acciones que derivado de la situación que atravesamos empañan acciones manifestadas de todas las partes.
«El Programa en cada Estado es perfectible, nosotros creemos en el trabajo en conjunto, nos interesa generar vínculos y comunicación con instituciones y compañías que nos permita depurar procesos para que todo resulte de la mejor manera, y que todos hagamos nuestro este Programa que ha sido tan beneficioso y generoso en muchos sentidos, sin embargo no dejamos de lado las situaciones que de acuerdo a la estructura y reglamentos que las instituciones estatales y federales se tienen que sortear en materia administrativa, de procedimiento y/o burocrática, seguiremos trabajando con SEDECULTA para dar seguimiento al pago de las funciones y les solicito corroborar (…) si se ve reflejado antes de la fecha que le menciono al inicio del correo.
«En el caso particular vamos a recabar la información que corresponde a situaciones, decisiones y acuerdos tomados por todas las partes para poder hacer un balance de lo sucedido y que sin duda nos servirá para la mejora del PNTE en el Estado así como dar seguimiento la salida del recurso de las últimas 10 funciones para evitar en lo posible se repitan este tipo de situaciones en esta y ediciones futuras.
«Agradezco de antemano su comunicación y su atención al presente, seguiremos en contacto con el Mtro. Góngora para dar seguimiento del caso.
«Un abrazo y una sincera disculpa en la demora de este correo.»
12h30. El director y promotor Bryant Caballero se sube igual al ring de la publicación de Óscar.

Lo dicho por Óscar tendrá a lo largo del día casi 30 “reacciones”, una serie de comentarios que irán del intento de seriedad y las acusaciones mutuas al franco pitorreo y se compartirá tres veces. Leo los comentarios. Leo la carta de César Tapia. Los unos se me figuran un lastimero muestrario de lo que como amorfa comunidad escénica somos. La otra me parece que es el no tan velado espaldarazo de la federación al uso que de dineros públicos federales hace una secretaría estatal de cultura, botón también de muestra de cómo opera la red de lo institucional y lo burocrático para cubrirse las espaldas unos a otros en nombre de “buenas acciones empañadas por la situación que atravesamos”. La pregunta que queda en el aire es: ¿a quién le quiere cubrir las espaldas Tapia? Quizás lo mencione en su propia carta.

«Sensibilidad y premura»


Decido velar mis armas. Pongo mi atención en el encuentro “L@s Zapatistas y las ConCiencias por la Humanidad”, convocado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional; en la huelga de hambre en Nueva York de don Antonio Tizapa, padre de Jorge Antonio Tizapa Legideno, uno de los 43 estudiantes normalistas rurales de Ayotzinapa desaparecidos el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, y en que alrededor de 8 mil trabajadoras y trabajadores del INBA y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) seguían sin recibir sus aguinaldos. El 25 de diciembre, como si se adelantara el 28 con sus bromas amargas, trasciende que la Secretaría de Cultura federal estará encabezada por la señora Beatriz Paredes, ex gobernadora de Tlaxcala y ex dirigente de un PRI que bajo su dirección (como bajo otras) apostó, ora en los congresos locales y de la Unión, ora en los poderes ejecutivos estatales y municipales con su color, por leyes lesivas a derechos fundamentales de quienes sobrevivimos en este país.

26 de diciembre. 10h42. Han pasado 27 meses desde la masacre en Ayotzinapa en la que seis personas, entre ellas tres estudiantes normalistas rurales, fueron asesinadas; dos, estudiantes también, quedaron gravemente heridas, y 43, igual estudiantes, fueron secuestradas por elementos de la policía municipal con participación de las policías estatal y federal y con la connivencia del ejército federal y hasta la fecha continúan desaparecidas. Es día, también, del arranque del “ConCiencias por la Humanidad” en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Finalmente, la Red Alterna / Agrupación de Artistas Escénicos se manifiesta públicamente a favor del pronto pago a las actrices y actores de La hija del rey; pero, no sólo:
«sino el alto a estas prácticas normalizadas, que obligan a los creadores a cumplir sus obligaciones sin contar previamente con los recursos ni las condiciones mínimas para lograrlo. Lo hacemos convencidos de que, solo gozando de condiciones dignas de trabajo y en la colaboración entre artistas, gestores culturales, instituciones, funcionarios lograremos garantizar el derecho al arte y la cultura para todos los ciudadanos.»
27 de diciembre. 0h47. Comparto la declaración de la Red Alterna anunciando que la CNT-INBA nos ha pedido que confiemos en que Sedeculta nos pagará el 29 de diciembre.
«Personalmente –escribo–, dudo mucho que Sedeculta cumpla su palabra, pues, a lo largo de estos meses sus titulares no han hecho más que prometer fechas que sistemáticamente han ido aplazando. No obstante, no queda sino esperar. El tiempo, sin embargo, corre: en 48 horas se cumple el plazo para que cumplan. Esto no se acaba hasta que se acaba.»
10h55. Un mensaje vía WhatsApp del maestro Juan Ramón nos da la noticia: «Estimados compañeros: ya depositaron (…) Ya tenemos el pago de actores.» –¡Ganamos!, me digo. Una carta vía correo electrónico de Luis Velázquez a César Tapia contradice el mensaje de Juan Ramón diciendo que Metri le informaba que el pago se hizo desde el día 26. ¿Quién miente: Velázquez o Metri? ¿Acaso Juan Ramón? –¡Ganamos!, me repito. No obstante, no consigo quitarme este mal sabor de boca. –¿Por qué?, me pregunto. La respuesta está en ése ir y venir de publicaciones, comentarios y “reacciones” que hacen suponer que aquí no ha pasado nada; como el comentario del mismo maestro Juan Ramón a una publicación en vídeo de cierto mensaje navideño de Roger Metri, diciendo:
«Bienvenidos los buenos deseos de nuestro Sr. Secretario de Cultura y las Artes de Yucatán, Roger Metri, porque sé que a pesar de, habernos quedado muy mal Cultura Yucatán con los pagos a actores del PROGRAMA NACIONAL DE TEATRO ESCOLAR YUCATÁN 2016, tengo certeza de que hay la voluntad política para solucionarlo pronto.»
De poco o nada servía que, acto seguido, dijera que:
«Después de trabajar arduamente en ensayos y una temporada de 80 funciones, realizado todo del 15 de julio al 16 de diciembre, SEDECULTA y SECRETARIA DE ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS no han cumplido con el pago a los 9 actores de la obra. A todos los demás que formamos parte del equipo ya nos pagaron. ¿por qué a los actores no, si son los que dan la cara, los que más trabajan, los que más se exponen, los indispensables? La razón creo es muy simple: no salió el pago a tiempo porque alguien no hizo el trámite a tiempo. Esa maldita desidia es la que ha lastimado a mi gente.»
Si después diría que:
«¡Muy contentos! Porque salió, por fin, el pago a los actores de "La hija del rey" de José Peón y Contreras. Muchas gracias a Roger Metri y directores de Desarrollo Cultural y Artísitco y de Administración y Finanzas de SEDECULTA por la sensibilidad y premura con que solucionaron nuestro problema. ¡Gracias! Ahora, a continuar el viaje con "La hija del rey" en 2017. #PNTE2016»
18h12 (Adivino la hora en que el maestro Juan Ramón publicó lo dicho en la cita anterior). ¿«Sensibilidad y premura»? ¿«Nuestro problema»? Una hora más tarde, Bryant Caballero se le iría a la yugular:
«Deberías agradecer a (…) los únicos dos actores que levantaron la voz para denunciar, porque de no ser por ellos nadie se hubiera enterado, ni movilizado, ni presionado. Por otro lado, cuando dices "nuestro problema" haces parecer que la compañía hizo algo mal cuando fue al revés. Y de la sensibilidad y premura de la institución no habría nada más Falso hasta parece una burla a la compañía; si pasó todo lo que pasó fue precisamente por la insensibilidad y dilación de la Sedeculta (…) Luis Velázquez y Roger Metri deberían pedir una disculpa pública por haber permitido que las cosas llegaran hasta tal punto y deberían comprometerse a operar el próximo Teatro Escolar, ahora sí, con sensibilidad y premura.»
Desde la fanpeich de La Hija del rey, Juan Ramón parece responder:
«Bryant: ¿quieres que mis actores se molesten conmigo? ¿Quieres que me pelee con SEDECULTA? ¿Crees que no he defendido mi proyecto y los intereses de mis actores y equipo? (…) Ni SEDECULTA es una mala institución ni nosotros fuimos sus víctimas: simplemente hay personas que esta vez no hicieron bien su trabajo y nos obligaron a resolverlo como mejor pudimos: negociando para nuestro bien, el del proyecto y el del Programa Nacional de Teatro Escolar.»
¿«Negociando para nuestro bien, el del proyecto y el del Programa Nacional de Teatro Escolar»? Tengo curiosidad por saber en qué consistió dicha negociación, pues, haya sido como haya sido, nos excluyó a quienes, a decir del mismo maestro Góngora Alfaro, somos «los que dan la cara, los que más trabajan, los que más se exponen, los indispensables». Me quedo, sin embargo, con una parte de la respuesta que le dio a Bryant Caballero: «Hay falta de precisión en los datos que expones: explicártelos me llevaría un informe que estoy a punto de entregar, como parte de mis obligaciones, a la Coordinación Nacional de Teatro. Lo consultas cuando puedas.» Yo, sin duda, solicitaré que dicho reporte sea público y le daré seguimiento a sus observaciones y recomendaciones. Esto no puede quedar en un «Usted disculpe» y todo seguir como si nada; es fundamental que el actuar de quienes usan dineros públicos estén bajo una contraloría ciudadana que, de no ser aprobada a cabalidad, determine la suspensión de sus puestos o la revocación de sus mandatos de aquellos funcionarios y servidores públicos que no sólo no estén haciendo su trabajo; sino que, además, caigan en malos manejos financieros como malversión o peculado.

