15 de octubre de 2007

Todos somos guardianes de la Tierra.



“si el enemigo está globalizado, a globalizar la rebeldía”.


La Luna, cual signo de los tiempos avanza en su caminar desde su cara nueva al creciente mientras un mariachi yaqui, que en nada se parece a cualesquiera de los mariachis que antes hubiéramos visto y oído, le saluda en su paso por la noche. La dama de plata está feliz, y no es para menos; abajo, en su abrigo, la palabra germina en luchas que se multiplican, esperanzas que se suman, alegrías que se alimentan, utopías que se siembran, dignidad que se cosecha.
Casi 600 delegadas y delegados de 67 pueblos indígenas residentes en 12 países del continente que los invasores llamaron América han reescrito sus historias de resistencia y explotación, de rebeldía y humillación. Comenzaron las y los representantes de las naciones Achumani, Ahniyvwiya (cherokee), Lakota (sioux), Ndee (apache), Kuma (comanche), Naabeehó dine'é (navajo), Aqwesasne, Mohawk, Salish, Anisnawbe, Cayuga, Onondaga, Ojibwa, Hopi, Secwepme, Tuscarora, Ktnuxa, Cree, Creek, Gitxaan y dignas mujeres xicanas que tras refrendar su ser indígena también dieron su palabra, aunque en un principio se les había negado el espacio; todas de Estados Unidos y Canadá.
Siguió el turno a las naciones Mayo Yoreme, Maya, Binizaa (zapoteca), P’uréhpecha, Triqui, Tohono O’odham (pápago), Ñahñu (otomí), Chol, Tzeltal, Cuicateco, Rarámuri (tarahumara), Ñuu sávi (mixteco), Tzotzil, Tehua (tlapaneco), Mazahua, Nahua, Zoque, Cucapá, Kumiai, Tepehuano, Popoluca, Chichimeca, Cora, Pame, Amuzgo, Tlahuica, Concaá (seri), Guarijío, Coca, Paipai, Kiliwa, Wixárika (huichol) y la anfitriona Yaqui, de México; que antecedieron a las naciones Guaraní, Kekchí, Tarapacá, Maipú, Aymara, Kichwa, Mam, Lenca, Miskito e Inka de Centro y Sudamérica, para dar cuenta que la historia de despojo que protagoniza el sistema de explotación capitalista no respeta diferencias geográficas ni culturales: “No conocíamos la realidad de los pueblos del norte, pensábamos que por estar en países desarrollados no tendrían problemas; ahora vemos que sus problemas son como los nuestros”; confían los wixaritari Santos de la Cruz y Lauro Carrillo en entrevista con Carlos Aparicio, de Radio Bemba.
Día tras día, hasta la noche del 13 de octubre, 24 horas después de que los movimientos indígenas de arriba terminaran su encuentro por la victoria histórica de los pueblos indígenas del mundo, la palabra de los movimientos indios de abajo fue subiendo a encontrarse con aquellos en un murmullo común que fue juntando rabia y convicción: “Seguimos resistiendo y vamos a seguir –dice Yolanda Meza, indígena kumiai cuya comunidad en Baja California, La Zorra, está siendo invadida ya por un gaseoducto estadounidense- no lo digo débil, estoy segura de que así va a ser.”

