2 de octubre de 2013

Negligencia, modus operandi criminal.

(Publicado en Milenio-Novedades de Yucatán, el 1 de octubre de 2013).

Hace muchos años, como parte de un ejercicio de actuación en "Compañeros", el maestro Benjamín Gómez Jiménez, director del grupo en que iniciara mi andar por este oficio, nos preguntó por una palabra que representara lo que más odiábamos; yo respondí: negligencia. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra tiene dos acepciones: 1. Descuido, falta de cuidado, y 2. Falta de aplicación; y, bueno, a estas alturas es casi una perogrullada decir que la tragedia real tras los meteoros Manuel e Ingrid, protagonizada por la gente que vive en dos terceras partes del territorio nacional, es el padecimiento de la práctica de este vocablo proveniente del latín.

Práctica, sí; porque el grado de desastre alcanzado por Ingrid y Manuel no es resultado de ningún accidente natural, sino de un modus operandi cuyo coctel criminal tiene por ingredientes la corrupción, la violación de norma urbana, el hacinamiento irregular, la destrucción del ecosistema, el abandono, el desprecio, la explotación, el despojo y la burla por parte de todos los niveles de gobierno y sus cómplices en la iniciativa privada y las no pocas organizaciones del tercer sector que les sirven de cobertura dizque filantrópica. En medio de este caldo de inmundicia anti natura lo natural es, desde luego, el desastre.

La negligencia es pan nuestro de todos los días. Hoy, los reflectores están sobre las deficientes autoridades de las entidades con más daños y de las que se prestan a farsas televisivas que sacan raja de la tragedia; pero, de seguir vivos, los clásicos ya la habrían representado caminando soberbia a manera de alegoría. Un caso de esos sin reflectores es, por ejemplo, el de la irresponsable pasividad de las autoridades del estado de Yucatán ante el despojo que mediante el uso ilegítimo y arbitrario de la fuerza el Lic. Wilberth Mendoza, representante legal del Sr. David Peña, llevó a cabo en contra de Oasis de San Juan de Dios, A.C., albergue que desde hace más de 20 años se dedica a la atención y defensa de los derechos humanos de personas que viven con VIH/Sida.

La invasión, en connivencia con elementos de la Secretaría de Seguridad Pública, recuerda aquella incursión al Cerro del Chiquihuite con la que TV Azteca despojara a CNI de su Canal 40 en tiempos de Vicente Fox; solo que hoy, al demandar la atención del gobernador de Yucatán, los afectados no han tenido siquiera por respuesta el insultante “¿y yo por qué?” del hijo predilecto de Guanajuato. ¡Qué mal!

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