Por otra parte, es urgente la organización, en principio gremial, de quienes somos trabajadoras y trabajadores de las artes y las culturas; no hay contralorías ciudadanas, ni presupuestos participativos, ni consultas y plebiscitos, ni revocaciones de mandato que valgan si no estamos organizadas y organizados. Hay un modus operandi priista que nos hace mantenernos aislados, cada quien rascándose con sus propias uñas y salvándose cada quien como puede. Padecemos de prácticas que, más de gobernanza, son de clientelismo: sí, la organización gremial, ya no se diga de clase, es urgente; pero, lamentable y en algunos casos trágicamente, se antoja imposible.

Colofón 1.


«Quienes hemos participado en este programa sabemos que es uno de los más nobles que se gestionan a nivel federal. También sabemos que desafortunadamente, cuando llega la hora de gestionarlo a nivel local las cosas se atoran una y otra vez y quienes terminan por salir más agraviados son quienes dan la cara al público y realizan el mayor y eficaz esfuerzo por sacar adelante las metas. Es decir, la compañía de artistas que concursó y que lejos de verse estimulada con un trabajo institucional recíproco, termina por suponer que se sacó "la rifa del tigre". Quienes ejercen la gestión pública, hay que admitirlo, no se están profesionalizando a la par que los creadores. Cuando se trabaja en colaboración con ellos es tristemente imposible confiar en que harán su trabajo debidamente. Algo tendría que suceder para ventilar estas situaciones de modo constructivo, como lo estás haciendo ahora. Lo verdaderamente siniestro sería que se perdieran estos programas en el Estado debido a la ineptitud o mala voluntad de algunos operativos institucionales que nomás no aprenden a hacer su trabajo, ni les importa, dado que cobran puntualmente sus salarios. Sería muy propicio abrir canales de diálogo público con los responsables de la política cultural del Estado. Ya se ha hecho en anteriores gestiones debido a momentáneos brotes de exigencia por parte de la comunidad. Es algo que no se debe dejar de hacer y en cada nueva gestión renovarse el ejercicio de diálogo público con ellos.»

–Juan de Dios Rath.

Colofón 2.


«En el caso particular vamos a recabar la información que corresponde a situaciones, decisiones y acuerdos tomados por todas las partes para poder hacer un balance de lo sucedido y que sin duda nos servirá para la mejora del PNTE en el Estado así como dar seguimiento la salida del recurso de las últimas 10 funciones para evitar en lo posible se repitan este tipo de situaciones en esta y ediciones futuras.»

–César Tapia.

11 de octubre de 2016

De niñ@s, topos y chanekes: tres maneras de nombrar a la esperanza.*

"Habituado a sobrevivir en un mundo concebido para los adultos,
el niño necesita la magia de la máscara.
Dársela es abrir la puerta a los recursos más dinámicos de su fantasía.
Muchas veces ni siquiera necesita ponérsela:
le basta con hacerla."

José Gordillo. Lo que el niño enseña al hombre.


A finales de 1996, Rocío Flores, coordinadora del Centro Juvenil Progreso al norte del municipio de Jiutepec, solicitó apoyo a Cultura Joven para la realización de una actividad en torno a la celebración del Miquixtli, el Día de Muertos, con un grupo de niñas y niños de la comunidad.

Cuentan los viejos más viejos que desde hace muchos años, cuando el tiempo no tenía memoria y la memoria no tenía tiempo, en las montañas vivían unos pequeños duendecillos que cuando fueron apareciendo los pueblos bajaron a conocer a los hombres y a las mujeres que dentro de sus casas estaban, y que en su conocerlos les hacían muchas travesuras.

Lo que se nos ocurrió fue instrumentar un taller de elaboración de máscaras, porque la sola presencia de ésta despierta curiosidad no sólo en las niñas y los niños sino también en sus mamás y sus papás. La máscara otorga algo así como una investidura de poder a quien la usa, liberándole, por una parte, de los propios prejuicios o complejos que ata su creatividad y, por otra, dándole la confianza de hacer lo que normalmente le daría vergüenza, pues, detrás de la máscara, no somos nosotr@s sino otro, quien actúa.

La máscara nos permite ver el mundo con otros ojos revelándonos el misterio de alguna realidad oculta, esto lo sabían l@s habitantes primeros de estas tierras que hicieron de ella un elemento imprescindible en la mayoría de sus danza-dramas, dándole de esta manera rostro a nuestros dioses y demonios.

Así, por la curiosidad que despierta, el descondicionamiento conductual que suscita y los misterios que revela, la máscara provoca en quien nos ve una sensación de respeto y temor siendo ésta acaso la razón por lo que la máscara está ligada a la imagen estética de la muerte.

Dicen que los chanekes no sólo en el mundo de afuera viven y que si uno se asoma a las mentes de las señoras y los señores, seguro encontraremos dentro a alguno de estos seres enanitos escondido entre los pliegues que hacen los recuerdos.

Al llegar a la comunidad eché un vistazo por aquel lugar donde lo más visible, después de la iglesia, era la cancha de basquetbol. Por ahí se encuentra la Casa de Cultura, un espacio pequeño sin vidrios en la mayoría de sus ventanas, con carteles o maquetas de plastilina ilustrando aparatos respiratorios o sistemas nerviosos y montones de libros de texto apilados junto a pupitres desgastados.

Allí fueron llegando Maribel, Karina, Samanta, Fredy, César, Max, Jonatán, Giovanni, Rocío, Cristian, otro César, al que le decían "Chalín"; otro Jonatán (o "Hamurabi"), David, Oscar, Kenia, Sonia, Isaac, Mariana, Unises, Erick, Sergio, Luis Antonio, Edgar, Soila, Misael, Héctor, Rosi, Francisco y José Abraham.

Desde el inicio, ell@s tomaron las riendas del juego; sí, del juego, porque aquello se convirtió en un juego, ¡qué digo uno, en muchos juegos!

Uno se da cuenta de que en la casa hay chanekes porque los objetos cambian de lugar, encontrándolos luego en otro sitio diferente a donde uno los dejó; también porque burlan a los animales haciendo, por ejemplo, que los gallos todavía estén cantando a eso de las nueve o que los perros le ladren alguien que no está; también se suben a los estantes de los libros y comen las letras, las palabras, las frases y hasta las páginas enteras dejando el papel en blanco. Pero lo que más les gusta hacer, es tomar las ideas de uno cuando todavía están en la cabeza para que las digamos aún cuando no habíamos pensado decirlas.

Poco a poco fuimos pasando de los cuentos, los dibujos y las manualidades a toda clase de juegos. Así, las narraciones acerca de la cosmovisión indígena y el miedo europeo del siglo XVI para con la muerte, pronto dió paso a Los Encantados o Las Traes; las manos que tallaron caritas en huesos de aguacate, se agarraron con fuerza de otros cuerpos en El burro entamalado, y los rostros que una vez estuvieron cubiertos con vendas de yeso, se llenaron de sudor durante las cascaritas de basquetbol.

Yo entendía que el juego, más que ser útil para el proceso educativo en l@s niñ@s, es en sí mismo -parafraseando a Gordillo- el agente formativo más importante de la vida y que la actitud "adulta" de discriminar los juegos es el primer síntoma decadente del ser humano moderno. Pero, también sabía que cuando el juego y quienes lo jugamos no tenemos claro sus límites, éste se vuelve tenso, desesperado y no son pocas las veces que falla en su tarea de reafirmación.

Busqué maneras para decirles que aquello (según yo) no podía seguir igual; pero, encontrarme con la sonrisa en sus labios cada que llegaba de nuevo me enredaba las explicaciones. Tenía que decirles que sólo nos quedaban dos semanas para que estuvieran hechas, vestidas y con movimiento nuestras máscaras; pero, escuchar las historias que sucedían entre las paredes de sus casas y ver que al contarlas sus ojos unas veces se iluminaban y otras se humedecían me atoraba las palabras en la garganta. Debía decirles que si no "le metíamos candela" no tendríamos a tiempo una historia que representara ante sus mamás y sus papás nuestra manera de ver y de pensar la muerte; pero, sentir aquellos brazos pequeñitos que se asían con fuerza a mi cuello, me contagiaba el ánimo de hacerles caballito a todas y a todos.

Los lugares donde más se encuentran los chanekes son aquellos que están cerca de los cerros o las montañas, que es donde tienen sus hogares. Cuando los pueblos van creciendo y es necesario construir en los cerros nunca está de más fijarse antes si hay o no hoyos que puedan ser las entradas y salidas para las casitas de estos seres diminutos, ya que si se construye encima seguro se tendrán visitas de los chanekes todos los días y todas las noches, corriendo el riesgo de que le tomen a uno el corazón y encariñarse con ellos.

Así que no conseguí decir nada y llegó la fecha en que en la Ciudad de México se realizaría el Congreso Nacional Indígena, donde participarían más de 250 delegad@s de 36 pueblos indios de todo el país. Esta era una de mis fechas límite, pues, formaría parte de los cinturones de seguridad que cuidarían sobre todo a la Comandante Ramona.

Otra de las facultades con la que cuentan los chanekes, es la de adquirir la apariencia del animal que deseen, y que la mayoría de las veces y sobre todo en estos tiempos, suelen convertirse en topos que hacen de la noche su casa y de la tierna furia su esperanza.