Libertad a presos ecologistas y políticos
Entonces, a la mar de palabras e historias colectivas engarzadas nación por nación, tocó el turno a los primeros acuerdos sobre los temas de guerra de conquista, despojo, desprecio y explotación de los pueblos, lo mismo que el cómo resisten, sus propuestas y demandas. En Oaxaca, en Santa Lucía del Camino para ser más específicos, lugar donde cayera asesinado el año pasado nuestro compañero Brad Will, documentalista de Indymedia Nueva York, y que reuniera a pueblos de Chiapas, Yucatán, Tabasco, Campeche y Oaxaca mismo, las demandas principales fueron la liberación de presas y presos ecologistas y políticos; detener la persecución a luchadores sociales y defensoras de recursos naturales y que fuera respetado el régimen de bienes ejidales, contrario al Programa de Certificación de Derechos Ejidales (Procede).
Pero, como dijera el nahua Juan Dionisio, no todo es lamento, y entre sus propuestas se encuentran, por ejemplo, impulsar tequios, proyectos de autonomía y gestión y asambleas comunitarias; promover una educación distinta a la oficial, basada en la filosofía de la cosmovisión de cada pueblo para preservar las lenguas maternas y recuperar las formas de adoración y los ritos ancestrales, y tejer redes fraternas contra los desalojos que pudieran convocar a paros conjuntos en todo el país.

Boicot continental a las Olimpiadas de Invierno
En Magdalena de Kino, la subsede quizás más cubierta por los medios corporativos de comunicación dado la participación de la Comisión Sexta del EZLN y su delegado Zero, el Subcomandante Insurgente Marcos, un ingrediente significativo estuvo en la presencia de delegadas y delegados jóvenes de unas 21 naciones de los países del norte que llegaron a imprimirle dinamismo al Encuentro con sus cánticos, gritos de batalla, músicas y danzas aderezadas con declaraciones como: “si el enemigo está globalizado, a globalizar la rebeldía”, “todos somos guardianes de la tierra y si la destruyen nos destruyen”, “la tierra no se vende, con la vida se defiende”.
Las historias de despojo se repiten con detalles particulares, lo mismo que las propuestas; pero en esta subsede, abrigada por territorio Tohono O’odham, resaltaron las declaraciones de carácter abiertamente anticapitalista, como el rechazo a leyes y proyectos expansionistas del tipo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), luchar por una América sin fronteras y tejer una red de hermandad que incluya la construcción de medios alternativos de comunicación en contra de las fuerzas de ocupación de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, los cuales están emprendiendo actos de genocidio hacia los pueblos indígenas en colusión con corporaciones transnacionales.
Pero quizás la demanda que dará qué decir por su posible impacto mediático sea la de convocar a un boicot continental contra las Olimpiadas de Invierno que los malos gobiernos esperan celebrar hacia el 2010 en Columbia Británica, también conocida como Vancouver, territorio propiedad de la Tribu Tortuga que no ha sido cedido, mucho menos vendido, y que está significando una destrucción ecológica de la mano de carreteras y centros urbanos que, además, se traducirá en una inmensa e impagable deuda para las generaciones futuras.

“Nuestra lucha no es sólo nuestra, ni es nada más la lucha nuestra”
A hora y media de la ciudad más grande y poblada del planeta, la sede de San Pedro Atlapulco acordó traer a esta plenaria en Estación Vícam un enérgico repudio a la escalada represiva del gobierno federal y en particular militarización y paramilitarización del país, tanto en zonas urbanas como rurales; demanda a la que sumaron la exigencia de liberación inmediata a las y los presos políticos de San Salvador Atenco y Oaxaca. Así también, rechazan la imposición de megaproyectos como el Plan Puebla Panamá; resisten contra las acciones de las empresas transnacionales que promueven el uso de semillas transgénicas, agrotóxicos y biocombustibles que a la larga dejarán desiertos verdes donde no pueda existir más vida que la de sus monocultivos, y enfrentan igual la monopolización de nuestras fuentes de vida, principalmente nuestras aguas y montañas, como lo muestran las luchas contra la gasolinera Milenium 3000, en Cuautla (dos de sus defensores fundamentales, Jonathan González y Silvia Espinoza perdieron la vida recientemente en un accidente que no se descarta haya sido un atentado).
Si en Magdalena de Kino las y los delegados enfatizaron el despojo y la explotación como resultado del sistema capitalista, en Atlapulco la voz primera no dejaba de señalar que no sólo los pueblos indios han padecido el embate de éste modelo económico; que la lucha por la defensa de nuestros recursos naturales, nuestras culturas, nuestra cosmovisión, nuestras autonomías tiene que ir a la par de las luchas de otros sectores: obreros, estudiantes, amas de casa, artistas, intelectuales, etcétera, y por ello insisten en que los resolutivos del Encuentro sean tomados en cuenta para la elaboración de un Plan Nacional de Lucha.

