24 de septiembre de 2012

Teorías Teatrales / II: Los inicios del Naturalismo.

André Antoine
Toca el turno de pasar revista a nuestra segunda sesión, donde Jessica y Tony nos hablaron del Théâtre-Libre, de André Antoine, y la Freie Bühne, de Otto Brahm. Sin embargo, para abordar la síntesis que complete la retroalimentación sobre éste, el segundo subtema de la Unidad 2 de nuestra asignatura de Teorías Teatrales: Los Teatros de Arte, es importante mencionar como punto de partida a Émile Zola, quien en 1879 escribiría en su ensayo El Naturalismo en el teatro (publicado en 1881 bajo el título: Le Naturalisme au théâtre, les théories et les exemple) que, así como en la novela naturalista el autor es un observador que se limita a dar cuenta con precisión científica de lo que existe en la naturaleza y sucede al ser humano sin juzgar ni sacar conclusiones, en el teatro, «última fortaleza de los convencionalismos», debería hablarse de hombres y mujeres de carne y hueso tomados de la realidad y analizados sin falsedad. «Espero –dice Zola– que los medios determinen a los personajes y que estos actúen según la lógica de los hechos combinada con la lógica de su propio temperamento (…) en una obra dramática libre de exclamaciones, de grandes frases y de grandes sentimientos (…) sin ningún tipo de escamoteo o golpes de varitas mágicas que cambien, de un momento a otro, las cosas y los seres; [una obra dramática] que tenga la alta moralidad de lo verdadero.»

En el artículo sobre Naturalismo en la EcuRed, se lee que «se diferencia del Realismo en que incorpora una actitud amoral en la representación objetiva de la vida [pues] considera que el instinto, la emoción o las condiciones sociales u económicas rigen la conducta humana, rechazando la libre elección y adoptando el determinismo biológico de Darwin y el económico de Marx». La Wikipedia parece ir más lejos y sostiene que «si bien Realismo y Naturalismo son muy parecidos en el sentido de reflejar la realidad tal y como es, la diferencia radica en que el Realismo es más descriptivo y refleja los intereses de una capa social muy definida, la burguesía, mientras que el Naturalismo extiende su descripción a las clases más desfavorecidas, intenta explicar de forma materialista y casi mecanicista la raíz de los problemas sociales y alcanza a hacer una crítica social profunda», y, agrega: «si el individualismo burgués es siempre libre y optimista en su fe liberal de que es posible el progreso sin contrapeso y labrar el propio destino, el Naturalismo es pesimista y ateo merced al determinismo que afirma que es imposible escapar de las condiciones sociales que guían nuestro sendero en la vida sin que podamos hacer nada por impedirlo.»

Influenciado por Zola, André Antoine fundó el Théâtre-Libre en la pequeña sala del Pasaje de L’Elysée des Beaux Arts, en Montmartre, el 30 de marzo de 1887. El evento que dio inicio a lo que sería el nacimiento de los Teatros de Arte en Europa fue la presentación de cuatro obras en un acto que aún no habían sido estrenadas: Préfet, de André Byl; Mademoiselle Pomme, de Paul Alexis; La cocarde, de Jules Vidal, y una adaptación dramática de la novela Jacques Damour, del propio Zola, aprobada personalmente por el llamado padre del Naturalismo. «Las tres primeras –nos recuerda Galina Tolmacheva en Creadores del teatro moderno (México: Escenología, 2011)– no lograron imponerse al público; pero la cuarta conmovió a los espectadores, mereciendo grandes ovaciones.»

Continúa Tolmacheva:

Nacido de un círculo de aficionados, el Teatro Libre lanzaba sus consignas belicosas contra el convencionalismo tradicional de la Comédie Française y desafiaba a los teatros comerciales de los boulevards, proclamando la liberación del despotismo de los empresarios muy interesados en las ganancias y poco en la calidad artística de los espectáculos. La nueva institución estaba además a salvo de la censura, pues, siendo una entidad privada, cuyos espectáculos se montaba exclusivamente para los socios, invitados por escrito a cada una de sus representaciones, escapaba al control que regía entonces para las salas teatrales abiertas al público en general.