Ese mismo mes, comenzamos con la coordinación del autonombrado Taller Permanente de Artes Escénicas "Mitote", que quiso guardar en el costal sus anhelos, junto a los sueños e ideales. Así, la participación de tiempo completo en este grupo de teatro hizo prácticamente imposible que regresara a Progreso. En cuanto al taller, faltó una plática planeada con las abuelas y los abuelos para que nos hablaran de los significados que tiene para ell@s el culto a l@s muert@s, nos quedamos a la mitad en la elaboración de aquellas máscaras de papel maché que a más de uno lo hubiera hecho recordar las calaveras de Posada y, principalmente, se acabaron los días en que gritábamos, brincábamos y correteábamos hasta hacer que las mamás fueran a ver qué pasaba.

De todo esto han pasado ya 20 años. El asesinato masivo de hombres, mujeres, niñas y niños se volvió costumbre de los de arriba y el silencio la actitud de much@s de l@s de abajo. Viejos dictadores se convirtieron en senadores vitalicios en sus países. Enfermedades sin nombre o con nombres cada vez más raros cobran más vidas. Los partidos políticos siguen su modo de pasearse de uno a otro lado del espectro idem sin principios ni ideologías. Los gobiernos imponen, como siempre, sus mentiras por la fuerza. Por fortuna, los viejos más viejos siguen también contando historias de topos y chanekes que, con máscaras de esperanza -es decir, de niñas y de niños-, habitan el lado izquierdo de nuestros pechos.


* Publicado originalmente (con algunos cambios) en Generación Z, No. Cero, Abril-Mayo de 1998.

2 de octubre de 2016

2 de octubre no se... ¿qué?

“Nadie va a impedir que
pueda ejercer mi derecho a expresarme
en los 70 centímetros de democracia
que a cada ciudadano le corresponden”.
José Ramón García Gómez.

Septiembre ha llegado ya, por fin, a su fin; y, salvando la redundancia, la idea de la patria se va desdibujando del mismo modo artificioso con que se fue construyendo para llenar de banderitas y luces tricolores las principales arterias de las urbes y pueblos mexicanos. Pronto, muy pronto, el calendario festivo marcará la pauta de las nuevas vestiduras citadinas de clara inclinación, digamos, lúdicamente macabra y el papel picado de colores y las calaveritas de azúcar ocuparán el sitio que han abandonado las cornetas de cartón y los sombreros de ala ancha.

Sin embargo, entre una y otra festividad octubre se insertará con sus historias que nos hablan o, por lo menos, nos recuerdan que hay otra patria. Una patria distinta a la de los militares desfilando “pacíficamente” de cara a su comandante supremo y dizque en honor a esa misma patria. Una patria, sí, de soldados, pero adoctrinados en que resguardarla, a la patria, es sinónimo de reprimir a sus ciudadanos.

Hace 48 años, septiembre adelantaba lo que a octubre marcaría con la violación de la autonomía universitaria y la toma del Casco de Santo Tomás a manos del “glorioso” ejército mexicano. El 2 de octubre no vendría sino a convertirse en la cereza del pastel.

En su documental El caso Pinochet (2001), el cineasta chileno Patricio Guzmán entrevista, entre otras personas, a una mujer secuestrada y torturada por militares. Palabras más, palabras menos, ella preguntaba cómo podían Pinochet y las fuerzas armadas hablar de perdón, si quien tendría que perdonar no eran ellos, los militares, sino los hombres y las mujeres vejados por la dictadura; además, añadía, para perdonar se necesita que antes te hayan pedido perdón, y ni los militares ni el mismo Pinochet han pedido perdón, por el contrario, repiten una y otra vez que lo que hicieron estuvo bien.

¿Podríamos, en México, reconciliarnos con el ejército si ni siquiera se permite el claro esclarecimiento de su participación durante el período de la llamada “guerra sucia” o, más reciéntemente, en Tlatlaya o Iguala, y, al mismo tiempo, resguarda instalaciones petroleras para beneficio de las transnacionales extranjeras, no para el nuestro?

Con ese espíritu conciliador, por no decir de amnesia cómplice, que le caracteriza, Cuauhtémoc Cárdenas llegó a declarar que lo sucedido en 1968 fue responsabilidad de individuos y no de instituciones, y terminó exculpando a las fuerzas armadas. El mismo discurso han mantenido quienes encabezan los gobiernos neoliberales para justificar la filtración del narcotráfico en el Ejército, la Marina o la Fuerza Aérea.

La pregunta entonces es ¿por qué las instituciones castrenses no abren en definitiva sus archivos y declaran qué pasó y cómo pasó; quién dio la orden y quién la cumplió? Entonces también, la respuesta se adelanta: porque no fue un crimen realizado por personas en lo individual, sino un crimen de Estado. Un Estado cuyos detentadores hacen todo lo posible por cubrirse las espaldas, y donde casos como el Pemexgate, el Fobaproa, los Amigos de Fox, la represión en Atenco, el incendio en la Guardería ABC, la Casa Blanca de Peña Nieto o Ayotzinapa son sólo un breve muestrario de la impunidad vuelta moneda corriente en la justicia mexicana.

En su libro El tercer vínculo (1997), documento que se ha vuelto referencia imprescindible para entender la génesis del fenómeno de la militarización en México, Carlos Fazio sitúa el estrechamiento de la relación militar entre nuestro país y Estados Unidos en el intercambio de visitas entre el secretario de defensa zedillista, el general Enrique Cervantes Aguirre, y su homólogo estadunidense, William J. Perry. Unos meses antes, en Williamsburg, Virginia, se había llevado a cabo la Primera Cumbre de Ministros de Defensa de las Américas, supeditada a las reuniones que los presidentes de los países americanos, a excepción de Cuba, sostienen desde 1994 en el marco de la Cumbre de las Américas.

De entonces a la fecha nuestras fuerzas armadas no han hecho sino inclinar la cerviz ante Masiosare, el “extraño enemigo”, participando cada vez más de cerca de la estrategia de seguridad hemisférica dictada por Estados Unidos. De hecho, gracias el gobierno-del-cambio-ya-hoy-hoy-hoy-y-yo-por-qué, después de 40 años de fungir sólo como observadores, en la Conferencia de Ejércitos Americanos México adquirió el carácter de país miembro y se encargó de preparar la reunión de la Conferencia Especial sobre Seguridad de la OEA.

En Moctezuma II, de Sergio Magaña, el Caballero Tigre enfrenta a un Moctezuma Xocoyotzin que el jefe militar tacha de pusilánime: «¡Soy un jefe guerrero –dice– y la voluntad del pueblo debe ser guiada por la voz de los sacerdotes y por la clase militar!» Empero, unos minutos antes ya le había dado cuenta al antepenúltimo tlatoani mexica de lo sucedido en Cholula: el llanto, los gritos, los orines mezclándose con la sangre derramada y, finalmente, cómo salvó la vida arrodillándose ante Cortés. «¡Oh, qué valientes son los guerreros! –responde Moctezuma– y hace poco nadie los hubiera conocido (...) Hoy por fin quedo asombrado de su magnífica cobardía (...) Guerreros... nadie sacará palomas de los zanates.»


23 de septiembre de 2016

Arte, sí; armas, ¿no?

Todo comenzó porque Felipe Calderón Hinojosa, como ahora Enrique Peña Nieto, envió por conducto de su secretario de Hacienda y Crédito Público una iniciativa de presupuesto que reducía...… ¿cuánto?… ¿de cuatro a cinco millones de pesos?… los recursos destinados a eso que algunos llaman Cultura. Una afrenta similar se cometía contra la Educación y ambos agravios se veían acrecentados porque, por otro lado, el presupuesto a las Fuerzas Armadas sería engordado.

Así que, algunos viejos chamanes y un titipuchal de aprendices de brujo, integrantes de esos que don Pepe Gordillo llamó "hordas de pintorescos y bellos neuróticos" en su libro Lo que el niño enseña al hombre (Trillas, 1992), salieron a las calles como antes lo habían hecho las madres y hermanas de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, los trabajadores del SME que luchaban (y aún luchan) por impedir la privatización de la industria eléctrica, los pueblos indígenas que caminan por un nuevo pacto social que los incluyan como parte sustancial de la nación mexicana o los campesinos que un buen día dijeron que el campo no aguantaba más.

Al frente, encabezando una marcha que ni siquiera habían convocado, Marta Verduzco, Luisa Huertas y Gabriel Pascal caminan portando unas playeras negras como distintivo; a alguien se le ocurrió que, en tanto integrantes de la autonombrada Academia Mexicana de Arte Teatral, debían ir al frente de la manifestación. No van solas, no va solo; les acompaña, entre otros, el otrora presidente de la Sociedad General de Escritores de México y dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda (†) y la actriz Julieta Egurrola, quien tiempo atrás había encarado a Vicente Fox en la entrega de unos premios nacionales de artes y ciencias en nombre de los presos políticos de Atenco.

La manifestación, al principio raquítica, llegaba a la intersección de Reforma y Juárez y allí, teniendo como fondo El Caballito de Sebastián, el escultor salinista que además de una vasta obra que es la delicia fiscal de empresarios y gobernadores tiene unos padres con buen gusto para los nombres; allí, decía, un grupo de jóvenes vestidos con trajes producto de algún vestuario reciclado posan ante las cámaras que no se dan abasto con tanto color y tanta forma. En cualquier momento, la vanguardia de la marcha estaría llegando a la altura del hotel Sheraton, donde los gobiernos capitalinos, sean del color que sean, suelen ordenar que sus granaderos se aposten para cuidar la exclusiva área de la cotizada Slim City; pero, a diferencia de cuando quienes se manifiestan son integrantes, por ejemplo, de la CNTE o de la Otra Campaña, los dizque guardianes del orden brillan por su ausencia.

