9 de enero de 2013

«Punto muerto», de Blanca Doménech. Comenzamos...

Las 5 de la tarde, suenan juntas las alarmas de los teléfonos móvil y fijo por aquello de que pudiera haberme dormido y aquello otro de que, de ser así, no pudiera despertarme solo. Las cinco de la tarde, «el cuarto se irisaba de agonía/ a las cinco de la tarde»; pero yo estaba muy lejos de ser Ignacio Sánchez Mejías y mi vida parecía tener más el ritmo monótono de un drama costumbrista cuando sabe a pieza, que la respiración palpitante de la pluma de Federico.

Giro la llave de la ducha en espera de que el chorro de agua fría complete la tarea de los reloj-despertadores. Desnudo, después de la dosis cuasi ritual de jabón y champú, me miro en el espejo buscando en mi mirada a David. No sé si está. Guardo silencio para ver si se asoma. Quizás esté mirando por detrás de mi reflejo y mi rostro, en el espejo, es la máscara que usa para que no lo descubra.

Pienso que David, a diferencia de mí, se peinaría antes de ir a su trabajo. Tomo un poco de gel fijador para aplacar lo alborotado de mi cabello y consigo trazar un camino que pareciera desprenderse de mi sien derecha flanqueado por un sembradío capilar aún oscuro por el que ya asoman cuatro o cinco canas, y sonrío. Y, creo, sonríe también David.

Ayer no fue así. Ayer, David no sólo no sonrió, sino que ni siquiera se asomó. Hoy, creo, siento, que es diferente; de frente a la cama, creo que es diferente. Tomamos, una a una, sus prendas: los calzoncillos, los pantalones, los calcetines, los zapatos, la camisa… cuando estoy a punto de tomar el suéter pienso en lo que opinaría Henry si supiera que ahora es David quien usa su ropa. Afuera los zapatos, pienso, a Henry no le gustaría que sus flexi de piel y carnaza de cerdo se mojaran… Ni el suéter, El suéter no se va a mojar, Pero el suéter no se lo presto, No lo va a usar él: es para mí, para después de la función; no quiero enfermarme más, Estás enfermo del estómago, no de la gripe, No quiero enfermarme de la gripe también, Está bien, si es para ti está bien.

Paseo Montejo. ¿Serán estas las bancas a las que podría haber venido David con María para ver pasar a la gente y decirse, como dice él, «cosas… indecentes»? Y, ¿la estatua de los Montejo?, ignominioso memorial con aspecto de chocolate estilo suizo que me recuerda las barras del Carlos V que fabricaba Chocolates La Azteca… curiosa manera de rizarse el rizo tiene la historia, cuando los herederos bastardos de la mezcla de sangres que produjo la invasión del hijo de Juana «La Loca» y Felipe «El Hermoso» levantan fábricas que aluden a su chingada madre para hacer golosinas, o monumentos, en recuerdo de su padre violador… Una punzada en el estómago: debe ser el mismo pinche cordón umbilical jalado por la abuela Juana.

Llego a la esquina de «Creación del INBA» (47) con «Movimiento estudiantil» (68); en la fachada, la manta plastificada me regala una sonrisa cuando pienso que las siglas de CC, de Centro Cultural, de Tapanco, podrían servir también para recordar el uso de casa de citas que se le daba a esta casa en el siglo XIX. Atravieso el umbral y David me borra la sonrisa del rostro: Compórtate, ya llegamos. Saludo a las personas que han llegado antes que nosotros, miro el reloj del teléfono móvil las seis… las campanas de Así que pasen… cruzan, como los hermanos y la hermana Warner, por el fondo de mi mente… ¡Concéntrate!

Saludo a quienes van llegando. 19:04… 19:21… Panorama 2013 ha hecho que la gente llegue mucho antes que ayer… 19:35:
«Él es David –digo–, pero podría llamarse de cualquier otra manera. Conserva, todavía, su trabajo. Si viviera en España, David sería uno de los tres de cada cuatro españoles en edad de trabajar que aún tienen trabajo y pueden pagar la renta de su piso, su departamento (la tasa de desempleo en España alcanza el 25 %). Si viviera en México, que es de hecho donde éste David vive, sería uno de los nueve de cada diez mexicanos en edad de trabajar con trabajo (la tasa de desempleo oscila entre el 5 y el 10 %), pero el único de cada tres de esos con trabajo que no está en el trabajo informal (tasa que rebaza el 62 %) y, seguramente, ganaría unos 6 mil pesos al mes, como uno de cada dos de los que conservan, todavía, su trabajo.»
La incomodidad comienza a treparse por los pies, contagiando manos y miradas… Sigue, no te detengas.
«Aún así, David se siente generalmente con suerte; por lo menos sonríe como si así se sintiera. Sin embargo, hoy que ha llegado al trabajo está a punto de pasarle algo a esa su sonrisa. ¿Nunca se han sentido ustedes como si fueran un auto y la vida una carretera y, de pronto, estando el auto/ustedes detenidos, tienen que tomar la decisión de seguir adelante con su vida/carretera, les lleve a dónde les lleve, o dar marcha atrás? ¿Nunca les ha pasado que se sienten ustedes en punto muerto?»
¡Qué transparentes podemos ser, a veces! Casi puedo escucharles decir: «¿Qué no venimos a divertirnos?»… ¡Sigue, termina!
«Él es David, se llama igual que el personaje aquél que enfrentó a Goliat. Hoy, Goliat tiene muchos rostros, muchas formas; el David del cuento necesitaría mucho más que su sola honda para derribarlo. Sólo que nuestro David no es como el del cuento: podría llamarse de cualquier otra manera; nuestro David, es un David cualquiera.»