Derecho consuetudinario a la comunicación
Finalmente, desde el corazón de la meseta tarasca y asiento destacado del Congreso Nacional Indígena, la subsede bajo cobijo ñahñu en Santiago Nurío, Michoacán, acordó traer su palabra colectiva vestida de acuerdo para denunciar la manipulación de los partidos políticos, que en aras de resultar ganadores en procesos electorales suplantan a las asambleas comunales convirtiéndolas en asambleas generales sólo con fines electivos.
Se reconoce que las nuevas generaciones “hemos tomado conciencia de quienes somos luego de que sufrimos discriminación”, de que en las escuelas “nos prohíben nuestra lengua” y que los sacerdotes o pastores dicen que “nuestras danzas son pecado.” Así, destaca como propuesta constante hacer los esfuerzos para hacer y crecer medios alternativos nuestros: el derecho consuetudinario a la comunicación, como dijera en su momento Ernesto Argüelles, voz y comisión de las Autoridades Tradicionales de los Ocho Pueblos de la Tribu Yaqui.

La Declaración de Vícam
El velo de la noche asoma tras seguir al padre Sol en su carrera por el cielo. El sudor ha pegado en las pieles, morenas, blancas, rosadas y café con leche, el polvo que caracteriza a Estación Vícam. El ciclo se cierra. El hermano rarámuri Francisco Palma Aguirre, el Subcomandante Insurgente Marcos y Mario Luna, secretario de las autoridades tradicionales en Vícam, comienzan el dibujar del glifo de su palabra.
En representación del Congreso Nacional Indígena, Palma Aguirre lee la llamada Declaración de Vícam: “Somos descendientes de los pueblos, naciones y tribus que primeramente dieron nombre a estas tierras, que nos nacimos de nuestra Madre Tierra y mantenemos un respeto sagrado hacia quien nos provee la vida y nos guarda en la muerte; en consecuencia manifestamos ante el mundo entero que defenderemos y cuidaremos con nuestra vida a la Madre Tierra”.
El temazcal mañanero comienza a hacer estragos en los cuerpos que no están acostumbrados a ser paridos por segunda o tercera vez y la impaciencia, característica de más de uno de los observadores, comienza a hacer mella.
“El dolor sufrido por el ataque de los invasores apoyados en falsos argumentos de exclusividad cultural y arrogante presunción civilizatoria con el fin de despojar nuestros territorios, destruir nuestras culturas y desaparecer a nuestros pueblos no ha terminado; por el contrario, crece día con día. [Pero] Junto con el dolor y la pesadilla que provoca el capitalismo salvaje crece la resistencia y la indignación de nuestros pueblos.”
En un costado, una hilera de bicicletas aguardan donde alguna vez quizás sólo hubo caballos; por allá, decenas de casas de campaña que formaron parte del paisaje yaqui en estos cuatro días comienzan su regreso a las mochilas y éstas a las espaldas de las y los asistentes.
“Rechazamos la destrucción y el saqueo de la Madre Tierra a través de la ocupación de nuestros territorios para la realización de actividades industriales mineras, agroempresariales, turísticas, de urbanización salvaje e infraestructura; así como la privatización del agua, la tierra, los bosques, los mares y las costas, la diversidad biológica, el aire, la lluvia, los saberes tradicionales y todo aquello que se nace en la Madre Tierra.”
Queda en la memoria la fiesta de la noche anterior y sirve de promesa para cuando la palabra deje su paso a la música y la danza en esta noche última.
“Denunciamos que la guerra de conquista y exterminio capitalista agudiza como nunca antes la explotación de los integrantes de nuestros pueblos en las grandes plantaciones y en las maquiladoras o como migrantes en ciudades y en países lejanos a sus comunidades de origen, donde son contratados en las peores condiciones; llegándose a los casos de esclavitud y trabajo forzado.”
El padre Sol ha terminado por retirarse y cuatro estrellas aparecen no con la noche, que ya ha sentado sus reales, sino sobre un lienzo tricolor que por segunda vez hondea en estas tierras.
“Rechazamos el establecimiento de grandes tiendas transnacionales que despojan de los recursos económicos a las comunidades; así como rechazamos las políticas neoliberales que han debilitado nuestras economías comunitarias, destruido nuestra soberanía alimentaria, la pérdida de nuestras semillas nativas. Declaramos que frente a las semillas transgénicas y el uso de agroquímicos seguiremos sembrando nuestras semillas nativas, desarrollando nuestra agricultura tradicional y cuidando a la Madre Tierra. Llamamos a la unidad de todos los pueblos indígenas de América para enfrentar la guerra de conquista y exterminio capitalista y consolidar nuestra libre determinación”.