Avenida Juárez, donde el asfalto fuera anfitrión del mega plantón de las luchas ciudadanas por la defensa del voto y testigo de la huelga de hambre que algunos integrantes de la APPO sostuvieron en el Hemiciclo a Juárez, se convierte en pista para los estudiantes de la Escuela Nacional de Danza Folclórica, quienes frente a Bellas Artes protagonizan una parada mexikatiaui enfundados en sus jeans Pepe's o Furor saludando a los cuatro vientos con la voz de algún caracol. Al otro lado de la acera, la librería Gandhi hace de telón de fondo a los encuentros que sostengo con Ana Luisa Alfaro y Gilberto Guerrero, mis amigos de Perro Teatro, la compañía que tenía en comodato el Teatro Santa Fe del IMSS y que, a pesar del menosprecio del Conaculta, representó a México en un festival iberoamericano con motivo de los 400 años del Quijote en 2005... “"Señor Calderón --corean los jóvenes bailarines--, lo invito a mi función”".

Aparecen los contingentes del Centro de Capacitación Cinematográfica y de la Escuela Nacional de Arte Teatral, ambos del INBA, acompañados a una distancia “prudente” de los trabajadores del mismo instituto; del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos y de la Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello, o del Centro Universitario de Teatro, de la UNAM. Entre estos distingo a Marco Argueta, quien un año antes había chambeado en las filmaciones del Apocalypto melgibsoniano y entonces, en la marcha, ostenta un yembé que hacía juego con la trompeta de Roam León. Entre las y los compas de la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA veo a Mónica del Carmen, quien tuvo una escena en la Babel del Iñárritu y pasa corriendo entre la multitud; a Yanet Miranda, que enseña la lengua a mi hijo, y a Sergio Solís y Adrián Ladrón de Guevara, que cubren sus rostros el uno con un pasamontañas blanco y el otro con un paliacate rojo; ambos, pasamontañas y paliacate, nuevecitos.

Por el contingente de compas del Centro Universitario de Teatro de la UNAM veo, entre otros, a Adrián "El Potro" Aguirre, Israel Islas, Darwin Enhaudi, Alfredo Herrera, Ginés Cruz, Miguel Ángel Canto... ¡uff!… tantos y tan poquitos. La última vez que vi marchar a alumnos del CUT corría el mes de enero de 1998, llevaban una larga tela de paliacate cocida en forma de cruz y cantaban algo fúnebre: unas semanas antes, 45 hombres, mujeres, ancianos y niños, indígenas todos, habían sido asesinados por paramilitares en Acteal, Chiapas. Esta vez, algunos de aquellos jóvenes hacen ya cine y televisión y prefirieron no ser parte de la fiesta; en tanto, un puñado de entusiastas muchachas y muchachos los representan, y, aunque son poquitos, suenan como si fueran un chingo.

Al pasar por Tacuba, uno de estos jóvenes, tan ingenuos que hasta dan ternura, se acercó a la plaza Manuel Tolsá, y gritó aquello de que “"El pueblo consciente se une al contingente"” a un grupo de hombres y mujeres de piel oscura, probablemente campesinos, probablemente maestros rurales, probablemente ambos, que se encontraban en una especie de campamento frente al Senado protestando por algo. De nada más mirarse entre ellos, algunos de los hombres tomaron una su manta que tenían y sin más aspavientos aceptaron la invitación del mancebo aquél. Poco importaba si el joven y las y los artistas con quienes él marchaba habían decidido no detenerse en su plantón y manifestarles siquiera una pequeña muestra de apoyo bajo el argumento, según crónica de CulturaenRed.Org, de que la prioridad de la marcha era manifestarse en contra del recorte presupuestal. Ellos, probablemente campesinos, probablemente maestros rurales, probablemente ambos, sabían de solidaridad y con eso bastaba; aunque el resto del recorrido no echaran consigna ni corearan lo gritado por otros, y sólo se limitaran a sumar su andar con el de estos muchachos y estas muchachas cuya indignación les hacía salir de sus casas en la Condesa o Coyoacán y tomar las calles.

El novel artista, aunque estaba contento de su poder de convocatoria, aún se preguntaba si aquellos hombres entendían algo de lo que era luchar por lo que es justo; a lo mejor no sabían nada de manifestaciones y esas cosas, pensó. Lo que sí es que su manta se veía colorida. En ella sobresalía un Juárez con una boina calada a lo Che, a un lado cuatro letras pintadas en negro delataban el nombre de la organización: APPO.

La marcha continuó su peregrinación hacia el norte de la ciudad para quebrarse luego por República de Cuba y Allende y rodear las inmediaciones al edificio de Xicoténcatl, resguardadas, ahora sí, por elementos de la secretaría de seguridad capitalina y agentes de la recién robustecida PFP. Allí, una pareja de jóvenes que después supe eran del Espiral 7, de Puebla, editores de una revista "de literatura humorística, irreverente, satírica y de mal gusto" intitulada El Ánima de Sayula, abuchearon a los militares disfrazados de policías con silbidos de cinco notas y una que otra consigna: "Esos son, esos son, los que chingan la nación." Entonces, un joven con una mojiganga de calavera se dispuso a retorcerse todito frente a los granaperros y otro se animó a treparse sobre las mallas y bailar bajo el aplauso unánime de los vecinos que miraban desde sus balcones y ventanas.

Cuando la manifestación llegó a la plancha del zócalo, la “marcha había abandonado su condición famélica de un inicio para dejarle espacio a los muchos personajes que plagaron las calles del centro histórico de la Ciudad de México a lo largo de quién sabe cuántos kilómetros: un clown marinero cuyo barquito colgaba de sus hombros mientras hacía sonar un trombón de vara que era las delicias de las chicas que atienden los restaurantes de Allende; unos músicos con reminiscencias medievales y unos titiriteros que surten un efecto parecido al del flautista de Hamelin; el Sombrero Loco de Alicia, con una pátina color dorado; algunos jaraneros que recuerdan a Los Folkloristas; zanqueros de todos los colores…. De pronto, lo surrealista se mezclaba con lo esperpéntico: un hombre con playera de las Chivas portaba sobre ésta una leyenda que reza, ¡oh, blasfemia!, "“I love América." Otro, aparecía jalando un huacal con rollos de papel cartón a los costados simulando un tanque de guerra; adentro, una pequeña de unos tres o cuatro años de edad va enarbolando la bandera de la convención lopezobradorista, y, en la parte posterior de esta suerte de tanqueta ludens, una frase de Gabriel Celaya sostiene que “"la poesía es un arma cargada de futuro"”.

Patricia Vázquez y Rafael Degar, de Teatro Súbito, recién desempacados de extranjia según artículos publicados entonces por La Jornada Morelos, ya extinta, están en compañía de su hija de nueve años que, como es natural, apenas y me saludaría porque ni siquiera me conocía. Izazaga... Anillo de Circunvalación... Fray Servando... Congreso de la Unión... La edición nacional del diario La Jornada, en nota de Mónica Mateos-Vega, consignaría que “una comisión de representantes de la comunidad artística y cultural, conformada por Paco Ignacio Taibo II, Gabriel Pascal, Julieta Egurrola, Francisco Martínez Cué, Margarita Castrillón, Raúl Díaz, Rosa María Garza e Inti Muñoz, entre otros, se reunió con diputados de la Comisión de Cultura del Congreso. La fiesta ha terminado. Un Goya mucho más desganado que los muchos que sonaron a lo largo de la marcha se escucha a un costado del también llamado Palacio Legislativo sobre la calle Emiliano Zapata, la misma que cinco años atrás sirviera de escenario al mitin de la comandancia zapatista mientras Esther y Zebedeo hablaban desde la tribuna “más importante de la nación”.

La prensa escrita anuncia que la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad el proyecto de presupuesto para las actividades artísticas y culturales “más cuantioso de la historia contemporánea en México”. "¡Ganamos la batalla!", dicen algunos. A lo lejos, todavía se alcanza escuchar: "“Señor Calderón, ¿por qué no usó condón? / Señora Hinojosa, ¿por qué parió esa cosa?"” Mientras, en Los Pinos, el aludido y sus socios en el poder de arriba se sobaban las manos tras la conclusión del experimento: los artistas han dado una muestra de que también pueden tomar las calles…, pero sólo si les tocan el bolsillo;… lo demás: Oaxaca, Atenco, Sicartsa, Pasta de Conchos, casi no les interesa.

Han pasado 10 años de la marcha aquella contra el recorte presupuestal a Cultura, entonces subsector de Educación; hoy, un recorte de proporciones similares nubla las finanzas homónimas en los estados por decisión de la Federación poniendo en riesgo una larga lista de proyectos que se subvencionan con dineros públicos. Cuando escribí la crónica de arriba, la ignorancia y la falta de solidaridad de quienes sólo veían por su luchita presupuestal me hervían la sangre y la mirada y en mi cabeza retumbaban los versos de Niemöller adjudicados hasta el cansancio a Brecht sobre aquello de la indiferencia y de que tarde o temprano, más tarde que temprano, sería demasiado tarde. El destino nos alcanzó y ahora no salimos a las calles siquiera por nosotras y nosotros mismos: estamos más preocupados, al menos entre las y los teatreros, por cómo ir a la Muestra Nacional de Teatro en San Luis Potosí. Hay sus prioridades.

