16 de julio de 2014

"Gente de razón", de José Ramón Enríquez.

TENAMAZTLE: Y el enemigo son todos los reyes y son todas las reinas y todo su lenguaje. (Con sorna:) ¿Derecho divino..? ¿Reyes o reinas..? (Habla hacia el sitio en que ubicara al autor) Aunque sea envueltos en juegos esperpénticos, como en este engendro en que te atreves a meter nuestros nombres; o en santísimas búsquedas de 'La única forma de atraer a los pueblos a la verdadera religión', como quiere Fray Bartolomé de las Casas; o en métodos de lucha para explicarle al pueblo bueno cómo alcanzar sus derechos, como tantos redentores que dedican su vida a nuestra causa, antes de aburrirse y largarse a sus ciudades; como quiera que sea, nadie nos pregunta lo que queremos. Nos quitaron la voz con pólvora y espadas y no nos la han devuelto ni los unos ni los otros, y mucho menos tú. Lo peor es que nos han hecho creer que no tenemos voz o nos obligan a olvidar nuestras lenguas. (A Pedro de Alvarado) Y, mientras tanto, tú, tienes razón...
PEDRO DE ALVARADO: Te lo he estado diciendo.
TENAMAZTLE: Sí, me lo has estado diciendo...
PEDRO DE ALVARADO: Yo gané y soy el que reina por el derecho divino de mi espada.
TENAMAZTLE: Aunque no me vencieras.
PEDRO DE ALVARADO: O de mis güevos, pues, para ponerlo en términos modernos.



Hoy, la antepenúltima función de "Gente de razón", de José Ramón Enríquez, en el auditorio Silvio Zavala Vallado del Centro Cultural Olimpo, donde tengo el honor de ser aprendiz de brujo y codirigir junto con el maestro José Ramón su obra más reciente.

"Gente de razón" toma su título de la conocida expresión de desprecio que usaron los invasores españoles para referirse a sí mismos como la "gente de razón" y diferenciarse de la gente que según ellos "no era de razón": las y los indígenas.



La obra, con mucho de Valle-Inclán y no poco de Pirandello, se mueve en el esperpento para poner sobre la mesa una dialéctica discusión sobre la colonización y, por ende, el uso y abuso en el ejercicio del poder de cara a la indudable deuda histórica que este país tiene para con los pueblos indios.


No se trata, en absoluto, de un panfleto que apueste fanáticamente por causa alguna; sino de la autocrítica puesta en escena de la mar de contradicciones en que se cae por parte de quienes dicen reivindicar una lucha, las luchas de los pueblos indios, con aséptica y muchas veces folclórica distancia, pues, siguen siendo "gente de razón"

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