Una palabra que viene desde el origen de la Humanidad
Tocaría su turno a Marcos, quien saludaría en lenguas yoreme, española e inglesa a las Autoridades Tradicionales de la Tribu Yaqui en Vícam; a las y los líderes, representantes, delegados y autoridades de los pueblos originarios de América presentes en el Encuentro; a los hombres, mujeres, niños, y ancianos de la Tribu Yaqui; a observadoras y observadores de México y el Mundo, y a las trabajadoras y trabajadores de los medios de comunicación.
“El dolor de nuestros pueblos ha sido nombrado por quienes lo padecen desde hace 515 años: las cuatro ruedas del carruaje del dinero, para emplear las palabras del yaqui, rodando de nuevo sobre el camino hecho de la sangre y el dolor de los pueblos indios del continente como antes; como hace 515 años, como hace 200 años, como hace 100 años. Sin embargo algo ha cambiado: Nunca antes la destrucción había sido tanta y tan irremediable. Nunca antes había sido tanta y tan grande la estupidez de los malos gobiernos que sufren nuestros países. Nunca antes había sido tanta y tan incontrolable la brutalidad contra tierras y gente. Porque ocurre que lo que están matando es la tierra, la naturaleza, el mundo.”
A lo lejos se anunciará que el camión que llegó de Atlapulco está por partir. Quienes vinieron en su propio mueble, como dicen por acá a los autos, no tienen prisa; tampoco la tienen estos hombres y estas mujeres cuyo caminar se remonta por lo menos 515 años atrás.
“Los falsos jefes, los malos gobiernos, son idiotas que celebran los eslabones de la cadena que los subyuga. Cada vez que un gobierno recibe un préstamo del capital financiero internacional lo presenta como un triunfo, lo publicita en periódicos, revistas, radio y televisión. Nuestros gobiernos actuales son los únicos en toda la historia de la Humanidad que festinan su esclavitud y la agradecen y bendicen. Y se dice que es democracia que el comando de la destrucción esté a disposición de partidos políticos y caudillos. Democracia electoral es como los mandones llaman a la lucha por acceder al negocio de vender la dignidad y llevar adelante la catástrofe mundial. Allá arriba, en los gobiernos no hay esperanza alguna, ni para nuestros pueblos indios, ni para los trabajadores del campo y la ciudad, ni para la naturaleza.”
En un costado, una hilera de bicicletas aguardan donde alguna vez quizás sólo hubo caballos; por allá, decenas de casas de campaña que formaron parte del paisaje yaqui en estos cuatro días comienzan su regreso a las mochilas y éstas a las espaldas de las y los asistentes.
“En estas tierras que llamaron Nuevo Mundo, ellos impusieron su geografía. Hubo desde entonces Norte, Sur, Oriente y Occidente, y fueron acompañados de signo de poder y de barbarie. Los siete puntos cardinales de nuestros antepasados: el arriba, el abajo, el frente, el detrás, el un lado, el otro un lado y el centro fueron olvidados y en su lugar llegó la geografía de arriba con sus divisiones, fronteras, pasaportes, green cardminute men, la migra, los muros fronterizos. Y pusieron también su calendario: para arriba, los días de reposo y bienestar; para abajo, los días de desesperación y muerte. Y celebran cada 12 de octubre el día del Descubrimiento de América, cuando en realidad es la fecha del inicio de la guerra más larga de la historia de la Humanidad, una guerra que dura ya 515 años y que tiene como objetivo la conquista de nuestros territorios y el exterminio de nuestra sangre.”