Mientras tanto, en el calendario un 26 de septiembre les recuerda a algunas y algunos que dos años atrás 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa fueron desaparecidos por las fuerzas policiacas del municipio de Iguala y el estado Guerrero ante la mirada cómplice, por decir lo menos, de elementos del ejército federal; otros tres muchachos, también normalistas, fueron asesinados; otros dos, también normalistas, siguen peleando por sus vidas en sendos hospitales, uno de ellos en estado de coma; una señora y un joven jugador de futbol que iban en otro camión también fueron asesinados junto con el chofer del mismo camión. Las mamás y los papás de los 48 estudiantes no han dejado de exigir justicia y castigo a los culpables de desaparecer y asesinar a su hijos; pero, sobre todo, que los 43 sean presentados con vida: "¡Vivos se los llevaron, Vivos los queremos!"

6 de marzo de 2016

Tapanco: Arte en resistencia.*

Por: Sebastián Liera y Alejo Medina / 3i - Tercera Información y Rebelión


Tapanco Centro Cultural. Un espacio multidisciplinario ubicado en el antiguo y emblemático Barrio de Santiago, en el Centro Histórico de la ciudad de Mérida, en Yucatán. Una vieja casona cuyo corazón es un foro escénico multimodal de dos niveles debajo del cual, según cuenta la leyenda, existe un pozo ahora seco en el que media docena de mujeres de la vida galante guardaban los ahorros de su trabajo en la que fuera una casa de citas decimonónica.
Un corpus arquitectónico donde la escena habita en su totalidad más allá de su ya de por sí generoso foro, haciendo de las calles que le circundan, el recibidor que conecta la sala de ensayos con la galería, la sala de lectura y el pasillo que lleva al camerino, “La Casa de Ágata” con todo y baños, el tapanco que sirve de oficina y hasta la azotea, en un territorio donde las artes, las culturas y la construcción de ciudadanía se dan la mano con la libertad que estos tres ejercicios sugieren unas veces y demandan siempre.
Hace un año, Tapanco cayó en la cuenta de que desde su fundación, el 3 de marzo de 2012 [1], había venido convirtiéndose en un espacio de encuentro no sólo para grupos, colectivos y artistas escénicos; sino, también, para un montón de banda que estaba organizándose, o al menos lo intentaba, en aras del utópico sueño de construir un mundo nuevo y mejor, más justo y más solidario, sin exclusiones; para todos, para todas, para todes.
El detonante había sido Ayotzinapa. Cuando venimos a ver, el equipo entero estaba participando de una u otra manera en la mar de rabia e indignación nacional e internacional por el crimen de Estado cometido contra 43 estudiantes normalistas que continúan desaparecidos, tres que fueron asesinados, al igual que otras tres personas que no eran normalistas, y dos que siguen gravemente heridos, uno de ellos en estado de coma.
Tapanco, nos dimos cuenta, era epicentro de reuniones, discusiones, asambleas, actividades de recaudación de fondos o presentaciones de publicaciones varias; las rabias, las resistencias y las rebeldías eran los ingredientes creativos por antonomasia de todos esos eventos. No fue extraño que Alejo y Bryant, los dos socios que aún le sobreviven a Tapanco de siete que eran, nos lanzaran a la tarea de emprender una campaña de micromecenazgo convocando a quienes habían protagonizado esos mismos eventos y a sus públicos: Tapanco es un espacio de todes, para todes; la premisa era entonces que esas, esos, eses todes metieran el hombro para que lo siguiera siendo. Así nació el quinto programa del proyecto Tapanco: Arte en Resistencia.
La meta, para el 30 de junio de 2015, era conseguir la cantidad de 70 mil devaluados pesos para evitar cerrar por no poder siquiera cubrir nuestro gasto corriente y, por ende, para seguir ofreciendo de manera gratuita los espacios que en Tapanco son a todos esos esfuerzos no estéticos que apuestan por devolverle a la escena social y política la dignidad que merecen. El último martes del sexto mes, la campaña en Fondeadora cerraba informando que un total de 89 fondeadores habían aportado en conjunto un total de 78 mil 595 pesos, rebasando por un 13 por ciento la cantidad esperada.
Hoy, a manera de agradecimiento, pero también de rendición de cuentas, nos toca decir que gracias a la aportación de ustedes en los últimos ocho meses hemos tenido, además de nuestra programación regular de presentaciones de teatro, danza, música, performance, circo y cabaret y de nuestro talleres habituales de yoga, capoeira o creación de instrumentos con materiales reciclados, un total de 26 eventos que van desde espacios de reflexión y participación ciudadanas locales, hasta un encuentro nacional de colectivos sociales, como el ECOS 2015; pasando por presentaciones de poemarios, como Escarnio, de Jorge Manzanilla, y publicaciones periódicas, como El Varejón, de Equipo Indignación, de la cual, por cierto somos también buzón solidario; reuniones informativas sobre la legalización del consumo responsable de la marihuana, como la  asamblea “Libertad para María”; talleres de herramientas escénicas para la actuación social en Puebla, Coahuila, Querétaro y Morelos, junto con Kaaxankilil; eventos de recaudación de fondos para apoyar a sectores vulnerables de la población, como las Noches Vogue y las funciones de Dodi Maleanta, en beneficio del albergue Oasis San Juan de Dios para personas con VIH, y el Chuchultón de PorQuéNo? Producciones para el albergue de ancianos del Barrio de Santiago; fiestas de equidad de género, como el Bailongo Feminista; presentaciones escénicas para apoyar a otros espacios, como el Centro Cultural de Estudios y Movimientos Sociales “Efraín Calderón Lara”; apoyo a talleres para niñas, niños, adolescentes y jóvenes de diferentes contextos sociales y culturales, como el Curso de Verano “Ta’akbi ja’”; residencias artísticas y académicas para jóvenes de otras entidades, como los estudiantes de la carrera en Gestión Cultural de la UIMQroo; jornadas culturales en apoyo a víctimas de la violencia, como la Jornada por Nadia Vera y su familia, en Cressida; actividades de apoyo a organizaciones defensoras de derechos de las y los migrantes, como los talleres en conjunto con el albergue La 72, en Tenosique, Tabasco; exposiciones de artistas visuales emergentes y proyecciones de cintas documentales como El Charras, 40 años después, realizado por Jorge Araujo,  y Mirar morir. El Ejército en la noche de Iguala, de Temoris Grecko; festivales de apoyo a pueblos oprimidos en otras latitudes, como el Art-Sahara; manifestaciones públicas solidarias, como el memorial a un año del crimen de Estado en Ayotzinapa, con Culturas Libres al Parque y ECOS, y la marcha por la dignidad y los derechos de los trabajadores de la Sidra Pino, con Murmurante Teatro.
Tapanco: Arte en Resistencia es, lo decíamos antes, uno de los cinco programas del centro cultural; los otros cuatro son Subsidio a Grupos Artísticos [2]; Formación de Ciudadanía Teatral, con “Escuelas al Teatro” y el “Seminario de Actu@cción”; La Casa de Ágata, que no necesita presentación, y la producción escénica del Colectivo El Sótano. Queremos que todos estos proyectos continúen y por eso les seguiremos pidiendo su apoyo; pero, sobre todo, les pediremos que vengan y sean parte de ellos. Acudan a los eventos de Arte en Resistencia, sumérjanse en ellos, descubran sus causas, sus implicaciones, sus riesgos, sus apuestas. Cada una de las personas en esta ciudad, en este país, en este mundo, que arriesga su tiempo y su vida por tratar todos los días de transformar sus realidades necesita de sus oídos, de sus manos, de sus voces, de sus miradas.
Ahora bien, si ustedes son esas personas y buscan un espacio para encontrar(se), mirar(se), reflexionar(se), discutir(se) y organizar(se), no duden en ir a Tapanco, un lugar que por definición es algo así como un entrepiso y un entretecho; es decir, que no está ni muy abajo, ni muy arriba, sino donde debe de estar; para guardar(se) o para dormir(se): para apoyar(se). Quienes allí estemos, téngalo por seguro, siempre estaremos dispuestas, dispuestos, dispuestes a ofrecer nuestro corazón-pozo-escenario, o una sala, o un rincón, el lugar que ustedes quieran y puedan transformar para hacerlo suyo y para les otres.




* Texto leído en la celebración del 4o. Aniversario de Tapanco Centro Cultural, A.C. el 5 de marzo de 2016; una celebración que estuvo dedicada a Berta Cáceres, indígena ambientalista asesinada en Honduras el día en que Tapanco cumplía sus primeros cuatro años de vida, y Nestora Salgado, comandanta de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) secuestrada por el Estado mexicano desde el 21 de agosto de 2013.
[1] Ese mismo día fallecía en la Ciudad de México el maestro Adam Guevara; director y escritor de teatro que a lo largo de toda su trayectoria hizo de su práctica escénica praxis política.
[2] El costo regular de una función en Tapanco es de $ 1 mil 600 pesos, pero el promedio de ingresos de cada compañía o colectivos es de sólo $250 pesos; así, pues, Tapanco subsidia con un promedio de $1 mil 350 pesos por función a cada grupo que se presenta en su foro.

9 de febrero de 2016

Buen viaje, don Javier.

Siempre he creído que mi madre y mi padre me durarán toda la vida; quizás por eso cada vez que alguien cercano fallece, aunque le quiera mucho, hago como si no se hubiera ido. Eso es más fácil cuando le sucede a amigos o familiares que no he visto en años: les he extrañado tanto y por tanto tiempo que sus muertes no son muertes sino tan solo mudanzas a tierras lejanas donde la distancia es tanta que por ahora no podré verles. Mi duelo no es entonces por su partida, porque esa partida no la siento; sino por la distancia, la cual me cala hondo porque mi ser querido se ha ido con todo lo que es a un lugar un poco más lejos. Así me pasa, por ejemplo, con dos de mis tías, la tía Elvia y la tía Martha, cuyas partidas no han sido más que distancias que cuando caigo en cuenta de lo que son se me quiebra la voz y se me nubla la mirada, hasta que voz y mirada me llueven desde adentro.

