12 de abril de 2011

Qué triste es que mi país...


«Qué triste es que mi país
con sangre escriba su historia.»
Los Huracanes del Norte.




























Hijo, he recibido tu carta. Debo confesarte que luego de que terminé de leerla no sé bien a bien qué pensar. Celebro que no seas como otras personas, que cierran los ojos ante lo que ocurre en el país; pero me da tristeza, mucha tristeza, leerte como te leo. Quizás es porque, por una parte, me siento avergonzado de que mi hartazgo, ése estar hasta la madre que Javier Sicilia ha vuelto bandera, vista también tu piel y tu palabra de niño. Supongo que es natural el que un padre quiera que su hijo esté a salvo, lejos de la mierda que hay en el mundo: sigo viendo en ti a “mi pequeño” y mi deseo es que, como dice la gente que va a misa, la paz esté contigo; no la guerra. Pero, por otra parte, imagino que éste estar hasta la madre nuestro, de tus amigos y familiares, de algún modo es también tuyo, y que el hecho de que seas un niño no quita que tú también estés harto de ver, como dices en tu carta, que tu país «con sangre escriba su historia».

He decido, pues, compartir tu carta en nuestra Jornada Morelos. La razón es doble: por un lado, se trata del testimonio de un niño que participó en la fiesta cívica contra la violencia y por la paz que celebramos hace una semana y, por otro, se me afigura que viene a ser una muestra de cuán urgente es que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance por reconstruir las redes personales, familiares, comunitarias, institucionales y simbólicas que conforman el tejido social donde sobrevivimos:

«Teatreros, músicos, cineastas, bailarines, dramaturgos, poetas, comerciantes, amas de casa… menciono algunos de los tantos miles de personas, ¿millones?, indignadas por la violencia desatada en México; indignadas por los litros y litros de sangre que corren por las calles; indignadas por los miles de asesinos y asesinados que hay en el planeta pero, sobre todo, por los que hay en este país. Este país que por culpa de los señores del poder se ha entregado al narcotráfico… por culpa de la gente irresponsable que está en el poder.

«Mucha gente está harta, cansada, desesperada y desesperanzada; por eso, una vez más se reunió y salió a las calles a manifestar su desespero, su cansancio, su hartazgo, y a gritarle a los gobernantes, esos que dicen ser democráticos, esos que dicen ser revolucionarios y responsables que, como dice Javier Sicilia, ‹estamos hasta la madre›. Hasta la madre de tanta violencia, hasta la madre de tanta inseguridad.

«Hasta la madre de que los gobernantes nos vean cara de idiotas y crean que pueden hacer esta guerra estúpida en la que muchos están pagando con su vida, jóvenes, niños, mujeres, gente que no tiene nada que ver con este asqueroso negocio del narcotráfico y que, como dice Marcela Turati en su libro Fuego cruzado, ‹el día equivocado, a la hora equivocada, en el momento equivocado, estuvieron en el lugar equivocado› para que una bala o un secuestro cambiaran sus vidas y las de muchos más que están a su alrededor… se arruinara.

«¿Con qué cara se atreven a tener un lema que diga: ‹Para Vivir Mejor›?; debería decir: Para Morir Mejor. ¿Con qué cara se atreven a decirnos que buscan darnos un mejor futuro a los niños, los que ustedes dicen que seremos ‹los hombres del mañana›, si por su culpa nos estamos muriendo; si por su culpa nos están matando?

«¿Sabes, papá?, creo que los señores del poder, como tú dices, no hacen nada porque creen que nada los puede tocar; pero va a llegar un momento en el que esta epidemia que es el narcotráfico se va a salir de control y hasta por ellos van a ir, y entonces va a ser demasiado tarde para que intenten siquiera hacer algo para detenerla. Porque ellos, los señores del poder, aunque digan que no apoyan al narcotráfico, sin pruebas y sin nada puedo decir y asegurar que sí lo apoyan; lo apoyan en la medida en la que no hacen nada para detenerlo. Si de verdad no lo apoyaran, ya hubieran resuelto esto desde hace mucho tiempo y no dirían que todavía puede durar siete años más.

«La opción que yo propongo es la misma que muchos otros ya han propuesto, la mencionan Javier Sicilia y José Ramón Enríquez: la legalización. Ha habido muchísimas muertes en este sexenio que yo, como Los Huracanes del Norte, llamo El sexenio de la muerte, y aunque lo de Juan Francisco Sicilia no creo que sea la gota que derrame el vaso, sí fue un golpe muy duro; por eso tuvo la fuerza para mover masas dentro y fuera de México. Pero, bueno, la respuesta de los narcos y del gobierno a todas esas marchas realizadas el 6 de abril para detener la violencia, ya lo vimos, fueron muertes y más muertes.

«Me siento orgulloso de ser de donde soy: Cuernavaca, Morelos, la ahora denominada ‹Ciudad de la eterna balacera›; pero, la verdad, qué triste… ‹qué triste es que mi país con sangre escriba su historia,/ por unas mentes perversas que ambicionaron la gloria›.»


Foto de Margarito Pérez Retana (detalle), tomada de La Jornada Morelos.

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