Dispositivo:

- Pasillo de escasos 2.5 metros ancho por unos 6 ó 7 metros de largo; tela en lugar de muro, del lado izquierdo; escalera recostada en el piso y recargada a lo largo del muro, del lado derecho.
- Baño 1, con letrerito de uso bisex; con taza, lavabo y espejo.
- Baño 2, sin letrerito; con taza, regadera y lavabo (es el baño del Rincón de Ágata… ¿Rincón con mayúscula inicial?, Sí, no es cualquier rincón; es el Rincón de Ágata, Bien, de acuerdo.)

Instrucciones:

1. Usted… ¿Yo?, No, me refiero al público, Ah… Usted puede colocarse inicialmente donde guste a lo largo del pasillo.
2. Durante la representación, David le entregará un sobre en blanco vacío; allí, puede usted colocar su cooperación, voluntaria y, como dice Ítari Marta en el Shakespeare, consciente, en apoyo a Juan Francisco Kuykendall.
3. Habrá escenas que ocurran en los baños; usted puede acercarse a estos todo lo que quiera, incluso meterse a los baños, para ver dichas escenas.
4. A partir de ahora, usted, siendo usted, será también compañero de trabajo de David: bienvenido, que le sea leve… ¡Tercera llamada, da tercera llamada!, Sí, ya voy, ya voy

Esta es: Tercera llamada, tercera…

Comenzamos…

3 de enero de 2013

Las fotos falsas de Amanat en Facebook y el capitalismo gore.


En Nueva Delhi, el pasado 16 de diciembre, una joven estudiante de Medicina, futura fisioterapeuta que tenía planeado casarse en febrero de este año, fue violada por seis hombres (cinco adultos y un menor de edad) que después de ultrajarla la lanzaron por el aire fuera del camión en el que viajaba; sí, el camión iba en marcha.

Amanat ("Tesoro"), como la ha llamado la prensa local y la sociedad indignada por esta canallada, tenía 23 años y luchó por sobrevivir a sus lesiones hasta el 28 de diciembre, día en que perdió la vida por lo que los médicos que la atendieron llaman un fallo multiorgánico; su caso, según la Oficina Nacional de Registro de Crímenes en la India, es uno de los tantos que ocurren cada 20 minutos en distintas partes de aquél contradictorio país.

En México, nuestro también contradictorio país, no se cantan mal las rancheras; según cifras oficiales, cada 4 minutos una mujer es violada a lo largo y ancho de esta Suave Patria que, por si les pareciera poco, produce cinco feminicidios al día. Sí, produce, porque tanto los feminicidios cuanto las violaciones son un producto de "algo".

Ese "algo" no es sólo machismo, aunque no hay que dejarlo de llamarlo así, que esas son todas sus letras; es un modelo de vida basado en la cosificación de las personas y la comercialización del deseo. En ese "modelo", ser mujer es el "delito" que justifica el que alguien, un hombre, te restriegue el pedazo de carne del que se ufana en tus nalgas y se eche un clavado cada vez menos virtual a tu escote.

Es un "modelo" que dicta cómo debemos ser, qué podemos pensar y lo que se nos está permitido sentir, y las piezas de su rompecabezas son varias: programas estúpidos de una televisión cada vez más insulsa, un plan de educación con miras en la competencia (porque así lo exigen las empresas) y olvidos en la colaboración, una líder sindical facinerosa con aliados en el gobierno y la iniciativa privada que públicamente dicen querer acotarla pero que en lo oscurito le guiñen un ojo o el descrédito mediático en contra de l@s maestr@s que exigen mejores condiciones de trabajo.

En medio de dicho caldo de cultivo, el bombardeo de los discursos de la industria del placer hace lo propio aprovechando que no habrá el mínimo tamiz de un criterio educado en el respeto que ponga coto a las pulsiones más básicas cuando la libido que tanto perturbó al doctor Freud se vea expuesta, por la vía de todos los sentidos, a la saturada exposición de la pedacería corporal que ofrece el "modelo" de cosificación de marras, habitat idóneo del machismo (o masculinidad hegemónica, como lo llama Sayak Valencia cuando habla de capitalismo gore).

A decir de Sayak Valencia, uno de los componentes básicos del capitalismo gore es el papel que juegan las autoridades en dicho necromercado, en cuya balanza comercial entre las fantasías y las frustraciones siempre tendrá un déficit la posibilidad de ver cumplidas las primeras frente al crecimiento exponencial de las segundas; ése papel, con sus nada despreciables ganancias de por medio, es el de garantizar la impunidad. Y, eso pasa lo mismo en la India que, por ejemplo, México, donde un gobernador que da luz verde a que sus policías violen sexualmente como parte de una práctica de tortura a mujeres que disienten con él llega a ser presidente de la República.