Hoy, 9 de febrero, al final del día, mientras escribo estas líneas me llueve adentro de nuevo. Quien ha partido a otras tierras es don Javier Álvarez, esposo de doña Yolanda Mondragón y papá de Ivonne, Fátima, Diana y Berenice. ¿Por qué me llueve adentro su partida, si no conviví con él poco más de dos o tres fortuitos encuentros? La respuesta es simple, me digo: porque mi lluvia es, de algún modo, reflejo de la lluvia que imagino en sus hijas y en su esposa, a quienes también quiero y extraño; pero, sobre todo, porque don Javier es uno de esos hombres que son raros para su tiempo, un tiempo de hombres que no sabemos ser hombres y a duras penas alcanzamos a ser sólo machos. ¿Que cómo lo sé si apenas lo conocí? La respuesta es, de nuevo, simple: conociendo a sus hijas.

Conocer a Ivonne, a Fátima, a Diana y a Berenice, es saber quién es don Javier. No digo que don Javier haya sido sólo papá, que en estos tiempos de hombres que no sabemos ser hombres no sería poca cosa; pero, ¿no es verdad que se dice aquello de que por sus frutos los conoceréis? ¿Qué mejor fruto de un hombre que su hijo? ¿Qué mejor fruto de un hombre raro para su tiempo, un tiempo de hombres que no sabemos ser hombres, que sus hijas?

Conocí a las Álvarez Mondragón en el segundo taller, el primero de herramientas teatrales, que impartí para Cultura Joven, A.C. El taller se había aplazado porque me dio varicela o viruela, no recuerdo bien, y, valga el oxímoron, terminamos comenzando el 17 de marzo de 1996: mi cumpleaños 21. Ivonne, quien trabajaba entonces en una maquila; Fátima, quien estudiaba inglés y japonés en el Centro de Lenguas de la UAEM; Diana y Berenice quienes estudiaban, no sé, la preparatoria y la secundaria y ayudaban, como las dos más grandes, en el negocio de comida de doña Yolanda frente a Urgencias de la clínica del IMSS; las cuatro, vivían con su papá y su mamá en la colonia Primero de Mayo, en Cuernavaca, Morelos.

Cultura Joven se había formado unos cuantos años antes, luego de que tras el fallecimiento de don Sergio Méndez Arceo la Pastoral Social y, creo, la Pastoral Juvenil (o al verés) se habían desdibujado. Cultura Joven era, pues, una especie de mezcla ecuménica entre las Comunidades Eclesiales de Base que quedaron de pie tras la muerte de don Sergio y las organizaciones de la sociedad civil que, promoviendo la defensa y la protección de los derechos humanos en el estado, se enfocaron en el trabajo con jóvenes. Uno de los lugares donde trabajaban sus profesionales era, justamente la colonia Primero de Mayo; en particular, con las y los jóvenes que se acercaban a la parroquia de San José Obrero.

Cuando uno habla de los seres humanos, uno puede enfocarse en dos cosas: la miseria de su alma, puesta de manifiesto en la mezquindad y la ruindad de sus acciones, o la amorosidad de todo su ser, evidente en todas aquellas y todos aquellos a quienes su vida toca. Hablar de don Javier, a quien probablemente el apócope de “don” le resultaría algo chocante, es, en parte, hablar de su sonrisa; una sonrisa que se proyecta en las sonrisas de doña Yolanda, de sus cuatro hijas y su nieta y su nieto. Hablar de don Javier es hablar de doña Yolanda, una mujer cuya claridad para decir las cosas, heredada a sus hijas junto con el uso de las gafas, no estaba reñida con el brillo en sus ojos traviesos y su sonrisa al escuchar cantar a Óscar Chávez, el lúdico, por simbólico, papá (no tan secreto) de las Álvarez Mondragón.

Hablar de don Javier es hablar, por ejemplo, de Ivonne y sus manos endurecidas por el trabajo arduo y enternecidas por las caricias a los suyos, de su seriedad de hermana mayor que sabe estar atenta de sus hermanas más pequeñas sin perder la alegría, de su practicidad al hacer las cosas y emprender los proyectos, de su disciplina en el trabajo sobre la escena, de su vocación de defensora de derechos humanos. Hablar de don Javier es hablar, por ejemplo, de Fátima y su encuentro con otras lenguas y, a través de ellas, con otras culturas, de su rebeldía sesentayochera y zapatista, de su ser Mamá Champiñón (porque don Javier, además de papá, es un amoroso abuelo), de su encuentro con la Filosofía, de su buscarse en otras formas de salud.

Hablar de don Javier es hablar, por ejemplo, de Diana, quizás la que tiene la mecha más corta de las cuatro, de su disciplina en el estudio, de su ser a veces tan cerebral que es difícil seguirle el paso, de su ironía que, como todas las ironías, no es sino reflejo de su aguda inteligencia y de muchas cosas más que yo ya no conocí porque como a Berenice la traté menos del tiempo que hubiera querido. Porque, sí, hablar de don Javier también sería, por ejemplo, hablar de Berenice, la más pequeña de edad de las cuatro, y esa actitud observadora que todo lo analizaba tras el halo un tanto ingenuo y otro tanto caprichoso de ser la más pequeña que se llevó consigo cuando se fue de aquél taller que un día adquirió el también ingenuo y caprichoso nombre de "taller permanente de artes escénicas": el Mitote.

Seriedad, alegría, disciplina, practicidad, capacidad de indignación ante las injusticias, curiosidad por conocer los otros mundos que hay afuera y los otros mundos que hay adentro, rebeldía, ironía, picardía, inteligencia, sabio silencio para escucharlo y mirarlo todo siempre de nuevo; en una palabra: amor. Ingredientes todos que uno descubre en las miradas tras los anteojos de las cuatro Álvarez Mondragón, miradas a las que no se les escapa nada; en las manos que lo rehacen todo de nuevo con cada toque suyo; en las palabras que no se callan, a menos que hieran; en su dignidad que como todas las dignidades es sólo eso: dignidad nada más, pero como todas las dignidades tampoco nada menos. Ingredientes todos de ese ser amoroso que es, porque sigue siéndolo, Javier Álvarez; contagiando de amor a doña Yolanda y contagiado por ella, y, juntos, contagiando de amor y respeto y presencia a sus hijas, a su nieto, a su nieta.

Adiós, don Javier. Que tenga usted un buen viaje a donde quiera que hoy le lleven sus pasos y sus miradas. Muchos hemos sido testigos a la distancia, distancia espacial y distancia temporal, de su caminar en estas tierras, las de este mundo, las de esta otra virtualidad que llamamos realidad, y, aunque poquito, algo le hemos aprendido o, por lo menos, algo hemos intentado imitarle. No le extrañe que un de repente una o varias lágrimas… como ahora… acuda a la cita que nuestro corazón tiene con los ojos nuestros; es porque, como en todos estos años, algunos le seguiremos extrañando un chingo y nos lloverá adentro cada que nos demos cuenta que ora sí va estar cabrón verlo de nuevo.

No le extrañe tampoco si, con esas mismas lágrimas lubricándonos el alma, una sonrisa asoma en nuestros rostros al pensarlo; es porque nos hemos quedado con un montón de muestras de su amor por aquellos lugares y aquellas gentes que en su estar en la presencia usted ha tocado; usted, hombre extraño para su tiempo, que con su partida nos deja un poco más huérfanos en este tiempo de hombres que no sabemos ser.

4 de febrero de 2016

De ajolotes y sanguijuelas.

No hacía mucho que “Mitote”, el Taller Permanente de Artes Escénicas “Mitote”, se había subdividido entre quienes se quedaron el nombre del proyecto y quienes nos hicimos a la mar de una nueva aventura… Sí, bueno, hay para quienes ir a la mar es una aventura en sí misma y para quienes, como nosotres, la aventura misma es la mar… Nosotres, sí; no, nosotros; no, nosotras: nosotres… Aunque nos salgamos de las reglas ortográficas de la RAE; aunque les parezca a algunos y algunas, ellas y ellos sí, un despropósito… ¿En qué iba? ¡Ah, sí!: en la división de “Mitote”. Habíamos montado un collage de pequeños textos al que nombramos Amar, morir y soñar (Una pura y dos con sal), que estrenamos en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas; ése lugar rebautizado por el turismo buenaonda como “Sancris”.

Las funciones en San Cristóbal habían sido un desastre; aún así, cuando por oficios de Jorge se abrió la posibilidad de que acompañáramos a la enésima ONG que entraría a territorio zapatista (o neozapatista, como dice Carlos Aguirre Rojas), nos lanzamos al todavía Aguascalientes de Oventic entusiasmades de presentar nuestro trabajo a las y los compas bases de apoyo del EZLN que allí se estaban con sus familias. Era el año de 1997. Las funciones en Oventic, a las que no se pudo quedar Jorge porque tenía que presentarse en un viacrucis representación de La Pasión, en el pueblo de su abuela materna en el Estado de México, salieron mucho mejor de lo que habían salido en San Cristóbal; era como si la montaña y sus hijas e hijos nos hubieran cobijado y, también, por decirlo de algún modo, bendecido: después de allí, cada función de Amar, morir y soñar… fue mejorando más y más.