La idea de estas notas no es extendernos en los temas de estudio que ya fueron abordados por sus expositores, se trata sólo de apuntar algunos aspectos que consideramos importantes para situar nuestra retroalimentación en su justo contexto; así, pues, cabe mencionar entre algunas de las cosas que harían del Théâtre-Libre uno de los capítulos más revolucionarios en la historia reciente del teatro, las siguientes:
  • Prescinde por primera vez de las candilejas y oscurece la sala.
  • De Los Meininger, a quienes verá en Bruselas hacia 1888, tomará su respeto por la obra original del autor y el rigor historicista.
  • De la compañía de Henry Irving, la cual conoce en 1889, adoptará los decorados tridimensionales y los efectos de claroscuros en la iluminación.
  • Instituirá el concepto de cuarta pared y de teatro independiente.
  • Destacará el estreno de obras de jóvenes autores, tanto nacionales cuanto extranjeros, como Porto-Riche, Brieux, Curel, Hennique, Goncourt, Icres, Athys, Tolstoi, Ibsen, Björnson, Strindberg y Hauptmann; entre muchos otros.
Tras conocer de primera mano el trabajo de Antoine, hacia 1889 August Strindberg, en Copenhague, y Otto Brahm, en Berlín, fundarán el Experimentell Teater y la Freie Bühne, respectivamente. A Strindberg no le irá nada bien con el Experimentell Teater, cuya aventura comenzó con el estreno y la brevísima (y censurada) temporada de escasas cuatro representaciones de La Señorita Julia; pero en el «Prólogo» a ésta, donde incluye las observaciones para la puesta en escena ideal de su obra, sentará los principios que según él deberían regir la poética del actor y apostará por un teatro del futuro al expresar su necesidad de experimentar, investigar y estudiar nuevas resoluciones teatrales.

Brahm, por su parte, al ser más que un dramaturgo un crítico teatral, se propone la difusión de nueva dramaturgia a la cual no alcance la censura; para ello, echa a andar un modelo de empresa teatral independiente similar a la del Théâtre-Libre, solicitando en préstamo los edificios teatrales a sus propios dueños para la celebración de funciones privadas los domingos. Paralelamente, editará la revista de crítica especializada Freie Bühne, como plataforma de difusión y discusión de los postulados naturalistas de su proyecto teatral. Al igual que Antoine, dará cabida a Ibsen y Strindberg (de este último estrenará La Señorita Julia con mucho mayor éxito que el que tuvo su mismo autor en Copenhague), junto con otros autores, como Arthur Schnitzler; pero, sobre todo, Gerhart Hauptmann y Frank Wedekin. No obstante, la característica que lo distinguirá del Théâtre-Libre es que en la Freie Bühne participarían, en lugar de jóvenes aficionados a la actuación, actores profesionales de grandes vuelos, como Else Lehman y Max Reinhardt.

Entre 1891 y 1897, Jacob Thomas Grein seguirá los pasos de Antoine y Brahm y fundará en Londres el Independent Theatre. Su objetivo: representar obras con más valor artístico y literario que comercial; no será extraño, entonces, que al igual que sus antecesores lleve a la escena a Ibsen y Strindberg, a los cuales acompañará con la dramaturgia del entonces treintañero Georges Bernard Shaw. Asimismo, instaurará el modelo de empresa teatral independiente de Brahm, con representaciones privadas en teatros prestados.

Tolmacheva recuerda que en 1894, el investigador teatral Alexis Veselovski, «luego de analizar las teorías y los métodos de arte escénico practicados por Antoine, propone que se funde también en Rusia un teatro libre»; según ella, ése fue uno de los principales detonadores para que en 1898 Vladimir Nemiróvich-Dánchenko y Konstantin Serguéievich Stanislavski fundaran el Teatro Arte Popular de Moscú que más tarde, tras guardar el adjetivo de «Popular» en algún cajón, se llamaría nada más Teatro Arte de Moscú. El 13 de enero de ése mismo año, Zola habría publicado en el diario L’Aurore una carta abierta al presidente de Francia, Félix Faure, su famosa ¡Yo Acuso...! (J’Accuse…!), en defensa del capitán Alfred Dreyfus, falsamente acusado de espionaje como parte de una campaña antisemita: Dreyfus era de origen judío; pero ésa, dicen, es otra historia.

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