Otro componente es el de la cotidianización: las y los ciudadan@s cada vez somos más permisivos cuando este tipo de situaciones, como la violación sexual a una mujer, ocurren; parece que así sucedió con Amanat: nadie hizo nada. Al menos eso es lo que quiere dejar entrever un chorito bastante lacrimoso que acompaña un par de fotos que ya circulan por las llamadas redes sociales, mostrando supuestamente a Amanat "antes" y "después" de su agresión.

Otro componente, entre muchos otros que no podría listar ahora, es el morbo que alimenta dicha cotidianización. ¿No les parece extraño que, habiéndose tenido cuidado de no desvelar el nombre verdadero de Amanat, estén circulando un par de fotos suyas mostrando su "antes" (toda hermosa) y su "después" (hecha pedazos)? A mí sí me lo pareció; «son --pensé-- como fotos del Alarma! o de esos otros periódicos de mal gusto que circulan en su lugar coadyuvando, como dicen por ahí, al morbo de la cotidianización de la comercialización de la cosificación que sirve de justificación al machismo que anida en el capitalismo gore».

Siguiéndoles la pista, encontré que la supuesta foto de la Amanat  de "después" es del joven Christo van Eeden, de 19 años, quien padeciendo osteogénesis imperfecta (la llamada enfermedad de los huesos de cristal que tenía el Licenciado Vidriera de Cervantes) fue agredido por el ex novio de su mamá en 2008, en Johannesburgo. Y, bueno, si ya de por sí me sentía burlado porque, para melodramatizar una tragedia que merece la mayor seriedad, sentí que se le faltaba el respeto tanto a Christo como a Amanat, encontrar que la foto de la Amanat de "antes" está disponible en sitios como Hot Desi Girls, donde proliferan catálogos de jovencitas que serían la delicia de Succar Kuri y Mario Marín, mejor conocido como el góber precioso, fue el colmo.

En Capitalismo gore (Melusina: 2010), Sayak Valencia escribe:

«Sólo si somos capaces de pensar el dolor producido por la violencia en el cuerpo de los otros podremos reactivar nuestra relación con ellos en un nivel real. Sólo si nos negamos a legitimar esa violencia y a pensar en la vida de los cuerpos como elementos dignos de conservar podremos pensar la muerte como una vía distópica de empoderamiento. [Y] Por ello, es necesario hablar del cuerpo, de la violencia ejercida contra él, sufrida en él.» 

A lo mejor esa fotos que circulan por allí y que yo mismo "colgué" por unos minutos en la biografía de mi cuenta en Facebook podrían servir como una suerte de performance que nos haga capaces de pensar en el dolor de los otros, de sentir compasión; pero, si me lo preguntarán, yo diría que no es así; todo lo contrario. Porque, como dice Sayak Valencia en su libro, «la carne viva que se abre no es una metáfora melodramática porque, sobre todo, no es en ninguna instancia una metáfora.»

El cuerpo de Amanat fue cremado el 30 de diciembre, el juicio contra sus agresores ha comenzado ya. La familia de Amanat, en particular su padre, exige la horca para esos hombres; pero la cadena de cosificación-comercialización-cotidianización-impunidad que le arrancó la vida seguirá cobrándose nuevas Amanat, nuevos Tesoros, en la India, en México y en todos lados. Los cuerpos colgando de cinco de esos seis hombres, el menor de edad (si se comprueba que es menor de edad) recibiría otra pena, no harán que la rueda del molino se detenga.

Les invito, pues, a poner su granito de arena en contra de esa cadena que produce la muerte en cuerpos que nos parecen desechables; les invito a pensar si les gustaría esa misma exposición morbosa si Amanat fuera su hija, su sobrina, su alumna, su amiga más cercana, su prima, su propia madre. Les invito, citando de nuevo a Sayak Valencia, a «librar el cuerpo de los discursos mediales que lo espectralizan» volviéndolos espectáculo y melodrama.

Les invito, finalmente, a quitar de esas fotos en sus biografías y muros en la República Facebook el nombre de Amanat y «dotar de fuerza enunciativa a las realidades del cuerpo y de la violencia [siendo] capaces de construir significado ante la muerte de cualquiera», como dice Sayak Valencia; empezando por respetar el duelo de los suyos como ustedes quisieran que se respetara el propio, haciendo «que la muerte y el dolor del otr@ sean un estremecimiento en todos los cuerpos [desmontando] el constructo hecho por los medios de información que naturaliza artificialmente el ejercicio de la violencia y la invisibiliza bajo la protección de una pantalla que nos dice que el dolor extremo no consensuado le pasa solamente al cuerpo de l@s otr@s.»

Hagámoslo por Amanat y las muchas otras mujeres en todo el mundo que el caso de Amanat representa. Hagámoslo por nosotras y nosotros.