Así llegamos a Valle de Xico, Estado de México; conocido también como Valle de Chalco; ése lugar rebautizado por el priismo neoliberal salinista que hoy habita en todos, o casi todos, los partidos políticos con registro legal, incluyendo, por supuesto, al PRD y a Morena (del PAN y el mismo PRI, ni hablar; fueron los primeros), como Valle de Chalco-Solidaridad. Allí se había llevado a cabo el experimento político-electoral del salinismo para desmantelar poco a poco la base social del cardenismo, o neocardenismo, aglutinado en el PRD: Valle de Chalco (o Valle de Xico, como prefieren, o preferían, llamarlo los viejos más viejos, nahuas para más señas) había votado a favor de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y, por ende, en contra de Salinas de Gortari; era uno de los principales bastiones del perredismo, cuando el perredismo todavía era de izquierdas y su base social la integraban hombres y mujeres de muchos de los abajo que se caminan en este país. No fue extraño que allí, justamente allí, se echara a andar el programa social electorero por antonomasia del salinismo: Solidaridad. Sobra decir que en muy poco tiempo el bastión perredista se convirtió en privilegiado centro de operaciones del priismo más criminal… sí, más todavía. El broche de oro lo significó la visita papal de Karol Wojtyla, creo, en 1992: cuando nosotres nos presentamos allí, invitados por el Segundo Encuentro de Teatro Comunitario de la Región de los Volcanes, las calles sin drenaje y sin pavimentar contrastaban con la arquitectura del Centro Comunitario “Juan Diego”, con logotipo de Solidaridad en la fachada, y la réplica kitch de la Basílica de Guadalupe que visitara el hoy santificado Juan Pablo II.

“Mitote”, el Taller Permanente de Artes Escénicas “Mitote”, o Teatro “Mitote”, como terminamos diciéndole para simplificar diferenciándolo de “Mitote Jazz”, el experimentado y delicioso ensamble musical encabezado por Cipriano Arturo e Isabel III, se había echado a andar con un performance que recuperé de mis años de performancero en Torreón, con “Gresca”, el Taller Permanente de Artes Escénicas “Gresca”: Salud esqueletos. Luego vendría Amar, morir y soñar… y, con ella, nuestro andar solidario con cuanta lucha social, cultural y política nos invitara: la defensa de Tepoztlán contra el club de golf de Klant (¿o era Klandt?) -Sobrino, la caída de Carrillo Olea, la resistencia de los pueblos y comunidades indígenas contra la Autopista Siglo XXI, las elecciones autónomas en Tepoztlán y la recepción, también en Tepoztlán, de loas 1,111 zapatistas que marcharon de Chiapas a Ciudad Monstruo para ser testigos de la fundación del FZLN… Quizás lo de los 1,111 fue después; ya con… el nuevo grupo.

En “Mitote” se habían quedado, entre otros, un muchachito que se convirtió en el principal promotor de la división del grupo; él, junto con los demás que se quedaron, o con la mayoría al menos, argumentó que yo había sido una sanguijuela, sí, ésa fue la palabra que escogieron, que sólo había chupado y, por ende, aprovechádome de su creatividad, sapiencia y compromiso de lucha para beneficio personal. No todos estuvieron de acuerdo con aquél diagnóstico de quien tan pronto vio la ocasión se integró a las filas de un PRD que se caracteriza, justamente, por hacer todo eso de lo que me acusó sin probarlo nunca… bueno, tan nunca lo probó que un día, muchos años después, recibí carta suya para ayudarle en alguno de sus proyectos; yo, la sanguijuela… Me gusta el nombre: un día, cuando haga algún personaje queer, o cuir, para un unipersonal, así me bautizaré… O cuando monte un bar que mezcle lo kitch con lo minimalista en una onda hipster… Eso si no me gana el título Televisa para una de sus telenovelas: La Sanguijuela… ¡Ya sé!: Sanguijuelas & Ajolotes… o, Ajolotes & Sanguijuelas. No suena tan mal, ¿no?; sería un nombre con su toque, digamos, bartriano; culto, pues.

En el nuevo grupo nos quedamos Hernán, quien literalmente había sido expulsado por… aquél otrora muchachito (digamos que aquello de las purgas estalinistas como que se le daban)… Hernán, decía, Jorge, Fátima y yo… ¿se me olvida alguien?... creo que no. Dándonos a la tarea de ver cómo nos renombraríamos un día me topé con el maestro Tirso Clemente, quien impartía, o imparte, las clase de náhuatl en el CELE, creo que así eran sus siglas, de la UAEM… cuya dignidad, por cierto, hoy salió a las calles para encarar, confrontar, al poder de arriba. Habíamos coincidido en las oficinas que entonces tenía la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos en ¿Las Casas?

–Profe Tirso –lo interpelé–, ¿cómo se dice ‘actor’ en náhuatl?

El maestro se me quedó mirando apenas unos segundos y luego contestó de una manera que sólo he vuelto a escuchar, por su modo, en cuando le pregunto por alguna palabra en maya a don José Castro, papá de Malky: «Depende.» No alcancé a preguntarle: ¿Depende de qué? «Lo importante en las lenguas indígenas –dijo– es tejer una expresión que no sólo sea una acepción académica previa, de diccionario, sino que al decirla esté cargada del significado que uno le quiera otorgar. Para el mousieuale –la lengua nahua del pueblo al que el profe mismo se autoadscribe– importa menos tener una traducción de ‘actor’ que luego, como en el caso de ixeuayo, ‘actor’ en náhuatl clásico, nosotros usemos sólo como un sustantivo común que nos dice muy poco o nada; importa más expresar la idea que tenemos de lo que es ser un ‘actor’. ¿Para qué quieres saber cómo se dice?»

–Pues, para cuando alguien me pregunte en náhuatl quién soy, a qué me dedico, pueda decirle: soy un actor.

–Al otro, al que nos pregunte qué somos, a qué nos dedicamos, no le interesa un sustantivo común, le interesa saber cómo nos pensamos a nosotros en nuestro oficio; le interesa pensar con nosotros, escuchar lo que pensamos no sólo lo que decimos.

–Entonces…

–¿Qué quieres decir con eso de que eres un actor? Si yo te pregunto, ¿qué es un actor?; tú, ¿qué contestas?

–Un trabajador –dudo– de la palabra.

–¿De qué tipo de palabra? –preguntó–; un locutor, un orador, un declamador, un escritor también serían trabajadores de la palabra; pero, en cada uno de ellos se trata de una palabra distinta.

–No, ninguno de ellos… Ninguna de ellas… Una palabra encarnada; una palabra que se piensa pero al tiempo que se va pensando se va volviendo acción en un espacio de ficción: un trabajador de la palabra encarnada, hecha cuerpo, sobre el escenario.

–Mmm –musitó–. Puede ser Tlatul. Y, ¿por qué ‘trabajador’? –preguntó.

–Porque no sólo quisiera que se me viera como un actor de la escena, digamos, teatral; también aspiro a convertirme en un actor de la escena social… además, para dejar ver que ese ser actor que quiero ser va de la mano de una cierta reivindicación de clase.

Teketke –dijo–; que, además, resuelve perfecto la perspectiva de género, porque teketke se refiere lo mismo al trabajador que a la trabajadora.

Bueno, está bien; eso último quizás él no lo dijo así. Me explicó, sí, que teketke es multigenérico: trabajador o trabajadora o trabajadors: teketke. Y, así nos pusimos: Teketke Teatro.

Y, como Teketke Teatro, Hernán, Fátima, Jorge y yo recibimos a Rita, Azucena, Juan Manuel, Jaime, Lalo y Mayte, y nos fuimos al Tercer Encuentro de Teatro Comunitario de la Región de los Volcanes, que se celebró en Tlaxcala; para el Cuarto Encuentro fuimos a las reuniones preparatorias a Puebla, pero ya no a presentarnos… aunque participamos como espectadores en un Festival de Teatro Latinoamericano, también en Puebla, y yo, por mi parte, acudí a un Congreso Internacional de Investigación Teatral en Cholula.

Pero, antes; mucho antes; justo en el momento en que el profe Tirso parecía que ya no diría nada más, agregó: «Tlatul Teketke. Ese es el tipo de actor que quieres ser: un tlatulteketke

3 de febrero de 2016

Es 29 de enero, aunque sea 3 de febrero.

Es 29 de enero... sí, aunque estos apuntes aparezcan, por decir algo, el 3 de febrero, es 29 de enero todavía. En Los hijos de los días, Eduardo Galeano escribió: «Hoy nació Anton Chejov, en 1860. Escribió como diciendo nada. Y dijo todo.» Estoy en el departamento que rento desde hace poco más de siete años. Es un muladar que, voltee para donde voltee, me deprime. Hoy no leí ninguna noticia… tiene días, acaso semanas, que no lo hago… así que no sé cómo va el mundo. Es como si no me importara nada; como si estuviera anestesiado. Continúo con esta tos de perros que nomás no me suelta: las flemas no dejan de estar pegadas a mi pecho por dentro. Ayer y hoy, el hoy que está a unos minutos de volverse ayer, estuve, como mis flemas (sí, ya las adopté) a mi pecho, pegado al ordenador… sí, me gusta más decirle ordenador que computadora o computador; me vale madres si con ello convoco las risitas burlonas de dos o tres cretinos, los del día de hoy, que con ínfulas nacionalistas quieran tacharme de “gachupín”. Y, sí, decía: estuve pegado al ordenador… Faltan cuatro minutos para las 12 de la noche; las 00:00… No estuve pegado todo el día, pero es la sensación que me quedó. Estaba trabajando parte de los últimos detalles que me tocaba revisar con miras a la clase masiva… así le decimos, aunque masiva, lo que se dice masiva, fue sólo la clase del 17 de enero de 2015; cuando Kaaxankilil se echó a andar… Falta un minuto para las 00:00 horas… faltaba menos; son las 00:00 del 30 de enero de 2016. En Los hijos de los días, Galeano escribe: «La catapulta. En 1933, Adolfo Hitler fue nombrado canciller de Alemania. Poco después celebró un acto inmenso, como correspondía al nuevo dueño y señor de la nación. Modestamente, gritó: –¡Yo estoy fundando la Era de la Verdad! ¡Despierta, Alemania! ¡Despierta!, y los cohetes, los fuegos artificiales, las campanas de las iglesias, los cánticos y las ovaciones multiplicaron los ecos. Cinco años antes, el partido nazi había obtenido menos del tres por ciento. El salto olímpico de Hitler hacia la cumbre fue tan espectacular como la simultánea caída hacia el abismo de los salarios, los empleos, la moneda y todo lo demás. Alemania, enloquecida por el derrumbamiento general, desató la cacería contra los culpables: los judíos, los rojos, los homosexuales, los gitanos, los débiles mentales y los que tenían la manía de pensar demasiado.»

