La mañana del 12 de mayo de 2010,
después de una apretada jornada electoral en la cual las y los británicos
dieron el triunfo al conservador David Cameron para ocupar el puesto de primer
ministro tras la dimisión del laborista Gordon Brown, el Reino Unido amaneció
con la noticia de que sus destinos hasta 2015 estarían en manos de un gobierno
de coalición donde Cameron tendría como vice primer ministro al liberal-demócrata
Nick Clegg. Cinco meses después, su ministro de Economía, el también
conservador George Osborne, anunció que para evitar el naufragio de las
finanzas inglesas del mismo modo que sucedía con las de Grecia, España,
Portugal o Irlanda tendría que recortarse el gasto público hasta en 83 mil
millones de libras, algo así como 94 mil millones de euros; uno de los ministerios
más afectados sería el de Cultura, con hasta un 41 por ciento de recorte, mientras
a Defensa y Policía se les reducía en un 8 y un 4 por ciento respectivamente.
Agrupaciones como la Royal Shakespeare
Company, que recién acababa de inaugurar su entonces nueva sede con un costo de
113 millones de euros; la Old Vic Theatre Company, con una subvención de más de
5 millones de euros por parte del Bristol Arts Council, o el Royal National
Theatre, que recientemente había conseguido la aprobación para realizar una
renovación de 70 millones de euros en su sede de South Bank Riverwalk, parecían
sentirse afectadas por los recortes “más [en lo] psicológico que [en lo]
táctico”, como diría David Lan, director artístico del Young Vic Theatre. Sin
embargo, Hannah Price y un conjunto de colegas profesionales también de las
artes escénicas, coincidían más bien con los estudiantes que salieron a las
calles ante el anuncio de que se aumentarían las tasas de matrícula a 9 mil
libras por año y se retiraría el financiamiento público para la enseñanza universitaria
en varios rubros, y decidieron echar a andar un proyecto que sirviera de caja
de resonancia para decir su propio “NO” a los brutales recortes que recordaban
los tiempos de la Thatcher en la década de los 80’s.
En marzo de 2011, aún antes de que los
sindicatos tomaran las calles en medio de un letargo que sólo puede explicarse
por lo que Tariq Ali llamó “sufrir de burocracia petrificada” y haber “interiorizado
totalmente la receta neoliberal”, nació Theatre
Uncut (Teatro sin recortes) con el lanzamiento de una recopilación de obras
de destacados dramaturgos ingleses que estuvieron disponibles de manera
gratuita entre los días 13 y 19 de ése mismo mes para que quien quisiera
pudiera descargarlas de la página web del proyecto y realizar con ellas montajes
y lecturas a lo largo y ancho de todo el país. Alrededor de 80 grupos en el Reino
Unido y ciudades como Nueva York, Chicago, Berlín y Dublín convocaron a más de
800 profesionales que llegaron a una audiencia de más de 3 mil espectadores.
Para este año, Hannah Price, con la
complicidad de Emma Callander en la dirección artística y Sarah Brocklehurst en
la producción, ha asumido un reto mayor: buscar escritores que viven en países
con una situación política y económica especialmente complicada para responder,
desde su propia perspectiva, a la crisis estructural en que nos ha sumido al
modo de producción capitalista. De esta suerte, entre el 12 y el 18 de
noviembre de 2012, el Theatre Uncut
será el marco para que toda aquella y todo aquél que quiera y pueda aborde una,
varias o todas las obras que dramaturg@s de Siria, Grecia, Islandia, Reino
Unido, España y Estados Unidos han puesto a disposición de esta fiesta de
resistencia dionisíaca. Se trata de propiciar un amplio debate en el seno de
nuestras sociedades sobre la situación en que las clases gobernantes, ora bajo
la bandera de nacionalismos capitalistas, ora bajo la égida del neoliberalismo,
explotan, reprimen, saquean y se burlan de nuestros pueblos bajo los dictados del
casino global que significa la volatilidad del capitalismo financiero.
Theatre
Uncut
ha logrado convocar a un número cada vez más grande de compañías y agrupaciones
teatrales que en sus respectivos países están colaborando en la organización
del proyecto. En el Reino Unido, el Young Vic Theatre ha abrigado de lleno la
iniciativa; en España, la Red de Teatros Alternativos a través de la plataforma
“Cultura contra la mentira”, Nuevo Teatro Fronterizo y la Sala Beckett de
Barcelona se han echado a cuestas la titánica tarea que ello conlleva, y en
México, la asociación civil Teatro Hacia el Margen, con residencia legal en
Mérida, Yucatán, se ha subido al barco de esta movilización aún a sabiendas que
nuestra realidad es todavía más devastadora que la que se vive en Europa: lo
que para nuestr@s herman@s del llamado Viejo Continente es la amenaza de un
Estado de bienestar que se diluye ante sus ojos, para nosotr@s es la realidad pura
y llana de cada día.
¿Qué se necesita para ser parte del Theatre Uncut? Tener un poquito de
dignidad y estar contagiad@ de solidaridad. No importa si se es o no un/a
profesional de la escena, si se hace con la complicidad de un montón de colegas
y amig@s o lo hace un@ sol@, o si en lugar de toda una producción en forma
dentro de algún edificio teatral lo que se quiere es llevar a cabo una simple
lectura en el café o el bar de siempre, en el centro de trabajo, en el salón de
la escuela, en la labor o en la sala de la casa. El lugar y el modo es decisión
de cada quien. Basta con darse el permiso de hacer suyas estas voces que, igual
y quien quita, también suenen a lo que sueña la propia voz.
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