Cuando las palabras dichas por Marcos sean traducidas para resonar en otros oídos con otras lenguas los compas de Radio Bemba, después de ocho horas de transmisión continua y cuatro jornadas de titánico trabajo, mirarán sus relojes rezando que no se les atraviese la Hora Nacional.
“Lo que algunos llaman sueño, utopía, imposible, buenos deseos, delirio, locura se escuchó aquí en la tierra del yaqui con otro tono, con otro destino, y hay un nombre para esto que hablamos y escuchamos en tantas lenguas, tiempos y modos. Hay una palabra que viene desde el origen mismo de la Humanidad y que marca y define la lucha de los hombres y mujeres de todos los rincones del planeta. Esta palabra es Libertad. Es lo que queremos como pueblos, naciones y tribus originarias. Libertad. Y la Libertad no esta completa sin la Justicia y sin la Democracia, y no puede haber nada de esto sobre el robo, despojo y destrucción de nuestros territorios, de nuestra cultura, de nuestra gente […] En el calendario que empezamos a caminar, en la geografía que acordamos, una gigantesca subversión continúa; para sus modos y medios no hay manuales, libros de recetas, ni dirigentes de escritorio y academia. Hay, en cambio, la experiencia de los pueblos originarios, pero ahora con el apoyo y la decisión de los trabajadores de la ciudad y el campo, de los jóvenes y jóvenas, de las personas de edad, de los otros amores, de los niños y niñas, de todas y todos quienes saben que para el mundo no habrá otra oportunidad si esta guerra la ganan los que están arriba. La rebelión que sacudirá al continente no repetirá los caminos y paso de las anteriores que cambiaron la historia, será otra. Entonces, cuando amaine el viento que seremos, el mundo no habrá terminado su largo caminar y tendrá la oportunidad de hacerse con todas, con todos, un mañana donde quepamos todos los colores.”

Punta de flecha
“Soportamos la crítica fuerte –dice Mario Luna tomando la voz de las y los anfitriones-, la mentira, el cansancio, las inclemencias. Pero todo eso no es nada cuando la compartimos entre todos, hermanos y amigos. A ustedes, todo nuestro agradecimiento por su visita, y a los que nos criticaron les demostramos que cuando los grupos indígenas queremos hacer algo no hay quien lo detenga. Hermanas, hermanos, como su nombre lo indica, Vícam no es un destino, es un inicio del nuevo rumbo y el nuevo horizonte que vamos a construir juntos. Terminan pues aquí los trabajos de esta jornada, pero desde este momento empezamos a trabajar sobre la otra.”
Mario aprovecha para preguntar la hora, son las 19:45 Tiempo de la Montaña. Sobre el lienzo tricolor, la dama de plata corona la parte superior de la tela y el padre Sol aguarda abajo para nacerse de nuevo; al centro, una cruz negra completa los símbolos de ése blanco escoltado por el azul del cielo y el rojo de la sangre que por debajo de estas pieles circula, llevando consigo a otras tierras la misma esperanza, la misma dignidad, la misma tierna rebeldía.

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