Tengo sueño. Pero leo a Galeano, en particular lo que escribió para el 30 de enero, y me quedo pensando en el fascismo como consecuencia, digamos, “natural” del modelo de producción capitalista y en la estupidez, en la falta de conciencia, como consecuencia de la ignorancia, la estulticia… el aletargamiento… el anestesiamiento como en el que yo me encuentro ahora. Pienso también en “los culpables” de los que Galeano escribe. Miro mi andar, mi palabra, mi quehacer: soy uno de “los culpables”; por lo menos pertenezco a dos de los grupos sociales que menciona Galeano, y con todos he caminado hombro con hombro siempre que he podido… también con otras, con otros. No, no me vanaglorio de ello. No lo digo por presumir nada; lo digo, simplemente, porque así ha sido y se me hincha la regalada gana decir, escribir, lo que, simplemente, ha sido. No sé bien a bien el porqué; pero, así ha sido… Tengo sueño… No tengo servicio de Internet (con mayúscula inicial; como Estado, como Derecho… digamos que aún me cuesta mucho trabajo faltarle intencionalmente el respeto a esa institución que es la ortografía dictada por la Real Academia Española… ¡Qué rico escribirlo todo en minúsculas: nombres propios, instituciones, siglas, letras iniciales posteriores al punto y seguido o al punto y aparte… todo… como hace, o hacía, no sé, Rubén Ortiz!)… Tengo sueño y pienso que me gustaría poder dejar hasta aquí este pensar, más que en voz alta, en dedos sobre el teclado; pero, como se trata de un apunte para mi bitácora electrónica… sí, me gusta más decirle bitácora electrónica que blog; me vale madres si con ello convoco las risitas burlonas de dos o tres cretinos, los del día de hoy, que… me vale madres. Tengo sueño. Y, más que de mi sueño y de todas las otras pendejadas que he escrito hasta ahora por poco más de media hora, yo quería escribir qué es eso de Tlatulteketke, el nombre con el que he intitulado mi bitácora electrónica en T e a t r o n, en Tumblr y, ahora, en Blogger.

Creo que mejor lo haré mañana… Un mañana que, en realidad, ya es hoy desde hace 30 minutos: son las 00:30, 00:31………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….. 00:32. Y, tengo sueño.

* * *

El día 30 encendí el ordenador para continuar el intento de decir qué es eso de Tlatulteketke; sin embargo, no logré ir más allá: estuve muy ocupado en la realización de la clase masiva de Movimiento Vital Expresivo para Kaaxankilil… Movimiento Vital Expresivo… quizás en algún momento escriba algo sobre lo que entiendo de qué es eso de Movimiento Vital Expresivo… o comparta el vídeo que Alejandro Atocha nos hizo, donde Malky lo explica... o el que nos hizo Luis Ramírez: es, además de muy claro, más sintético. La clase masiva no fue, del todo, de nuevo, masiva: llegaron unas 35 personas a la sesión y otras, no sé, ¿diez?, a tomarse la foto del recuerdo, la de la celebración de este primer aniversario. Así que el ordenador sólo se quedó solo, encendido y solo, nada más: no tuve tiempo de escribir nada. Como terminé con un dolor de cabeza que ni yo mismo me aguantaba, tan pronto llegamos a casa de Sastal, la hermana de Malky, me tiré a la cama de Malky y no supe más de mí hasta que sonó el despertador para alistarme e ir a la entrevista con Wilbert Piña... hasta la tos de perro de los últimos días se apiadó de mí. Malky planeaba ir a ver Mestiza Power, de Conchi León, pero no encontró el mensaje donde la misma Conchi le había dicho la hora y el lugar donde sería la función, así que me acompañó a la entrevista con Wilbert. Una rica entrevista: hablé de mis inicios como actor en Torreón, en el Grupo de Teatro “Compañeros”; de mi cercanía con la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos y, por esa vía, con algunas, muy pocas, comunidades indígenas nahuas… y, de otras cosas, como mi llegada a Yucatán con mi hijo (soy un papá soltero) para trabajar en la ESAY y con el maestro José Ramón Enríquez en su Teatro Hacia el Margen; de la campaña Theatre Uncut que me acercó a Tapanco Centro Cultural, de la temporada de funciones en honor a Juan Francisco Kuykendall Leal; de la primera experiencia de trabajo con Yaaxil (tu Ser, Desarrollo e Integridad, A.C.) y la labor con jóvenes mayas del sur del Yucatán en conjunto con IEPA, A.C., y de Kaaxankilil… pero es en lo de mi encuentro con comunidades indígenas nahuas en lo que quiero detenerme. De hecho, más que en mi encuentro con las comunidades, que se limitó a un par de visitas a Santa Catarina, un taller de periodismo comunitario en Xoxocotla que duró apenas un mes y mi trabajo de observador de un congreso estatal de pueblos indígenas en Xochicalco (que luego me llevó a ser observador de la fundación del Congreso Nacional Indígena y ser integrante del cordón de seguridad en el CUC, en Copilco, donde se hospedó la Comandanta Insurgente Ramona del EZLN), en lo que quiero detenerme es en el momento específico en el que la palabra tlatulteketke, neologismo muosieuale proveniente de dos palabras: tlatul, ‘palabra’, y teketke, ‘trabajador’, llegó a mi vida.

Hay raíces de las que somos conscientes; hay otras de las que no. Yo, por ejemplo, sé que en mis venas corre, por el lado de mi padre, sangre indígena guachichila o huachichila, según la ortografía en castellano que se use, que me viene de dos de mis bisabuelas cuyo lugar en mi árbol genealógico siempre confundo: Juana y Juliana. Las confundo porque siempre olvido de quién fue mamá cada una de ellas: si Juana de mi abuelo Nicolás o de mi abuela Socorro y si Juliana de Socorro o de Nicolás… creo que Juana lo fue de Nicolás y Juliana de Socorro, creo. Sé también que por ése mismo lado genealógico me corre sangre española y francesa (la francesa, del sur de Francia; no sé si de la región euskera o de la occitana, pero creo que lo es de ésta última); me vienen, respectivamente, de Ignacio, quien entiendo fue algo así como un caporal que le hizo una hija a Juliana y luego se desentendió de ambas: de Juliana y de su hija: Socorro, y de Longinos, un hombre que un día se vio enrolado en las tropas francesas que ocuparon el norte de México en tiempos de Juárez y Maximiliano y que, cuando esas mismas tropas se retiraron, desertó para quedarse en donde ahora es el estado de Nuevo León, donde sobrevivió, cuentan las malas lenguas, robando vacas. Por el lado de mi madre, un hilo genealógico que se tiende en el sureste mexicano, me corre sangre también española… al menos eso creo… del lado de mi abuela Jesús, quien tuvo que cambiarse el nombre al de Erika porque su segunda religión, la de su marido, Adventistas del Séptimo Día, no permitió que se llamara como quien dicen es el hijo de Dios (Dios, otra de esas instituciones como Estado e Internet a las que no puedo aún faltarles el respeto ortográficamente hablando), y, se cuenta que también antillana, pues, la madre de mi abuelo Carlos, se dice, llegó a México de Cuba. Se dice también que por ahí en la familia algo hay de sangre alemana, pero creo que eso pertenece a esos pasajes de historia familiar que por un extraño pudor moralista… bueno, todos los pudores lo son… prefiere no contarse. ¿Qué de esos genes se refleja en el Sebastián que ahora soy?, no lo sé. Al parecer, la redonda negritud de mi nariz y de mis nalgas son herencia antillana (el grosor y la longitud de mi pene, con o sin erección, parece que no); así como un cierto impulso vital que se acciona cuando entro al mar o la música de tambores djun djun repercute en mi piel y en mis entrañas. Mi altura, siendo hijo de una señora chaparrita como mi madre, pareciera ser herencia germánica: mi abuelo Carlos, su papá, que parecía alemán, era muy alto. Lo francés, lo occitano o lo euskera, no sé, quién sabe dónde habrá quedado, pero desde niño, sin saber bien a bien el porqué, he soñado con ir por aquellos lares donde Euskadi y la Occitania hacen frontera como quien va a un lugar donde está sembrado su ombligo aún antes de saber que quizás de por aquellas tierras llegó el tatarabuelo Longinos. Lo español, como la mayoría de las y los mexicanos, lo traigo por lo menos en la palabra y, muy probablemente, en el color de la piel (aunque éste, el color, puede ser resultado de una mezcolanza de genes), y el cante jondo me conecta instintivamente a las mismas vitalidades que los cantos yorubas. Lo indígena, lo huachichila o guachichila, según la ortografía en castellano que se use, debe andar por ahí, en la piel, en la mirada; yo suelo decir que lo traigo en la memoria.